Arrastrar a las instituciones hacia una gobernanza por y para las personas
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible todav¨ªa se pueden lograr, pero solo desde un movimiento ciudadano global
Desde el erario de la memoria colectiva se suele asociar el n¨²mero 2015 al a?o en el que las Naciones Unidas, en un acuerdo suscrito por 193 pa¨ªses, decide crear la Agenda 2030. El objetivo: que los Estados firmantes tengan presente que deben poner fin a la pobreza, acabar con el hambre, garantizar la salud y el bienestar y frenar el cambio clim¨¢tico, entre otros objetivos. La necesidad de dise?ar un programa de esas caracter¨ªsticas muestra a las claras la falta de conciencia social que fue cultivando el sistema liberal capitalista, desarrollado en base a los axiomas que recoge Adam Smith en su c¨¦lebre La riqueza de las Naciones.
Durante m¨¢s de 300 a?os se ha impuesto un modelo educativo cuyo objetivo ¨²ltimo es convertir a los ciudadanos en sujetos de consumo y producci¨®n. A ello hay que sumarle que, desde los acuerdos de Bretton Woods (que, en plena Guerra Mundial, refundaron el capitalismo), casi todos los entes nacionales y supranacionales son esclavos de las corporaciones econ¨®micas. Teniendo esto en cuenta resulta m¨¢s f¨¢cil identificar al problema al que nos enfrentamos. En incontables ocasiones, los pa¨ªses adscritos a la Agenda 2030 realizan acciones y promueven proyectos que contradicen los compromisos que han adquirido.
A pesar de ello, se pueden lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero desde un movimiento ciudadano global que arrastre a las instituciones hacia una gobernanza por y para las personas. De lo contrario, este proyecto va camino de convertirse en un ramillete de buenas intenciones, como sucedi¨® con los Objetivos del Milenio fijados en el a?o 2000.
En cualquier caso, una de las grandes diferencias con respecto a ¨¦pocas anteriores es que, por ejemplo, la ciudadan¨ªa no percib¨ªa tan intensamente los efectos del cambio clim¨¢tico como en la actualidad. Este pas¨® de ser un problema del que la comunidad cient¨ªfica ven¨ªa alertando durante lustros a una realidad incontestable y presente en nuestro d¨ªa a d¨ªa. Casi nadie duda ya de que la especie humana est¨¢ en grave peligro de extinci¨®n. Todav¨ªa m¨¢s si seguimos alimentando un modelo productivo agotado para la mayor¨ªa y que solo interesa a unos pocos, en vez de alimentar a cada ni?o que fallece por desnutrici¨®n en el mundo cada cinco segundos, seg¨²n informes de la ONU.
Y si este modelo productivo solo interesa a unos pocos, ?c¨®mo logran imponerlo a las masas? La respuesta la podemos encontrar en el famoso Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres de Jean-Jacques Rousseau: ¡°De la extrema desigualdad de las condiciones y de las fortunas; de la diversidad de las pasiones y de los talentos; de las artes in¨²tiles, de las artes perniciosas, de las ciencias fr¨ªvolas, saldr¨ªa muchedumbre de prejuicios igualmente contrarios a la raz¨®n, a la felicidad y a la virtud; ver¨ªase a los jefes fomentar, desuni¨¦ndolos, todo lo que puede debilitar a hombres unidos, todo lo que puede dar a la sociedad un aspecto de concordia aparente y sembrar un germen de discordia real, todo cuanto puede inspirar a los diferentes ¨®rdenes una desconfianza mutua y un odio rec¨ªproco por la oposici¨®n de sus derechos y de sus intereses, y fortificar por consiguiente el poder que los contiene a todos¡±. En definitiva, los grupos de presi¨®n que concentran la riqueza del globo est¨¢n muy bien organizados y la estrategia de provocar conflictos entre millones de personas desorganizadas les facilita enormemente mantener su statu quo.
Siempre habr¨¢ personas obstinadas que porf¨ªen en lo ut¨®pico de alcanzar las metas que perseguimos, pero contamos con la posibilidad de enfrentarnos a esas crisis generalizadas del estado de ¨¢nimo con una buena actitud
Sin embargo, contamos con bastantes casos en la historia que determinan que el pensar como especie, dejando nuestras diferencias a un lado y optando por una actitud valiente que potencie nuestros conocimientos y experiencias, act¨²a como ant¨ªdoto para esta clase de escenarios. Martin Luther King dio buena cuenta de ello encabezando el?movimiento?por los?derechos civiles en Estados Unidos. Y eso a pesar de que surgiesen actores sociales que insistieron en la imposibilidad de conseguir, con una lucha no violenta, el acceso pleno a la igualdad ante la ley. Siempre habr¨¢ personas obstinadas que porf¨ªen en lo ut¨®pico de alcanzar las metas que perseguimos, pero contamos con la posibilidad de enfrentarnos a esas crisis generalizadas del estado de ¨¢nimo con una buena actitud.
El reverendo King as¨ª lo hizo, y aun¨® las voluntades de los m¨¢s afectados por la injusticia en torno a un objetivo com¨²n, lo que permiti¨® alcanzar un hito hist¨®rico sobreponi¨¦ndose a las ileg¨ªtimas voluntades de las ¨¦lites del momento. La abolici¨®n de la esclavitud en EE UU, la liberaci¨®n de la India del imperio brit¨¢nico encabezada por Mahatma Gandhi, el derecho al voto de la mujer o la legalizaci¨®n del divorcio tambi¨¦n parec¨ªan quimeras en sus respectivas ¨¦pocas. Alianzas forjadas en torno a l¨ªderes fuertes, abanderando principios loables, son las que han conquistado derechos dif¨ªciles de imaginar hace apenas unas d¨¦cadas.
Esas grandes personas, alrededor de las que se agruparon las fuerzas para cambiar el mundo, enfrentaron la misma pregunta a la que se enfrenta el lector de este art¨ªculo. ?Qu¨¦ camino va a elegir usted? Porque todo se reduce a esa elecci¨®n.
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