Iglesias ya no pide la Luna
Los candidatos rebajan el tono en la recta final, con el l¨ªder de Podemos como ejemplo. La gresca se traslada a la derecha
¡°Los a?os y el tiempo le hacen a uno mejor¡±. La confesi¨®n proven¨ªa de un candidato que hablaba con voz calmada, casi susurrante, que recurr¨ªa a palabras como ¡°reconciliaci¨®n¡± o ¡°sensatez¡±, que reclamaba a los dem¨¢s pol¨ªticos evitar ¡°los insultos¡± y ¡°la sobreactuaci¨®n¡±, que advert¨ªa de que los ciudadanos exigen propuestas concretas y no simplemente ¡°apelar a que viene el lobo¡±. Ese candidato que charlaba sosegadamente de ma?ana con Pepa Bueno en la cadena SER era Pablo Iglesias Turri¨®n, 40 a?os ya, reciente padre de dos hijos y aspirante a entrar en el pr¨®ximo Gobierno al frente de Unidas Podemos. El mismo Pablo Iglesias que salt¨® a la fama hace un lustro con sus arengas incandescentes ante las multitudes congregadas en las plazas o entre el griter¨ªo de las tertulias de televisi¨®n.
Cuando el pasado 24 de marzo Iglesias volvi¨® a la escena p¨²blica despu¨¦s de meses de silencio por su baja de paternidad, casi todo el mundo quiso ver que all¨ª estaba de nuevo el l¨ªder duro y desafiante de siempre. Con el paso de las semanas, se ha podido comprobar que era una falsa impresi¨®n. La metamorfosis de Iglesias ¡ªque tantas iron¨ªas ha despertado entre sus detractores¡ª tom¨® cuerpo ante toda Espa?a durante los dos debates televisados. Hubo un momento que lo resumi¨® a la perfecci¨®n: su mueca de fastidio ante una escena que ¨¦l mismo podr¨ªa haber protagonizado no hace tanto tiempo, el envenenado intercambio de libros entre Albert Rivera y Pedro S¨¢nchez.
Tanto parece haber cambiado Iglesias que una amiga personal de a?os, la candidata gallega Yolanda D¨ªaz, se debi¨® de sentir obligada a explicarlo este jueves durante un mitin en Vigo. ¡°Los que tenemos la suerte de conocerlo sabemos que el Pablo de verdad es el que vimos en los debates¡±, dijo D¨ªaz, antes de definir en tres palabras a ese otro Iglesias que ella ha conocido en la intimidad: ¡°Tierno, delicado y riguroso¡±. Luego le toc¨® hablar al propio l¨ªder, y para demostrarlo insisti¨® en su nueva letan¨ªa en defensa de los art¨ªculos de la Constituci¨®n que ¡°protegen a la gente¡±, al modo que ya hac¨ªa su admirado Julio Anguita en los a?os noventa. ¡°No pedimos la Luna. Solo pedimos que se cumpla la Constituci¨®n¡±, sentenci¨® el candidato de Unidas Podemos.
Aunque a menor escala, tambi¨¦n el Pablo Casado de los ¨²ltimos d¨ªas suena diferente. Su propio equipo hab¨ªa anunciado una suavizaci¨®n del discurso durante la recta final de la campa?a y lo est¨¢ cumpliendo, como se pudo comprobar este jueves en Barcelona. Hace dos semanas, Casado hab¨ªa acudido a la capital catalana para presentar el programa electoral del PP y pareci¨® como si se hubiese olvidado de que ese era su prop¨®sito. La mayor parte de su discurso fue un ataque brutal a S¨¢nchez, que incluy¨® el que tal vez haya sido el mayor exabrupto de la campa?a, aquel en el que acusaba al l¨ªder socialista de ¡°preferir las manos manchadas de sangre a las manchadas de blanco¡± por haber aceptado los votos de Bildu. De nuevo en Barcelona, todo result¨® este jueves bastante menos tremebundo, por mucho que el candidato popular desempolvase la promesa ¡ªun tanto olvidada en los ¨²ltimos d¨ªas, incluidos los dos debates televisados¡ª de aplicar de inmediato el 155 si llega al Gobierno.
Tras superar el cabo de Hornos del doble debate, da la impresi¨®n de que la pugna entre esos dos grandes bloques ideol¨®gicos que se medir¨¢n el domingo en las urnas ha entrado en una cierta fase de tregua. Otra cosa es lo que ocurre dentro de uno de ellos: en el de la derecha siguen volando los cuchillos. La s¨²bita conversi¨®n a Ciudadanos del expresidente madrile?o ¡ªy candidato del PP a las europeas hasta el pasado mi¨¦rcoles¡ª ?ngel Garrido ha soliviantado a los que se presentan como futuros socios de Gobierno. Rivera volvi¨® a golpear este jueves y lo hizo recurriendo al pasado, no solo al m¨¢s reciente de la corrupci¨®n, sino incluso al de a?os atr¨¢s, a los tiempos en que el PP se apoy¨® para gobernar en los partidos vascos y catalanes. O al menos a eso parec¨ªa que se estaba refiriendo el l¨ªder de Ciudadanos cuando acus¨® a los populares de ¡°vender Espa?a a los nacionalistas¡±, lo que viene a ser lo mismo que reprocha a diario a S¨¢nchez, ese cuyo desalojo de La Moncloa constituye, seg¨²n Rivera, una ¡°emergencia nacional¡±. La r¨¦plica de Casado se demor¨® unas horas, pero no result¨® menos venenosa: tild¨® a Rivera de ¡°chaquetero¡± y tambi¨¦n le ech¨® en cara otros acuerdos, los que firm¨® hace tres a?os con el infausto S¨¢nchez. As¨ª est¨¢n las cosas en el bloque de la derecha, para mayor satisfacci¨®n del tercer actor, Vox, que sigue abarrotando auditorios con sus soflamas patri¨®ticas, como este jueves en Valencia.
Entre ese barullo de los que quieren sacarle de La Moncloa, es como si el l¨ªder socialista hubiese desaparecido de pronto de la diana. Terreno abonado para ese discurso en el que intenta presentarse como el adalid m¨¢ximo de la moderaci¨®n. Ahora S¨¢nchez pide el voto incluso para los que nunca apoyaron al PSOE, en vista de que, seg¨²n el presidente, el suyo es ¡°el ¨²nico partido sensato¡±.
Esta s¨²bita ca¨ªda de tensi¨®n suele obedecer a una estrategia cl¨¢sica de los asesores de comunicaci¨®n. Los candidatos deben movilizar a los suyos con mensajes contundentes en el arranque de la campa?a para dedicar los d¨ªas finales a ofrecer eso que llaman ¡°perfil presidencial¡±. Dicen que funciona. Aunque siempre queda la duda de si la gente comprar¨¢ con tanta facilidad las p¨®cimas m¨¢gicas elaboradas en los laboratorios de imagen.
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