Las crisis de hoy son diferentes
Si ma?ana volviera a aparecer una amenaza de pandemia, no nos hallar¨ªa mejor preparados que la covid?19. Es necesario establecer mecanismos de respuesta global
As¨ª como una generaci¨®n cede el paso a otra, una nueva cohorte de desaf¨ªos globales reemplaza a la anterior. Hechos infrecuentes, como la pandemia de covid?19 y el riesgo de aparici¨®n en cualquier momento de nuevos virus peligrosos, no son el ¨²nico ejemplo. Los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos derivados del cambio clim¨¢tico ya tienen consecuencias catastr¨®ficas. La tecnolog¨ªa de la informaci¨®n y los datos a veces se usan con fines maliciosos o b¨¦licos. Incluso el encarecimiento actual de los alimentos y el aumento del hambre mundial se pueden vincular con una diseminaci¨®n insuficiente de tecnolog¨ªas de c¨®digo abierto.
Parece que vivimos en un estado permanente de peligro. Las crisis ya no son acontecimientos improbables y aislados que afectan a unos pocos. Son mucho m¨¢s frecuentes, multidimensionales e interdependientes; y, al trascender las fronteras nacionales, tienen potencial para afectar a todo el mundo al mismo tiempo. Adem¨¢s, implican tantas externalidades que ni los mercados ni los gobiernos nacionales tienen incentivos suficientes para resolverlas.
Las soluciones a estos problemas dependen de la disponibilidad de bienes p¨²blicos globales; pero el sistema internacional actual es incapaz de proveer un suministro suficiente. Necesitamos grandes inversiones coordinadas en preparaci¨®n y respuesta frente a pandemias, por ejemplo, o para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (un mal p¨²blico global), porque ning¨²n pa¨ªs actuando por separado podr¨¢ resolver las crisis actuales, menos a¨²n prevenir otras nuevas.
Es imperioso reconsiderar el funcionamiento del multilateralismo. La arquitectura financiera internacional de la posguerra se dise?¨® para apoyar a los gobiernos nacionales en la provisi¨®n de bienes p¨²blicos nacionales. Ahora es prioritario pensar las nuevas instituciones que se necesitan para proveer bienes p¨²blicos m¨¢s all¨¢ de las fronteras.
En 2010?19, la proporci¨®n de la superficie terrestre mundial afectada de sequ¨ªa extrema en un mes cualquiera alcanz¨® el 22%, mientras que en 1950?99 fue un 13%
La naturaleza superpuesta de las crisis actuales resalta a¨²n m¨¢s la necesidad de un nuevo marco estructural. El incremento de la frecuencia de fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos (por ejemplo, inundaciones y sequ¨ªas) aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas y transmitidas por el agua. La subida de las temperaturas medias y los cambios en los patrones de lluvia est¨¢n reduciendo la productividad potencial de cultivos b¨¢sicos (por ejemplo, un 6% en el caso del ma¨ªz) que son cruciales para la seguridad alimentaria, componente esencial de la salud. En 2010?19, la proporci¨®n de la superficie terrestre mundial afectada de sequ¨ªa extrema en un mes cualquiera alcanz¨® el 22%, mientras que en 1950?99 fue un 13%.
Las emergencias anteriores, como la crisis financiera global de 2008?09 (que en realidad fue un fen¨®meno del mundo desarrollado) o la crisis econ¨®mica asi¨¢tica y latinoamericana de fines de los noventa, fueron b¨¢sicamente de naturaleza econ¨®mica y un resultado de la acumulaci¨®n excesiva de riesgos financieros. Las soluciones estaban en manos de bancos centrales y ministros de finanzas, e inclu¨ªan la adopci¨®n de nuevas regulaciones monetarias y de pol¨ªticas fiscales que revirtieran la p¨¦rdida de empleo y reactivaran la actividad econ¨®mica.
Las crisis actuales son interdependientes y de alcance realmente global, con potencial para producir efectos mucho mayores
Las crisis actuales, en cambio, son interdependientes y de alcance realmente global, con potencial para producir efectos mucho mayores. Lo que las distingue es que las soluciones ya no dependen exclusivamente de la capacidad de las autoridades econ¨®micas nacionales. Una respuesta eficaz demanda liderazgo y acci¨®n por parte de gobiernos de todo el mundo. Un ejemplo de este abordaje es la propuesta de crear un Consejo Mundial sobre Amenazas para la Salud. La detecci¨®n temprana de amenazas de pandemia y el desarrollo de la inmunidad colectiva contra pat¨®genos conocidos son ejemplos cl¨¢sicos de bienes p¨²blicos globales con las propiedades de no rivalidad y no exclusi¨®n.
Pero en cada pa¨ªs, por separado, los contribuyentes no tienen incentivos para la provisi¨®n de bienes de alcance global. Tampoco es posible delegar esta tarea a las ayudas oficiales al desarrollo (AOD) o a la filantrop¨ªa, porque sencillamente, los n¨²meros no cuadran. El a?o pasado, el total de AOD lleg¨® a 170.000 millones de euros, y los donantes privados a?adieron unos pocos miles de millones m¨¢s. Pero para la provisi¨®n de bienes p¨²blicos globales se necesitan miles de millones de d¨®lares. Adem¨¢s, los presupuestos de ayuda oficial son demasiado variables y las prioridades cambian. Pero lo que parece urgente y pol¨ªticamente atractivo no siempre coincide con lo que es importante, que deber¨ªa ser el foco en la provisi¨®n de bienes p¨²blicos globales.
Por eso tenemos que crear un nuevo sistema multilateral. Lo ideal ser¨ªa que sus elementos principales se modelen sobre la base de las herramientas empleadas para la provisi¨®n de bienes p¨²blicos nacionales: tributaci¨®n, incentivos y rendici¨®n de cuentas.
Puesto que los bienes p¨²blicos globales demandan un volumen de financiaci¨®n significativo y estable, hay que apuntar a la creaci¨®n de una fiscalidad internacional, financiada mediante aportes universales basados en la capacidad de pago. Por supuesto que tambi¨¦n se necesita liderazgo en el nivel nacional para asegurar una respuesta intergubernamental e intersectorial adecuada.
Dar a contribuyentes y gobiernos los incentivos correctos para la acci¨®n no ser¨¢ f¨¢cil. Pero la mayor¨ªa de los Estados se toman muy en serio las misiones peri¨®dicas del Fondo Monetario Internacional conforme al art¨ªculo IV; incluir en ellas una evaluaci¨®n de la respuesta nacional a los riesgos clim¨¢ticos y pand¨¦micos ser¨ªa un buen punto de partida. Asimismo, las agencias de calificaci¨®n crediticia deber¨ªan ampliar las metodolog¨ªas que usan para la evaluaci¨®n de riesgos de gobiernos y corporaciones.
El mundo no est¨¢ preparado para hacer frente a la nueva generaci¨®n de crisis. En vez de concentrarnos solamente en las deficiencias dentro de un ¨¢rea particular al momento de una crisis, tenemos que comprender por qu¨¦ una y otra vez fracasamos en la provisi¨®n de los bienes p¨²blicos globales que todas estas crisis nuevas exigen. Si no resolvemos este problema, seguir¨¢n apareciendo falencias espec¨ªficas. Si, por ejemplo, ma?ana volviera a aparecer una amenaza de pandemia, no nos hallar¨ªa mejor preparados que la covid-19.
Las crisis actuales (clim¨¢tica, sanitaria y alimentaria) deber¨ªan bastar para poner en marcha los mecanismos de colaboraci¨®n global necesarios para enfrentar esas amenazas.
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