Cuando Espa?a intent¨® exterminar al pueblo gitano
La Gran Redada se prepar¨® en secreto por orden del rey Fernando VI. El 30 de julio de 1749 fueron apresadas 9.000 personas. Las autoridades calificaron la operaci¨®n como "la soluci¨®n final"

Una apacible brisa recorre las calles de Oiartzun, una zona monta?osa de Gipuzkoa a pocos kil¨®metros del mar. Esa ligera corriente de aire hace m¨¢s llevadera la calurosa noche veraniega, pero la del 30 de julio de 1749 no es una noche m¨¢s. Un oficial del ej¨¦rcito entrega al corregidor local un sobre lacrado procedente de Madrid. En su interior, ¨®rdenes concretas del mism¨ªsimo Fernando VI para proceder al arresto de los gitanos durante esa madrugada. Hombres, mujeres y ni?os. Los 14 miembros que forman la familia de Francisca de Alzuru son apresados. La escena se repite en toda Espa?a mientras los escribanos toman nota de los bienes confiscados a los detenidos. Con su venta se va a sufragar la Gran Redada, una operaci¨®n que pretend¨ªa exterminar al pueblo gitano y a la que las autoridades calificaron como "la soluci¨®n final".

La familia de Francisca de Alzuru fue conducida hasta Tolosa. All¨ª esperar¨ªan los destinos establecidos por el marqu¨¦s de Ensenada, mano derecha del rey. A la matriarca, ya anciana, le permitieron volver a su casa de Oiartzun, cuenta David Mart¨ªn en El pueblo gitano en Euskal Herria. Los dem¨¢s miembros fueron enviados a diferentes puntos del pa¨ªs en funci¨®n de su edad y su sexo, sin que apenas opusieran resistencia. Fueron las mujeres gitanas las que m¨¢s lucharon por revertir su situaci¨®n, organizando motines y protestas. El n¨²mero total de detenidos super¨® los 9.000. En ese momento, en Espa?a resid¨ªan 12.000 gitanos, seg¨²n el padr¨®n confeccionado con motivo de la pragm¨¢tica de 1745, que a la postre se comprobar¨ªa incompleto.
Los gitanos llegaron a Espa?a en 1425 como peregrinos cristianos gracias a un salvoconducto de Fernando V de Arag¨®n. Las pol¨ªticas homogeneizadoras iniciadas tras la Reconquista dirigieron hacia las minor¨ªas una bater¨ªa de disposiciones legales y persecuciones que acabar¨ªan con la expulsi¨®n de los jud¨ªos (Edicto de Granada, 1492) y de los moriscos (1609). En cambio, el pueblo gitano consigui¨® superar cualquier intento de exclusi¨®n y control social. Los primeros en dictar una pragm¨¢tica contra ellos fueron los Reyes Cat¨®licos en 1499. Luego llegar¨ªan m¨¢s de 250 leyes y providencias que limitaban sus movimientos y asentamientos. Ninguna tan dura como la pragm¨¢tica de 1749. La Gran Redada pas¨® desapercibida durante dos siglos, hasta que el historiador Antonio G¨®mez Alfaro recuper¨® el episodio en los a?os noventa. No hay consenso sobre el motivo de este olvido. David Mart¨ªn alude a la escasa voz institucional que han tenido hasta ahora los gitanos.
M¨¦todos ilustrados
La operaci¨®n se dise?¨® en secreto por orden del Monarca, al que convenci¨® Gaspar V¨¢zquez Tablada, obispo de Oviedo y gobernador del Consejo de Castilla. El religioso pensaba que hab¨ªan fracasado en el intento de someter a los gitanos a la uniformidad del reino, por lo que era preciso expulsarlos. Para conseguirlo deb¨ªan establecer una prisi¨®n general, algo que imped¨ªa la inmunidad eclesi¨¢stica a la que sol¨ªan acogerse los gitanos. El escollo se salv¨® en 1748 con un acuerdo con la Santa Sede. La p¨¦rdida de asilo eclesi¨¢stico dej¨® a esta etnia sin sitio donde ocultarse. No obstante, algunos religiosos, como el capell¨¢n del convento de Los M¨ªnimos, en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz), les ocultaron e impidieron la entrada de las tropas en los templos. El arzobispo de Sevilla incluso protest¨® en¨¦rgicamente y exigi¨® garant¨ªas para que los detenidos no fuesen castigados. En cambio, en otras ciudades, como V¨¦lez M¨¢laga, los gitanos se entregaron voluntariamente ante el asombro de los soldados.

La intenci¨®n inicial del Consejo de Castilla era arrestarlos y enviarlos a las provincias de Am¨¦rica, donde trabajar¨ªan como mano de obra esclava en f¨¢bricas y minas. El fracaso de Portugal en esta misma empresa un a?o antes abort¨® la operaci¨®n. En su lugar, se acord¨® el exterminio biol¨®gico: si se separaba a hombres y mujeres no podr¨ªan reproducirse y se extinguir¨ªan. ¡°Ya no exist¨ªan galeras donde mandarlos, as¨ª que se quiso atajar el asunto aplicando m¨¦todos ilustrados. Pensar en un holocausto como el que perpetraron los nazis contra los jud¨ªos ser¨ªa absurdo¡±, reconoce David Mart¨ªn.
Las instrucciones estipulaban que las diligencias deb¨ªan abrirse en todas las localidades en la medianoche del d¨ªa se?alado. La carta ordenaba arrestar sin demora a todos los gitanos y separarlos en dos grupos. Los varones de hasta siete a?os permanecer¨ªan con sus madres para aprender oficios ¨²tiles hasta los 15, cuando ser¨ªan destinados a los arsenales de la Marina para desarrollar trabajos forzosos, como el resto de hombres. Las mujeres, en cambio, ser¨ªan obligadas a tejer en f¨¢bricas textiles. De esta manera, el Estado absolutista se garantizaba mano de obra barata. La operaci¨®n ser¨ªa financiada con los bienes de los detenidos, confiscados y subastados para pagar la manutenci¨®n de los reos, el alquiler de carretas y barcos para el viaje.
Indulto
¡°La envergadura del proyecto estaba muy por encima de los medios de la ¨¦poca. La situaci¨®n se desbord¨®. Fue un caos porque las autoridades no sab¨ªan d¨®nde meter a los detenidos y su manutenci¨®n era cara¡±, afirma Manuel Mart¨ªnez, autor de Los gitanos y las gitanas de Espa?a a mediados del siglo XVIII: el fracaso de un proyecto de exterminio. Este historiador se?ala que las autoridades dieron marcha atr¨¢s pasados unos meses, el 28 de octubre. ¡°Cuando comprobaron el gran error que hab¨ªan cometido, liberaron a los gitanos que pod¨ªan demostrar una buena forma de vida¡±. La redada, que deb¨ªa afectar a ¡°vagos y maleantes¡±, se ceb¨® con los gitanos m¨¢s integrados y con oficio reconocido. Estos, a diferencia de los n¨®madas, estaban empadronados y contribu¨ªan a las econom¨ªas locales, que se resintieron, por lo que muchos vecinos y alcaldes exigieron su liberaci¨®n.

Los m¨¢s desamparados continuaron en prisi¨®n hasta 1765, dos a?os despu¨¦s de que el nuevo monarca, Carlos III, les concediera el indulto propuesto una d¨¦cada antes por el duque de Caylus, capit¨¢n general de Valencia. Hab¨ªan pasado 16 a?os detenidos sin juicio alguno. La nueva pol¨ªtica sobre los gitanos espa?oles comenz¨® en 1771 de la mano del conde de Campomanes y culmin¨® en la pragm¨¢tica de 1783. En ella, el primer ministro, el conde de Floridablanca, afirm¨® que ¡°los gitanos no proven¨ªan de ra¨ªz infecta alguna¡± y daba por concluidas las persecuciones. Hoy, m¨¢s de un mill¨®n de espa?oles pertenecen a esta etnia. Diego Fern¨¢ndez, director del Instituto de Cultura Gitana, una fundaci¨®n p¨²blica que promociona y difunde su lengua y sus tradiciones, sostiene que la cuesti¨®n gitana a¨²n est¨¢ pendiente. En su opini¨®n, la persecuci¨®n contin¨²a. ¡°Ya no hay leyes perversas, pero se nos intenta invisibilizar. La integraci¨®n va m¨¢s all¨¢ de aplicar programas asistenciales. Hay que reconocer al pueblo gitano porque Espa?a tambi¨¦n es gitana¡±.
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