El alien¨ªgena que violaba ni?os en el monte
El l¨ªder del grupo de monta?a Edelweiss captaba menores para su secta lav¨¢ndoles el cerebro con fantas¨ªas sobrenaturales y una f¨¦rrea jerarqu¨ªa militar
No debe de ser esto muy distinto a un sacrilegio. La madre des?pechada ¡ªsu hijo se fue, huy¨® un d¨ªa al extranjero que es cualquier otro barrio en Madrid¡ª abre un viejo caj¨®n de madera, tan noble co?mo la que cruje a sus pies en esta habitaci¨®n. De lejos, entre calles atestadas de coches en doble fila, se ve el parque del Retiro, menos amarillo hoy que la tarde de oto?o en que su hijo le revel¨®, con los ojos bajos de verg¨¹enza o tal vez de rabia, que desde hac¨ªa un a?o se acostaba con su monitor de acampada. Desde entonces han pasa?do ya m¨¢s de doce a?os, y el acto sacr¨ªlego de abrir el caj¨®n delante de un extra?o, de profanar la memoria del hijo huido, s¨®lo se ve re?compensado por hallar de nuevo su rastro: la fotograf¨ªa del carnet escolar, un dibujo de acuarela premiado con un notable alto y unejemplar de El Principito en franc¨¦s y espa?ol. Hay adem¨¢s un so?bre grande de color marr¨®n, un mont¨®n de recortes de peri¨®dico y una sentencia.
Los sucesos de EL PA?S
Los reportajes y ensayos de esta veraniega serie han sido extra¨ªdos del libro Los sucesos de EL PA?S, publicado en 1996 como parte de la conmemoraci¨®n de los 20 a?os del diario, lanzado el 4 de mayo de 1976. Hist¨®ricas firmas del peri¨®dico, como Rosa Montero, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Jes¨²s Duva desmenuzan algunos de los cr¨ªmenes que han marcado la reciente Historia de Espa?a, de la matanza de Atocha al crimen de los Marqueses de Urquijo.
Una flor de alta monta?a
"El l¨ªder de Edelweiss, condenado a 168 a?os de prisi¨®n por 28 de?litos de corrupci¨®n de menores". El titular de El PA?S del 23 de octu?bre de 1991 se sosten¨ªa sobre una fotograf¨ªa de Eduardo Gonz¨¢lez Arenas, m¨¢s conocido por Eddie, un hombre de 44 a?os, serio, cabizbajo, con un traje azul y una camisa blanca de cuello duro. El juez acababa de mandarlo a prisi¨®n por una larga temporada, des?pu¨¦s de considerar probado que ¨¦l, junto a sus lugartenientes Carlos de los R¨ªos, Ignacio de Miguel y otros siete hombres m¨¢s, hab¨ªan or?ganizado un grupo de monta?a con el fin de abusar sexualmente de ni?os de entre 11 y 14 a?os. La organizaci¨®n se llamaba Edelweiss, que es el nombre de una flor que crece en alta monta?a. Hasta all¨ª, bajo el pretexto de fomentar el deporte y el contacto con la natura?leza, condujeron a los ni?os con el permiso de sus familias. Nadie sospech¨® que desde la primavera de 1983 hasta el mes de noviembre de 1984 esos ni?os fueron obligados a mantener relaciones homose?xuales. Muchos llegaron a ser sodomizados. Todos guardaron el se?creto. S¨®lo as¨ª podr¨ªan ser elegidos por Eddie para alcanzar el pla?neta Delhais y librarse del cataclismo nuclear que con toda seguridad destruir¨ªa la tierra en 1992.
El zorro le dijo al principito: ?Si quieres un amigo, ?domest¨ªca?me!?.
Nadie ha vuelto a sacar el libro del caj¨®n, pero de ese mundo ¡ªtan fant¨¢stico como las 43 puestas de sol en un solo d¨ªa o la boa que se trag¨® a un elefante¡ª se sirvieron Eddie y sus colaboradores para en?candilar a los ni?os, captados en colegios y parroquias cercanas al parque del Retiro. Les contaban que tambi¨¦n ellos pod¨ªan ser due??os de un desierto con una sola flor, convertirse en un principito de verdad, tener poderes. Eddie era en realidad el pr¨ªncipe Alain, en?viado por fuerzas extraterrestres para llevarles al Planeta de los Ni??os, un lugar m¨¢s all¨¢ de las estrellas donde s¨®lo podr¨ªan entrar los elegidos. S¨®lo ellos estaban llamados a conocer el verdadero sentido de la libertad, el amor y la justicia. Hab¨ªa adem¨¢s otro secreto. Lo revel¨® Eddie y todos le creyeron: ?La mujer es una imperfecci¨®n, un s¨ªmbolo de maldad; ah¨ª ten¨¦is el ejemplo de Eva?.
Al principio fue una excursi¨®n. S¨®lo eso. Un fin de semana en el campo, observando las estrellas, jugando a juegos inocentes alrede?dor del fuego de campamento; regresando al colegio el lunes por la ma?ana con un mont¨®n de historias nuevas en la cabeza. Los moni?tores de Edelweiss eran j¨®venes conocidos en el barrio, de buena fa?milia, capaces de convencer al padre m¨¢s severo. Incluso algunos se ofrec¨ªan para ayudar a los muchachos en las asignaturas m¨¢s dif¨ªci?les. Las reuniones ¡ªpara evitar cualquier suspicacia¡ª se celebraban a la vista de todos. Edelweiss buscaba a veces la coartada de la igle?sia o la ecolog¨ªa. El primer local que utiliz¨® la organizaci¨®n para agrupar a sus j¨®venes monta?eros pertenec¨ªa a la parroquia del Sa?grado Coraz¨®n, en la plaza del Per¨². Despu¨¦s se traslad¨® a un quios?co situado cerca del Palacio de Cristal del Retiro, al que todos se re?fer¨ªan como La Caba?a. Desde principios de los a?os 70 hasta el d¨ªa de noviembre de 1984 en que la polic¨ªa desarticul¨® Edelweiss y de?tuvo a sus dirigentes, todos los grupos de monta?a organizados por Eduardo Gonz¨¢lez Arenas se apoyaron sobre tres de sus obsesiones: hombres, planetas y uniformes.
Camisa verde, pantalones de faena o bombachos, medias rojas, boina y pa?oleta. Eddie guarda de su paso por la Legi¨®n dos con?denas disciplinarias, 16 meses de arresto y una afici¨®n desmedida por lo paramilitar. Los miembros de su organizaci¨®n deb¨ªan lucir en el bolsillo izquierdo de la camisa el escudo de Boinas Verdes, el de Espa?a en el brazo izquierdo y el de Madrid en el derecho, donde tambi¨¦n hab¨ªa lugar para una escarapela con el nombre de la divi?si¨®n a la que pertenec¨ªan. En la boina, un bot¨®n rojo, y, en los hom?bros, los galones correspondientes a su rango. La pa?oleta era roja y amarilla para la divisi¨®n 101 y azul y blanca para las dem¨¢s. Tam?bi¨¦n exist¨ªan dos escuelas especializadas, la de comandos (O.C.) y la de Polic¨ªa Boinas Verdes (P.B.V). Bajo la direcci¨®n absoluta de Eddie, los integrantes del grupo se divid¨ªan en jabatos ¡ªlos reci¨¦n captados¡ª, monitores ¡ªlos instructores¡ª, fieles, senadores y siervos seg¨²n ascendieran en la estructura piramidal que siempre aplic¨® Gonz¨¢lez Arenas a sus organizaciones. Ignacio de Miguel ¡ªhijo del soci¨®logo Amando de Miguel¡ª y Carlos de los R¨ªos estuvieron siem?pre en la cima, los dos guardias de hierro que sosten¨ªan al jefe o le guardaban ausencia durante sus viajes a Delhais o, m¨¢s frecuente?mente, a la c¨¢rcel.
Eddie anunci¨® su regreso un d¨ªa de primavera de 1983. La jor?nada anterior, Carlos e I?aki reunieron a los elegidos:
¡ªMa?ana llegar¨¢ Eddie, al que tambi¨¦n pod¨¦is llamar pr¨ªncipe Alain. Ahora debe de estar en el planeta Delhais o en otros grupos Edelweiss en su misi¨®n salvadora. Vosotros sois los elegidos.
Los m¨¢s guapos, los m¨¢s inocentes quiz¨¢; los m¨¢s atrevidos segu?ro. Los elegidos. Uno de ellos no pudo superar la verg¨¹enza y huy¨® de casa a?os despu¨¦s, olvid¨¢ndose en el caj¨®n de su mesilla de noche la cartilla escolar, la acuarela y El principito. Su madre reconstruye la pesadilla con precisi¨®n de relojero, recre¨¢ndose casi en sus errores, reconociendo al fin:
¡ªS¨ª, mi hijo tambi¨¦n fue guardia de hierro.
Luego se inclina sobre el caj¨®n abierto y coge la sentencia. Busca la p¨¢gina ocho, detiene la mirada de forma autom¨¢tica en el cuarto p¨¢rrafo, y lee. O, m¨¢s bien, recita; corrigiendo incluso sobre la marcha el estilo embarullado del juez: ?La graduaci¨®n de guardia de hierro s¨®lo se conced¨ªa a los elegidos en un ritual solemne donde eran marcados en el brazo izquierdo con un alambre candente. En el mismo acto prestaban juramento de fidelidad absoluta al grupo?.
Se para, levanta la vista y aclara:
¡ªMi hijo tiene esa extra?a cruz en el costado, bajo la axila, tapa?da por el brazo izquierdo. Yo no se la vi hasta meses despu¨¦s de des?cubrirse el esc¨¢ndalo. No es tan f¨¢cil ver desnudo a un hijo de 13 a?os.
Baja la voz y mira de reojo al caj¨®n y al desconocido, como si se arrepintiese de haber resucitado el recuerdo. Pero sigue leyendo: ?Despu¨¦s del juramento, era necesario superar la ¨²ltima fase: man?tener relaciones homosexuales. Para ello durante este tiempo de aprendizaje se les hac¨ªa ver las bondades de los contactos entre los componentes del sexo masculino, siempre que fueran con los ins?tructores, los dem¨¢s ni?os o bien el l¨ªder, Eduardo Gonz¨¢lez Arenas. Ello supon¨ªa ¡ªy ahora la madre vuelve a levantar la voz, como que?riendo descubrir la clave del enga?o¡ª poder alcanzar la perfecci¨®n que les har¨ªa merecedores del viaje al otro planeta. Un lugar donde s¨®lo eran posibles las relaciones con el mismo sexo?.
Hab¨ªa guardias de hierro que intentaban resistirse a ese tipo de contactos. Gonz¨¢lez Arenas ten¨ªa una soluci¨®n muy eficaz para ese problema. Uno de los adolescentes que intent¨® mantenerse virgen cont¨® despu¨¦s su experiencia:
¡ªMe dijeron con toda naturalidad que no me preocupara. Y a continuaci¨®n me pidieron que me acostase con Raquel o con Esther, las dos ¨²nicas chicas que a veces acompa?aban a Eddie. Fue una ex?periencia horrible. La mujer se mov¨ªa de tal forma que me hizo mu?cho da?o. Me fui llorando. Eddie me consol¨®. Me asegur¨® que por detr¨¢s dol¨ªa menos. Unos d¨ªas despu¨¦s, me acost¨¦ con ¨¦l.
Amistades particulares
Los j¨®venes guardias de hierro ¡ªa¨²n no iniciados en el sexo¡ª ob?ten¨ªan entonces otra prueba irrefutable de que Eddie dec¨ªa la ver?dad, velaba por sus intereses, estaba dotado de una fuerza especial que lo hac¨ªa infalible. As¨ª no le era dif¨ªcil introducir sus m¨¦todos, in?fringir castigos muy severos a los jabatos descarriados y, sobre todo, elegir a sus Amistades Particulares (A.P.). ?ste era, sin lugar a du?das, el privilegio m¨¢ximo. La sentencia que conden¨® a Eddie a 168 a?os de c¨¢rcel hace especial hincapi¨¦ en las siglas A.P.,una de las claves secretas que utilizaban los miembros de la organizaci¨®n: ?Los procesados hab¨ªan ense?ado a los menores que, ante la presencia de extra?os, hablaran con t¨¦rminos que no pudieran descifrar su ver?dadero significado; as¨ª, cuando hablaban de jugar al ajedrez, se re?fer¨ªan a mantener todo tipo de contactos homosexuales; si hablaban de su A. P, quer¨ªan referirse a su Amistad Particular, una relaci¨®n semejante a la conocida como noviazgo?.
Una vez que Eddie designaba a una Amistad Particular, no hab¨ªa forma de escapar. El juez considera probado que los 10 acusados, uno de ellos como l¨ªder y jefe supremo, otros dos como segundo y tercer jefe, y siete m¨¢s como instructores de Edelweiss, captaban a los menores para su ingreso en el grupo y, tras fomentar su imagi?naci¨®n con historias de los planetas Nazar y Delhais, acababan man?teniendo relaciones sexuales con todos los que asum¨ªan esas ideas. Los detalles de la sentencia son escalofriantes: ?Sodomizaban a los menores, todo ello precedido de abrazos o caricias lascivas, introdu?ci¨¦ndose normalmente en la cama de los ni?os por la noche. En to?dos los casos eran menores de 18 a?os. En alguna ocasi¨®n, los ni?os ¡ªsujetos pasivos de la relaci¨®n sexual¡ª a¨²n no hab¨ªan cumplido los 12 a?os. Es el caso de M.A.C.T., que alcanz¨® esa edad con pos?terioridad a la desarticulaci¨®n de Edelweiss?.
El juicio se celebr¨® en el mes de septiembre de 1991, casi siete a?os despu¨¦s de la detenci¨®n de los dirigientes de la red. Los menores de entonces ya hab¨ªan cumplido la mayor¨ªa de edad. El ejercicio de la memoria se convirti¨® entonces en una trampa. Ni?os que hab¨ªan es?tado en tratamiento psiqui¨¢trico durante a?os para olvidar la pesadi?lla, se vieron obligados, de una forma brutal, a relatar cada trago de su experiencia. La sala donde deb¨ªa celebrarse la vista oral no se pa?rec¨ªa a un confesionario o a un div¨¢n. Delante de ellos, adem¨¢s de sus verdugos, se encontraban los representantes del fiscal, cuatro acusa?ciones particulares y 10 defensas, adem¨¢s del p¨²blico y los periodis?tas. Ninguno, sin embargo, rehus¨® la ocasi¨®n para contar su violento despertar a las relaciones sexuales: ?Coitos anales con eyaculaci¨®n, intentos de coitos anales, eyaculaci¨®n entre las piernas, masturbacio?nes rec¨ªprocas, caricias en zonas er¨®genas, abrazos, besos ... ?.
La polic¨ªa ¡ªdirigida por el inspector Jos¨¦ Antonio ?vila, cuyo pa?pel en la investigaci¨®n fue crucial para desmadejar la trama¡ª reuni¨® pruebas de la gran influencia que el fundador de la organizaci¨®n ejerc¨ªa sobre sus s¨²bditos. Un informe policial incluido en el suma?rio advert¨ªa: ?La fe de los chicos en Gonz¨¢lez Arenas es ciega, y nin?guno de ellos hubiera dudado en realizar cualquier acto ordenado por ¨¦l. Era como una cadena que m¨¢s tarde hubiera sido muy dif¨ª?cil romper?. La polic¨ªa sospech¨® entonces que los planes de Eddie iban m¨¢s all¨¢ del abuso sexual. Pepe Rodr¨ªguez, estudioso de las sec?tas, refleja ese temor: ?Esto es la maniobra de un loco o un delin?cuente que estaba gestando la organizaci¨®n de una banda delictiva muy violenta?.
No tuvieron tiempo. El inspector ?vila desarticul¨® la red sin de?jarles opci¨®n para la huida. Gonz¨¢lez Arenas y tres de sus lugarte?nientes ¡ªCarlos de los R¨ªos, Rafael Due?o y Antonio Guti¨¦rrez¡ª fue?ron detenidos el d¨ªa 4 de diciembre de 1984 cuando cenaban en un restaurante de la avenida Vizconde de Valbom, en Lisboa. El arres?to se produjo un d¨ªa despu¨¦s de que el juzgado n¨²mero 25 de instrucci¨®n de Madrid cursara una orden de busca y captura, difundi?da inmediatamente por la Interpol. El ¨²nico que consigui¨® burlar el cerco policial y huir a Brasil fue Ignacio de Miguel, apoyo constante de Eddie en la direcci¨®n del grupo. S¨®lo unos d¨ªas m¨¢s tarde, el 9 de diciembre de 1984, El PA?S ofrec¨ªa un extenso reportaje sobre la de?sarticulaci¨®n de Edelweiss titulado ?Un extraterrestre muy singu?lar?. Dos de las personas entrevistadas en la informaci¨®n se lamen?taban de que Eduardo Gonz¨¢lez Arenas hubiese gozado de tanta impunidad para actuar. Sobre todo teniendo en cuenta que ya hab¨ªa sido detenido y condenado en 1976 por corrupci¨®n de menores.
Una de las declaraciones era de su padre; la otra, del primer de?nunciante del grupo Edelweiss. El padre de Eddie, Eduardo Gonz¨¢?lez, ingeniero jubilado de una empresa el¨¦ctrica, declar¨®: ?Hemos hecho todo por salvar a nuestro hijo. Pero las cosas no eran hace 20 a?os como ahora; entonces no se hablaba con tanta claridad de es?tos problemas, y nadie nos dijo la verdad sobre nuestro hijo?. Eduardo Gonz¨¢lez reconoci¨® que, ya en la adolescencia, su hijo ha?b¨ªa necesitado tratamiento m¨¦dico: ?Desde que advertimos cosas raras en ¨¦l, lo hemos llevado a m¨¦dicos; nos dec¨ªan que no estaba lo?co, que era un psic¨®tico, que no se pod¨ªa hacer nada por ¨¦l. Lo han reconocido tambi¨¦n m¨¦dicos militares, y nunca se nos ha ofrecido una soluci¨®n. Para nosotros es una historia de un tremendo dolor?. El primer denunciante del grupo Edelweiss declar¨®: ?Lo de ahora se pudo evitar?. La mayor¨ªa de los padres afectados por las tropel¨ªas que Eddie cometi¨® en 1976 en el popular barrio del Pilar de Madrid, entre los que se encontraban varios funcionarios de polic¨ªa, prefirie?ron guardar silencio: ?Muchos tuvieron miedo al esc¨¢ndalo?.
No se hizo nada y el pr¨ªncipe Alain volvi¨® a aparecer en Madrid en la primavera de 1983. I?aki de Miguel y Carlos de los R¨ªos pre?pararon de forma minuciosa su regreso. Dice la sentencia que tanto uno como otro se encargaron de captar e instruir a los menores en la ideolog¨ªa del grupo, atribuy¨¦ndole a Eddie conexiones sobrenatura?les. Aquella revelaci¨®n aliment¨® a¨²n m¨¢s la intriga de los j¨®venes monta?eros, que s¨®lo despu¨¦s de la desarticulaci¨®n de Edelweiss se enteraron de la verdad. Eddie, seg¨²n recoge la sentencia y ampl¨ªa el escritor Pepe Rodr¨ªguez en uno de sus numerosos estudios sobre las sectas, se encontr¨® siempre mucho m¨¢s cerca de la tierra que de las estrellas. Su ficha del antiguo Registro de Penados y Rebeldes lo cer?tifica: ?Condenado, por un delito de estafa, a la pena de seis meses de arresto mayor el 14 de junio de 1971; condenado, por un delito de estafa, a la pena de seis meses de arresto mayor el 26 de noviembre de 1976; condenado, por un delito de esc¨¢ndalo p¨²blico, a la pena de seis meses de arresto mayor y 50.000 pesetas de multa el 5 de abril de 1979; condenado, por un delito de corrupci¨®n de menores, a la pena de seis a?os de presidio menor y 30.000 pesetas de multa el 25 de septiembre de 1982?. El pr¨ªncipe Alain no lleg¨® a Madrid en la primavera de 1983 procedente del planeta Delhais, sino del patio de una prisi¨®n.
Paseo de Navidad
Edelweiss naci¨® un d¨ªa de Navidad. Eddie paseaba solo por el pa?seo de la Castellana de Madrid. Eran las once de la noche y hac¨ªa fr¨ªo. Lo cont¨® en una especie de memorias apresuradas escritas a mano en la c¨¢rcel de Lisboa: ?Nadie me invit¨® a compartir el calor familiar. La soledad, que nunca me ha abandonado desde muy ni??o, me abraza en silencio, indulgente y profunda?. Unos meses atr¨¢s se hab¨ªa separado de su mujer, Julia B¨¢ez Trujillo, nieta del dictador dominicano. La hab¨ªa conocido dos a?os antes, en 1968, y hab¨ªan tenido un hijo, Iv¨¢n, quien seg¨²n Eddie fue ?secuestrado por los pa?dres de Julia?. De ah¨ª su determinaci¨®n, tomada al final del largo paseo de Navidad: ?Si yo no ten¨ªa a mi hijo, todos los ni?os ser¨ªan mis hijos. Si no ten¨ªa familia, ellos ser¨ªan, para siempre, mi familia, mis amigos?.
No tard¨® mucho en concebir. A finales de 1970, Eddie fund¨® en Madrid el embri¨®n de todas sus organizaciones posteriores y lo bau?tiz¨® Asociaci¨®n Juvenil de Monta?a Edelweiss. Se reun¨ªan en el local cedido por el p¨¢rroco de Nuestra Se?ora del Sagrado Coraz¨®n. Un a?o despu¨¦s, cambi¨® el nombre del grupo por el de Boinas Verdes de Edelweiss y extendi¨® su actividad a cuatro colegios y tres parro?quias. Los Boinas Verdes? ¡ªla denominaci¨®n Edelweiss qued¨® ya re?servada para unos cuantos elegidos¡ª se distribuyeron por C¨¢ceres, Alicante, Vigo, Canarias y Badajoz. M¨¢s de 500 adolescentes ¡ªde los que s¨®lo seis o siete eran chicas¡ª formaron parte de los Boinas Ver?des en un periodo de cinco a?os. Nada m¨¢s que 50 alcanzaron el ex?tra?o privilegio de ingresar en Edelweiss. Algunos Boinas Verdes se percataron, en 1975, de que su fundador se quedaba con el dinero del grupo, lo denunciaron a la polic¨ªa primero y lo expulsaron des?pu¨¦s.
Eddie no se arredr¨®. Su curr¨ªculo fue creciendo a un ritmo verti?ginoso. Fund¨® inmediatamente un grupo parecido que denomin¨® Rangers, dentro del cual tambi¨¦n escogi¨® a su guardia Edelweiss y cre¨® otra secci¨®n llamada Camisas Pardas. El experto en sectas Pe?pe Rodr¨ªguez sostiene que este subgrupo estaba influido por una ideolog¨ªa ?claramente nazi?. Ya en 1976, Eddie es acusado de co?rrupci¨®n de menores y pasa dos meses en la c¨¢rcel. A la salida, se traslada a Las Rozas, a las afueras de Madrid, reorganiza Edelweiss e instituye la Guardia de Hierro de Delhais. Desaparece un segundo antes de que lo vuelvan a denunciar y se traslada a Alicante, donde su t¨ªo era entonces gobernador civil. La cercan¨ªa de la autoridad competente apenas le afecta. En octubre de 1978, despu¨¦s de fundar la Legi¨®n Juvenil de Monta?a, Eduardo Gonz¨¢lez Arenas se confie?sa autor de 40 violaciones a j¨®venes de su mismo sexo. Todos ellos pertenec¨ªan a su grupo de monta?a.
Hab¨ªa un aviso en la pared. Tres a?os antes de la detenci¨®n de Eddie, en la calle de Jes¨²s Aprendiz de Madrid, aparecieron varias pintadas: ?Edelweiss?. D¨ªas despu¨¦s, junto al nombre del supuesto grupo de monta?a, apareci¨® otra palabra: ?Maricas?. La fachada declaraba la caza de brujas. Las pr¨¢cticas descubiertas en Edelweiss fueron utilizadas por algunos sectores muy conservadores para arre?meter contra los homosexuales. No parec¨ªa tan importante el abuso a menores como que esos menores fueran ni?os, y no ni?as. La sen?tencia ¡ªaunque quiz¨¢ demasiado tarde¡ª ayudar¨ªa a aclarar las cosas. Los 10 acusados fueron condenados como autores de 28 delitos de corrupci¨®n de menores. Eduardo Gonz¨¢lez Arenas, a 168 a?os. Car?los de los R¨ªos e Ignacio de Miguel, a 65 a?os. Y el resto -Mill¨¢n Arroyo Men¨¦ndez, Javier Bueno Huertas, Eduardo G¨®mez Balleste?ros, Antonio Guti¨¦rrez Rodr¨ªguez, Jos¨¦ Garrido Gil, Juan Iriarte Arrizabalaga y Javier Marcos Mart¨ªnez- a 28 penas de seis meses de arresto mayor. El tribunal aplic¨® a los monitores la eximente de ena?jenaci¨®n mental. Aunque la sentencia descart¨® que Edelweiss fuera una secta, s¨ª admit¨ªa que hab¨ªa utilizado m¨¦todos parecidos y los acusados pudieron verse afectados por ?indefensi¨®n intelectual y se?cuestro de la voluntad?.
Los verdugos hab¨ªan sido v¨ªctimas. Todos los acusados, incluidos I?aki de Miguel y Carlos de los R¨ªos, fueron captados por Eddie cuando todav¨ªa eran menores de edad. Ser¨ªa por eso que el flautista de Hamelin ¡ªas¨ª defini¨® a Eddie Fernando Oliete, uno de los aboga?dos de la acusaci¨®n¡ª se qued¨® solo. Nadie ¡ªni sus lugartenientes en Edelweiss ni por supuesto los ni?os que corrompi¨®¡ª quiso estar con Eddie el ¨²ltimo d¨ªa del juicio. Su segundo, Carlos de los R¨ªos, se si?tu¨® de repente al Iado de las v¨ªctimas, y cont¨® al tribunal c¨®mo Ed?die tambi¨¦n lo hab¨ªa captado muy joven: ?Me hizo un total y abso?luto lavado de cerebro. Desde que lo conoc¨ª a los 12 a?os hasta hace escasos d¨ªas lo consider¨¦ un extraterrestre, un enviado de las estre?llas?.
De los R¨ªos intent¨® convencer al juez: ?Si usted, con 12 o 13 a?os, se sit¨²a en un campamento, al lado de una hoguera, bajo una noche estrellada y le empiezan a hablar de planetas, estoy por asegurar que usted se lo habr¨ªa cre¨ªdo?. Julio Mart¨ªnez L¨¢zaro, el periodista de EL Pa¨ªs que cubri¨® el juicio, se acuerda todav¨ªa de la desfachatez con que Carlos de los R¨ªos encar¨® al tribunal. De los R¨ªos tambi¨¦n se vol?vi¨® hacia Eddie y le acus¨®: ?No s¨®lo me ha explotado, sino que me ha humillado, me ha aplastado la personalidad?. Bajo el influjo del l¨ªder, De los R¨ªos intent¨® llegar a Berl¨ªn para rescatar a una familia del otro lado del muro y, ya en prisi¨®n, escribi¨® cartas sugiriendo que las historias de homosexualidad que los ni?os achacaban a Edel?weiss trataban de ocultar en realidad algunos casos de incesto con los padres. El guardia de hierro, que hasta entonces se hab¨ªa man?tenido fiel al pr¨ªncipe Alain, se volvi¨® contra ¨¦l, lo destroz¨® con su declaraci¨®n.
La estratagema funcion¨®. Aunque Carlos de los R¨ªos e I?aki de Miguel fueron condenados a 65 a?os de prisi¨®n por 28 delitos de co?rrupci¨®n de menores, el Gobierno indult¨® el 25 de febrero de 1994 al hijo del soci¨®logo Amando de Miguel. La medida valoraba el arrepentimiento espont¨¢neo de I?aki, quien regres¨® de Brasil para presentarse voluntariamente ante la justicia. El soci¨®logo, muy afec?tado, hab¨ªa declarado: ?El caso Edelweiss es el pago de una socie?dad que se carg¨® al Frente de Juventudes y a la Acci¨®n Cat¨®lica y no supo sustituirlas por nada?. Amando de Miguel hab¨ªa sufrido por doble motivo.No s¨®lo se trataba de I?aki, su hijo mayor. Otro de sus hijos, menor de edad, figuraba como v¨ªctima de Edelweiss. Lo ha?b¨ªa captado su propio hermano.
El pr¨ªncipe Alain sigue en la tierra. Doce a?os despu¨¦s de ser de?tenido junto a una pensi¨®n de Lisboa, Eduardo Gonz¨¢lez Arenas contin¨²a en la prisi¨®n de Ibiza, donde se dedica a escribir libros. Ed?die sale de vez en cuando para ir a ver a Marina, su madre, la ¨²ni?ca persona que, a pesar del horror contenido en todas las sentencias, sigue convencida de que su hijo es inocente. Marina Arenas dice que todav¨ªa hay una verdad por desvelar. ?Le proh¨ªbo?, advirti¨® desde su casa de Ibiza el pasado mes de febrero, ?que escriba cualquier co?sa sobre mi hijo. Por su propio bien. Mi hijo tiene en su mano hacer mucho da?o, ¨¦l sabe cosas que no dijo en el juicio para no hacerle da?o a mucha gente. La sentencia es rid¨ªcula. Por su propio bien, no escriba nada. Y si lo escribe, iv¨¢yase al cuerno!?.
No hace tanto, Eddie escribi¨® un relato entre rejas. Le puso un t¨ªtulo: ?Un cad¨¢ver mal calzado?. Se present¨® al concurso literario que organiza Instituciones Penitenciarias y obtuvo el segundo pre?mio. Pero no lo firm¨®. Utiliz¨® un seud¨®nimo extra?o, inquietante; una especie de homenaje al pasado. Qui¨¦n sabe si tambi¨¦n al futu?ro. A pie de p¨¢gina, con letras may¨²sculas, se puede leer: Hamelin.
* Este reportaje de la serie Verano en negro fue escrito en 1996 y publicado originalmente ese mismo a?o como un cap¨ªtulo del libro Los sucesos de EL PA?S.
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