Un estudio internacional sugiere que la radiaci¨®n de un TAC en la infancia eleva el riesgo de desarrollar c¨¢ncer
Los expertos matizan que el peligro es bajo, pero reclaman concienciaci¨®n para no abusar de esta t¨¦cnica y ajustar al m¨¢ximo las dosis usadas
La radiaci¨®n en contextos m¨¦dicos es como una moneda con dos caras. Se trata de una herramienta terap¨¦utica y de diagn¨®stico extremadamente ¨²til para tratar y curar muchas enfermedades, pero tambi¨¦n puede ser peligrosa para el organismo si la exposici¨®n o las dosis empleadas son demasiado elevadas: la radiaci¨®n provoca mutaciones y cambios en el ADN de las c¨¦lulas que pueden inducir al c¨¢ncer. El balance entre el riesgo y el beneficio es el pan de cada d¨ªa de los m¨¦dicos que recurren a esta t¨¦cnica y, conocedores de los riesgos, cada vez acostumbran a afinar m¨¢s las indicaciones y ajustar las dosis para minimizar los peligros y maximizar sus bonanzas. Sin embargo, el riesgo cero no existe y un nuevo estudio internacional liderado por cient¨ªficos del ISGlobal de Barcelona y publicado hoy a?ade m¨¢s evidencia sobre el impacto de la exposici¨®n a la radiaci¨®n, incluso a dosis bajas: el an¨¢lisis sugiere que la radiaci¨®n de una tomograf¨ªa computerizada (TAC) en la infancia eleva tambi¨¦n el riesgo de desarrollar un tumor hematol¨®gico. La investigaci¨®n estima que, por cada 10.000 ni?os examinados con esta t¨¦cnica, uno o dos pueden sufrir un c¨¢ncer de la sangre en los 12 a?os siguientes a causa de esta exposici¨®n. Los expertos matizan que el riesgo individual es bajo, pero sus conclusiones invitan a aumentar la concienciaci¨®n entre los m¨¦dicos para no abusar de esta t¨¦cnica y controlar al m¨¢ximo los niveles de exposici¨®n.
Todo el mundo est¨¢ expuesto a peque?as cantidades de radiaci¨®n en su vida diaria. Procedentes del suelo, de las rocas, el agua, materiales de construcci¨®n¡ Nadie se libra de la llamada radiaci¨®n de fondo natural. Pero las dosis que se emplean en contextos m¨¦dicos acostumbran a ser m¨¢s elevadas que estos niveles que arroja el entorno natural. Por ejemplo, una radiograf¨ªa de t¨®rax equivale a un d¨ªa de exposici¨®n a la radiaci¨®n de fondo natural; un TAC craneal es similar a ocho meses de radiaci¨®n de fondo y un TAC abdominal es como 20 meses.
Nada de todo eso es inocuo. La comunidad cient¨ªfica sabe desde hace tiempo que la exposici¨®n a dosis elevadas de radiaci¨®n ionizante es un factor de riesgo para desarrollar tumores hematol¨®gicos en ni?os y adultos, por eso vigila de cerca sus indicaciones y se cuida de excederse en su uso ¡ªse consideran dosis moderadas m¨¢s de 100 miligrays (es la unidad de medici¨®n de la dosis de radiaci¨®n absorbida por el organismo) y dosis altas, m¨¢s de un gray¡ª. Los radi¨®logos, de hecho, siguen a rajatabla el principio ALARA, que es el acr¨®nimo en ingl¨¦s de la expresi¨®n ¡°tan bajo como sea razonablemente posible¡± (as low as reasonably achievable).
Sin embargo, los riesgos reales en ni?os y adolescentes de la exposici¨®n a dosis de radiaci¨®n que se emplean para hacer un TAC, que acostumbran a estar por debajo de los 100 miligrays, han sido, durante mucho tiempo, ¡°inciertos¡± y objeto de debate entre los cient¨ªficos, exponen los investigadores de ISGlobal para justificar el origen de su investigaci¨®n. ¡°Los TAC son procedimientos que se han usado desde finales de los a?os setenta y son un sistema fant¨¢stico para el seguimiento de patolog¨ªas. Con el desarrollo de esta t¨¦cnica, cada vez hay m¨¢s aplicaciones y hace 15 a?os vimos que se hab¨ªa aumentado su uso y decidimos hacer un seguimiento porque las dosis [de radiaci¨®n] son m¨¢s altas que las de una radiograf¨ªa normal. No es un estudio para generar alarma, sino para evaluar riesgos y generar datos para asegurarnos de que los pacientes est¨¢n protegidos¡±, avanza Elisabeth Cardis, jefa del Grupo de Radiaci¨®n de ISGlobal y coordinadora del estudio, que se ha publicado en la revista Nature Medicine.
Los investigadores de ISGlobal analizaron los datos de cerca de un mill¨®n de personas de nueve pa¨ªses europeos que se sometieron a un TAC antes de los 22 a?os. Con la informaci¨®n disponible, intentaron reconstruir su historial radiol¨®gico para estimar la dosis de radiaci¨®n absorbida por su m¨¦dula ¨®sea y, tras cruzar los datos con registros de mortalidad y c¨¢ncer, encontraron una asociaci¨®n entre las dosis totales de radiaci¨®n en m¨¦dula ¨®sea procedentes del TAC y el riesgo de desarrollar un c¨¢ncer hematol¨®gico. Los resultados apuntaron a que un TAC actual aumenta un 16% el riesgo de desarrollar tumores malignos.
Cardis contextualiza estas cifras: ¡°El riesgo aumenta, pero es un riesgo bajo a nivel individual¡±. La investigadora se?ala que estos datos entran dentro de lo esperado. ¡°Hicimos este estudio porque, hasta hace poco, hab¨ªa un debate sobre los efectos de las dosis bajas. Hab¨ªa mucha gente de protecci¨®n radiol¨®gica que pensaba que con dosis bajas no pasaba nada y nosotros dud¨¢bamos de si no hab¨ªa nada o el riesgo era bajo¡±, justifica. El riesgo es peque?o, pero no se puede despreciar.
La cient¨ªfica de ISGlobal admite que, en los ¨²ltimos a?os, se han ido perfeccionando los protocolos pedi¨¢tricos para ajustar a la baja las dosis empleadas en poblaci¨®n infantojuvenil y justificar de forma cada vez m¨¢s precisa las indicaciones de este tipo de pruebas m¨¦dicas. Pero ¡°todav¨ªa se puede hacer m¨¢s¡±, asegura. ¡°Se puede optimizar m¨¢s [la t¨¦cnica] para reducir las dosis y mantener la buena calidad de la imagen. Lo que nosotros aconsejamos es mejorar la concienciaci¨®n de m¨¦dicos y radi¨®logos: que pidan un TAC cuando sea necesario, pero que miren tambi¨¦n si hay alternativas¡±. Un ejemplo que pone Cardis es que hay patolog¨ªas que requieren hacer varios TAC en poco tiempo para ver el seguimiento de la enfermedad, pero quiz¨¢s en esos casos no se necesita tanta resoluci¨®n de la imagen para monitorizar la dolencia y se puede reducir la dosis de radiaci¨®n, aunque se pierda definici¨®n de la imagen.
¡°No hay que crear alarma¡±
Con todo, la investigadora llama a la prudencia y rechaza cualquier alarma que pueda surgir a tenor de las conclusiones de su estudio: ¡°El TAC es una herramienta indispensable y que se usa porque hay riesgos para la salud m¨¢s graves. El TAC salva vidas. Hay que hacer el c¨¢lculo del riesgo y el beneficio porque su beneficio puede ser muy importante y el riesgo est¨¢ bajando porque las dosis han bajado mucho. No hay que preocuparse demasiado¡±.
Ignacio Barber Mart¨ªnez de la Torre, jefe de Radiolog¨ªa Pedi¨¢trica del Hospital Sant Joan de D¨¦u de Barcelona, particip¨® hace unos a?os en el reclutamiento de participantes para el estudio y conoce bien la investigaci¨®n, aunque no ha participado en este ¨²ltimo an¨¢lisis. Los hallazgos, apunta, a?aden m¨¢s evidencia cient¨ªfica a los riesgos ya conocidos: ¡°El riesgo lo conocemos y sabemos lo que ocurre en dosis m¨¢s altas no m¨¦dicas, por accidentes nucleares. Por eso siempre se han aplicado medidas de protecci¨®n radiol¨®gica. Y en los ni?os hay dos riesgos claros: tienen m¨¢s radiosensibilidad y tienen m¨¢s tiempo de vida [tras la exposici¨®n] para desarrollar las enfermedades¡±. El radi¨®logo puntualiza, no obstante, que los esc¨¢neres actuales ¡°irradian mucho menos¡± y, probablemente, dice, la dosis media de radiaci¨®n recogida en este estudio ya no es igual que la que usan ahora: ¡°Esta cohorte se recogi¨® hace 10 o 15 a?os y la tecnolog¨ªa ha evolucionado mucho¡±.
Josep Munuera, jefe de Diagn¨®stico por la Imagen del Hospital Sant Pau de Barcelona y ajeno a esta investigaci¨®n, se?ala tambi¨¦n que el estudio ¡°est¨¢ muy bien metodol¨®gicamente y el n¨²mero de poblaci¨®n tan alto refuerza la calidad¡± del an¨¢lisis. Las conclusiones, se?ala, van en la l¨ªnea de la pr¨¢ctica habitual de los radi¨®logos: ¡°Todas las sociedades cient¨ªficas abogamos por el principio ALARA: usar la m¨ªnima dosis porque se sabe que los rayos X tienen una parte positiva y otra negativa, como que producen cambios que pueden generar tumores. El valor que aporta este estudio es que se ve que esto no pasa exclusivamente en casos en los que se produce una radiaci¨®n por exceso, sino que puede pasar en sujetos que se someten a un n¨²mero bajo de pruebas¡±.
Munuera apela tambi¨¦n a la calma: ¡°No hay que crear una alarma especial porque esto es conocido, pero hay que reforzar la idea de hacer las pruebas m¨¢s adecuadas porque hacer pruebas de imagen no es inocuo¡±. El m¨¦dico, que es tambi¨¦n responsable cient¨ªfico de la Sociedad Espa?ola de Radiolog¨ªa M¨¦dica, recuerda que el TAC es una herramienta ¡°b¨¢sica e imprescindible¡± y los dispositivos de nueva generaci¨®n, insiste, ya reducen mucho la radiaci¨®n. ¡°Las nuevas generaciones de TAC irradian mucho menos, casi de forma equivalente a la radiaci¨®n que se hace con una radiograf¨ªa. El problema es que se hagan pruebas repetidas¡±, subraya. El radi¨®logo del Sant Pau se?ala, en cualquier caso, tres puntos a tener en cuenta: ¡°Nos rige el principio ALARA. Tambi¨¦n el concepto riesgo-beneficio y si hay un beneficio diagn¨®stico, se balancea positivamente. Y, por ¨²ltimo, hay que usar la m¨ªnima dosis, pero que sea diagn¨®stica; porque hay un l¨ªmite f¨ªsico en el que la imagen no es diagn¨®stica y necesitamos que sea suficiente para poder valorar¡±.
En declaraciones a la agencia Science Media Centre, Sarah McDonald, subdirectora de investigaci¨®n de la organizaci¨®n Blood Cancer UK, que investiga sobre los tumores de la sangre en Reino Unido, ha se?alado tambi¨¦n que este estudio es ¡°grande y est¨¢ bien realizado¡±, pero ¡°no prueba una causa directa entre un TAC y el riesgo de c¨¢ncer de sangre¡±. Los investigadores encuentran una asociaci¨®n, pero no pueden constatar una causalidad: ¡°Los factores de riesgo no son lo mismo que las causas y existen varios factores de riesgo de c¨¢ncer de sangre que est¨¢n interrelacionados, y factores como la edad, el sexo y el origen ¨¦tnico tambi¨¦n desempe?an un papel importante¡±, ha apuntado McDonald.
Barber Mart¨ªnez de la Torre, que es tambi¨¦n presidente de la Sociedad Espa?ola de Radiolog¨ªa Pedi¨¢trica, pone en valor el contexto en el que se practican estas t¨¦cnicas y su importancia. ¡°Muchas de estas pruebas se hacen en ni?os enfermos, que tienen un pron¨®stico de vida ya marcado por la enfermedad. El no usar esta t¨¦cnica puede ser un riesgo mayor que usarla. Esta publicaci¨®n nos viene a recordar que lo que hacemos, lo hacemos bien, pero hay que controlarlo y mejorarlo porque hay que ser consciente de estas limitaciones y justificar bien su uso y limitar las dosis¡±.
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