En tiempos de pandemia, ?qui¨¦n se acuerda de las enfermedades olvidadas?
Hist¨®ricamente, Espa?a ha aportado mucho a la lucha contra las dolencias tropicales desatendidas: cient¨ªficos, cooperantes y financiaci¨®n de programas. Con la nueva Ley de Cooperaci¨®n debe recobrar su compromiso con la salud global
Hoy se celebra el D¨ªa Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas, una veintena de dolencias que pocas personas en Espa?a conocen. Pese a que afectan a 1.700 millones de individuos en el mundo, en muchos casos carecen de diagn¨®sticos, tratamientos y, por supuesto, vacunas. Al estar presentes sobre todo en las regiones m¨¢s pobres del planeta, hay poco inter¨¦s por parte de la industria farmac¨¦utica, cuyo modelo de investigaci¨®n y desarrollo se basa en los beneficios a obtener. El resultado es que la inversi¨®n en nuevos diagn¨®sticos y tratamientos para estas enfermedades es dram¨¢ticamente desproporcionado respecto del sufrimiento que causan. A¨²n existiendo medicamentos, son frecuentemente poco eficaces o t¨®xicos y el acceso a los mismos no est¨¢ garantizado nunca.
A lo largo de los a?os, como m¨¦dicos, fuimos testigos de c¨®mo las enfermedades desatendidas pueden destrozar la vida de los pacientes y afectar a sus familias, como la de Kavita, una ni?a nepal¨ª de siete a?os de la etnia rai. Kavita ten¨ªa fiebre desde hac¨ªa varios meses. El padre, agricultor, basaba la subsistencia de la familia en lo que produc¨ªa su campo y animales que, adem¨¢s, le generaban unos 150 euros al a?o. El pago al curandero tradicional, las reiteradas limosnas en un recorrer de templos para ganar los favores de la diosa Kala, tres meses de trabajo perdidos en el ir y venir por la duraci¨®n de la enfermedad de Kavita, hab¨ªan hecho que aquel padre ejemplar vendiera el campo de ma¨ªz, la vaca, dos cabras y 45 gallinas antes de encontrar el hospital de Koirala.
A¨²n all¨ª, un centro universitario, tuvo m¨¢s estipendios antes de recibir el tratamiento gratuito para la enfermedad de la peque?a: la leishmaniasis. En total, los gastos superaban los 1.000 d¨®lares, se hab¨ªa arruinado y tuvo que empezar a trabajar para otro. La pobreza engendra pobreza en un c¨ªrculo pernicioso.
La leishmaniasis visceral es una enfermedad parasitaria transmitida por la picadura de un insecto, el fleb¨®tomo. Cursa con inflamaci¨®n del bazo e h¨ªgado, destruye las c¨¦lulas sangu¨ªneas y provoca fiebre alta a lo largo de meses. Sin tratamiento, puede llevar a la muerte. Hay otra forma de leishmaniasis, la cut¨¢nea, que se manifiesta por ¨²lceras en la piel donde pic¨® el fleb¨®tomo infectado. De esta hay un mill¨®n de casos nuevos cada a?o, es decir, uno cada 30 segundos. En Sudam¨¦rica, estas ¨²lceras pueden llegar a ser tan agresivas que producen la mutilaci¨®n de la cara desfigurando el rostro del paciente, con el consiguiente estigma y problemas de salud mental.
Aunque las dos variantes, visceral y cut¨¢nea, se distribuyen preferentemente en pa¨ªses de renta baja y media en Latinoam¨¦rica, Oriente Medio, ?frica y Asia, muchos pa¨ªses de renta alta no escapan a su presencia aunque sea con una baja incidencia. A veces, por el desplazamiento de refugiados, la malnutrici¨®n o la alteraci¨®n del medioambiente, se producen brotes. As¨ª, el desequilibrio ecol¨®gico por acci¨®n humana en el suroeste de la Comunidad de Madrid, hizo que entre 2009 y 2016 unas 700 personas sufrieran alguna de las dos formas de leishmaniasis.
En el suroeste de la Comunidad de Madrid, unas 700 personas sufrieron alguna de las dos formas de leishmaniasis entre 2016 y 2019
La reducida panoplia de tratamientos para la leishmaniasis incluye algunos que fueron descubiertos hace casi un siglo. Su inyecci¨®n es dolorosa, son t¨®xicos, algunos potencialmente letales y, por lo com¨²n, de eficacia limitada. Para las personas y comunidades afectadas, la leishmaniasis, como las otras enfermedades desatendidas, supone una barrera infranqueable a una vida productiva y saludable. Para los sistemas sanitarios de los pa¨ªses que concentran la gran parte de estas dolencias, desbordados y con pocos recursos, son un reto m¨¢s entre tantos otros que tienen que encarar para garantizar el acceso a la salud de su poblaci¨®n.
Esta realidad inaceptable, y con el convencimiento de que los frutos de la ciencia tienen que ser para todos, nos ha llevado como cient¨ªficos a dedicar nuestras carreras ¨Cy nuestras vidas¨C a la investigaci¨®n y desarrollo para combatir las enfermedades desatendidas, y en particular en el desarrollo de medicamentos eficaces y accesibles. Hay muchos otros sectores sociales y sanitarios en la misma causa. Hoy celebramos los ¨¦xitos y brindamos por un futuro mejor.
Se trata de una carrera de fondo. A lo largo de los a?os, el esfuerzo generoso de muchos ha llevado a logros considerables en varias enfermedades tropicales. Por citar un caso, el Programa de Eliminaci¨®n de la Leishmaniasis Visceral del sur de Asia, iniciado en 2005, ha logrado reducir el n¨²mero de enfermos, estimado en unos 200.000 en aquel a?o, a menos de 2.000 casos en 2020. En contraste con este ¨¦xito, que ojal¨¢ sea estable, en el este de ?frica todav¨ªa no tenemos un tratamiento que sea a la vez sencillo y eficaz, lo que ralentiza la lucha contra la enfermedad.
Este ejemplo, como muchos otros entre las enfermedades tropicales, ha supuesto un gran aliento para continuar. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) ha trazado un camino de eliminaci¨®n o control de estas enfermedades en su Hoja de Ruta para el 2030 a la que los programas de cooperaci¨®n internacional de los gobiernos donantes, las agencias financiadoras, las asociaciones filantr¨®picas, ONG y el mundo acad¨¦mico se han adherido. Tambi¨¦n algunos sectores del mundo farmac¨¦utico. Hay motivos de esperanza, s¨ª. Pero el recorrido es largo para lograr eliminar estas enfermedades como propone el Objetivo 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ¡°para 2030, poner fin a las epidemias del sida, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles¡±.
Hist¨®ricamente, Espa?a ha aportado una importante contribuci¨®n a la lucha contra las enfermedades desatendidas no solo con cient¨ªficos capacitados y cooperantes en el terreno sino que tambi¨¦n con la financiaci¨®n de programas de investigaci¨®n y desarrollo. En un momento en el que se inaugura en nuestro pa¨ªs una nueva Ley de Cooperaci¨®n, sum¨¢ndose as¨ª a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aplaudimos el compromiso que Espa?a quiere recobrar en el movimiento global de lucha contra la pobreza y sus enfermedades.
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