Una encina tarda 40 a?os en florecer; este hongo la puede secar en d¨ªas
El calentamiento global fomenta el crecimiento de fit¨®ftora, pat¨®geno que ataca las ra¨ªces de los ¨¢rboles de cuyas bellotas se alimenta el cerdo ib¨¦rico
La dehesa est¨¢ enferma | Este art¨ªculo incluye un v¨ªdeo en 360? y se disfruta m¨¢s en el m¨®vil. Mientras se reproduce, mueve el tel¨¦fono o pincha sobre la imagen y arrastra para ver lo que ocurre alrededor. Tambi¨¦n puedes verlo con unas gafas de realidad virtual. Si no se carga correctamente en tu dispositivo, pincha en este enlace.
¡°Oh...ooo. Oh...ooo. Oh...ooo¡±. Este curioso sonido sale de la boca de Antonio Ponce Lim¨®n, un ganadero en la zona del And¨¦valo de Huelva. Se pasea por una dehesa haciendo este ruido para atraer a un grupo de cerdos ib¨¦ricos. ¡°Los animales lo conocen y vienen¡±, cuenta, ¡°son asustadizos, pero en el fondo, muy curiosos¡±. Ponce llevaba un rato buscando a los puercos, pues la piara recorre a su antojo la propiedad, hozando el terreno en busca de bellotas. Este fruto es el alimento principal de los cerdos ib¨¦ricos, negros y de patas alargadas, una especie genuina del suroeste peninsular y origen de tesoros gatron¨®micos como el jam¨®n ib¨¦rico de bellota. La estampa del ganadero rodeado de animales es id¨ªlica y buc¨®lica, pero Ponce Lim¨®n lleva un tiempo preocupado: ¡°Hace cuatro o cinco a?os comenzaron unos brotes de seca muy agresivos¡±, explica. La seca es el nombre que le han dado a los efectos que produce Phytophthora cinnamomi, un pseudohongo que ataca a las ra¨ªces de los ¨¢rboles. En pocos meses, en ocasiones en d¨ªas, es capaz de secar completamente un ejemplar de centenares de a?os y aunque afecta a muchas especies arb¨®reas, es especialmente agresivo con la familia de las encinas (con los Quercus).
¡°Esta es la encina dulce¡±, se?ala el ganadero a un ¨¢rbol, cuyo nombre proviene del dulzor de sus frutos. Los cerdos adoran sus bellotas y adem¨¢s es el emblema de la finca: lo plant¨® su bisabuelo en 1850. Hace tres a?os, sus ramas comenzaron a mostrar los primeros s¨ªntomas de la enfermedad. ¡°Nos dol¨ªa mucho perderla y pusimos todos los medios para intentar curarla¡±, explica Ponce Lim¨®n. Tras tres a?os de sucesivos y variopintos tratamientos lo consiguieron. ¡°Nos hemos gastado 1.000 euros al a?o en solo una hect¨¢rea, una cantidad que no podr¨ªamos invertir en toda la zona afectada¡±. Una bonita historia de ¨¦xito que no es la norma: este a?o, en su finca ha tenido que cortar 400 encinas. ¡°Hemos perdido hasta el 30% de los ejemplares¡±, apunta el ganadero, ¡°y nos est¨¢ generando un grave problema econ¨®mico¡±.?
En el And¨¦valo de Huelva, la fit¨®ftora se identific¨® por primera vez en 1986. Poco a poco se fue extendiendo por el territorio y ha provocado que en Andaluc¨ªa en los ¨²ltimos diez a?os hayan desaparecido casi medio mill¨®n de encinas. Una situaci¨®n que se repite en Extremadura, donde se pas¨® de 450 focos en el a?o 2000 a casi 10.000 este a?o. ¡°Llevamos d¨¦cadas hablando de este pat¨®geno, pero realmente no se ha hecho nada serio hasta ahora¡±, opina un t¨¦cnico de la Junta de Andaluc¨ªa que prefiere no identificarse. ¡°Como la dehesa est¨¢ a caballo entre agricultura y medio ambiente no ha habido coordinaci¨®n entre administraciones. Ahora, cuando el problema ya es grave, el gobierno andaluz acaba de anunciar la inversi¨®n de 32 millones de euros hasta 2020 para asegurar el futuro de la dehesa¡±, explica.
En Espa?a hay, seg¨²n los c¨¢lculos del Ministerio de Agricultura, en torno a 3,5 millones de hect¨¢reas de dehesa que se concentran principalmente en las regiones de Extremadura y Andaluc¨ªa. Este ecosistema no es natural sino que tiene origen humano: naci¨® en la Edad Media fruto de la interacci¨®n del hombre con el bosque mediterr¨¢neo. Y se ha mantenido durante siglos gracias a un complejo y delicado equilibrio. La Phytophthora ¡ªcuyo nombre proviene del griego y significa destructora de ¨¢rboles¡ª?est¨¢ alterando gravemente ese sutil balance. Este pat¨®geno se identific¨® por primera vez en Europa a finales del siglo XIX y desde entonces se ha extendido por todo el mundo. De hecho, la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN) la considera una de las especies invasoras m¨¢s da?inas del planeta. Pero el pseudohongo, de tama?o microsc¨®pico, no solo ha colonizado el territorio sino que adem¨¢s se ha vuelto m¨¢s agresivo en su ataque a las ra¨ªces de los ¨¢rboles.
¡°La seca se ve agravada por el cambio clim¨¢tico¡±, explica Ra¨²l Tapias, ingeniero agroforestal que lleva d¨¦cadas investigando esta enfermedad en la Universidad de Huelva. ¡°El pat¨®geno se hace m¨¢s virulento en situaciones de temperaturas elevadas del suelo. Como los escenarios de futuro del cambio clim¨¢tico predicen un incremento de la temperatura, el ¨¢rea afectada por fit¨®ftora tender¨¢ a incrementarse¡±, agrega. ¡°Adem¨¢s, se mantiene en el suelo durante largos per¨ªodos de tiempo por lo que su erradicaci¨®n es casi imposible¡±, contin¨²a el experto.?
En las investigaciones de Tapia colabora Mar¨ªa Castro, bi¨®loga y trabajadora de Cinco Jotas: ¡°Nuestros jamones se exportan a 37 pa¨ªses. Se trata de un producto conocido internacionalmente y muy apreciado. La dehesa es clave para poder hacerlo pues dependemos totalmente de las bellotas¡±, cuenta Castro. Los animales, que luego convierten en jamones, se alimentan durante una ¨¦poca ¡ªla llamada montanera¡ª?exclusivamente de este fruto que solo producen los ¨¢rboles del g¨¦nero Quercus (encinas, los quejigos o los alcornoques). ¡°Sin encinas ni alcornoques no habr¨ªa dehesa, ni bellotas, ni un jam¨®n como el nuestro¡±, contin¨²a la bi¨®loga.?
La amenaza de la seca ha provocado que administraciones, ganaderos, empresas e investigadores unan sus esfuerzos. Hasta hace poco, intentaban erradicar la enfermedad, pero ya han asumido que lo que hay que hacer es convivir con ella. ¡°Intentamos aislar el c¨®digo gen¨¦tico de los ¨¢rboles que aguantan el envite de la enfermedad¡±, explica el ingeniero Tapia, que escribi¨® sobre este tema su tesis doctoral (Selecci¨®n de progenies de encina y alcornoque tolerantes al pat¨®geno Phytophthora cinnamomi). La finalidad es plantar ejemplares resistentes para repoblar la dehesa. La idea funciona, pero el tiempo acecha: una encina necesita unos 40 a?os desde que se planta para producir su primera bellota. En ese tiempo, la temperatura seguir¨¢ subiendo y la seca aumentando su ¨¢rea de influencia.?
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