Cuando la desigualdad es tratar igual a diferentes
La Fiscal¨ªa considera discriminatorio que Defensa exija la misma estatura m¨ªnima a hombres y mujeres
Tratar igual a desiguales puede resultar discriminatorio. O en otras palabras: a veces para tratar igual hay que tratar diferente. As¨ª lo entiende la Fiscal¨ªa de la Comunidad de Madrid, que ha apoyado parcialmente el recurso presentado por una aspirante a ingresar en las? Fuerzas Armadas a la que se exig¨ªa un estatura m¨ªnima de 160 cent¨ªmetros, la misma que a los varones.
La opositora, excluida de la convocatorio para ingresar en el Cuerpo Militar de Intervenci¨®n por medir dos cent¨ªmetros menos del m¨ªnimo requerido, alega que exigir la misma talla a hombres y mujeres resulta discriminatorio para el sexo femenino y vulnera el principio de igualdad entre sexos a la hora de acceder a funciones y cargos p¨²blicos.
La aspirante argumenta que ¡°es sabido¡± que la mayor¨ªa de los hombres tiene unas condiciones f¨ªsicas diferentes a las mujeres. En concreto, seg¨²n estudios de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) y de la empresa demosc¨®pica Sigma 2, un 25% de los varones espa?oles mide m¨¢s de 1,79 metros y solo un 3,3% no llega a 1,60. Por el contrario, casi el 60% mujeres mide menos de 160 cent¨ªmetros.
Eso quiere decir, razona el recurso, que con la talla m¨ªnima exigida por el Ministerio de Defensa m¨¢s de la mitad de las mujeres no puede presentarse a la oposici¨®n, frente a menos de un 4% de los hombres.
La recurrente sostiene que establecer la misma talla para ambos sexos, sin considerar sus diferencias f¨ªsicas, vulnera el principio de igualdad efectiva de oportunidades, por lo que pide que se rebaje a 155 cent¨ªmetros la estatura m¨ªnima para mujeres.
En un escrito dirigido a la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Jusiticia de Madrid, la fiscal¨ªa argumenta que establecer la misma altura m¨ªnima para ingresar en las Fuerzas Armadas supone ¡°una discriminaci¨®n indirecta por raz¨®n de sexo para el acceso a cargo p¨²blico¡± y sostiene que lo ¡°razonable¡± es distinguir la estatura exigible a un hombre y a una mujer, pues ¡°se parte de situaciones de hecho distintas¡±.
La Fiscal¨ªa razona que ¡°un hombre, con la misma estatura que una mujer, puede ser conceptuado como de estatura media [...], en tanto que la mujer puede ser considerada como de estatura alta en el mismo caso¡±. Cita, adem¨¢s, una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, que consideraba discriminatorias las pruebas de ingreso en la escuela de polic¨ªa griega en las que se exig¨ªa la misma talla para hombres y mujeres.
¡°La falta de diferenciaci¨®n por sexos perjudica a un n¨²mero muy superior de personas de sexo femenino que de sexo masculino, lo que implica una discriminaci¨®n por raz¨®n del sexo¡±, concluye la Fiscal¨ªa.
Soldados m¨¢s bajos
Aunque el escrito no entra en ello, las normas de ingreso en las Fuerzas Armadas incluyen otra forma de discriminaci¨®n poco explicable: mientras la altura exigible para ingresar como oficial o suboficial es de 160 cent¨ªmetros, el m¨ªnimo para ser soldado o marinero es de 155.
Eso quiere decir que aquellos cuya estatura va de 1,50 a 1,60 (tanto mujeres como varones) pueden ser soldados o marineros, pero nunca oficiales o suboficiales. La consideraci¨®n de que una persona de baja estatura puede ser un buen soldado pero no vale como mando resulta tan inasumible que Defensa se ha visto obligada a buscar una salida no menos discutible: en las convocatorias de promoci¨®n interna (es decir, aquellas a las que solo pueden presentarse quienes ya est¨¢n en el Ej¨¦rcito) la talla m¨ªnima exigible se rebaja a 1,55 metros, mientras que se mantiene la exigencia de 1,60 para quienes opositan directamente desde la calle.
Este ha sido el caso de una enfermera civil, con varios a?os de antig¨¹edad en un hospotal militar, que se ha visto excluida de las recientes pruebas de acceso al Cuerpo Militar de Sanidad por no llegar a 1,60. Por el contrario, una compa?era que ya estaba en el Ej¨¦rcito consegu¨ªa plaza, pese a ser m¨¢s baja que ella.
Segunda denuncia por discriminaci¨®n
La ministra de Defensa, Margarita Robles, se enfrenta a su segunda denuncia de discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo en las pruebas de ingreso en las Fuerzas Armadas. El primer caso fue el de dos aspirantes excluidas por tener tatuajes que, de ser varones, no les habr¨ªan impedido opositar. Adem¨¢s de cambiar la norma, Robles readmiti¨® a las excluidas, lo que oblig¨® a repetir parcialmente las pruebas, provocando el malestar de otros opositores.
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