Atrapados en el gueto del idioma
Los refugiados sirios llegados a Espa?a en 2011 no han tenido suficiente apoyo para aprender espa?ol, barrera que les dificulta integrarse y trabajar
![Aitor Bengoa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fae2dcd5c-be21-44dd-95c5-16607ac8c187.png?auth=388ff1351986d114cfc10152bd3b1c2ad5287bffd173c9a7548a888b65e1ea23&width=100&height=100&smart=true)
![Encuentro de convivencia entre familias de refugiados sirios y familias de voluntarios de La Caixa en Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/D6XJQAQ6243ZTTIJLKP45IGOVQ.jpg?auth=8220df1e192bc5a9d03dfded40e3ff1ad380a689a83a3a33b057ba32bc201d9d&width=414)
Los refugiados sirios llegados a Espa?a en 2011 en su huida de la guerra se han dado de bruces con una nueva frontera para la que nadie les ha facilitado el pasaporte: el idioma. "El aprendizaje del espa?ol es la barrera m¨¢s importante que tienen", dice Enrique ?lvarez, presidente de la Fundaci¨®n Deporte Integra, ONG financiada con fondos privados, que da apoyo a m¨¢s de medio centenar de familias sirias residentes en Madrid.
?lvarez explica que dominar la lengua es clave para encontrar trabajo y relacionarse con el entorno. Sin poder comunicarse, existe el riesgo de que se a¨ªslen y se formen guetos. Con el fin de estrechar los v¨ªnculos entre ambas culturas, este domingo se celebr¨® un encuentro entre familias sirias de refugiados que residen en Madrid e integrantes de la Asociaci¨®n de Voluntarios de La Caixa. Se reunieron unas 250 personas en la madrile?a Casa del Reloj, donde reinaba un crisol de aromas en el que se mezclaban el de la paella y los de platos t¨ªpicos de la gastronom¨ªa siria. Afuera ni?os de ambas nacionalidades jugaban juntos.
La mayor¨ªa de estos refugiados llegaron en los primeros compases de la sangrienta guerra civil que dura ya cinco a?os, antes de la crisis migratoria que ha desbordado a los pa¨ªses de la UE. Una de ellas es Wafaa, una joven damascena de 26 a?os que estudi¨® ingenier¨ªa. "Nunca nadie me ha dado un euro para aprender espa?ol", comenta. Su familia tuvo que costear las clases, y ahora se defiende bien.
Algunos vinieron a Espa?a porque ten¨ªan allegados; otros pensaron que este pa¨ªs era la mejor forma de entrar en la UE. Otros, los menos, han llegado hace tan solo unos meses. Rayan, de 36 a?os y originario de la costera Tartus, arrib¨® a Espa?a la v¨ªspera de Navidad. Pag¨® 1.000 euros por un pasaporte espa?ol con el que logr¨® burlar a la polic¨ªa marroqu¨ª en la frontera de Melilla. Su mujer y su hijo pasaron por 2.500 euros ocultos en un coche. Ella, en un hueco bajo un asiento. El peque?o, de unos 5 a?os, embutido en el asiento del copiloto. Tuvieron que darle calmantes para que lo soportara.
Ahora residen en el Centro de Acogida de Refugiados (CAR) de Alcobendas. Los asilados pasan un a?o en estos centros, donde tienen comida y cobijo, pero est¨¢n obligados a un estricto r¨¦gimen de horarios. "Se parece a una c¨¢rcel", dicen. Cuando salen, son pocos los que encuentran trabajo, aunque "tienen un nivel profesional medio-alto; m¨¦dicos, farmac¨¦uticos o abogados", se?ala ?lvarez.
Espa?a se comprometi¨® hace seis meses a recibir cerca de 16.000 refugiados desde Italia y Grecia antes de que termine el a?o. Hasta ahora, solo han llegado 18. El Ministerio del Interior anunci¨® la acogida inminente de otros 87. ?lvarez cree que las instituciones a¨²n est¨¢n "lejos de tener algo organizado". Pero, m¨¢s all¨¢ de la acogida inicial, "el problema es el despu¨¦s", indica. "No puede ser que tras pasar un a?o en un CAR salgan para convertirse en 16.000 parados m¨¢s".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.