Internet no es de ellos: hacia un servicio p¨²blico en red
La informaci¨®n, la educaci¨®n y el conocimiento no deber¨ªa depender, o no exclusivamente, de las decisiones arbitrarias de un pu?ado de billonarios de Silicon Valley
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Un juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, ha comprobado estos d¨ªas lo frustrante que puede resultar pelearse contra una plataforma digital. El viernes suspendi¨® de forma cautelar la actividad de Telegram, una aplicaci¨®n de mensajer¨ªa alternativa a WhatsApp, a ra¨ªz de una denuncia de Mediaset, Atresmedia y Movistar Plus, tres productoras de televisi¨®n que acusan a la red social de utilizar contenidos protegidos por derechos de autor. Este lunes ha tenido que meter la marcha atr¨¢s.
Tanto los juristas especializados como los analistas tecnol¨®gicos se hab¨ªan pasado el fin de semana se?alando que bloquear Telegram era una medida desproporcionada ¡ªperjudicar¨ªa a ocho de millones de usuarios en Espa?a que no tienen nada que ver con esos contenidos ilegales¡ª y est¨¦ril, puesto que no hay forma razonable de llevarla a cabo sin montar una escabechina.
Tambi¨¦n estos d¨ªas ha cundido la inquietud sobre la legislaci¨®n aprobada por la c¨¢mara baja del Congreso estadounidense que amenaza con prohibir TikTok, otra red social, si no rompe sus lazos con ByteDance, su matriz china. El presidente Joe Biden firmar¨¢ la ley si pasa el tr¨¢mite por el Senado. Los argumentos en este caso no provienen de las empresas de comunicaci¨®n, sino del ambiente de guerra comercial con China que desat¨® Donald Trump y que Biden no ha hecho nada por revertir.
El uso masivo de TikTok por los ciudadanos estadounidenses pone un mont¨®n de datos en manos de Pek¨ªn y su entorno empresarial. Tambi¨¦n en este caso, el posible cierre de TikTok en Estados Unidos ha suscitado cr¨ªticas de los usuarios, la inmensa mayor¨ªa de los cuales no tiene nada que ver con el espionaje industrial ni con la guerra comercial. Al igual que Telegram, TikTok tiene algunas ventajas sobre otras plataformas que nadie querr¨ªa perder.
Estos d¨ªas se ha vuelto a o¨ªr a menudo la expresi¨®n ¡°poner puertas al campo¡±, que se pronuncia cada vez que surge la cuesti¨®n de la regulaci¨®n de internet. Es cierto que el campo siempre ha tenido algunas puertas, como las que impiden que los toros bravos se escapen de la dehesa y corneen a los ni?os del colegio de al lado, pero tambi¨¦n lo es que esas puertas de alambre fino y madera rancia se rompen con una pasmosa facilidad. La inteligencia artificial, que centra el actual debate de la regulaci¨®n a los dos lados del Atl¨¢ntico, no hace sino confirmar la tarea descomunal que los reguladores tienen por delante, y que tal vez no concluya nunca.
Pero hay una idea alternativa que no consiste en bloquear ni prohibir redes ¡ªun vano prop¨®sito con toda probabilidad¡ª, sino en crearlas. En crear unas plataformas, aplicaciones y redes sociales que funcionen como un servicio p¨²blico, como un recurso para los ciudadanos, en lugar de como un negocio para las mayores compa?¨ªas del mundo. Por emplear una met¨¢fora pretecnol¨®gica, que exista un ciudadano Kane no nos debe privar de la BBC. La informaci¨®n, la educaci¨®n y el conocimiento no deber¨ªa depender, o no exclusivamente, de las decisiones arbitrarias de un pu?ado de billonarios de Silicon Valley.
Tendremos que ser nosotros, los ciudadanos y nuestros representantes pol¨ªticos, quienes fundemos y financiemos otro estilo de red, una internet que funcione como un servicio p¨²blico. As¨ª es como la concibieron sus creadores, que eran cient¨ªficos que pusieron su enorme talento al servicio de la sociedad.
Cuarenta a?os despu¨¦s, va siendo hora de desarrollar ese proyecto inicial. Los videojuegos han estado muy bien para costear el desarrollo de las tecnolog¨ªas necesarias, pero ahora tenemos que aterrizar en el duro, tenebroso e injusto suelo que yace debajo de la pantalla. La cient¨ªfica y experta en medios Helen Jay recoge algunas iniciativas interesantes en Scientific American. L¨¦elas y, sobre todo, piensa otras por ti mismo. El mundo espera tus ideas.
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