El feligr¨¦s celoso que mat¨® al p¨¢rroco de Alcaudete
El agresor culpaba al religioso de sus desavenencias conyugales, aunque el cura solo trataba de mediar en una relaci¨®n tormentosa

Un hombre de fe, bueno y caritativo. Francisco S¨¢nchez se hab¨ªa ganado durante 15 a?os el aprecio de los feligreses de la parroquia de San Pedro Ap¨®stol, situada a las afueras de Alcaudete, en Ja¨¦n. Como en todos los reba?os, en el suyo tambi¨¦n hab¨ªa ovejas descarriadas. El cura intentaba guiarlas pero fracas¨® estrepitosamente con una de ellas. Adem¨¢s de ignorar sus consejos, Facundo Caballero incumpli¨® el quinto mandamiento asesinando a S¨¢nchez por celos. El agresor le golpe¨® la cabeza con una piedra en la puerta de la iglesia al considerar que estaba detr¨¢s de sus desavenencias conyugales. Los vecinos aseguraron que el religioso solo trataba de mediar en una relaci¨®n tormentosa.
Los hechos ocurrieron el domingo 18 de enero de 1970. Aquella ma?ana invernal el sacerdote oficiaba el sepelio de un vecino fallecido el d¨ªa anterior, como indica la noticia recogida por Abc. Tras los santos oficios, los feligreses abandonaron el templo para seguir el cortejo f¨²nebre hasta el cementerio municipal. El cura sali¨® detr¨¢s, pero antes de incorporarse a la procesi¨®n trat¨® de cerrar el port¨®n. Facundo Caballero le acechaba y le atac¨® sin mediar palabra, golpe¨¢ndole con una piedra en la cabeza con tal violencia que la sangre salpic¨® profusamente la fachada de siller¨ªa. El p¨¢rroco cay¨® sobre la acera herido de muerte, pero el agresor sigui¨® golpe¨¢ndole con furia. Luego huy¨® en motocicleta en direcci¨®n a Ja¨¦n.
La Guardia Civil lo detuvo tres horas despu¨¦s en los montes de Martos sin que presentara resistencia. El agresor confes¨® el crimen y fue encerrado en la c¨¢rcel de Alcal¨¢ la Real. Facundo era fuerte y corpulento. En ese momento contaba con 37 a?os y estaba casado con A. R, 12 a?os m¨¢s joven. Ten¨ªan un hijo en com¨²n. El hombre, que trabajaba en el campo y era analfabeto, maltrat¨® a su esposa hasta que esta decidi¨® abandonarle. Un familiar afirm¨® que entraba pronto en c¨®lera y que lo tem¨ªa hasta su madre, a la que hab¨ªa agredido alguna vez, seg¨²n la cr¨®nica publicada el 24 de enero por el semanario El Caso. El fondo puede consultarse en la biblioteca central de la Universidad CEU San Pablo.
Celos enfermizos
El asesino hab¨ªa pasado unos a?os fuera de Alcaudete. Trabaj¨® en Alemania, desde donde enviaba grandes sumas de dinero al sacerdote asesinado para la ermita de la Fuensanta. Pese a su buena voluntad, le perd¨ªa su impulso irascible, motivo por el que le abandon¨® una novia con la que ten¨ªa una hija. En el pa¨ªs germano, Caballero logr¨® reunir unos ahorros que le valieron para comprar una casa y algunas tierras a su regreso. Pero no volvi¨® solo. Lo hizo acompa?ado de A.R, una joven a la que hab¨ªa conocido gracias a la mediaci¨®n de una familia gallega. El hombre comenz¨® a escribirle cartas, fue a verla a Bouzas-Tamallancos, la aldea de Ourense en la que viv¨ªa, y le propuso matrimonio. Ella acept¨® sin saber el infierno que le aguardaba.
La pareja se cas¨® el 15 de septiembre de 1968. Durante la noche de bodas, Caballero descubri¨® que su mujer hab¨ªa mantenido relaciones ¨ªntimas con anterioridad. Ella lo reconoci¨®, pero no confes¨® la identidad de su amante. Aquella noticia alter¨® sobremanera a Caballero, que nunca pudo desprenderse de esos celos enfermizos, tal y como relata el crimin¨®logo Luis Miguel S¨¢nchez Tostado en Cr¨®nicas del crimen, publicado por la editorial Jabalcuz en 2002. La historia del cura asesinado en Alcaudete es una de las 30 que conforman el libro, que recoge los sucesos de mayor impacto social acontecidos en la provincia de Ja¨¦n. S¨¢nchez Tostado reconoce que el marido sospechaba de que el responsable de la deshonra fue el cura, en el periodo que pas¨® desde que la mujer lleg¨® al pueblo hasta el enlace. Una idea ¡°alimentada con absurdas asociaciones mentales que incrementaron su desconfianza y agresividad¡±. Caballero decidi¨® entonces volver a Alemania, lugar hasta donde crey¨®, en su delirio, que les hab¨ªa seguido el religioso. Su obsesi¨®n aument¨® hasta tal punto que oblig¨® a su mujer a grabar en una cinta magnetof¨®nica una confesi¨®n con las supuestas relaciones, dictada por ¨¦l. Luego volvieron al pueblo.
La convivencia entre la pareja no dej¨® de complicarse. Sus vecinos aseguraban que Caballero ten¨ªa la ¡°mano ligera¡± y que maltrataba a su esposa. Esta abandon¨® el hogar pocos meses despu¨¦s de casarse. Se escap¨® a una fonda de la localidad jienense, donde esper¨® a que llegara su padre, que la llev¨® de vuelta a su aldea natal, donde permaneci¨® cinco meses. All¨ª naci¨® el primer hijo de la pareja, que pronto volver¨ªa a estar junta. Caballero acudi¨® a Ourense para convencer a su esposa de que deb¨ªa regresar con ¨¦l. Le prometi¨® que nunca m¨¢s dudar¨ªa de la paternidad del hijo, que no volver¨ªa a enfadarse, ni a sentir celos, ni a darle motivo de queja. Sin embargo, a los pocos d¨ªas, R. tuvo que regresar al cuartel de la Guardia Civil para denunciar malos tratos.
Informe psiqui¨¢trico
A. R abandon¨® a su marido en repetidas ocasiones, pero siempre le perdonaba. Lo hac¨ªa por las imposiciones sociales de la ¨¦poca y aconsejada por el p¨¢rroco, que escuchaba paciente sus lamentos y le explicaba sus obligaciones conyugales. Los vecinos afirmaron que, tres d¨ªas antes del crimen, el asesino propin¨® una paliza a su esposa y que luego la amenaz¨® varias veces de muerte. Ella se atemoriz¨® tanto que decidi¨® dejarle definitivamente, as¨ª que prepar¨® su equipaje el s¨¢bado 17 de enero, un d¨ªa antes del asesinato. La mujer aprovech¨® que ¨¦l se marchaba a primera hora de la ma?ana a trabajar en la recogida de la aceituna. Llam¨® a un taxi, carg¨® las maletas y dio las llaves de su casa a una vecina. Una vez m¨¢s se fue a la fonda del pueblo.
Al volver, el marido pens¨® que hab¨ªa regresado a su aldea gallega para refugiarse en su familia. Responsabiliz¨® de ello al p¨¢rroco, al que acus¨® de haberle facilitado el dinero para el viaje. Pas¨® la noche martiriz¨¢ndose y a la ma?ana siguiente sali¨® de su vivienda seguro de acabar con la vida del cura.
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El juicio por el asesinato del religioso se celebr¨® el 3 de noviembre de 1970. El agresor declar¨® que se hab¨ªa dirigido a ¨¦l para reprocharle la intromisi¨®n en su vida y que este le respondi¨® de forma grosera. El argumento fue rechazado por los testigos. El tribunal lo conden¨® a 10 a?os de prisi¨®n considerando su delirio como eximente incompleto. Un informe psiqui¨¢trico determin¨® que el asesino confeso padec¨ªa paranoia, por lo que se recomend¨® su ingreso en un psiqui¨¢trico penitenciario.
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