Siempre hay un camino a la derecha
?El eje pol¨ªtico lo marcan los conservadores? La victoria de Pablo Casado en el PP entra en sinton¨ªa con el escoramiento de los partidos m¨¢s tradicionalistas
La victoria de Pablo Casado me lleva a pensar en una pel¨ªcula escrita por el maestro Rafael Azcona, dirigida por Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez en 1997. Se titulaba as¨ª, Siempre hay un camino a la derecha. Las tuvo mejores y apenas recuerdo nada, pero la idea de esta era muy sagaz: trataba de un concurso de televisi¨®n, con ese nombre, en el que se repasaba la vida de los concursantes, dos desgraciados, y se les hac¨ªa ver c¨®mo en los lances decisivos de la vida, ante la duda y las adversidades, siempre hay una opci¨®n de derechas, un valor seguro que nunca falla. Seguir la tradici¨®n, dejarse de locuras, plegarse a la familia, hacer caso a los curas, obedecer al jefe, hacer dinero o conformarse, casarse. En fin, el camino recto y conocido, hollado desde tiempo inmemorial, al que siempre puede volver la oveja descarriada. El de la izquierda supone abrir otro, meterse campo a trav¨¦s. Ser de izquierdas es una movida, redistribuir la riqueza, hacer la revoluci¨®n, hay que sacar tiempo. La ¨²nica revoluci¨®n conservadora, cuando ha tenido ese nombre (Thatcher, Reagan), es precisamente para volver a dejar todo como estaba antes de que la izquierda lo cambiara, poner orden.
Desde la creaci¨®n, admit¨¢moslo, el mundo sali¨® de derechas. De ah¨ª la ley natural, lo que est¨¢ clar¨ªsimo para uno de derechas y no necesita explicaci¨®n. Pero tambi¨¦n, aun considerando el azar del Big Bang, sali¨® igual: la evoluci¨®n de las especies, el dominio del fuerte por el d¨¦bil. La izquierda es un poco contra natura, vamos a decir. Ser de izquierdas es una lata y en Espa?a adem¨¢s hay engorros ¨¦ticos y est¨¦ticos, como los problemas con las chaquetas. Siempre pensando cu¨¢l se puede poner uno sin parecer pijo, que tenga pinta de barata.
Como apuntaba Rafael Azcona en su guion, siempre est¨¢ la opci¨®n de dejarse de locuras
En Francia o Italia la gauche y la sinistra estas cosas ni se las plantean, igual que tener muchos hijos, que solo en Espa?a es de derechas. En cambio, la derecha para vestir es casual, te puedes vestir como quieras y sigues siendo de derechas. Tambi¨¦n est¨¢ muy diagnosticada la mala conciencia del individuo de izquierdas cuando sabe que no lo es suficientemente. Es una traici¨®n a los principios e ideales, una crisis ¨ªntima. Te compras un chal¨¦ en Galapagar y te miran mal. En la derecha, si no eres facha, como mucho te tachan de blando, de no tener pelotas, como a Rajoy, que visto ahora es casi la izquierda de su partido. Se puede interpretar ben¨¦volamente como una debilidad, una cana al aire o que uno es un buenazo.
En fin, desde hace tiempo Europa se ha ido deslizando bastante lejos hacia la derecha como quien no quiere la cosa. Vivimos un h¨¢bitat y una mentalidad de sociedades ricas, con el consumo, el mercado y el m¨¢ximo beneficio como valores supremos. No solo para la derecha la vida es as¨ª, y lo normal es que haya pobres ¡ªes m¨¢s, si lo son, es porque en cierto modo se lo merecen¡ª, es que as¨ª se les presenta ya a las nuevas generaciones: esto es lo que hay.
Desde los noventa, en el mundo se ha ido moviendo el centro del eje ideol¨®gico hacia la derecha, hasta hacernos familiares elementos antes inimaginables, e impresentables, que ya alegran la vida de todos nosotros. Lo imposible ya no solo es posible, sino que mueve m¨¢s all¨¢ el pr¨®ximo reto de lo factible. El concurso ese ya no deber¨ªa consistir en recordar que siempre hay un camino a la derecha, nadie busca otro, sino en reabrir los de la derecha que parec¨ªan cerrados.
En la Guerra Fr¨ªa la izquierda era una opci¨®n o un riesgo serio, y la derecha hizo concesiones
?Recuerdan los del Tea Party? Parec¨ªan un grupo de chalados, pero una d¨¦cada despu¨¦s, al lado de Trump son como la parte intelectual de la extrema derecha. Por ese lado siempre hay un m¨¢s all¨¢ que sigue estirando la cuerda. En cambio, ?d¨®nde acabaron su ant¨ªtesis de la ¨¦poca, los de Occupy Wall Street? Es cansad¨ªsimo estar todo el d¨ªa ocupando Wall Street, y cualquier cosa, por otra parte. Su hombre contra Trump ven¨ªa a ser Bernie Sanders, pero ni le gan¨® las primarias a Hillary Clinton, que se supon¨ªa que era lo m¨¢s de izquierdas con algo de posibilidades.
La izquierda, sin ser ya extrema, tiende a ser marginal, la utop¨ªa que no nos podemos permitir porque tampoco hay que exagerar. El desplazamiento hacia la derecha convierte al centro, o como mucho a una especie de centro-izquierda, en la opci¨®n m¨¢s pragm¨¢tica, con una ventaja nada desde?able: hace cada vez m¨¢s f¨¢cil a m¨¢s gente ser de izquierdas, o creer que lo es, porque ser de derechas sigue siendo para muchos algo que nunca se confesar¨ªan a s¨ª mismos. Ya con estar en el centro vale. El centro es la nueva izquierda.
En Francia la respuesta m¨¢s a la izquierda posible para parar a Le Pen ha sido un exbanquero de inversiones, Emmanuel Macron. En Alemania, Angela Merkel parece progre como dique de contenci¨®n de sus aliados b¨¢varos, guiados por el ministro de Interior, Construcci¨®n y Patria (sic). En Italia, el eje est¨¢ tan hundido a la derecha con Matteo Salvini, un tarugo racista, que Silvio Berlusconi parece la derecha civilizada, y la izquierda ya ni se divisa en el horizonte.
Se ha ido moviendo el rasero hasta hacer familiares ideas antes inimaginables
Norberto Bobbio ya explic¨® que izquierda y derecha son t¨¦rminos relativos: ¡°Izquierda y derecha son dos conceptos espaciales, no ontol¨®gicos (¡) El hecho de que representen una oposici¨®n quiere decir simplemente que no se puede ser las dos cosas a la vez, pero no dice nada del contenido de las dos partes contrapuestas. La oposici¨®n permanece, pero los contenidos de ambas partes pueden cambiar¡±. Es decir, se van moviendo con el tiempo. Lenin quiz¨¢ fusilar¨ªa a Noam Chomsky o a Varoufakis como burgueses reac?cionarios, pero, ejem, a lo mejor Hitler dar¨ªa un abrazo a algunos l¨ªderes actuales. Izquierda y derecha, como dos equipos que tiran de una cuerda, se desplazan por referencia a su contrario, seg¨²n quien tire m¨¢s en cada momento. En la Guerra Fr¨ªa la izquierda era una opci¨®n, o un riesgo, serio, y la derecha hizo concesiones. El bienestar y eso.
Ahora es al rev¨¦s. El malestar y eso. En 2005 los partidos de extrema derecha en Europa solo sumaban 9 millones de votos, hoy son 28 millones. Solo el 5% del total europeo, s¨ª, pero tiran hacia su lado. En Hungr¨ªa y Polonia gobiernan, superan el 40%. En Suiza es el primer partido. Est¨¢n ya en los Parlamentos de 18 pa¨ªses y en Alemania una formaci¨®n ultraderechista ha entrado en el Bundestag por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, con 92 esca?os, de 709. Es el tipo de cosa inimaginable hace unos a?os a la que me refer¨ªa.
En Espa?a hay ganas, se ha visto en el congreso del PP, y veremos qu¨¦ pasa. Como dec¨ªa, no hay se?al m¨¢s clara de deriva a la derecha que el hecho de que cada vez baste menos para ser de izquierdas, o parecerlo. Si me apuras, con ponerte una camiseta vale, y ya te quedas tan tranquilo. Te apuntas a defender el medio ambiente, la bici, la mujer, el colectivo LGTBI o eres vegano y ya est¨¢. Pero m¨¢s all¨¢, con cosas raras, como subir los impuestos a los que m¨¢s tienen, regular el casino financiero, aumentar el gasto en sanidad o educaci¨®n, y no digamos la renta b¨¢sica o recuperar compa?¨ªas p¨²blicas privatizadas, hay que tener cuidado porque te haces radical en un pisp¨¢s. En cambio, del otro lado, se niega cada vez con m¨¢s desparpajo que algunas barbaridades ¡ª dejar ahogarse personas en el mar, por ejemplo¡ª sean de extrema derecha, porque empiezan a ser normales, no est¨¢n mal vistas. De tanto llamar fascista a todo el mundo ya nadie acepta que lo sea. Y es verdad que muchos lo son y no lo saben, los pobres, de Reino Unido a Catalu?a, y eso que est¨¢n obsesionados con la identidad.
Para ser de izquierda basta ya pelear por cosas normales, que al menos dejen respirar. Ya parece un sue?o un sueldo fijo que no sea de miseria, dejar de compartir piso y endeudarse en una hipoteca, un coche a plazos, un mes de vacaciones. Firmar¨ªas donde sea. Tambi¨¦n sin hacer nada, solo deshaciendo lo que ha hecho la derecha, ya eres de izquierdas: derogar la ley mordaza o cambiar el presidente de RTVE, aunque es verdad que eso empezaba a parecerse a la toma de la Bastilla.
Volviendo a Bobbio, escribi¨® su conocido ensayo sobre la diferencia entre derecha e izquierda en 1994, en un momento en que se dec¨ªa que ya no exist¨ªan y tal. Como br¨²jula en un mundo y tambi¨¦n en un pa¨ªs, el suyo, desorientado. En Italia se vivi¨® a partir de 1992 un fen¨®meno que, salvando distancias, puede interesar a Espa?a: descubri¨® que emerg¨ªa por primera vez una aut¨¦ntica derecha, tras d¨¦cadas en que la oposici¨®n a la izquierda era el centro, porque la derecha era un l¨ªmite, por el tab¨² y el temor que dej¨® el fascismo. El cambio de fase fue posible por la ca¨ªda del muro, la corrupci¨®n y un nuevo l¨ªder desacomplejado, Silvio Berlusconi, aliado con posfascistas y xen¨®fobos. Pues bien, Bobbio concluy¨® que, en caso de dudas, lo que distingue a izquierda y derecha, en esencia, es su postura ante la desigualdad, si su prioridad es garantizarla o hacer m¨¢s iguales a los desiguales. Es la prueba del algod¨®n. ?Han o¨ªdo ¨²ltimamente algo sobre esto por ah¨ª?
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