Castigo tibio al acoso sexual en el campus
A pesar de los indicios, las universidades de Barcelona y Sevilla mantuvieron a dos catedr¨¢ticos acusados por la justicia de acoso y abusos sexuales
Ante el acoso o los abusos sexuales, la universidad espa?ola reacciona con indolencia. A veces se a?ade una parsimonia garantista que multiplica el sufrimiento de las mujeres v¨ªctimas de la presunci¨®n de inocencia del profesor denunciado, seg¨²n coinciden los expertos y admiten los rectores. La reciente condena al catedr¨¢tico de la Universidad de Sevilla Santiago Romero por abusos sexuales continuados sobre dos profesoras y una becaria ha desempolvado el caso del tambi¨¦n catedr¨¢tico Jes¨²s de Miguel, que acos¨® a decenas de alumnos durante d¨¦cadas hasta 2014 seg¨²n la fiscal¨ªa, pero que hoy conserva su despacho en la Universidad de Barcelona.
En ambos esc¨¢ndalos las v¨ªctimas denunciaron a los profesores ante las universidades, que iniciaron sus pesquisas internas pero sin resultados eficaces. En el caso catal¨¢n, la instituci¨®n aleg¨® la imposibilidad de apartarlo debido a que los delitos hab¨ªan prescrito pese a que quedaban probados para la fiscal¨ªa, mientras que en el ejemplo andaluz la universidad esgrimi¨® que la justicia investigaba y no pod¨ªa interferir. As¨ª pasaron seis a?os mientras Romero daba clases a centenares de alumnos a la vez que declaraba como imputado, era procesado y se sentaba en el banquillo ?Ten¨ªan alternativas ambas universidades o las irregularidades deb¨ªan quedar impunes para respetar la presunci¨®n de inocencia de los docentes?
¡°Claro que la universidad puede tomar medidas cautelares contra un profesor si detecta que hay indicios de acoso. La instituci¨®n tiene que entender que puede atender a la v¨ªctima y tambi¨¦n adoptar medidas. El problema es una falta de sensibilidad y una falsa neutralidad, porque si no haces que el problema desaparezca, provocas que se perpet¨²e¡±. Miguel Lorente, responsable de la unidad de igualdad de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la violencia de g¨¦nero, es muy cr¨ªtico con la implicaci¨®n real de los 76 rectores para atajar el acoso en los campus espa?oles. La inversi¨®n econ¨®mica para prevenir la violencia machista de las universidades es m¨ªnima, estas solo crearon las unidades de igualdad cuando la ley les oblig¨® en 2010 y seis a?os despu¨¦s algunas carecen de protocolos de actuaci¨®n. Todo pese a que el 62% del alumnado ha sufrido o conoce a personas que ha vivido la violencia machista en las aulas, seg¨²n un estudio con 1.083 entrevistas.
Durante a?os prim¨® la ley del silencio en las clases que el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa Jes¨²s de Miguel impart¨ªa en la Universidad de Barcelona. En 2011 varios alumnos vencieron el miedo y denunciaron al profesor por acoso sexual. En un primer momento, la comisi¨®n de igualdad que analiz¨® el caso no le vio entidad al asunto. Sin embargo, un profesor que en paralelo denunci¨® a De Miguel lo hab¨ªa hecho tambi¨¦n ante la Universidad de Harvard porque usaba en falso el nombre de este centro estadounidense. Harvard inform¨® a la Facultad de Econ¨®micas catalana y solo entonces esta reaccion¨® para pedir a los alumnos denunciantes que buscaran otras v¨ªctimas del catedr¨¢tico para lograr armar el caso. Los estudiantes hallaron otros testimonios coincidentes y se abri¨® una comisi¨®n espec¨ªfica para investigar los acosos sexuales.
Un decano que empleaba ¡°la represalia¡±
El catedr¨¢tico de la Universidad de Sevilla Santiago Romero no puede acercarse a la Facultad de Educaci¨®n ¡ªque dirigi¨® entre 1997 y 2009¡ª tras su condena a siete a?os de c¨¢rcel por abusos sexuales continuados y lesiones. Los testimonios incluidos en la sentencia dibujan un personaje controlador, con don de gentes, maneras desp¨®ticas, aire triunfador y sin pelos en la lengua.
"Ten¨ªa un estilo chalanero para comer juntos, salir de copas y relacionarse. No nos extra?¨® lo del acoso por el estilo de repartir prebendas, hacer acuerdos de pasillo para resolver los asuntos de antemano, el reparto de despachos (¡) Lleg¨® a tener un poder continuado durante mucho tiempo y lo negoci¨® todo. Y sin embargo, no nos imagin¨¢bamos lo de los abusos sexuales", relata un jefe de departamento de la facultad que pide no identificarse. Los abusos de Romero, de 67 a?os, incluyeron tocamientos en diferentes episodios y vejaciones a dos profesoras y una becaria, incluso con terceros como testigos, lo que denota una sensaci¨®n de impunidad que perdur¨® al menos cuatro a?os (2006-2010).
Una profesora del Departamento de Educaci¨®n F¨ªsica que tambi¨¦n exige anonimato describe sus maneras dictatoriales: ¡°?l insultaba a boca llena y presum¨ªa de c¨®mo ciertos profesores hab¨ªan salido llorando de su despacho. Eso tras recordarles que su plaza depend¨ªa de su voluntad¡±.
La sentencia subraya la reacci¨®n del catedr¨¢tico ante la negativa a someterse de sus tres v¨ªctimas: ¡°Cuando de alg¨²n modo asume que las denunciantes ni van a aceptar sus requerimientos sexuales ni se someten a sus dictados en el ¨¢mbito docente, opta por emplear la descalificaci¨®n e incluso la represalia como mecanismo para intentar quitarse de en medio a las mismas¡±.
Maestro de gimnasia durante el franquismo, tras mutar en licenciado gracias a la integraci¨®n de las escuelas de magisterio en las universidades, su ascensi¨®n fue mete¨®rica hasta convertirse en miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad y dirigir un m¨¢ster y una facultad con 267 profesores. Romero, primer catedr¨¢tico de Educaci¨®n F¨ªsica en Espa?a, ¡°dignific¨®¡± su ¨¢rea en estrecha alianza con el exrector Miguel Florencio, seg¨²n resalta un veterano docente. Para acaparar poder, teji¨® alianzas y gener¨® un servilismo que ha quedado patente en la sentencia.
El fallo recoge los testimonios de siete profesores que declararon como testigos a su favor y a los que el juez apercibe por haber bordeado la mentira ¡ªque habr¨ªa supuesto delito¡ª en sus alabanzas a Romero. ¡°El acusado crea una din¨¢mica perversa, una estructura formada por otras personas detr¨¢s de la cual est¨¢ el Sr. Romero, que es la persona que mueve los hilos o que para llevar a cabo la conducta acosadora se requiere de un sistema corrupto (¡) Para mantener el acoso es necesario que uno o unos act¨²en y que otros callen¡±, censura el juez de lo Penal. Otra profesora se lamenta del m¨¦todo impuesto: ¡°Santiago ha exigido mucho el voto hipotecado y ha sido muy triste el seguidismo en la facultad¡±. El catedr¨¢tico ha rechazado opinar para este reportaje.
La sentencia ha supuesto un terremoto para la Facultad de Educaci¨®n sevillana y ha provocado la dimisi¨®n del sucesor de Romero, Juan de Pablos, por dar la espalda a las v¨ªctimas durante seis a?os. ¡°Ahora hay mucha gente que teme que salgan m¨¢s casos y mucha gente que ha sufrido mucho. Entre otras razones porque cuesta mucho pensar que t¨² misma eres la primera que no quiere cre¨¦rselo y aceptarlo¡±, explica Carmen Moreno, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Sevilla.
"El acoso lo ves muy lejano y luego pasa aqu¨ª¡ ?En una facultad de Educaci¨®n! ?Con la formaci¨®n contra la violencia machista que se da en los colegios!", expresaba perpleja la alumna Mar¨ªa Zurita. Est¨¢ por ver c¨®mo se resta?an heridas tan profundas en un centro hasta ahora dividido y donde Romero rein¨® sin apenas oposici¨®n.
Cuando esta segunda comisi¨®n concluy¨® su informe, lo remiti¨® al rector y este a la fiscal¨ªa. La investigaci¨®n de los Mossos d?Esquadra determinaron que se hab¨ªa cometido ¡°acoso sexual¡± a trav¨¦s de ¡°perniciosas relaciones¡±, pero los hechos hab¨ªan prescrito porque sucedieron en 2008. En su declaraci¨®n policial, la decana de Econ¨®micas, Elisenda Paluzie, reconoci¨® que el caso no le hab¨ªa sorprendido porque ven¨ªa a confirmar lo que dec¨ªa el boca a boca. Pero antes, solo un a?o despu¨¦s de las irregularidades, en 2009, Paluzie recibi¨® una carta de la profesora Lidia Puigvert que le alertaba de que la organizaci¨®n del doctorado de Sociolog¨ªa, en el que participaba De Miguel, favorec¨ªa las presiones de ¨ªndole sexual, laboral y acad¨¦mica. ¡°Nunca recib¨ª una respuesta. Es tan obvio y terrible¡±, lamenta Puigvert. La decana justifica su inacci¨®n de entonces en que la misiva no mencionaba a De Miguel de manera expl¨ªcita.
Ante el archivo de la fiscal¨ªa, los alumnos se movilizaron para evitar que De Miguel volviera a dar clases, y hoy est¨¢ apartado de la docencia aunque mantiene su despacho con 69 a?os. ¡°Aunque sintiera la decepci¨®n por no poderle sancionar, al menos me queda la tranquilidad de que no ha dado m¨¢s clases¡± a?ade la decana. Cuando se denunciaron los hechos, el catedr¨¢tico era amigo del rector Didac Ram¨ªrez. ¡°Mi amistad no influy¨® para nada en mi decisi¨®n¡±, afirma. De Miguel ha rechazado opinar al respecto.
Hoy d¨ªa, cuando las universidades fijan un protocolo sobre c¨®mo actuar cuando surgen casos, brotan las discrepancias. Mientras que los redactores, expertos en Derecho, defienden la potestad disciplinaria de la instituci¨®n, los servicios jur¨ªdicos de las universidades se oponen y su opini¨®n conservadora prevalece. ¡°Recuerdo que los servicios jur¨ªdicos fueron muy pu?eteros porque la universidad no se pod¨ªa convertir en juzgador. Se redact¨® un protocolo muy cauteloso. La propia instituci¨®n le para los pies a la comisi¨®n de igualdad¡±, ilustra Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de C¨®rdoba.
Como vocal de la CRUE (la conferencia de rectores espa?oles) Pilar Aranda, rectora de la Universidad de Granada, admite que en estos casos ¡°los problemas van por delante de las soluciones¡±. ¡°Debemos hacer m¨¢s, sobre todo en temas de prevenci¨®n. Y luego hay que proteger a la v¨ªctima, est¨¦ demostrado o no (¡) Claro que la universidad tiene autonom¨ªa para tomar medidas cautelares¡±, reconoce. La semana pasada, el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel ?ngel Castro, pidi¨® disculpas a la sociedad, ¡°empobrecida¡± tras los abusos sexuales cometidos por ¡°uno de los nuestros¡±. Castro se escud¨® en que no pod¨ªa tomar cartas en el asunto antes porque la justicia estaba investigando.
Durante su ¨²ltimo encuentro anual en Madrid el pasado verano, las responsables de las unidades de igualdad universitarias hicieron patente la escasa sensibilidad de algunos rectores respecto al acoso: ¡°Nos encontramos con Universidades que, habiendo creado la Unidad de Igualdad, existe cierta reticencia o incluso hostilidad y no quieren o¨ªr hablar de temas como acoso, discriminaci¨®n, lenguaje sexista, etc¡±, reza la memoria de las jornadas. De ah¨ª que el 69% del alumnado desconf¨ªe de que la universidad respalde su denuncia si vencen el miedo, seg¨²n el estudio Rompiendo el silencio en las universidades espa?olas.
?C¨®mo pueden ocurrir estos relatos tan s¨®rdidos de abusos y acosos en una instituci¨®n p¨²blica que debe formar en valores? ¡°El acoso en la Universidad, por su estructura feudal, dependencias y fidelidades, es frecuente. Igual que el se?or feudal dominaba y proteg¨ªa a sus vasallos, hoy las plazas, la promoci¨®n profesional y la distribuci¨®n del dinero para investigar depende de la gente de arriba en el escalaf¨®n. El sistema crea esos v¨ªnculos. El de arriba te ampara y te protege, y si se le va la mano te domina, y si se le va m¨¢s todav¨ªa, te acosa por no plegarte a sus requerimientos. Es feudalismo con nuevos ropajes", define Francisco Garc¨ªa, director del Departamento de Did¨¢ctica de la Ciencia Experimental y Social en la Universidad hispalense.
¡°?C¨®mo puede considerarse l¨®gico que un catedr¨¢tico meta a quien quiera, incluido a amigos? Pues porque todos han entrado por esa v¨ªa, por una especie de filiaci¨®n¡±, pregunta y responde Eva La¨ªnsa, profesora y exdirectora del Secretariado de Promoci¨®n Cultural de la Universidad de Sevilla. ¡°Y cuando hay plazas muy poca gente recurre porque el perdedor sabe que si recurre le queda un a?o de malas caras, burocracia y trabajo duro para juntar las pruebas objetivas y documentar la prevaricaci¨®n, adem¨¢s del ostracismo por conflictiva¡±, a?ade.
Al igual que en Barcelona, el catedr¨¢tico sevillano Santiago Romero estaba relacionado con la c¨²pula de la universidad y manten¨ªa ¡°relaciones muy cordiales¡± con el rector de entonces, Joaqu¨ªn Luque, definen fuentes del caso. Porque como catedr¨¢tico, Romero dispuso de mucho poder para decidir si promocionaba o no a profesores, cu¨¢ndo le¨ªan sus tesis, para controlar un grado, un m¨¢ster y el reparto de la docencia. Y como decano, fue miembro de la Junta de Gobierno en el rectorado de la universidad.
La denuncia de las dos profesoras y una becaria se produjo en 2010 y meses despu¨¦s la universidad deriv¨® el expediente a fiscal¨ªa. Un a?o m¨¢s tarde, Romero regres¨® a las aulas porque los servicios jur¨ªdicos dec¨ªan que era imposible prohibirle la docencia, alega ahora la universidad.
Tras la condena de su decano en la capital andaluza, Garc¨ªa quiere ver luz al final del t¨²nel. "Es una oportunidad para una fuerte regeneraci¨®n ya que los procesos de participaci¨®n est¨¢n muy deteriorados. No se promueve el debate sobre el funcionamiento de la facultad y el esp¨ªritu cr¨ªtico y combativo".
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