De la pol¨¦mica Almudena a un ¡®San Pedro¡¯ futurista para Madrid
En la d¨¦cada de los cincuenta, dos arquitectos so?aron con una catedral rompedora, 50% mayor que la bas¨ªlica vaticana, para el lugar del Templo de Debod
Era la capital de la Monarqu¨ªa Cat¨®lica, pero Madrid no ten¨ªa catedral. Felipe II hab¨ªa mudado la corte a aquella villa de 30.000 habitantes en el coraz¨®n de la Pen¨ªnsula, pero en las cosas de la Iglesia se mandaba todav¨ªa desde Toledo. La capitalidad resultaba demasiado suculenta para que el arzobispado toledano dejara volar libre a su vecina al norte. Y sin di¨®cesis propia, no hab¨ªa catedral. Los prelados de la antigua capital imperial vetaron los planes para erigir una, los m¨¢s antiguos del siglo XVI, el mismo en que la corte se asent¨® en Madrid. Casi todos los planes con la advocaci¨®n a la Almudena, la imagen de la virgen de la ciudadela (¡°al-mudayna¡±) que los cristianos, tan oportunos, hab¨ªan encontrado en las murallas musulmanas tras tomar la ciudad.
Pero no hubo veto sin intento. Amagaron con levantarla Felipe III y Felipe IV. Cambiaba la dinast¨ªa real, terminaban las obras del inmenso Palacio de Oriente ¡ªesa mole erigida en occidente¡ª y un arquitecto ofrec¨ªa a Carlos III ampli¨¢rselo con una catedral que empeque?eciera a¨²n m¨¢s la capilla palaciega. Pero tampoco esa idea sali¨® adelante.
A Isabel II, ya en el siglo XIX, su ministro de Hacienda le plante¨® levantar una seo en la parte del Ensanche que le crec¨ªa por el norte a Madrid: Chamber¨ª. Ser¨ªa neog¨®tica, un estilo que mantendr¨ªa luego un nuevo plan, ya en tiempos de Alfonso XII y su catolicismo pompier. Quiso aquel rey que el templo anidase en un solar suyo: frente por frente a su palacio. Una gran iglesia, s¨ª, pero a¨²n no una catedral, que para que el proyecto ascendiera en el escalaf¨®n tuvo que morir Mar¨ªa de las Mercedes de Orleans sin hijos y, por tanto, expulsada para los restos del pudridero de El Escorial. Alfonso XII, triste de ¨¦l, va en busca de un pante¨®n para Mercedes, y el arquitecto Marqu¨¦s de Cubas, que ya hab¨ªa entregado un primer proyecto para la iglesia frente a palacio de una escala monumental, lo aumenta y lo hace m¨¢s imponente. ¡°Surge un templo descomunal, ambicioso en su planta, alzado y secciones¡±, advierte Pedro Navascu¨¦s, que fue catedr¨¢tico de Historia del Arte y de la Arquitectura de la UPM.
El aliento del rey al proyecto bastar¨ªa para desmontar el terreno, zanjarlo para arraigar los pilares y edificar al menos la cripta, pero tampoco: 18 a?os despu¨¦s de comenzar a allanarse el terreno, en 1899, ni siquiera esa parte estaba terminada. Aquella catedral hab¨ªa heredado una pereza de siglos. Su cripta, un bosque de columnas neorrom¨¢nicas, se termin¨® en 1911. ¡°Con el siglo XX se ralentiza el proyecto, a pesar de los empe?os de la monarqu¨ªa y sobre todo del Ayuntamiento¡±, apunta Navascu¨¦s. La Guerra Civil para unas obras ya de por s¨ª morosas. ¡°No es dif¨ªcil imaginar que los a?os previos a la guerra la construcci¨®n de la catedral es algo menor y secundario¡±. Tampoco ser¨ªa crucial luego, en un pa¨ªs devastado por el conflicto. ¡°?C¨®mo iba a dar dinero el arzobispado si todav¨ªa se estaban celebrando misas en garajes?¡±, pone en boca de un prelado de la ¨¦poca Pedro Navascu¨¦s.
La arquitectura espa?ola se sacud¨ªa la posguerra en un concurso en 1944 para retomar el proyecto, que ganan los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro de la Puerta. Navascu¨¦s, disc¨ªpulo del primero, asegura que ambos entend¨ªan que ¡°hab¨ªa que reducir el volumen¡± del proyecto inicial, pero que, al tiempo, ¡°estaban obligados por la planta del edificio neog¨®tico planteado por el Marqu¨¦s de Cubas¡±. Los pilares ya llevaban d¨¦cadas asomando del suelo como las costillas de un animal muerto que incordia a la vista.
El nuevo templo se adelgaza, pierde volumen y altura, se va tornando neocl¨¢sico para que no chirr¨ªe tanto enfrentado al Palacio Real. Vio Navascu¨¦s levantar la fachada a la calle Bail¨¦n con su maestro, Chueca. Asegura que se suscit¨® un debate ¡°interminable¡± entre quienes dec¨ªan que se deb¨ªa ¡°volar todo¡±, ¡°dejarlo como una ruina¡±, pero que aquel arquitecto ¡°no cedi¨® nunca¡± y ¡°lidi¨®¡± con la parte pol¨ªtica, la religiosa y la t¨¦cnica, con la oposici¨®n acre de muchos colegas. ¡°Una vez que uno se empe?a en seguir, la obra tira de uno¡±, defiende su alumno tantos a?os despu¨¦s.
Al final en los a?os ochenta las administraciones se empe?aron en acabar la obra y en 1993 se consagr¨®. ¡°No puedes tener en el coraz¨®n de la ciudad una obra a medio hacer¡±, afirma Navascu¨¦s. Partes del acabado no gustaban a Chueca, detalla su disc¨ªpulo. ¡°No concibi¨® la incorporaci¨®n de las esculturas ni de las pinturas de Kiko Arg¨¹ello [en el interior de la catedral]; hubo una capacidad de iniciativa que tiene la Iglesia tiene sobre sus propios bienes, fue alterando y colocando; eso tambi¨¦n le dol¨ªa¡±.
Del g¨®tico a los hangares
Si los primeros cristianos celebraban en casas particulares, su sucesores lo pod¨ªan hacer en un espacio que sirviera hasta para albergar aviones. Cabrero y Aburto quieren mitigar las cr¨ªticas, tanto t¨¦cnicas como eclesiales, demostrando que su obra es factible y "piadosa". "El g¨®tico conlleva una tecnolog¨ªa que permite hace m¨¢s grandes, m¨¢s elevadas y m¨¢s luminosas. Ellos se dicen '?cu¨¢l es la tecnolog¨ªa de nuestro tiempo?', y la tecnolog¨ªa es la ingenier¨ªa de los hangares", apunta el arquitecto Jos¨¦ de Coca.?
Una catedral a medias y otra so?ada
A partir de 1944, Madrid se apeaba de aquella primera catedral g¨®tica y recargada para una ciudad que, como dijo Francisco Umbral, no es ni l¨ªrica ni g¨®tica. Pero el escritor tambi¨¦n afirm¨® que las ciudades, ¡°hay que inventarlas para que existan¡±. Si el concurso que ganaron Chueca y Sidro de la Puerta hab¨ªa agitado el panorama arquitect¨®nico, seis a?os m¨¢s tarde la convocatoria de la I Bienal Hispanoamericana de Arte orea la dictadura con ideas y tendencias alejadas de la gazmo?er¨ªa oficial.
Neorrom¨¢nica la cripta, neog¨®tico el interior, neocl¨¢sico el exterior de La Almudena. Y neos tambi¨¦n eran muchos arquitectos que mediado el siglo XX siguen defendiendo esas vueltas al pasado. Pero, para nueva de verdad, la vanguardia. Dos arquitectos, Francisco de As¨ªs Cabrero y Rafael Aburto presentan para la Bienal una propuesta para un templo de dimensiones descomunales y forma ins¨®lita para las catedrales, erigidas hasta entonces sobre plantas en forma de cruz: quieren que como una proa de planta triangular se asome al Manzanares en los terrenos del Cuartel de la Monta?a. Saben que la forma va a chocar: ¡°No pretendemos que nuestro proyecto fuese popular, sino, por el contrario, aportar una emoci¨®n nueva en formas¡±, y la elegida es fruto del ¡°estudio l¨®gico de la compleja funci¨®n de una catedral, como monumento lit¨²rgico y edificio utilitario que no puede ser malograda en aras de un aburrido mimetismo¡±.
Apelan a que ser¨¢ un espacio unitario: unitario e inmenso. ¡°Un 50% mayor que San Pedro de Roma¡±, precisa David Garc¨ªa-Asenjo, arquitecto especializado en arquitectura religiosa y autor del libro Manifiesto arquitect¨®nico paso a paso (Libros.com, 2020), un ensayo sobre la arquitectura contempor¨¢nea vista a trav¨¦s de las iglesias.
La cubierta de la catedral, una escalera ascendiente como la que Jacob so?¨® hacia el cielo, cabalgaba sobre arcos hiperb¨®licos de altura creciente. ¡°Habr¨ªa espacio para 25.000 personas, frente a las 6.000 o m¨¢ximo de 8.000 de la catedral de Sevilla¡±, detalla Garc¨ªa-Asenjo. En la parte m¨¢s alta de la estructura, a m¨¢s de 50 metros sobre el suelo, un ¨®culo gigantesco iluminar¨ªa una enorme cruz en el interior (Cabrero hab¨ªa dise?ado una para Cuelgamuros a?os antes). Y lo acompa?an de un campanario esquem¨¢tico y gigantesco, deudor de las torres de alta tensi¨®n.
¡°Cabrero busca lo que llama ¡®el estilo desornamentado¡¯; piensa que la estructura genera espacio arquitect¨®nico y que el ornamento sobra¡±, detalla el arquitecto Jos¨¦ de Coca, profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid, que ha investigado el trabajo de aquellos pioneros, con una vanguardia te?ida de sentido com¨²n y adaptaci¨®n a lo disponible. En los cuarenta, en plena autarqu¨ªa, con escasez de acero y hormig¨®n, se amoldan retomando la construcci¨®n con ladrillo. ¡°Cabrero es un arquitecto realista; hab¨ªa estado como zapador durante la guerra civil¡±, ilustra De Coca. ¡°Los arquitectos anteriores de la generaci¨®n de 1925, como ellos, est¨¢n preocupados por hacer una arquitectura moderna pero que surja de la tradici¨®n espa?ola, como una evoluci¨®n¡±. Cabrero ¡°siempre est¨¢ mirando hacia adelante y hacia atr¨¢s en la historia". En la Feria del Campo en 1950 llega a hacer una peque?a capilla de planta triangular y secci¨®n parab¨®lica, "un prototipo de la futura catedral¡±.
Tambi¨¦n traen aires de fuera. Admiran la arquitectura italiana del EUR o la Estaci¨®n Termini de Roma. "Con su catedral de p¨®rticos de hormig¨®n con intrad¨®s de arcos parab¨®licos est¨¢n cercanos a las catedrales de Terragni", especifica el profesor de arquitectura. De Freyssinet, Cabrero admira sus naves de dirigibles de arcos parab¨®licos de hormig¨®n construidas en Orly (Par¨ªs); de Max Berg, la Sala del Centenario en Breslavia (Polonia), con su estructura de anillos y arcos de hormig¨®n entre los que penetra la luz uniforme y de Nervi el techo de arcos entrecruzados que transmite las cargas a lo pilares en los extremos para reducir los apoyos al m¨ªnimo, en su hangar en Orvieto?(Italia). ¡°Obras que deben tanto a la arquitectura como a la ingenier¨ªa y que recoge en sus Cuatro Libros de Arquitectura¡±, asegura De Coca.
Garc¨ªa-Asenjo destaca ¡°lo radicalmente moderno¡± que es el edificio, adelantado en m¨¢s de una d¨¦cada al aggiornamiento del Vaticano II, por las estructuras que permiten cubrir ese gran espacio y adem¨¢s sin darle ning¨²n revestimiento. ¡°S¨¢enz de O¨ªza, que es m¨¢s joven y les replica, propone en la Bas¨ªlica Hispanoamericana de la Merced de la calle Orense una arquitectura m¨¢s tradicionalista y adem¨¢s pretend¨ªa forrarla con un revestimiento, algo que al final no se hizo¡±. Otro colega, Secundino Zuazo, celebra la valent¨ªa del proyecto, pero se pregunta c¨®mo se podr¨ªa construir en un escenario de escasez una obra as¨ª, si San Pedro tard¨® tanto en hacerse con m¨¢s medios.
El concurso de la Bienal qued¨® desierto y el proyecto, un sue?o tan necesario como esas colecciones de alta costura con prendas que nadie vestir¨¢ nunca, al menos sirvi¨® para jalear la creatividad y las tendencias. La catedral solo asom¨® a ese balc¨®n de la cornisa sobre el Manzanares, la ¡®fachada imperial¡¯ de la ciudad, en unos dibujos y fotomontajes publicados por la revista Arquitectura. ¡°Hacia el mar de Madrid, cuya orilla es el paseo de Rosales, avanza la nave de la bas¨ªlica catedral¡±, creyeron por un momento sus autores. En un lugar donde habr¨ªa cabido todo el orbe celestial cristiano, hoy hay espacio para el dios egipcio Am¨®n, resguardado en el templo de Debod.
Este reportaje pertenece a la serie ?rase una vez Madrid, dedicada divulgar a aspectos poco conocidos del pasado de la ciudad y que se publican semanalmente a lo largo del verano. Puede leer aqu¨ª los reportajes ya publicados Las otras 'Gran V¨ªa' que no pudieron ser,?La primera plaza de Espa?a de la que solo se salv¨® Cervantes?y?Una enorme calle para un ¡®Escorial¡¯ laico y republicano; y?ver las fotogaler¨ªas As¨ª ser¨ªa el Madrid del futuro,?Tres siglos de la plaza de Espa?a de un vistazo?y?La Castellana naci¨® de una fuente y una casa de campo.?
Un sue?o para el Madrid religioso: el Sumo Hacedor
Una maqueta de m¨¢rmol custodiada por el Museo Reina Sof¨ªa condensa un sue?o ut¨®pico de otro de los brillantes arquitectos que congreg¨® la I Bienal de Arquitectura convocada en 1950. Casto Fern¨¢ndez Shaw hab¨ªa concebido una bas¨ªlica con una forma sorprendente: unas burbujas entrelazadas, un igl¨² ahusado, "una gran monta?a que coloca en el centro de una ciudad", describe Pedro Navascu¨¦s, presidente de la Secci¨®n de Arquitectura de la Real Academia de San Fernando. La llama "bas¨ªlica del Sumo Hacedor". "Es un proyecto de un inter¨¦s extremo porque su estructura desaparece y presenta una morfologi¨¢ que se acerca a la naturaleza". Aquella idea era de otro tiempo, quiz¨¢ de uno que a¨²n no ha llegado. "Al parecer se la rechazaron por no reunir las caracter¨ªsticas, seguramente porque era de una modernidad que traspasa la raz¨®n y se convierte en una verdadera utop¨ªa". El nombre del templo bien podr¨ªa haberlo hecho pasar por un te¨ªsta, pero ¨¦l a?adi¨® una referencia indudablemente cat¨®lica: ¡°Plantea una capilla a la Virgen del Carmen que es, dig¨¢moslo as¨ª, una alegor¨ªa arquitect¨®nica sobre la creaci¨®n del mar¡±, apunta Navascu¨¦s. ¡°Es uno de los grandes arquitectos de la historia de la arquitectura espa?ola¡±.
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