El caso del cad¨¢ver descuartizado que lleg¨® en tren a ¡°Madryz¡±
Hace 90 a?os un cuerpo sin cabeza fue hallado dentro de un caj¨®n enviado desde Barcelona a la estaci¨®n madrile?a de Atocha
Hab¨ªan pasado meses y nadie reclamaba un caj¨®n pesado que cog¨ªa polvo en el almac¨¦n de la estaci¨®n madrile?a de Mediod¨ªa, en Atocha. En el env¨ªo alguien ha escrito mal el nombre de la ciudad: ¡°Madryz¡± y aparece facturado, a portes debidos, en la Estaci¨®n de Francia de Barcelona, el 10 de diciembre de 1928. El 1 de mayo de 1929 se decide abrirla. El mozo encargado de sacar los clavos de la madera se topa, entre restos de papel de peri¨®dico, con una sorpresa macabra: el cuerpo de un hombre con una pierna cortada. Al cad¨¢ver, adem¨¢s, le falta la cabeza.
Al d¨ªa siguiente, los diarios publican que varios familiares se han interesado por un pariente desaparecido desde hace meses. Preguntan por Pablo Casado, tiene 30 a?os y se dedica a fabricar cajas de lujo para bombones que vende por toda Espa?a, recogen las hemerotecas. Dicen que desde Madrid hab¨ªa marchado a Barcelona en los ¨²ltimos d¨ªas de noviembre o principios de diciembre. Le pierden el rastro en torno al 6 u 8 de diciembre.
Lo describen los parientes como ¡°moreno, extraordinariamente velludo, refinado hasta la exageraci¨®n en el aseo personal¡±. M¨¢s adelante, alguno de sus clientes recordar¨¢n de ¨¦l que le gustan las joyas y que luce varias sortijas en sus dedos. A?aden que tiene fama de buen muchacho, pero que es demasiado aficionado a divertirse. Un dato de la descripci¨®n resultar¨¢ crucial para conocer el destino de Pablo: los parientes afirman que ha sido operado de hidrocele (una inflamaci¨®n en el escroto) y ese detalle lleva a identificar antes de lo previsto el cad¨¢ver, que presenta una cicatriz que el cirujano que lo oper¨® reconoce en la morgue.
?Qui¨¦n era Pablo Casado? Oriundo de Porcuna (Ja¨¦n), hab¨ªa llegado de joven con su madre a Madrid tras agot¨¢rseles el dinero de la herencia paterna. Para subsistir, ¨¦l se coloca como mozo de una f¨¢brica de cajas de cart¨®n y su madre cose ropa de mu?ecas. H¨¢bil con el dibujo, se aficiona a pintar cajas de bombones y de ah¨ª saca un sobresueldo. Muchos a?os m¨¢s tarde, ya en Barcelona, decide vender los olivares que a¨²n le quedaban en Ja¨¦n para comprar maquinaria que instalar en los bajos de su casa en el barrio de Sant Gervasi, donde regenta su peque?a f¨¢brica de cajas de cart¨®n.
Las pesquisas se inician de inmediato en Barcelona. En el domicilio de Casado la polic¨ªa encuentra el resto de unas manchas que han sido lavadas. Varias operarias de su f¨¢brica se hab¨ªan extra?ado, y as¨ª lo declaran a la polic¨ªa, de que la casa estuviera tan limpia tras un fin de semana, el ¨²ltimo del que se tuvo noticias de su patr¨®n. No era algo frecuente.
Pasan decenas de testigos por la comisar¨ªa. Sobre un pu?ado de ellos se cierne la sospecha. Entre ellos, el criado de la v¨ªctima, Ricardo Fern¨¢ndez S¨¢nchez-Seco, Ricardito, de 26 a?os, originario de Pastrana (Guadalajara). Es un hombre peque?o y contrahecho que ha venido trabajando como sirviente de Pablo Casado desde que lo conoci¨®, cinco a?os atr¨¢s, en una tertulia en Madrid. Tambi¨¦n un amigo cercano, Jos¨¦ Mar¨ªa Figueras, y un antiguo socio, Antonio Arag¨®n, quedan detenidos.?En una carta de agosto, Casado se lamentaba de algunos disgustos con ¨¦l. Al cabo de unos d¨ªas, la polic¨ªa lo deja en libertad. En otro punto tambi¨¦n se arresta a otro socio, Luis Moret, con el que Casado hab¨ªa compartido vivienda, pero la polic¨ªa lo libera. S¨¢nchez y Figueras son ya los principales sospechosos.
En los interrogatorios se insin¨²a de manera m¨¢s o menos velada la homosexualidad de Casado. Como era habitual en la ¨¦poca, el fabricante de cajas la ocultaba. Unos clientes suyos en Salamanca aseguran que sol¨ªa mostrarles fotos de muchachas, a las que llamaba sus novias, pero que en realidad solo quer¨ªa a una de verdad, Sara Cristelli. Tambi¨¦n en Santander, Zamora o Madrid ha cortejado a j¨®venes, a las que regala cajas de bombones. Al due?o de una confiter¨ªa le confiesa que quiere ser rico para construir una magn¨ªfica sepultura donde guardar los restos de su madre y reposar ¨¦l cuando muera. En una de sus ¨²ltimas cartas invitaba a un representante a visitar la Exposici¨®n de Barcelona, que se inaugurar¨ªa pocos d¨ªas despu¨¦s de la aparici¨®n de su cuerpo mutilado. Pero en esas cartas no hay nada que sugiera que se sintiera amenazado.
Una plancha y una sierra
Ante las preguntas de los polic¨ªas,? Figueras, un joven de la clase alta burguesa de la ciudad, se muestra firme y tranquilo. Ricardito, en cambio, parece m¨¢s nervioso. Pero los largos d¨ªas de interrogatorios hacen mella en el ¨¢nimo de Figueras, y, aunque siempre niega la autor¨ªa del crimen, a ratos se viene abajo.
A Ricardito le muestran una plancha con una mancha de sangre y una sierra que hab¨ªa aparecido en el lugar. Se desvanece, pero se mantiene firme en su inocencia. Eso s¨ª, asegura que su amo le deb¨ªa 400 pesetas y le adeudaba tambi¨¦n otras 150 pesetas por un pr¨¦stamo pendiente de cobro. La situaci¨®n econ¨®mica de Casado era apurada: llega a pedir a sus obreras peque?as cantidades de dinero para atender necesidades b¨¢sicas. Ricardo carga contra el otro sospechoso: lo acusa de dormir a menudo en casa de su patr¨®n. Las pesquisas policiales cercan al joven burgu¨¦s: tiene un laboratorio de qu¨ªmica y el cad¨¢ver hab¨ªa aparecido tratado con un producto con idea de ralentizar la descomposici¨®n.
En un renuncio, Ricardito dice que a su patr¨®n lo mataron unos asaltantes. Ese desliz y los indicios acumulados llevan al juez a ordenar una reconstrucci¨®n de los hechos. La noche del 22 de mayo, en el trayecto desde la c¨¢rcel a la que hab¨ªa sido su casa, pregunta a los agentes qu¨¦ pena le corresponder¨ªa; ellos lo animan a confesar para que vea reducido el castigo. Cuando llega al domicilio de la calle Orteu y ve un caj¨®n de madera usado para la reconstrucci¨®n, se viene abajo: solo ¨¦l, a pesar de su corta estatura y debilidad f¨ªsica, fue autor del crimen y el descuartizamiento.
Y as¨ª confiesa que lo hizo: la noche del s¨¢bado 8 de diciembre de 1928 estaba solo en la casa. Su amo hab¨ªa ido a cenar a casa de unos amigos. ?l se acost¨®, pero cuando lleg¨® Pablo Casado, sobre la medianoche, lo despert¨® para pedirle que le preparara una sopa y un huevo. Le contest¨® que no eran horas de cenar y que le deb¨ªa cuatro mensualidades. Entonces su amo le arroj¨® un objeto, mientras lo insultaba. Y ¨¦l cogi¨® una plancha el¨¦ctrica y le atiz¨® con fuerza. Casado se asi¨® de su pelo y le arranc¨® pelos, que a¨²n conservaba el cad¨¢ver cuando fue descubierto en la estaci¨®n de Atocha. Con el cuerpo yaciente, al cabo de un rato, Ricardito cogi¨® cuchillo y sierra, y lo descuartiz¨® para que cupiese en la caja. Guard¨® la cabeza entre algodones y papeles. El cuerpo lo meti¨® en el caj¨®n y lo arrastr¨® por las escaleras, hasta el portal.
Al d¨ªa siguiente envolvi¨® la cabeza y con ella bajo el abrigo se dirigi¨® en tranv¨ªa hasta el puerto de Barcelona, donde arroj¨® el bulto junto a un barco. De vuelta a casa, limpi¨® las huellas y recogi¨® el piso. Llegado el lunes, Ricardito les dijo a las muchachas de la f¨¢brica que su patr¨®n estaba ausente. Ellas pasaron confiadas junto al caj¨®n que conten¨ªa el cuerpo. El asesino, con un carret¨®n que hab¨ªa pedido prestado al casero, lo llev¨® a la Estaci¨®n de Francia y lo factur¨® para Madrid.
Tras la reconstrucci¨®n, el juez le pidi¨® al asesino confeso que escribiera el nombre de la capital de Espa?a. Ricardo Fern¨¢ndez S¨¢nchez escribi¨® ¡°Madryz¡±. Solo quedaba pendiente encontrar la cabeza perdida de Pablo Casado. D¨ªas pasaron los buzos sumergi¨¦ndose en el muelle de Sant Bertran de Barcelona para hallarla. Nunca apareci¨®.
La noticia de la resoluci¨®n del caso reson¨® en toda Espa?a. El juez instructor rechaz¨® un banquete popular que se le prepara en homenaje a su labor. Tendr¨¢n que pasar unos meses, hasta el 3 de febrero de 1930, para que empiece el juicio, pero el inter¨¦s que ha suscitado el asesinato no ha decrecido. Frente al palacio de Justicia, desde la madrugada, se forman colas de p¨²blico que quiere ver a Ricardito y el famoso caj¨®n de madera. El relato de los hechos desvela que amo y criado manten¨ªan una relaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la laboral. Ricardito lo niega. Su defensa arguye que reconoci¨® la culpa solo por el agobio de la incomunicaci¨®n y los constantes interrogatorios. La condena llega el d¨ªa 18 de febrero de 1930: 16 a?os de prisi¨®n por homicidio y una indemnizaci¨®n de 30.000 pesetas a los familiares de su amo, Pablo Casado.
El honor da?ado por 'La huella del crimen'
El caso del cad¨¢ver descuartizado protagoniz¨® el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la famosa serie de televisi¨®n La huella del crimen, producida por Pedro Olea, que TVE emiti¨® el 24 de mayo de 1985. Pero aquella noche los telespectadores se encontraron con un extra: la cadena emit¨ªa una declaraci¨®n de Olea "con el fin de dar una reparaci¨®n al posible deterioro del honor" de Jos¨¦ Mar¨ªa Figueras. Ya con 78 a?os, uno de los amigos y detenidos por la muerte de Casado, como recogen las hemerotecas. En declaraciones a EL PA?S, Figueras se lamentaba de c¨®mo toda su vida se hab¨ªa sentido perseguido por la calumnia: "al cabo de casi 60 a?os de aquello, un programa de televisi¨®n resucita de nuevo la mentira". En el programa se le llamaba F¨¤bregas, y se mostraba que hab¨ªa mantenido una relaci¨®n sentimental con Casado. El protagonista de la pel¨ªcula Arrebato, Joaqu¨ªn Navascu¨¦s, m¨¢s conocido como Will More, daba cuerpo al personaje.
Las disculpas de Pedro Costa no bastaron y Jos¨¦ Mar¨ªa Figueras interpuso una demanda contra el productor y TVE, a los que reclamaba 50 millones de pesetas (300.000 euros). El juez absolvi¨® a ambos al entender que Figueras hab¨ªa dado el consentimiento para la emisi¨®n del programa.
Lea m¨¢s temas de blogs y s¨ªganos en Flipboard.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.