El maltratador est¨¢ siempre ¡®online¡¯
La violencia de g¨¦nero en la red, m¨¢s propia de los adolescentes, entra de lleno en el mundo adulto
Hace unos meses que los clientes del bar de la esquina han empezado a decirle a Laura lo guapa que est¨¢. Ella suda fr¨ªo. No sabe si la piropean porque ha engordado un par de kilos y se ve mejor o porque la han visto en un v¨ªdeo, desnuda, masturb¨¢ndose. Laura, de 51 a?os, pide que no se publique su verdadero nombre porque vive en un estado de paranoia y miedo desde que decidi¨® acabar con su novio en febrero. Dej¨® atr¨¢s dos a?os de una relaci¨®n alimentada en la distancia por Internet y los viajes de ella a M¨¦xico. "Estaba muy enganchada, no ve¨ªa ni escuchaba a nadie. Yo no dejo que nadie me levante la voz, pero a ¨¦l le consent¨ªa todo", recuerda cuando relata algunos de los episodios violentos que marcaron su romance.
?l no acept¨® la ruptura y a 9.000 kil¨®metros de distancia lleva meses maquinando c¨®mo destruir la vida de su expareja con la divulgaci¨®n de sus v¨ªdeos ¨ªntimos, chantajes, amenazas y humillaciones. Es lo que los especialistas llaman violencia de g¨¦nero en la red. A¨ªsla y humilla p¨²blicamente a sus v¨ªctimas y no hay orden de alejamiento que consiga frenarla. "Tengo d¨ªas buenos y otros con ganas de quitarme la vida. Las miradas me persiguen", lamenta.
Laura vive y trabaja en un municipio de la periferia de Madrid. A pesar de estar a 15 horas de avi¨®n de su agresor, este la fue cercando. Cre¨® nueve perfiles falsos en Facebook para gregar como amigos a centenares de sus vecinos. Desde esas p¨¢ginas publicaba los videos que grab¨® sin su consentimiento cuando eran pareja y le lanzaba amenazas: "Cuando llegue a los 1.000 amigos te tengo preparada una sorpresa". Ella, que ni siquiera usaba la red social, est¨¢ obsesionada con ella. Pasa noches en vela rastreando y denunciando perfiles falsos.
Su m¨®vil tambi¨¦n empez¨® a sonar. Le buscaban hombres pregunt¨¢ndole cu¨¢nto cobraba: sus datos personales estaban en una p¨¢gina de contactos. "Aqu¨ª me conoce todo el mundo, trabajo de cara al p¨²blico. Todo mi entorno sabe lo que est¨¢ pasando", solloza. Esta vez, su ex no la acosa telef¨®nicamente. En una ruptura anterior, tuvo que desactivar sus tel¨¦fonos. "Eran mil llamadas al d¨ªa. Y cuando te digo mil son mil, no 300. Un d¨ªa me escribi¨® 'te amo' 800 veces", recuerda. Su agresor estrech¨® el cerco hasta llegar a sus dos hijas para las que reserv¨® las fotos m¨¢s ¨ªntimas de su madre. ?l niega estar detr¨¢s de los ataques.
Delito desde 2015
"Hace unos a?os estos casos eran raros. Pero a medida que el uso de Internet se ha generalizado, algo que antes era propio de los j¨®venes se ve ahora en toda la sociedad", ilustra el comandante de la Guardia Civil Carlos Igual
El acoso continuado a trav¨¦s de cualquier medio de comunicaci¨®n solo se tipific¨® como delito, con una pena prevista de hasta dos a?os de c¨¢rcel, con la reforma del C¨®digo Penal en 2015. Y, paralelamente, comenz¨® a observarse desde la perspectiva de g¨¦nero. "El 80% de los casos en los que vemos este delito est¨¢n relacionados con la violencia machista", asegura la responsable de la fiscal¨ªa de Criminalidad Inform¨¢tica, Elvira Tejada. Por la naturaleza de los casos que llegan a su despacho, Tejada trabaja cada vez m¨¢s a menudo junto a la responsable de la fiscal¨ªa de Violencia contra la Mujer, Pilar Mart¨ªn. "Hace unos a?os estos casos eran raros. Pero a medida que el uso de Internet se ha generalizado, algo que antes era propio de los j¨®venes se ve ahora en toda la sociedad", ilustra el comandante Carlos Igual, del Grupo de Delitos contra Menores y Mujeres de la Guardia Civil. "Hoy casi todos los casos de violencia de g¨¦nero tienen un componente electr¨®nico", asegura Igual, que recuerda que no hay una estad¨ªstica de mujeres afectadas.
Los magistrados han demostrado en sentencias recientes que reconocen el papel de las nuevas tecnolog¨ªas en casos de violencia de g¨¦nero,?como cuando un joven de 23 a?os fue condenado en 2017 a dos a?os y medio de c¨¢rcel, con el gravante de parentesco, por instalar una aplicaci¨®n que espiaba todos los movimientos y comunicaciones de su pareja ¨Cpena despu¨¦s rebajada al m¨ªnimo de un a?o por la Audiencia Provincial de Ja¨¦n.
Pero los jueces tambi¨¦n son criticados por restarle importancia a la violencia ejercida a trav¨¦s de la red. Una sentencia de 2017 redujo a un delito leve continuado de injurias y vejaciones la denuncia por maltrato de una mujer contra su exmarido. Tras la ruptura, el hombre bombarde¨® el m¨®vil de su expareja y madre de sus hijos con hasta 20 mensajes diarios durante un mes y medio. "Me voy a encargar de tu co?o","est¨¢s dentro de mi tela de ara?a, jam¨¢s te librar¨¢s, solo me queda dar el picotazo final", "celul¨ªtica con el co?o estriado y una teta m¨¢s gorda que la otra. Eso es lo que eres t¨², una mierda en general", "nunca sentir¨¦ tanto odio, desprecio, asco. L¨¢stima que seas la madre de mis hijos"... La juez no vio amenaza concreta y calific¨® los mensajes de "expresiones desafortunadas".
La importancia de considerar determinados delitos desde la perspectiva de g¨¦nero reside en poder decretar medidas de protecci¨®n, que, por otro lado, la red permite burlar
"Fue un delito de violencia ps¨ªquica continuado de libro. Independientemente del medio por el que se ejerza. Y fue lo que pidi¨® el fiscal", lamenta la abogada de la v¨ªctima, Maria del Rosario G¨®mez, colaboradora de la asociacion No al Acoso, que asesora v¨ªctimas de acoso cibern¨¦tico. "Los jueces nos son expertos en ciberdelincuencia y est¨¢n acostumbrados a tratar con casos cl¨¢sicos de violencia. En general, s¨ª entienden que una amenaza por WhatsApp es un delito, igual que lo ser¨ªa por cualquier otro medio, pero hay otros casos, en los que entran otras aplicaciones, por ejemplo, que hay que explicarlos mejor. Hay que hacer un trabajo de docencia", explica el comandante, que insiste en la importancia de denunciar.
Penas agravadas
Muchos de los ataques comunes en los casos de ciberdelincuencia de g¨¦nero acaban de tener sus penas agravadas. Desde el 25 de mayo, es obligatoria la aplicaci¨®n en la UE del Reglamento General de Protecci¨®n de Datos, que pretende proteger la privacidad de las v¨ªctimas por parte de empresas, pero tambi¨¦n de particulares. La norma castiga con penas de c¨¢rcel de hasta cuatro a?os a quien intercepte telecomunicaciones ajenas sin consentimiento en el ¨¢mbito conyugal o familiar, prev¨¦ penas de hasta cinco a?os por la revelaci¨®n de datos personales, as¨ª como un a?o de prisi¨®n por la publicaci¨®n de im¨¢genes de contenido sexual sin la autorizaci¨®n del afectado.
La importancia de considerar determinados delitos desde la perspectiva de g¨¦nero reside en poder decretar medidas de protecci¨®n, como la prohibici¨®n de comunicarse con la v¨ªctima. Medidas que, por otro lado, la red permite burlar: el agresor de Laura no necesita comunicarse con ella para acorralarla. "Son casos complicados por la dificultad del diagn¨®stico y la necesidad de recabar pruebas concluyentes", lamenta Igor Cieker, responsable de la asociaci¨®n No al Acoso.
Las fiscales celebran que la ley d¨¦ respuesta y que buena parte de los supuestos a los que se enfrentan en los ¨²ltimos a?os est¨¦n recogidos en el C¨®digo Penal. Pero advierten que a¨²n no es suficiente. "La legislaci¨®n sobre violencia de g¨¦nero tiene que adaptarse a las nuevas formas de relacionarse y de ejercer la violencia", mantiene la fiscal Mart¨ªn.
"El C¨®digo Penal, va muy por detr¨¢s de la tecnolog¨ªa", lamenta tambi¨¦n Encarni Iglesias, presidenta de la asociaci¨®n Stop Violencia de G¨¦nero Digital, un proyecto que cre¨® en 2016 tras sentirse desamparada cuando la v¨ªctima fue ella. Al despacho de Iglesias han llegado 90 casos en los que exparejas, maridos y amantes (tambi¨¦n mujeres) han usado la tecnolog¨ªa para vengarse. Unos, gracias al acceso a las cuentas de sus v¨ªctimas, han invadido sus ordenadores personales y de trabajo y han bloqueado toda su actividad digital, otros las han espiado y chantajeado, y otros han enviado fotos de contenido sexual a familiares y a grupos de padres de WhatsApp.
Sin fuerzas para frenar a su agresor, Laura lleg¨® a anunciar el traspaso de su negocio. Quer¨ªa desaparecer. Con el tiempo cambi¨® de idea y hoy est¨¢ dispuesta a seguir tras su mostrador y denunciarle al otro lado del Atl¨¢ntico, donde est¨¢ ahora: "No voy a parar hasta meterlo en la c¨¢rcel".
Uno de cada tres j¨®venes acepta la violencia de control
Las campa?as preventivas contra la violencia de g¨¦nero en la red suelen ir dirigidas a adolescentes, cuyas relaciones no se entienden sin un m¨®vil o un ordenador y para las que el umbral entre el amor y la dominaci¨®n es menos evidente. A ellas se les alerta de concesiones que se consideran la antesala del maltrato: el peligro de compartir sus contrase?as, de enviar fotos ¨ªntimas o de permitir que se les vigile con el GPS de su tel¨¦fono. ¡°El control a trav¨¦s de los medios telem¨¢ticos es una manifestaci¨®n de la violencia de g¨¦nero¡±, mantiene Virgina Gil, directora de la Fundaci¨®n Aspacia, que atiende v¨ªctimas de violencia. ¡°Los j¨®venes son vulnerables y, como nativos digitales, tienen un bajo grado de percepci¨®n del riesgo de las nuevas tecnog¨ªas¡±.
Seg¨²n la encuesta Percepci¨®n de Violencia de G¨¦nero en la Adolescencia y la Juventud, encargada por el Ministerio de Sanidad, el 96% de las chicas y el 92% de los chicos j¨®venes consideran inaceptable la violencia de g¨¦nero, pero uno de cada tres, no condena esta violencia de control.
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