As¨ª influye la edad en la salud mental: los ni?os son m¨¢s ansiosos, y los adolescentes, m¨¢s depresivos
Un an¨¢lisis con datos hasta la pandemia se?ala la existencia de una crisis en la salud mental de los j¨®venes, pero falla al analizar los motivos externos que puedan explicarlo
Ser joven suele ser un factor positivo al hablar de salud. Pero las cosas cambian radicalmente al poner el foco en la salud mental. Un nuevo an¨¢lisis basado en los datos del Estudio de la Carga Global de las Enfermedades o Global Burden of Disease Study (GBD, en sus siglas en ingl¨¦s) de 2019, revela que los trastornos mentales lastran la vida de la poblaci¨®n de cinco a 24 a?os. Uno de cada 10 ni?os y j¨®venes de esta edad (o lo que es lo mismo, 293 millones en todo el mundo) convive con al menos un trastorno mental diagnosticable, seg¨²n un estudio publicado hoy en la revista JAMA Psychiatry.
¡°La salud mental de los j¨®venes de todo el mundo est¨¢ en crisis¡±, explica en un editorial asociado a la investigaci¨®n David C. Saunders, psiquiatra infantil de la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Las cifras que se?ala el estudio est¨¢n en consonancia con los datos que se manejaban sobre la prevalencia mundial de los trastornos mentales en j¨®venes, que se sit¨²an en el 13,4% en ni?os y adolescentes hasta los 18 a?os. Sin embargo, este estudio desagrega por grupos de edad y sexo, mostrando grandes diferencias seg¨²n la enfermedad. En estos temas, la edad importa. As¨ª, la ansiedad predomina en el grupo de 5 a 9 a?os, mientras que los trastornos depresivos son m¨¢s prevalentes en los grupos de 15 a 19 a?os y 20 a 24 a?os. El sexo tambi¨¦n es determinante. As¨ª, los hombres son m¨¢s propensos a sufrir problemas de alcoholismo o abuso de drogas, mientras que la ansiedad, la depresi¨®n o los trastornos de la alimentaci¨®n tienen mayor prevalencia entre las mujeres. En otras enfermedades donde el condicionante social no es tan claro, como en la esquizofrenia o el trastorno bipolar, apenas hay diferencias.
El GBD es un estudio que eval¨²a la mortalidad y la discapacidad causadas por las principales enfermedades, lesiones y factores de riesgo. Supone una colaboraci¨®n de m¨¢s de 3.600 investigadores de 145 pa¨ªses. Y hace una foto fija y gen¨¦rica de las enfermedades que afectan al mundo. Este an¨¢lisis ha hecho zoom en un grupo poblacional concreto, los j¨®venes, y en un tipo de enfermedades concretas, las mentales.
Los resultados son alarmantes, pero no sorprendentes. La revista cient¨ªfica PNAS public¨® el pasado noviembre un estudio que avisaba de un empeoramiento de la salud mental entre los grupos de poblaci¨®n m¨¢s j¨®venes en Australia. Los s¨ªntomas depresivos tambi¨¦n son m¨¢s frecuentes entre los adolescentes brit¨¢nicos nacidos en los 2000 que entre los nacidos en la d¨¦cada anterior.
¡°Tambi¨¦n concuerda con lo que vemos aqu¨ª¡±, confirma Jos¨¦ Luis Ayuso Mateos, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. ¡°La realidad cl¨ªnica lleva tiempo demostrando que est¨¢bamos ante un problema que hab¨ªa que abordar¡±. Ayuso, que tambi¨¦n trabaja en los estudios de campo de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, no ha tenido nada que ver con este an¨¢lisis. Pero est¨¢ trabajando en el GBD de 2021 y puede adelantar una cosa: ¡°La pandemia ha tenido un impacto claro. Cuando salga, vamos a ver que hay un incremento considerable entre los depresivos, el trastorno de ansiedad, la cantidad de suicidas y la cantidad de suicidio consumado. La dimensi¨®n del problema va a parecer m¨¢s marcada¡±.
Al hablar de salud mental es normal situar un punto de inflexi¨®n en la pandemia, con millones de personas encerradas en sus casas, con dif¨ªcil acceso al m¨¦dico y mucho tiempo para pensar. Pero lo cierto, muestran los an¨¢lisis, es que el cambio ya se estaba fraguando antes. ¡°La salud mental de los j¨®venes est¨¢ empeorando¡±, se?ala Saunders en su editorial. ¡°Pero hay aspectos importantes que este ensayo no puede responder y uno de ellos es por qu¨¦¡±. No obstante, el psiquiatra especula con los posibles causantes, ¡°factores estresantes como las redes sociales y el cambio clim¨¢tico (la ecoansiedad) pueden estar impactando las tasas de depresi¨®n¡±, apunta.
Otro de los lugares comunes al hablar de la salud mental de los j¨®venes, es poner el foco en la fragilidad de la llamada, despectivamente, generaci¨®n de cristal. Una vez m¨¢s, los datos, matizan esta idea. ¡°Uno podr¨ªa especular que los aumentos observados en los ¨²ltimos a?os son un error de percepci¨®n: que una mayor conciencia y menor estigma que podr¨ªa haber llevado a m¨¢s diagn¨®sticos¡±, reconoce Saunders. Pero acto seguido destaca el aumento en los intentos de suicidio entre los j¨®venes como contraargumento. ¡±Esto sugiere que el aumento de diagn¨®sticos de enfermedades mentales en la juventud no es un fen¨®meno artificial¡±, concluye.
Tampoco es nuevo. Desde los primeros resultados del GBD, en la d¨¦cada de 1990, se ha acumulado evidencia de que los trastornos mentales empiezan a manifestarse en la adolescencia, alcanzando un pico alrededor de los 14 a?os. Este per¨ªodo, que abarca desde la infancia hasta el inicio de la adultez temprana, ¡°es crucial debido a los intensos cambios en el desarrollo que ocurren¡±, se?ala el estudio, ¡°como la maduraci¨®n cerebral, el ingreso a la escuela, la pubertad y la transici¨®n al trabajo¡±. Quiz¨¢ por eso, el estudio considera que ser¨ªa recomendable aumentar el t¨¦rmino a estudiar como adolescente hasta los 24 a?os, cuando se completa realmente la transici¨®n a la vida adulta.
¡°No es un dato nuevo, de hecho, es una observaci¨®n hist¨®rica en la epidemiolog¨ªa¡±, confirma Ayuso. ¡°Las cohortes m¨¢s j¨®venes tienen m¨¢s morbididad de enfermedades mentales que las cohortes de personas nacidas antes. Ya se vio, por ejemplo, que las personas que hab¨ªan nacido despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos ten¨ªan m¨¢s prevalencia de depresi¨®n que aquellas personas que hab¨ªan nacido antes de la Segunda Guerra Mundial¡±. Desde entonces, distintos estudios epidemiol¨®gicos han venido a confirmar esta idea. Como el presente.
El estudio no solo deja certezas. Tambi¨¦n reconoce la necesidad de investigaciones adicionales para comprender mejor las causas subyacentes de la crisis actual y la identificaci¨®n de poblaciones m¨¢s vulnerables. Se destaca que factores como la exposici¨®n a redes sociales, la realidad virtual y la inteligencia artificial tambi¨¦n deben ser considerados en futuras investigaciones. Y se avisa de las posibles secuelas de un factor que este an¨¢lisis a¨²n no ha podido analizar: la pandemia.
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