Nunca hubo septiembre para S¨¢nchez e Iglesias
La decisi¨®n estaba clara desde el fracaso del 24 de julio: entre coalici¨®n o elecciones, el l¨ªder socialista siempre optar¨ªa por lo segundo
Ante las c¨¢maras, todo ha sido muy dram¨¢tico. Pero en privado, la legislatura ha muerto sin discusiones. Como si todo estuviera ya decidido hace semanas. Pedro S¨¢nchez hizo una breve ronda con los tres grandes l¨ªderes el martes, y en ninguna de esas conversaciones hubo una palabra m¨¢s alta que otra. Con Pablo Iglesias ya hab¨ªa quedado todo claro el jueves, en los 10 minutos que tard¨® S¨¢nchez en decirle que se olvidara de la coalici¨®n. Con Pablo Casado fue a¨²n m¨¢s tranquilo: el presidente intent¨®, como otras veces, explicarle que ser¨ªa bueno para el PP que se abstuviera, pero sin ofrecer contrapartidas. Casado siempre ha expresado la sensaci¨®n de que S¨¢nchez estaba decidido desde hace tiempo.
Algo m¨¢s de juego dio la charla con Albert Rivera, que le estaba ofreciendo una abstenci¨®n condicionada. S¨¢nchez nunca crey¨® que fuera en serio, y as¨ª se lo hab¨ªa comentado a Iglesias, por lo que no hubo negociaci¨®n real. Pero el presidente s¨ª trat¨® de convencer a Rivera de que las condiciones que ¨¦l planteaba ya se cumpl¨ªan, como hab¨ªa dicho en p¨²blico.
Todos los dirigentes pol¨ªticos que hablan con S¨¢nchez se?alan esas dos caracter¨ªsticas: que su tono es muy amable, por lo que resulta dif¨ªcil discutir con ¨¦l, pero que repite en privado el estilo y los argumentos que usa en p¨²blico, lo que hace complicado bajar al nivel de la negociaci¨®n.
Rivera intent¨® ver si hab¨ªa alguna posibilidad de romper el Gobierno de Navarra, pero a esa hora ya era inviable siquiera hablarlo. La suerte ya estaba echada. Y eso que en el PSOE, siempre dividido entre sus dos almas, la centrista y la de izquierdas, hubo discusiones sobre hacia qu¨¦ lado del hemiciclo hab¨ªa que girar. Un debate que seguir¨¢ y que, tras los nuevos resultados electorales de noviembre, en funci¨®n de los n¨²meros, marcar¨¢ la decisi¨®n final.
Aunque Rivera nunca quiso jugar la partida hasta el minuto del descuento, ya inviable, su papel siempre fue clave, seg¨²n coinciden varios dirigentes socialistas. Desde el ¡°con Rivera, no¡± que le gritaban los militantes a Pedro S¨¢nchez en la puerta de Ferraz hasta el ¡°estimado Albert¡± de la carta que le envi¨® el presidente como ¨²ltimo movimiento para buscar su abstenci¨®n, han pasado cuatro meses y medio en los que en p¨²blico se viv¨ªa un drama con Unidas Podemos y en privado se miraba de reojo a Rivera y al PP buscando una soluci¨®n alternativa.
La noche electoral del 28-A, en medio de la euforia general de la izquierda por haber frenado a la derecha, pas¨® desapercibido, pero en La Moncloa ya estaban inquietos. Solo ellos ve¨ªan lo agridulce de la victoria. Tem¨ªan que un Gobierno de coalici¨®n con Unidas Podemos sumado a la necesidad de los votos independentistas fuese demasiado d¨¦bil y abriese un flanco a la derecha para recuperarse en los pr¨®ximos a?os, sobre todo con la crisis econ¨®mica llamando a la puerta.
Esa misma noche, algunos dirigentes de la m¨¢xima confianza de S¨¢nchez ya lo dec¨ªan en privado: ¡°No hay que descartar la opci¨®n de Ciudadanos¡±. Eran 180 esca?os, una tentaci¨®n demasiado fuerte. Sin embargo, Rivera dej¨® claro desde el primer minuto que esa opci¨®n no exist¨ªa. Ni siquiera la abstenci¨®n. Incluso soport¨® la peor crisis interna de Ciudadanos (Cs) en toda su historia, con la fuga de personas clave como Toni Rold¨¢n, con tal de que nadie dudara de que nunca se abstendr¨ªa. La Moncloa segu¨ªa muy de cerca los movimientos de Cs y del PP. Hasta el final, confiaron en que su abstenci¨®n era una posibilidad. Y era lo ideal, desde su punto de vista, para conservar la centralidad, frente a una coalici¨®n con Unidas Podemos que generaba muchos recelos.
A¨²n as¨ª, la primera reuni¨®n de S¨¢nchez e Iglesias fue como la seda. El presidente, que esa ma?ana hab¨ªa comprobado en una cita con Rivera que no hab¨ªa nada que hacer con ¨¦l, estaba apostando claramente por un Gobierno de izquierdas. S¨¢nchez le dijo que nunca podr¨ªan tener ministerios de Estado ¡ªExteriores, Justicia, Defensa, Interior¡ª y el l¨ªder de Podemos lo acept¨® enseguida. Le ofreci¨® la presidencia del Congreso, pero Iglesias la descart¨®. Quer¨ªa ministros. Ya entonces se empez¨® a ver el que despu¨¦s ser¨ªa el gran problema: Trabajo. S¨¢nchez le dijo que eso ser¨ªa imposible. Pero no profundizaron. No ten¨ªa sentido cerrar nada antes de las municipales y auton¨®micas. El pacto ser¨ªa global. Todo iba bien.
El batacazo de Podemos en las elecciones del 26 de mayo cambi¨® todo. El PSOE comprob¨® la enorme debilidad de la organizaci¨®n de Iglesias. Y sobre todo, cay¨® Madrid. Iglesias conservaba sus 42 diputados, pero ya apenas ten¨ªa con qu¨¦ negociar en las autonom¨ªas. Ni siquiera controlaba muchas de sus organizaciones locales, como se vio en La Rioja. S¨¢nchez lleg¨® a la conclusi¨®n de que la coalici¨®n era un riesgo demasiado alto para el PSOE, que podr¨ªa revitalizar a la derecha. Y as¨ª se lo explic¨® a su c¨ªrculo, seg¨²n relatan algunos de sus miembros. ¡°Muchos no entend¨ªan lo que hac¨ªamos. Pero es que est¨¢ en juego el proyecto del PSOE. Nunca hemos tenido a la derecha tan arrinconada. Con ministros de Podemos les ayud¨¢bamos a recuperarse y nos ¨ªbamos a un Gobierno inestable con elecciones en unos meses en condiciones peores. En noviembre podemos consolidarnos y adem¨¢s no depender de los independentistas. Es una decisi¨®n muy dif¨ªcil, pero se ha tomado por cuestiones de fondo, no por capricho¡±, explica un miembro del Gobierno.
El PSOE forz¨® entonces la m¨¢quina para intentar lograr una abstenci¨®n del PP y Cs. Con Rivera parec¨ªa muy dif¨ªcil, pero desde La Moncloa se segu¨ªan con inter¨¦s los movimientos en el PP y la presi¨®n de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. En ese intento pasaron varias semanas, convencidos de que Iglesias bajar¨ªa mucho su precio si se lograba una abstenci¨®n del otro lado.
Pero ya entonces empez¨® un debate interno muy intenso en el PSOE entre los que quer¨ªan evitar las elecciones a toda costa, y por tanto asum¨ªan una coalici¨®n blanda con Unidas Podemos, y los que rechazaban de plano su entrada para poder tener el control del Gobierno en tiempos dif¨ªciles y no darle a la derecha esa baza. Tambi¨¦n en Unidas Podemos Iglesias estaba siendo presionado para no aferrarse a la coalici¨®n como ¨²nica salida. IU y En Com¨² Podem no lo ve¨ªan claro, prefer¨ªan dejar abierta la puerta del acuerdo parlamentario. Pero el l¨ªder de la formaci¨®n sigui¨® adelante. Cuando se hizo a un lado, por sorpresa, los que apostaban por la coalici¨®n en el PSOE ganaron temporalmente la batalla. Y ahora culpan a Iglesias de perder la oportunidad de oro. ¡°S¨¢nchez nunca lo vio. Le convencieron de que hab¨ªa que intentarlo. Pero nunca lo tuvo claro. Porque era el que m¨¢s hab¨ªa hablado con Iglesias. Y sab¨ªa que con ¨¦l fuera, el precio que pondr¨ªa ser¨ªa imposible¡±, sentencia una persona de confianza del l¨ªder socialista.
En Podemos insisten en que si en vez de romper las negociaciones a media tarde hubieran seguido hasta la madrugada los dos l¨ªderes, el acuerdo habr¨ªa sido posible. Iglesias, admiten, se equivoc¨® porque pensaba que S¨¢nchez iba de farol y mejorar¨ªa la oferta antes del pleno del 25 de julio o en septiembre. Pero eso nunca lleg¨®. Nunca hubo septiembre.
Iglesias ten¨ªa en la cabeza el esquema de la negociaci¨®n de los Presupuestos, que remataron ambos con una reuni¨®n en La Moncloa cuando ya los equipos negociadores se hab¨ªan estancado en asuntos clave como el salario m¨ªnimo. Pero no sucedi¨®. Todo en esa noche clave que marcar¨¢ la historia de la izquierda espa?ola fue ca¨®tico. La ruptura de las negociaciones le lleg¨® a Iglesias conduciendo su coche camino de Antena 3. Le contaron que se hab¨ªan publicado los documentos iniciales de Podemos y la ¨²ltima oferta del PSOE y no daba cr¨¦dito. Pensaba que era una noticia falsa. Los suyos dicen que esa noche se qued¨® como en shock.
Izquierda Unida y los comunes le presionaban para que aceptara la oferta. Aunque tuviera pocas competencias, era una gran victoria, una vicepresidencia y tres ministerios, la imagen era muy potente. Ya habr¨ªa tiempo de pelear m¨¢s adelante por los detalles. Lo intentaron toda la noche. Pero Iglesias e Irene Montero, la que habr¨ªa sido la vicepresidenta, ten¨ªan claro que habr¨ªa otra oportunidad de mejorar la oferta. Al d¨ªa siguiente o en septiembre. Nunca sucedi¨®.
Por el otro lado, S¨¢nchez se armaba de razones frente a los que le empujaron a negociar: "?Veis? ?Con Iglesias es imposible!", les dijo. Esa noche, seg¨²n varios dirigentes socialistas, la decisi¨®n ya era definitiva. Entre coalici¨®n o elecciones, la opci¨®n era elecciones. Pero a¨²n algunos confiaban en que en el ¨²ltimo momento Podemos aceptara apoyar un Gobierno en solitario del PSOE.
Desde ese d¨ªa, Carmen Calvo, la interlocutora oficial con Podemos, se concentr¨® en convencerlos con gestos y palabras de que nunca m¨¢s estar¨ªa la coalici¨®n encima de la mesa. Para el PSOE era clave que entendieran que no iban de farol, como a¨²n pensaba Iglesias. No llamaron a los de Podemos durante semanas, para que entendieran que iba en serio. Como hizo S¨¢nchez. Despu¨¦s, cuando Pablo Echenique le envi¨® por WhatsApp el 20 de agosto el documento que trataba de recuperar la negociaci¨®n donde la dejaron en julio, con cuatro propuestas diferentes de f¨®rmulas de coalici¨®n, Calvo contest¨® con total frialdad: le envi¨® pocas horas despu¨¦s la nota de prensa en la que el PSOE rechazaba la propuesta. Sin un solo comentario. No habr¨ªa m¨¢s comunicaci¨®n hasta el 3 de septiembre, cuando empezaron a gestionar la reuni¨®n de los equipos negociadores.
El PSOE confiaba a ¨²ltima hora en que la divisi¨®n en Unidas Podemos pudiera abrir espacio a un apoyo, aunque fuera sin acuerdo. Y esas reuniones sirvieron para que los socialistas sondearan hasta d¨®nde llegaba esa divisi¨®n. El PSOE ya hab¨ªa intentado, a trav¨¦s de sus contactos con Alberto Garz¨®n, el coordinador de Izquierda Unida, buscar una posici¨®n m¨¢s suave. El diputado malague?o negoci¨® en julio con la ministra de Hacienda en funciones, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, para arrancar Igualdad y en septiembre busc¨® una salida con el n¨²mero tres socialista, Jos¨¦ Luis ?balos, que no hab¨ªa estado en las negociaciones, pero hizo gestiones en algunos momentos.
Pero ya no hab¨ªa margen. Los l¨ªderes estaban enrocados. S¨¢nchez no quer¨ªa volver a negociar una coalici¨®n de ning¨²n tipo, ni siquiera a la baja. Iglesias insist¨ªa en que el m¨ªnimo era lo que ofrecieron en julio y un poco m¨¢s. ¡°No podemos admitir que nos equivocamos en julio, porque no es verdad¡±, insist¨ªan en el entorno del l¨ªder de Podemos. Nada funcion¨®. Tampoco el intento de dividir a la formaci¨®n de Iglesias. ¡°Si nos hubieran hecho una oferta de coalici¨®n, incluso a la baja, nos habr¨ªan puesto en alg¨²n problema interno. Pero sus movimientos reforzaron la unidad¡±, sentencia un dirigente de Podemos.
En el PSOE tambi¨¦n hab¨ªa divisi¨®n de opiniones, muchos cre¨ªan que deb¨ªan evitarse las elecciones a toda costa. Pero S¨¢nchez, a diferencia de Iglesias, que dirige un magma de partidos y grupos, controla absolutamente la organizaci¨®n y no ha necesitado ni siquiera reunir a los ¨®rganos del partido.
Ahora algunos dicen que todo es una cuesti¨®n personal, pero tanto en el PSOE como en Unidas Podemos recuerdan que antes de que se empezara a discutir la coalici¨®n, la relaci¨®n entre ambos era muy buena, sobre todo despu¨¦s de la moci¨®n de censura. Para buscar claves m¨¢s de fondo, algunos recurren a la historia cainita de la izquierda espa?ola, que en 1996 impidi¨® un pacto entre Felipe Gonz¨¢lez y Julio Anguita y ahora ha sobrevolado la batalla entre S¨¢nchez e Iglesias.
Esa historia tr¨¢gica de la izquierda espa?ola tambi¨¦n tuvo su espacio en las reuniones negociadoras. Carmen Calvo, que reprochaba a los representantes de Unidas Podemos que no sab¨ªan negociar y no conoc¨ªan la Administraci¨®n, repet¨ªa una y otra vez a los dirigentes de la formaci¨®n de Iglesias que el PSOE es un partido con 140 a?os de historia, una formaci¨®n de Gobierno, y que se toma las cosas muy en serio. Tantas veces lo dijo que Enrique Santiago, un hombre que fue clave en las negociaciones de paz de Colombia, salt¨® en un momento de la conversaci¨®n. ¡°Mira, vicepresidenta, yo soy el secretario general del PCE y muchos de los dirigentes de Podemos vienen del PCE? [como el propio Iglesias]. Y si no te importa, con todo el respeto a vuestros 140 a?os, nosotros estamos a punto de cumplir 100. Aqu¨ª nadie es nuevo en pol¨ªtica¡±. El PCE naci¨® en 1921 fruto de escisiones del PSOE al calor del ¨¦xito de los bolcheviques en la revoluci¨®n sovi¨¦tica de 1917. Casi 100 a?os despu¨¦s, los herederos de aquella fractura han sido incapaces de ponerse de acuerdo para el primer Gobierno de coalici¨®n de izquierda desde la Segunda Rep¨²blica. No ser¨¢ nada f¨¢cil encontrar una segunda oportunidad.
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