Maniobras revolucionarias

Despu¨¦s del episodio Forcadell, con la renuncia a las obras y a las pompas de la unilateralidad, hay que volver todav¨ªa a lo que ocurri¨® el jueves, el d¨ªa de la huelga general, el jueves 8 de noviembre. Est¨¢ claro que los acontecimientos corren m¨¢s que la escritura, y por eso hay que recuperar los hechos que han quedado sin comentar.

En primer lugar, se?alar que la huelga del jueves apenas fue una huelga y en todo caso seguro que no fue general. Quiz¨¢ por eso mismo, que ya se ve¨ªa venir, volvieron a denominarla 'aturada' o paro de pa¨ªs, como ya sucedi¨® el 3 de octubre, aunque propiamente tampoco entonces fue ni huelga general ni un paro de pa¨ªs en toda regla.

Se trataba, al parecer, de paralizar el pa¨ªs entero, si no de grado por fuerza, gracias a la acci¨®n de los Comit¨¦s de Defensa de la Rep¨²blica, la nueva herramienta de moda que ha entrado en acci¨®n tras la falsa proclamaci¨®n de la independencia el d¨ªa 27 de octubre. Pues bien, esto tampoco sucedi¨® esta vez, a pesar de los numerosos cortes de carreteras, autopistas y v¨ªas de tren a cargo de piquetes coactivos, formados, principalmente, por estudiantes, normalmente, los que disponen de m¨¢s tiempo y energ¨ªas para este tipo de tareas.

?Para qu¨¦ ha servido as¨ª la jornada de protesta del mi¨¦rcoles 8 de noviembre, aparte de fastidiar a los ciudadanos?

Huelga hubo poca el 3 de octubre, sobre todo en los sectores industriales, y este 8 de noviembre todav¨ªa hubo menos. La mayor diferencia la proporcion¨® la administraci¨®n catalana, que hizo huelga ordenada desde el Gobierno la primera vez y solo particip¨® en un 20 por ciento en la segunda, una vez aplicado el 155. Esta vez lo m¨¢s visible de la huelga fue la participaci¨®n masiva de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y concertados, el ¨²nico sector controlado a¨²n por el gobierno destituido, que quisieron dar la impresi¨®n de un seguimiento masivo y de una paralizaci¨®n casi absoluta del pa¨ªs.

Entre los organizadores de la jornada, a pesar del fracaso de la huelga general y del paro de pa¨ªs, se quiso transmitir una cierta satisfacci¨®n. Se hab¨ªa demostrado al enemigo ¡ª"el Estado"¡ª que son ellos quienes controlan el territorio catal¨¢n ("las calles siempre ser¨¢n nuestras"), sin que los diferentes cuerpos de polic¨ªa, todos juntos, pudieran hacer nada para impedirlo. Cada vez que quieran ¡ªnos dicen¡ª volver¨¢n, y desde Madrid no tendr¨¢n m¨¢s remedio que quedarse chascados mientras les toman el pelo. No importa la cara ampl¨ªsima de felicidad del ministro del Interior, m¨¢s que contento de haber terminado la jornada sin una sola fotograf¨ªa que puede presentarse como prueba visual de la resurrecci¨®n del r¨¦gimen franquista.

Los ¨²nicos que no pueden estar contentos son las decenas de miles de ciudadanos que perdieron una jornada de trabajo, negocios y viajes gracias a la combatividad de los CDR y a la pasividad de la polic¨ªa. Tienen la ventaja de que podr¨¢n pasar factura a los responsables, por un lado los partidos independentistas y por otro el PP, en las pr¨®ximas elecciones del 21 de diciembre.

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?Para qu¨¦ ha servido as¨ª la jornada de protesta del mi¨¦rcoles 8 de noviembre, aparte de fastidiar a los ciudadanos? Al gobierno del PP le ha servido, porque ha desgastado a los convocantes y le ha permitido esta vez exhibir su buen control de los Mossos y hacerlo con prudencia y moderaci¨®n. Si los directamente perjudicados por los cortes pueden castigarle en las urnas, otros habr¨¢ que le premiar¨¢n por haber demostrado una cierta finezza pol¨ªtica.

Tambi¨¦n ha servido a la CUP y a la gente m¨¢s radicalizada, que han tenido la oportunidad de hacer unas maniobras revolucionarias de control de fronteras y v¨ªas de comunicaci¨®n, despu¨¦s de haber so?ado en la huelga general, el gran mito revolucionario que deb¨ªa acompa?ar la toma del poder. En el momento clave, la huelga general obrera se convert¨ªa en huelga insurreccional o expropiatoria, que significaba la ocupaci¨®n y la apropiaci¨®n por la clase obrera de los medios de producci¨®n, es decir, las f¨¢bricas.

Pero a la vista del resultado de las maniobras, los radicales no deber¨ªan estar demasiado euf¨®ricos. Sobre todo por una raz¨®n fundamental: llegan tarde. Estos actores hacen ensayos generales cuando ya ha pasado la fecha del estreno. Al margen de las molestias y del mal econ¨®mico infligido al pa¨ªs y a la imagen de Catalu?a ¡ªtodo ello suficiente y excesivo¡ª estas maniobras, las segundas que se hacen si contamos el primer paro de pa¨ªs del 3 de octubre, hubieran sido mucho m¨¢s peligrosas y preocupantes si se hubieran producido acompa?ando o justo despu¨¦s de la fallida proclamaci¨®n de la rep¨²blica.

Afortunadamente, ni el gobierno ni la Asamblea Nacional Catalana lo hab¨ªan preparado. Esto s¨ª que hubiera producido aut¨¦nticos tumultos y en algunos casos acordes incluso con la hip¨®tesis de la violencia, tal como la formula el juez del Supremo, Pablo Llarena, en su auto de prisi¨®n condicional. Carme Forcadell nos tranquiliza con su explicaci¨®n: es un movimiento pac¨ªfico, la Rep¨²blica era meramente simb¨®lica. Todo era una gran ficci¨®n. Ahora es todav¨ªa pronto para saberlo, pero a veces da la sensaci¨®n de que nos hemos salvado por los pelos.