Jos¨¦ Luis Carrasco, psiquiatra: ¡°La clave para proteger contra los trastornos de la personalidad son la atenci¨®n amorosa y la confianza¡±
En su ¨²ltimo libro, ¡®La personalidad y sus trastornos¡¯, invita a los lectores a una introducci¨®n divulgativa a la ciencia de la personalidad
Al final de un pasillo largo y oscuro, casi tapiado por los ladrillos de un edificio anexo, el despacho de Jos¨¦ Luis Carrasco (C¨¢ceres, 63 a?os), jefe de Psiquiatr¨ªa y creador y director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Cl¨ªnico San Carlos de Madrid, se abre repentinamente a la luz. Tras el amplio ventanal situado a espaldas de su mesa de trabajo, el cielo azul sin m¨¢cula de una ma?ana de mayo y el verde de los ¨¢rboles dibujan ¡ªpor contraste con los ladrillos¡ª un escenario casi buc¨®lico. A la izquierda del escritorio, una amplia estanter¨ªa luce extra?amente despejada. Apenas una veintena de libros sobre psiquiatr¨ªa y sobre trastornos de la personalidad, la especialidad a la que Carrasco ha dedicado m¨¢s de 30 a?os de carrera. Entre esos vol¨²menes, expuesto con la portada mirando al frente, su ¨²ltimo libro, La personalidad y sus trastornos (Arpa, 2024), en el que el psiquiatra invita a los lectores a una introducci¨®n divulgativa a la ciencia de la personalidad, una rama que hace tres d¨¦cadas, confiesa, ¡°era casi como la ciencia ficci¨®n¡±.
¡°Antes la psiquiatr¨ªa se encargaba de enfermedades muy claras: las depresiones graves, las esquizofrenias, los trastornos bipolares... pero lo que se llamaban las psicopat¨ªas ¡ªque eran las personalidades an¨®malas¡ª siempre se hab¨ªan considerado algo poco m¨¦dico¡±, explica Carrasco, que reconoce que gracias a la entrada paulatina de estos trastornos en el campo de la medicina y de la psiquiatr¨ªa en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha podido avanzar mucho en el conocimiento de sus causas, de su neurobiolog¨ªa, de los factores psicol¨®gicos y familiares que los producen, y de los tratamientos.
Pregunta. Escribe en la introducci¨®n que utilizamos la palabra ¡°personalidad¡± con ¡°una naturalidad pasmosa, sin darnos cuenta de que, despu¨¦s del concepto de Dios, es el ¡°m¨¢s formidable e inalcanzable que existe¡±.
Respuesta. Es que es un concepto muy fuerte. Cuando calificamos a alguien por su personalidad, en realidad es como si estuvi¨¦semos calificando todo su ser, toda su esencia. Eso, si lo pensamos, es tan complejo como la idea misma de Dios. Y lo de calificar la personalidad de alguien lo hacemos bastante y muy a la ligera. Apenas a trav¨¦s de un encuentro, de un comentario o de una acci¨®n ya decimos que ¡°esta persona es neur¨®tica¡± o que ¡°aquella persona tiene una personalidad obsesiva¡±. Etiquetamos la personalidad de una persona a partir de una reacci¨®n o un acto, de una manifestaci¨®n moment¨¢nea de su personalidad en un momento determinado y en un contexto determinado, y a partir de ah¨ª ya nos comportamos siempre con esa persona en funci¨®n de esa etiqueta. Eso es un error, porque es un prejuicio que nos impide ver a esa persona de otra manera. Conocer la personalidad de alguien lleva mucho tiempo.
P. ?Se atrever¨ªa a definir el concepto de personalidad?
R. Yo la definir¨ªa como las caracter¨ªsticas, mecanismos y componentes del ser humano que le posibilitan ser persona. Es decir, ser un individuo que tiene capacidad para decidir, que es lo que de momento nos diferencia de los animales. Dentro de la psiquiatr¨ªa podr¨ªamos hablar de la personalidad como la tendencia a ser, a sentir, a interpretar el mundo y a relacionarnos con los otros de una determinada manera. Pero es una tendencia, no es algo que nos esclavice.
P. ?Podemos decir que la personalidad, por tanto, es fluida?
R. Hoy sabemos que la personalidad no es una cosa fija, sino que es un ente vivo, es m¨¢s un ser que una entidad. As¨ª que s¨ª, fluye. S¨ª que es verdad que no fluye del blanco al negro, pero est¨¢ fluyendo, no es siempre la misma, porque depende de los rasgos, que ser¨ªan los cimientos de la personalidad, pero tambi¨¦n de la interacci¨®n de esos rasgos con el entorno. Podr¨ªamos decir que gen¨¦tica pone los cimientos de la personalidad, pero los cimientos no son nada si el edificio luego no toma una forma a trav¨¦s de las interacciones con el entorno, de la epigen¨¦tica. En la armon¨ªa entre la biolog¨ªa y el entorno es como la personalidad fluye.
P. ?Todos compartimos los mismos rasgos de la personalidad?
R. La personalidad es como un templo que se va construyendo. Todos tenemos las mismas columnas que act¨²an de sustento, que son los rasgos (sensibilidad emocional, extroversi¨®n e introversi¨®n, b¨²squeda de sensaciones, impulsividad, sensibilidad interpersonal, etc.), pero esas columnas pueden ser m¨¢s o menos gordas, delgadas, altas o bajas. Partiendo de esa base, un templo que est¨¦ construido con unas columnas equilibradas tendr¨¢ m¨¢s consistencia. Sin embargo, si est¨¢ construido con todas las columnas gordas a un lado y las finas al otro y unas columnas m¨¢s altas que otras, el templo puede aguantar, pero al m¨ªnimo vendaval o terremoto se derrumbar¨¢. Exactamente lo mismo es lo que le pasar¨ªa a la personalidad.
P. ?Un ejemplo gr¨¢fico de esto ¨²ltimo?
R. Si los rasgos est¨¢n desajustados, puede haber contradicciones muy grandes. Por ejemplo, una persona igual tiene el rasgo de buscador de sensaciones muy desarrollado, pero a su vez tambi¨¦n tiene un rasgo por el que tiene mucho miedo a que le pase algo. Esto le har¨¢ estar en conflicto consigo mismo, se podr¨¢ llegar a bloquear y en el bloqueo sentirse mal (¡°no valgo para nada, soy un cobarde¡±). O pongamos a un chico que es un buscador de sensaciones y que, sin embargo, tiene una familia muy estricta que le dice que no, que tiene que estudiar para ser matem¨¢tico y un hombre ordenado y equilibrado. Es decir, ser todo lo contrario a lo que le pide su biolog¨ªa. Al final es f¨¢cil que ese chico acabe dejando los estudios y fumando porros porque se aburre, porque no se le ha dejado fluir hacia donde tiene que ir.
P. Dec¨ªa antes que en la armon¨ªa entre la biolog¨ªa y el entorno fluye la personalidad.
R. Exacto. Es que si no hay armon¨ªa y un chico, por ejemplo, no alcanza el referente o la idea de ¨¦l que siente que tienen sus padres, es f¨¢cil que empiece a agobiarse porque no llega, porque no es lo que se espera de ¨¦l, y entonces es cuando la personalidad enferma. Hay que dejar fluir al rasgo, porque el rasgo nunca es malo. Lo malo es cuando uno intenta ponerle un dique al rasgo y hacer que una persona sea de distinta manera a como es. Pasa mucho con los chicos impulsivos. A lo mejor tienen un hermano capaz de estudiar diez horas seguidas, pero ellos no pueden ser as¨ª. Como padres tenemos que comprender esto y dejarles fluir, porque podr¨¢n ser bueno en muchas otras cosas, pero no se puede intentar que tengan un rasgo que no tienen. ?Qu¨¦ pasa si forzamos en ese sentido? Que el chico empezar¨¢ a pensar que es una decepci¨®n, que no vale, la autoestima empezar¨¢ a caer y podr¨¢ acabar desarrollando un trastorno de la personalidad.
P. ?Hasta qu¨¦ punto condiciona la mirada de los padres, el apego, el desarrollo de la personalidad de los ni?os?
R. La nutrici¨®n afectiva de los padres es fundamental para el edificio. Al final, la esencia del edificio de la personalidad es la vivencia de uno mismo, la imagen que tengo yo de m¨ª, la estima que tengo hacia m¨ª; y eso se ha ido creando a trav¨¦s de la mirada de los padres, de su sonrisa, de lo que el mundo nos ha ido devolviendo a partir de nuestros actos. Es en esa devoluci¨®n como creamos nuestra imagen y nuestra autoestima, que es algo que no traemos de serie. Si no se ha generado una autoimagen y una autoestima medio consistentes (porque existe mucha disparidad entre lo que somos y el ideal que uno siente que esperan sus padres) nos vamos acercando al trastorno de la personalidad. Por eso una de las recomendaciones clave del libro es que hay que ayudar a que el edificio crezca hacia donde tiene que crecer, dejarlo fluir. Si se puede mejorar un poco, vale; pero sin comparar por ejemplo a un hijo con su hermano o con su amigo, porque eso lanza un mensaje de que nos gustar¨ªa que fuese de otra manera. La clave para proteger contra los trastornos de la personalidad son la atenci¨®n amorosa y la confianza (que configuran un apego seguro con los padres), el amor incondicional, un ¡°me gusta como eres¡±.
P. ?D¨®nde est¨¢ la frontera entre una personalidad muy impulsiva, narcisista o hipersensible y el trastorno de la personalidad?
R. B¨¢sicamente, una persona con trastorno de la personalidad no se puede mantener en pie de forma aut¨®noma, necesita una especie de muleta, una figura protectora. El caso de una persona hipersensible emocionalmente que puede salir adelante acad¨¦mica y profesionalmente, que puede tener una pareja y que, aunque sufra m¨¢s o menos, es aut¨®noma, no lo calificar¨ªamos de trastorno. El trastorno tiene una cualificaci¨®n funcional: es decir, a esta persona, si se la deja sola, no funciona o lo hace abusando del otro (es decir, siendo narcisista o psic¨®pata) o agarr¨¢ndose a lo que sea, por regla general a narcisistas o psic¨®patas. Y otro aspecto clave es que la identidad de la persona con trastorno de la personalidad no est¨¢ formada. Cuando exploramos, te das cuenta de que son personas sin prop¨®sito, que no van hacia ning¨²n lugar y que se enredan en las situaciones interpersonales hasta que las tratas.
P. La pandemia ha provocado una eclosi¨®n de trastornos de salud mental. ?Ha pasado tambi¨¦n en el caso de los trastornos de la personalidad?
R. Mucho. Ha habido un incremento exponencial, de m¨¢s del doble. Ha pasado en general con todos los trastornos que tienen que ver con la conducta y la personalidad. No sabemos exactamente por qu¨¦ ha sido. En parte seguro por el confinamiento, que oblig¨® a convivir mucho a los chavales con los padres sin la desconexi¨®n que suponen las relaciones con iguales. A los m¨¢s impulsivos m¨¢s todav¨ªa. Y luego ha afectado tambi¨¦n la sensaci¨®n probablemente global de falta de sentido. Al sentir que no hay perspectivas, muchos han entrado en bucles sintom¨¢ticos de autolesiones, des¨¢nimo¡
P. Se habla mucho tambi¨¦n de las redes sociales.
R. Las redes sociales no son malas per se, pero puestas en mano de personas vulnerables est¨¢n haciendo mucho da?o. Piensa que tenemos a chavales form¨¢ndose su autoimagen en comparaci¨®n con las im¨¢genes ideales que ven en las redes. Tienen un cacao tremendo en la formaci¨®n de su identidad.
P. El entorno juega un papel en el desarrollo de los trastornos de la personalidad. ?Tambi¨¦n en la recuperaci¨®n?
R. S¨ª. Es muy com¨²n la invalidaci¨®n del malestar del paciente. Como estos trastornos no tienen s¨ªntomas muy bizarros como los delirios o las alucinaciones, parece que son cosas de la vida, que no son enfermedades, y se tiende a pensar que la persona fuerza un poco la situaci¨®n o que no quiere salir de ella. Pero no es cierto. El paciente est¨¢ como est¨¢ porque no puede estar de otra manera, pero para los familiares y la sociedad es m¨¢s dif¨ªcil comprenderlo. Por eso es f¨¢cil invalidar el malestar con comentarios como ¡°a ti no te pasa nada¡±, ¡°con todo lo que hemos hecho para que seas feliz, ?c¨®mo nos haces esto?¡± o consejos como ¡°s¨¦ razonable¡± o ¡°piensa en el futuro¡±.
P. ?Nos falta empat¨ªa con las personas que sufren un trastorno de la personalidad?
R. S¨ª, s¨ª. Nos producen una especie de reacci¨®n autom¨¢tica de rechazo y de molestia. Hay que ense?ar a identificar el trastorno, a empatizar y a acoger. A las personas con trastorno de la personalidad, cuando se les hace una buena acogida, autom¨¢ticamente son menos trastorno de la personalidad y con el tiempo dejan de serlo. El acogimiento mejora bastante el trastorno, al menos en los trastornos l¨ªmite de la personalidad, que son la mayor¨ªa.
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