Rivera no es el enemigo
La l¨®gica batalla electoral entre PP y Ciudadanos afecta ya a la gesti¨®n de la crisis catalana y eso no es comprensible en quienes dicen tener la defensa del Estado como prioridad
La estrategia com¨²n de los partidos constitucionalistas ha sido el freno m¨¢s eficaz frente al desaf¨ªo secesionista. La aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 es la prueba m¨¢s obvia. El consenso, sin embargo, empieza a resquebrajarse en el momento m¨¢s inoportuno, en las fechas clave para que los separatistas lancen otro ¨®rdago al Estado o asuman v¨ªas legales. La l¨®gica batalla electoral entre PP y Ciudadanos afecta ya a la gesti¨®n de la crisis catalana y eso no es comprensible en quienes dicen tener la defensa del Estado como prioridad. Es censurable.
El triunfo de Ciudadanos el 21-D ha puesto en alerta al PP, que por vez primera ve c¨®mo otro partido le arrebata a raudales votos del centroderecha. El a?o que viene habr¨¢ elecciones auton¨®micas, municipales, europeas y quiz¨¢ tambi¨¦n generales.
Tiene l¨®gica, por tanto, que Rajoy haya lanzado a sus huestes a combatir ¡°barrio por barrio y puerta por puerta¡±, como ha dicho, a quien se apresta a destronarle. Y hasta cabe entender que PP y PSOE no incluyan al rival com¨²n, Albert Rivera, en sus negociaciones sobre el agua o la financiaci¨®n auton¨®mica.
Lo que no tiene l¨®gica es que esa guerra electoralista agrave el principal problema de Estado que sufre el pa¨ªs. Y por eso es inconcebible que PP y PSOE excluyan a Ciudadanos al consensuar la estrategia pol¨ªtica y judicial frente al desaf¨ªo secesionista. El excluido es, ni m¨¢s ni menos, el partido que gan¨® las elecciones en Catalu?a, el principal baluarte constitucionalista en esa comunidad y, por tanto, la mejor baza del Estado.
La raz¨®n dada por el Gobierno para dejar de lado a Ciudadanos (¡°no lo pidi¨®¡±) no se sostiene. Y a¨²n menos el argumento muy menor de que Arrimadas no cede al PP un diputado para tener grupo propio en el Parlament. Aducen que, de lograrlo con esa tan vieja como incomprensible triqui?uela, tendr¨ªa m¨¢s peso en la C¨¢mara el bloque constitucionalista. De paso, avisa Arrimadas, el arreglillo dar¨ªa al PP lo que no le dieron las urnas y, de propina, un mill¨®n de euros de las arcas p¨²blicas.
Por asuntos de Estado mucho menos graves los dos pa¨ªses m¨¢s importantes de Europa acaban de dar ejemplo de c¨®mo comportarse. En Francia, todas las fuerzas republicanas se unieron para impedir el triunfo de la neofascista Marine Le Pen. Y ahora en Alemania, la necesidad de frenar a la extrema derecha anima a conservadores y socialdem¨®cratas a reeditar la coalici¨®n.
En ambos casos, hay coste electoral para sus protagonistas. Han entendido, sin embargo, que las cuestiones de Estado est¨¢n por encima de intereses partidistas. As¨ª era en Espa?a hasta que gan¨® Arrimadas
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