¡°Lo hemos perdido todo y no le importamos a nadie¡±
Una familia de Mel¨®n (Ourense) que se ha quedado sin todas sus pertenencias cuenta el sentimiento de soledad en el que vive desde la noche del incendio
En la sobremesa de la noche del domingo una bola de fuego ilumin¨® el ayuntamiento de Mel¨®n (Ourense) por todo su contorno. Patricia Soalleiro, su marido Jos¨¦, su hijo de cuatro a?os y una t¨ªa impedida de 76 que vive con ellos sintieron que hab¨ªan descendido a la boca del infierno. Su casa, rehabilitada con esfuerzo durante a?os, comenz¨® a desplomarse en llamas sobre ellos. Salieron con lo puesto. Se metieron en un par de coches e intentaron una frustrada huida por carretera.
Cuando llegaron al final del pueblo la Guardia Civil les advirti¨® de que deb¨ªan abandonar los coches y refugiarse. No hab¨ªa escapatoria: las llamas rodeaban ya el pueblo, penetraban en los colindantes y bloqueaban cualquier posible salida. Los acogi¨® un vecino en el bajo de su casa junto a cerca de una veintena m¨¢s de personas. No se movieron de all¨ª hasta el d¨ªa siguiente. ¡°?ramos como refugiados en una guerra; la mayor¨ªa gente muy mayor, de 90 y 95 a?os, todos llorando¡±. ¡°Aunque el vecino nos ofreci¨® camas solo durmi¨® mi hijo, que cay¨® rendido¡±, relata la mujer las horas de la desolaci¨®n de una noche infernal. ¡°No sab¨ªamos qu¨¦ hacer: aqu¨ª no llegaron ni bomberos, ni brigadistas y el fuego era imparable y se iba creciendo; solo hab¨ªa cuatro guardias civiles para hacerse cargo de una poblaci¨®n anciana y con problemas de movilidad¡±.
Lo cuenta Patricia tres d¨ªas despu¨¦s con el dolor y la rabia acentuando cada palabra. ¡°Lo hemos perdido todo¡±, repite con la vista en los escombros. ¡°Todo: la casa con todas las pertenencias, los dos coches, el tractor, un quad, tres pajares... nos queda la casa de mis padres¡±. El matrimonio, que vive en Ourense con el peque?o, hab¨ªa ido, como habitualmente, a pasar el fin de semana al pueblo, a escasos 30 kil¨®metros de la ciudad. Hace tres a?os estrenaron la vivienda que rehabilitaron con mimo y en la que durante la semana vive la t¨ªa impedida, supervisada por otra sobrina.
Patricia trabaja como empleada de hogar en Ourense y su marido, con una pr¨®tesis de cadera, cobra un jubilaci¨®n. La casa no estaba asegurada. ¡°Todo era nuevo: cocina, suelos, mobiliario... pero era de piedra; la ¨²nica madera era la de las vigas que recuperamos y dejamos a la vista; no ten¨ªa peligro¡±, argumenta. Asegura que se les vino encima el tejado de una antigua vivienda abandonada y en estado ruinoso pr¨®xima a la suya que hab¨ªa sido denunciada al Ayuntamiento por otro vecino, alertado por el riesgo que supon¨ªa su estado de abandono y su proximidad al resto de inmuebles. ¡°Pero el Ayuntamiento no hizo nada; ni antes ni ahora. Ni siquiera nos llamaron hasta el d¨ªa siguiente para preguntarnos si necesit¨¢bamos algo o si pod¨ªan echarnos una mano. Nada. Nos dejaron solos¡±, protesta.
La alcaldesa de Mel¨®n, Cristina de Francisco, los visit¨® el lunes a mediod¨ªa despu¨¦s de que la queja de la familia hubiese sido recogida por algunos medios de comunicaci¨®n que intentaron contactar con la regidora sin ¨¦xito. ¡°El periodista que estuvo aqu¨ª nos cont¨® que en el Ayuntamiento le dijeron que a la alcaldesa no se la pod¨ªa molestar porque estaba descansando¡±, afirma. Cuando finalmente De Francisco se acerc¨® a visitarlos les anunci¨® que ir¨ªa el arquitecto municipal ¡°para ver qu¨¦ se pod¨ªa hacer y de paso nos ri?¨® por haberlo comentado a la prensa, pero han pasado otros dos d¨ªas y aqu¨ª no aparece ni el arquitecto ni nadie m¨¢s. No nos han llamado ni de la Xunta, ni de la Diputaci¨®n de Ourense. Yo ya no me creo nada. Todo es politiqueo; no le importamos a nadie¡±, sentencia.
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