De ?vry a Barcelona, tres d¨ªas en el ¡®laboratorio Valls¡¯
C¨®mo el exprimer ministro franc¨¦s y ahora candidato a la alcald¨ªa barcelonesa se despide de la pol¨ªtica en Francia y prepara una nueva vida en Espa?a
Manuel Valls se ha sentado en un taburete y desde all¨ª ve la imagen de su vida, su mundo.
A la fiesta en Le P¡¯tit Barcelone, un bar de tapas cerca de los grandes bulevares, en Par¨ªs, han venido unas noventa personas, su c¨ªrculo cercano. Su madre, sus hijos, el amigo de infancia. Los colegas de la UNEF, el sindicato estudiantil. Veteranos socialistas. Alg¨²n exministro. Sus asesores en el Ministerio del Interior y en Matignon, sede del primer ministro. Un popular fil¨®sofo, un exdirector del semanario Charlie Hebdo y un general de la gendarmer¨ªa que comand¨® el rescate de un avi¨®n secuestrado en 1994.
Todos aqu¨ª, escuchando c¨®mo Valls ¡ªel amigo, el hijo, el padre, el militante, el pol¨ªtico que en Francia suscita lealtades p¨¦treas y odios cervales¡ª les explica que se marcha a Barcelona, y por qu¨¦.
¡°Venid a visitarme¡±, les dice. ¡°Si no, yo volver¨¦ a veros¡±.
El experimento es ins¨®lito. Un pol¨ªtico de primer nivel en un pa¨ªs lanz¨¢ndose a una campa?a electoral en otro. Un ex primer ministro de Francia, pa¨ªs que le dio la nacionalidad a los 20 a?os, que quiere ser alcalde de Barcelona, donde naci¨® en 1962.
Tras anunciar su candidatura el 25 de septiembre en Barcelona, Valls viaj¨® a Par¨ªs entre el domingo 30 de septiembre y el mi¨¦rcoles 3 de octubre. Una despedida. Y una explicaci¨®n al pa¨ªs en el que lo fue casi todo, hasta aspirar a ser presidente, y en el que ya no era m¨¢s que un diputado y un consejero municipal raso.
?Nostalgia? Es domingo por la tarde, Valls ha aterrizado en Par¨ªs desde Barcelona, y el coche le lleva a los estudios de la cadena p¨²blica France 2, primera etapa de un sprint final medi¨¢tico en este pa¨ªs. ¡°Nostalgia, no. Emoci¨®n, s¨ª. Quiero hablar con el m¨¢ximo n¨²mero de personas estos d¨ªas, y que esto pueda ser ¨²til para el debate europeo¡±, dice, convencido de que hay una continuidad entre las ideas que aqu¨ª defendi¨® y la nueva etapa en Barcelona. ¡°Para m¨ª no es una ruptura¡±. De momento ha recuperado el pasaporte espa?ol, al que renunci¨® al nacionalizarse franc¨¦s.
Es lunes por la tarde, el Renault oficial avanza por la autopista que lleva a ?vry, la ciudad nueva de 54.000 habitantes construida en los setenta. Valls fue alcalde entre 2001 y 2012 y, por unas horas, a¨²n es diputado por la circunscripci¨®n de ?vry, ciudad trabajadora donde conviven decenas de nacionalidades.
¡°Una candidatura como esta nunca ha ocurrido ¡±, dice mientras el coche entra en Evry. S¨ª, existen casos como el del l¨ªder sesentayochista francoalem¨¢n Daniel Cohn-Bendit, que se present¨® por sus dos pa¨ªses en las elecciones europeas. Pero no el de un jefe de Gobierno que cruce la frontera para ser alcalde. ¡°Lo que le falta a la Uni¨®n Europea es sensibilidad, cuerpo, sentimiento¡±, dice. Y sostiene que una candidatura como la suya puede contribuir a crear un espacio europeo, a ¡°darle esta sensibilidad, este cuerpo, este alma a la idea de Europa¡±.
De esto habl¨® a finales de julio con el presidente Emmanuel Macron. ¡°No soy portavoz del presidente ni le hago hablar m¨¢s de lo debido¡±, precisa. ¡°Pero, sobre el gran tema de Europa, ¨¦l ve mi candidatura como una forma de decir que este es el debate, entre progresistas y nacionalistas¡±.
Valls tambi¨¦n ve una Europa en la que las fuerzas enfrentadas no son izquierda y derecha, sino ¡°progresistas¡± contra ¡°populistas¡± o ¡°nacionalistas¡±. Y Barcelona "es uno de los escenarios, con sus matices, de este gran debate de Europa". "El debate", a?ade, "es distinto, cada movimiento nacionalista o populista tiene sus diferencias, pero detr¨¢s hay peligros: el enemigo, la mentira, la violencia y, en este caso, el no respeto de una Constituci¨®n¡±.
La conversaci¨®n deriva al catalanismo, tradici¨®n que ¨¦l reclama, al contrario que el ¨²nico partido que por ahora le apoya, Ciudadanos. ¡°El gran error, y es una lecci¨®n que yo he aprendido aqu¨ª, ocurre cuando se cede a los dem¨¢s temas que son de todos, cuando en Francia se deja el patriotismo o la naci¨®n en manos de la extrema derecha¡±, dice. ¡°Y ha sido un error dejar a los independentistas el catal¨¢n y la cultura catalana y parte del catalanismo y la catalanidad¡±.
En ?vry, Valls entrega la insignia de Caballero de la Orden nacional del m¨¦rito al jefe de la polic¨ªa municipal, Philippe Poupeau. ¡°Le echar¨¦ de menos¡±, le dice Valls al condecorado. Valls se siente a gusto con los polic¨ªas, y ellos con ¨¦l. Habitualmente p¨²dico, a veces r¨ªgido, se emociona al hablar de los atentados de 2015, que gestion¨® siendo primer ministro, en el acto siguiente en el Ayuntamiento, una copa con excolaboradores y simpatizantes.
Si para algo le sirve la gira, adem¨¢s de formalizar la renuncia al mandato de diputado en la Asamblea Nacional y al de consejero municipal en Evry, es para intentar una reconciliaci¨®n con la pol¨ªtica francesa y con los franceses. Tras abandonar Matignon y tras su derrota en las primarias socialistas de 2017 y abandonar el PS, su partido de siempre, qued¨® relegado a un papel secundario, sin posibilidades de ocupar a corto plazo un cargo relevante, y con unos ¨ªndices de popularidad bajos.
El martes, en la Asamblea Nacional, su intervenci¨®n de tres minutos para decir au revoir y reclamar los valores republicanos es recibida con una ovaci¨®n de la mayor¨ªa del hemiciclo. Parece que, como m¨ªnimo en el campo que va del centroizquierda al centroderecha, todo est¨¢ perdonado.
El contrapunto es la indiferencia de sus antiguos compa?eros socialistas: las heridas no est¨¢n cerradas. En el hemiciclo y en los pasillos de la Asamblea se escuchan las protestas de La Francia Insumisa, lo m¨¢s parecido a Podemos en Francia, y del Reagrupamiento Nacional, heredero del Frente Nacional, el viejo partido de la extrema derecha.
¡°No hay ning¨²n orgullo en que un franc¨¦s se desinterese por la suerte de su pa¨ªs, en abandonar la Asamblea Nacional, donde tuvo el honor de ser elegido por los franceses, en abandonar la ciudad donde le eligieron sus habitantes, y esto, para cumplir una ambici¨®n personal¡±, responde Marine Le Pen, a la salida del hemiciclo, a una pregunta de EL PA?S.
Es mi¨¦rcoles, ¨²ltimo d¨ªa, y resulta que ha dimitido el ministro del Interior, G¨¦rard Collomb. ?Y si le hubiesen ofrecido sustituirle? En la cadena de radio Europe1, su ¨²ltima entrevista, sonr¨ªe: ¡°No estoy seguro de que sea una buena cosa volver al lugar del crimen¡±.
La tourn¨¦e de tres d¨ªas toca a su fin. En unas horas se subir¨¢ al avi¨®n, de regreso a Barcelona. Ya piensa en la campa?a, en pisar la calle y los barrios. ¡°Esto me gusta¡±, dice. ¡°Me encanta¡±.
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