Espa?a-Dinamarca, cumbre en el aula
Las escuelas Padre Piquer y el ?restad Gymnasium, a 2.500 kil¨®metros de distancia, son centros innovadores. Sus alumnos se acaban de conocer
En un repaso r¨¢pido se podr¨ªa pensar que hay m¨¢s diferencias que similitudes. Un centro espa?ol de barrio humilde del norte de Madrid frente a un instituto dan¨¦s en un enclave de vanguardia. Ideario cat¨®lico versus laico. Aulas m¨¢s grandes a golpe de tirar tabiques frente a un edificio casi sin paredes con el dise?o pensado al mil¨ªmetro para aprender en el siglo XXI. Pero lo interesante es ver en qu¨¦ se parecen estos dos centros escolares situados a 2.500 kil¨®metros de distancia. En el Padre Piquer de Madrid y en el ?restad Gymnasium de Copenhague los profesores han decidido ense?ar de otra manera: con el alumno en el centro de todo. Los dos aplican modelos de ¨¦xito citados en libros de innovaci¨®n educativa y, esta semana, han celebrado su primera cumbre de alumnos en Madrid.
Son las nueve y ocho minutos de la ma?ana del jueves y un grupo de 43 estudiantes daneses enfilan la calle hasta la puerta esquinada del centro de formaci¨®n Padre Piquer. Est¨¢ en Ventilla, al norte de Madrid. Un antiguo barrio de traperos y chabolas a las que sustituyeron colonias de viviendas sociales, con una tasa de inmigraci¨®n tres puntos por encima de la media de Madrid (en el distrito en el que hay un 17%, seg¨²n datos regionales) que se traduc¨ªa en unas aulas desbordadas por una diversidad dif¨ªcil de asumir. M¨¢s de la mitad son de origen inmigrante, con 37 nacionalidades representadas. ¡°Quer¨ªamos dar respuesta a la heterogeneidad de nuestros alumnos pero sin seguir sacando a los chicos de las aulas¡±, explica Gregorio Casado, coordinador de innovaci¨®n del centro concertado jesuita, de la Fundaci¨®n Montemadrid.
El giro de las aulas cooperativas
"Esto no se lo pueden perder nuestros chicos"
En el Padre Piquer, hasta 3? de la ESO se aprende en las aulas cooperativas y la mayor¨ªa del curr¨ªculo se trabaja por proyectos (como el de las maquetas de religi¨®n) o por ¨¢mbitos de conocimiento en lugar de asignaturas. En el centro dan¨¦s no se usan libros. Ninguno. Pero el hermanamiento se produce gracias a un libro. A principios de 2016, el director del Padre Piquer, ?ngel Serrano, y el profesor Smith- Hansen se conocieron en Madrid despu¨¦s de que sus centros aparecieran recogidos en la obra Viaje a la escuela del siglo XXI, del investigador Alfredo Hernando. "Esto no se lo pueden perder nuestros chicos", dijo el director. El centro madrile?o fue adem¨¢s uno de los primeros que la fundaci¨®n Ashoka nombr¨® como escuela de cambio ChangeMaker. Cada semana reciben visitas de profesores y equipos directivos de distintas partes del mundo que quieren aprender de su modelo.
Hace ya 13 a?os que iniciaron un giro para dise?ar las llamadas aulas cooperativas, en las que coinciden 60 alumnos y hasta cuatro profesores para trabajar con chicos a distinto ritmo en un mismo espacio. Las cosas se hicieron a golpe de obra: un tabique menos por aqu¨ª, otro por all¨ª. Donde antes hab¨ªa dos aulas, un pasillo y un ba?o hay hoy un espacio di¨¢fano que esta ma?ana est¨¢ lleno de maquetas de los chavales. En este centro, con alumnos de 10 confesiones, aprenden sobre religiones haciendo pasos de Semana Santa y mezquitas a escala. ¡°Esta es la subida al monte Calvario¡±, explica una chica con un cart¨®n enorme doblado a modo de rampa en el que el verde de la hierba est¨¢ representado con hebras de lana verde.
?"?Qu¨¦ tal tu pa¨ªs?"
La visita del grupo de daneses ha revolucionado una de estas aulas esta ma?ana. A diferencia de Espa?a, en Dinamarca los alumnos cambian de ciclo a los 16 a?os hasta los 19, en lugar de empezar con 12. As¨ª que el grupo de j¨®venes de 18 y 19 de la visita -algunos rubios y p¨¢lidos y la mayor¨ªa en bermudas- llaman mucho la atenci¨®n. ¡°?Qu¨¦ tal tu pa¨ªs?¡±, ¡°?c¨®mo es el logo de tu instituto?¡± ¡°Ya tengo amigos de todo el mundo¡±, dice risue?o un chaval de 12 a?os de 1? de la ESO. Abraza a un dan¨¦s que le saca dos cabezas y que ha ido a parar a su aula en medio de una gymcana con pruebas y un plano para conocer el centro. La ruta recala en la cafeter¨ªa, que huele a caf¨¦ y a bizcocho de chocolate, a 50 c¨¦ntimos el trozo y cuatro el bizcocho entero. ¡°You can buy here some food¡± (¡°puedes comprar comida aqu¨ª¡±) lleva escrito un alumno en su chuleta para los visitantes. No todos hablan buen espa?ol aunque lo estudien.
"No sirve el aula con la pizarra"
A Jeppe,de 18 a?os, le sorprende lo distintos que son ambos centros: ¡°El nuestro tiene m¨¢s espacio, no hay tantas habitaciones¡±. Y es que, aunque el edificio madrile?o se ha ido transformando, el l?restad Gymnasium de Copenhague se construy¨® en 2005 directamente sin tabiques, con una gigantesca escalera de caracol y salas enormes en las que los chicos trabajan en peque?os grupos. ¡°A estas alturas no sirve un aula con una pizarra y 28 alumnos sentados tomando apuntes¡±, explica Morten Smith- Hansen, uno de los dos profesores de espa?ol que viaja con la comitiva. Habla con acento latino ¡°como de la CNN¡±, seg¨²n su propia definici¨®n. ¡°Mi papel es m¨¢s de mentor y gu¨ªa m¨¢s que de profesor tradicional¡±, a?ade. En su centro, totalmente digital, este docente abre un documento en la nube (un escrito compartido en red al que pueden tener acceso distintos usuarios) con cada alumno para ir revisando sus progresos de forma individual, como si fuera un profesor particular: ¡°Cada chico aprende a su propia velocidad¡±.
Cobrar por estudiar
¡°?Por qu¨¦ llevan bata?¡±, pregunta el rubio Jeppe en el aula de ciencias. Los profesores de su instituto nunca van uniformados. Explica ante un grupo de espa?oles boquiabiertos que en su centro hacen pr¨¢cticas de laboratorio con un acelerador de electrones.
A los daneses le sorprende lo ¡°abiertos y simp¨¢ticos¡± que son los espa?oles, explica Victoria Kiehl, danesa de madre granadina que ha venido con el grupo de Copenhague: ¡°Me ha llamado mucho la atenci¨®n la diversidad, en Dinamarca la gente se junta por culturas¡±. A los espa?oles, que sus pares cobren por estudiar. ¡°Les dan como 300 euros. He alucinado¡±, explica Pablo Hern¨¢n, de 17. All¨ª tampoco tienen selectividad (que desde este curso se llama EBAU) ni repiten curso, un asunto que lastra la educaci¨®n espa?ola y sobre el que la OCDE ha alertado a Espa?a.
Hern¨¢n resume su centro con sus palabras: ¡°En el Padre Piquer se aprende de una forma diferente al resto de colegios que yo conozco¡±. Las materias, a?ade, son menos importantes que ¡°el compa?erismo, llevar la tarea al d¨ªa o trabajar en grupo¡±.
Alumnos cr¨ªticos
¡°Este proyecto no se mont¨® para sacar mejores resultados en lengua, ingl¨¦s o matem¨¢ticas, para eso ya estaba el sistema de antes¡±, concede el coordinador de innovaci¨®n, aunque los resultados del centro (un 92% de aprobados en selectividad, absentismo y conflictividad casi nulos) avalan tambi¨¦n su modelo. ¡°Se trata de que nuestros chicos tengan la oportunidad de ser protagonistas de su proceso¡±. A Smith- Hansen tampoco son las notas de sus alumnos lo que m¨¢s le preocupa: ¡°No es que sean mucho m¨¢s sabios ni m¨¢s inteligentes que otros daneses¡±, se?ala. ¡°En el mundo del siglo XXI hay exceso de conocimiento y de interpretaciones. Lo importante es darles las herramientas para ser cr¨ªticos en este mundo tan complicado¡±
La educaci¨®n personalizada. Esa f¨®rmula a la que otros aspiran y que tienen en com¨²n estos centros situados cada uno en una punta de Europa. Un giro con consecuencias importantes en un centro pionero situado en un antiguo barrio de chabolas. As¨ª lo ve el director del Padre Piquer: ¡°En nuestro centro hay todo tipo de chicos y algunos llegan a m¨¦dicos o ingenieros. La diferencia ahora, es que eligen ellos, no el sistema¡±.
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