Ceuta, patriotismo en la frontera africana
Con su propuesta de levantar un muro que la separe de Marruecos, Vox cosecha en la ciudad aut¨®noma uno de sus mejores resultados


Las calles del centro se han llenado de ni?os y las terrazas de funcionarios. Ceuta est¨¢ de Ramad¨¢n, pero, a punto de ponerse el sol, la ciudad recupera el pulso. El cocinero del bar enciende la barbacoa y un grupo de cuatro j¨®venes de T¨¢nger irrumpe entre las mesas vestido con ropa t¨ªpica del norte de ?frica y tocando carcabas, una especie de casta?uelas met¨¢licas tradicionales de la regi¨®n. Cuentan hasta tres y, ante la estupefacci¨®n del forastero, empiezan a cantar Mi carro, de Manolo Escobar. A nadie le extra?a.
Ceuta, un pedazo de la Espa?a m¨¢s patri¨®tica en ?frica, es una ciudad peculiar a vista de p¨¢jaro peninsular. Aqu¨ª muchos de sus vecinos se saludan con un ¡°Salaam Aleikum¡± para anunciar en seguida que est¨¢n ¡°echando un ratillo al fresco¡±; la Celebraci¨®n del Sacrificio es un d¨ªa festivo en el calendario laboral; hay un templo hind¨² y una sinagoga y, cada Semana Santa, el Cristo de Medinaceli sale en procesi¨®n desde una parroquia enclavada en El Pr¨ªncipe, el m¨¢s popular, pobre y musulm¨¢n de sus barrios. La convivencia acumula tensiones, pero es la principal conquista de sus 85.000 habitantes. Y una baza electoral.
Con la manguera apuntada hacia el parabrisas de su coche, Gabriel, militar jubilado, bigote fino, ch¨¢ndal azul marino y camiseta de la legi¨®n, dispara algunas claves que explican la transformaci¨®n que vivir¨¢ Ceuta a partir del 26-M. ¡°Siempre vot¨¦ al PP, pero voy a votar a Vox a ver si arreglan las cosas un poco¡±, ¡°yo no pago impuestos para los sin papeles¡±, ¡°no soy partidario de construir un muro, soy partidario del cada uno en su tierra¡±, ¡°en este barrio no hay problemas de drogas porque viven pocos musulmanes¡±, ¡°por donde vas, te encuentras 2.000 negros¡ y ah¨ª¡¡±, dice se?alando el horizonte marroqu¨ª, ¡°viene lo que no est¨¢ escrito¡±.
El barrio del exmilitar, uno de los que apost¨® sus papeletas al partido ultraderechista, presenta una de las paradojas de Ceuta que se ve tambi¨¦n en municipios como El Ejido. Mientras Gabriel carga contra los de fuera, mujeres marroqu¨ªes con hiyab, empleadas irregularmente en el hogar por 350 euros al mes, hacen la compra silenciosamente para sus se?ores. ¡°Yo nunca emple¨¦ un marroqu¨ª. No lo necesit¨¦ y no me gustan¡±, advierte el pensionista ajust¨¢ndose la gorra.
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Ser¨¢n unas elecciones imprevisibles, pero hay dos certezas: que Vox irrumpir¨¢ en una asamblea local en la que m¨¢s de un tercio de los esca?os est¨¢ ocupado por musulmanes y que el PP perder¨¢ la mayor¨ªa absoluta que ostenta hace 18 a?os. Nadie se atreve a dibujar la redistribuci¨®n de los asientos que hoy se reparten el PP (13), PSOE (4), Caballas (4), MDyC (3) y Ciudadanos (1).
Con su propuesta inviable de levantar un muro que separe la ciudad de Marruecos y la defensa de un ¡°estilo de vida mediterr¨¢neo, europeo y occidental¡±, la formaci¨®n de Santiago Abascal cosech¨® aqu¨ª, donde la poblaci¨®n musulmana supera el 40%, uno de sus mejores resultados el 28-A. Venci¨® el PSOE, pero esta es la ¨²nica capital espa?ola en la que Vox se coron¨® como la principal fuerza de la derecha. Su ¨¦xito, advierten sus adversarios pol¨ªticos, supone un ¡°ataque a la convivencia¡±.
Hay dos formas de vivir en Ceuta m¨¢s all¨¢ de cultos y nacionalidades. Con trabajo o sin ¨¦l. La ciudad es, despu¨¦s de Melilla, la segunda regi¨®n europea con m¨¢s desempleo entre los 15 y los 24 a?os. Aqu¨ª tres de cada cinco j¨®venes no fichan en ninguna parte, seg¨²n Eurostat. Tampoco cultivan expectativas de conseguirlo. Casi la mitad del PIB de Ceuta depende del sector p¨²blico y no hay un modelo econ¨®mico local m¨¢s all¨¢ del comercio at¨ªpico transfronterizo que no vive sus mejores d¨ªas, las subvenciones del Estado y siete empresas de juego online. ¡°Me gustar¨ªa volver a Ceuta por mi familia, pero tendr¨ªa que ser algo temporal. No he estudiado una carrera para tener que sobrevivir aqu¨ª¡±, afirma Crist¨®bal Guzm¨¢n, que cursa fisioterapia en la universidad de Sevilla y volvi¨® a casa el 28-A para votar nulo. Qu¨¦ econom¨ªa desarrollar para una poblaci¨®n que crece m¨¢s r¨¢pido que la media nacional en apenas 21 kil¨®metros cuadrados es una de las claves de esta elecci¨®n.
El desempleo, que afecta a tres de cada diez vecinos, es para el polit¨®logo ceut¨ª Adolfo Hern¨¢ndez uno de los motivos de tensi¨®n en el colectivo musulm¨¢n, el que m¨¢s acusa la desigualdad. ¡°Yo tengo la enfermedad del paro en mi casa¡±, anuncia Jamila Mohamed, 53 a?os y madre de cinco hijos desempleados. ¡°Aqu¨ª nadie hace nada por nosotros, el PP solo mira por los suyos¡±, continua esta vecina de El Pr¨ªncipe. Su barrio, con callejones por los que solo se pasa con los brazos pegados al cuerpo, es blanco de operaciones antiyihadistas y escenario de alg¨²n tiroteo, pero tambi¨¦n ejemplo de c¨®mo el abandono de las administraciones conduce al paro, al fracaso escolar y al analfabetismo.
Farolas para ricos, apagones para pobres
Hay un abismo entre la clase pudiente ceut¨ª, que prospera en el centro de la ciudad con bonificaciones y deducciones fiscales y Jamila, que asegura no tener dinero para compra los ingredientes para la sopa con la que rompe el ayuno del Ramad¨¢n. Mientras la Gran V¨ªa de Ceuta se embellece con 18 farolas esculturales de 60.000 euros, los vecinos de El Pr¨ªncipe se quejan del ¨²ltimo apag¨®n de 24 horas.
La precariedad alimenta un discurso antiinmigraci¨®n que no es exclusivo de los votantes de Vox. ¡°?C¨®mo me van a llamar a m¨ª para hacer la limpieza, sacar al perro y hacer la plancha por diez euros si la que viene de fuera cobra tres?¡±, cuestiona Jamila Mohamed. ¡°Aqu¨ª no queremos m¨¢s inmigrantes¡±, se enciende. Cerca de 30.000 personas cruzan la cancela que separa Marruecos de Ceuta todos los d¨ªas. El pen¨²ltimo de los obst¨¢culos de los migrantes para llegar a Europa, es una frontera del siglo XX para desaf¨ªos del siglo XXI. ¡°Yo ve¨ªa venir que la frontera se iba a convertir en un problema¡±, admite el presidente popular Juan Vivas. ¡°Necesitamos una frontera segura y fluida y todos tenemos un poco de culpa en esto. Tendr¨ªamos que haberlo hecho antes¡±.
La presi¨®n migratoria se asocia tambi¨¦n con la inseguridad. El puerto, por ejemplo, parece territorio comanche. ¡°Nunca vayas de noche¡±, te advierten. All¨ª viven solos al menos 60 ni?os migrantes y es el trampol¨ªn para varias decenas de adultos que buscan su oportunidad para cruzar como polizones a la pen¨ªnsula. No hay datos oficiales que avalen la relaci¨®n de una mayor presi¨®n migratoria con m¨¢s criminalidad, pero s¨ª cinco denuncias de agresiones de ceut¨ªes, con bates y palos de hierro, contra adolescentes extranjeros del puerto.

Un paseo por el portal Idealista da una idea de otro de los grandes desaf¨ªos de Ceuta para los pr¨®ximos a?os. La opci¨®n de alquiler m¨¢s barata de la breve lista que ofrece la web es un bajo de una habitaci¨®n en el extrarradio por 500 euros al mes. La vivienda escasea y se revaloriza en una ciudad sin suelo para construir. Jonathan Seco, de 33 a?os, pasea al m¨¢s peque?o de sus cinco hijos frente a la casa de sus suegros. Su casa, en realidad, porque con su sueldo de camarero y el de su mujer no puede permitirse un alquiler. ¡°S¨¦ que el voto es muy importante, pero estoy muy mosqueao. Esta ciudad nunca me ha dado nada, llevo desde los 18 a?os esperando una casa de protecci¨®n oficial¡±, lamenta. Y la inmigraci¨®n vuelve al ruedo: ¡°He estado hasta de okupa, porque aqu¨ª dan un techo antes a los de fuera que a los de aqu¨ª¡±.
El historiador ceut¨ª Jos¨¦ Antonio Alarc¨®n cierra los ojos con fuerza para hacer memoria. ?l, que recuerda y se entretiene con h¨¦roes, cifras y batallas de los ¨²ltimos cinco siglos, rebusca en la historia de Ceuta unas elecciones tan imprevisibles como las del 26-M. ¡°Dame un minuto que piense. No es f¨¢cil¡±, pide antes de remontarse 32 a?os. Si fuesen extrapolables los resultados de las generales a las municipales, los socialistas lo tendr¨ªan mejor que nunca tras haber conseguido un inaudito 94% de los votos en algunas secciones electorales. Este hito lo hicieron permitieron los partidos locales que aglutinan una buena parte del voto musulm¨¢n al no presentarse, pero el 26-M, Caballas y MyDC entran en la pugna y quieren ser el parapeto a la ultraderecha. El PP quiere seguir gobernando sin sentarse en ninguna mesa con Vox, ni con Caballas. Y los de Abascal ya se ven con el bast¨®n de mando, aunque en los cuarteles, donde les votaron en masa, ya han perdido el entusiasmo. Tras casi dos d¨¦cadas sin sorpresas, en un ecosistema pol¨ªtico aparte, Ceuta asume no solo la complejidad del panorama electoral nacional, sino, por primera vez, la suya propia.
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