El aumento en los niveles de testosterona no incrementa el deseo sexual
El resultado de un estudio sugiere que, cuando no se tiene una falta patol¨®gica de la hormona, los suplementos no mejorar¨¢n la apat¨ªa sexual
Hasta hace unas d¨¦cadas, el bienestar f¨ªsico, las causas de las enfermedades o el origen del deseo no se pod¨ªan diseccionar con las herramientas de la ciencia y se explicaban con las historias que sirven para hacer soportable la vida. Despu¨¦s, llegaron el colesterol alto, las PCRs positivas o la vitamina D baja y apareci¨® la posibilidad de controlar los par¨¢metros de la existencia y buscar la felicidad en los datos.
La testosterona, una hormona que se produce sobre todos en los test¨ªculos, se ha identificado con la masculinidad. En algunos ¨¢mbitos se aspira a diluirla, pero el atractivo de los suplementos de testosterona muestra que muchos hombres, sobre todo a partir de cierta edad, siguen creyendo en su poder como fuente de energ¨ªa, confianza y deseo sexual. Aunque unos niveles m¨¢s elevados de testosterona se asocian a una mayor masa muscular o fuerza, ambos rasgos asociados a la hombr¨ªa tradicional, la medici¨®n cient¨ªfica de esta hormona muestra que la correlaci¨®n no existe con algo tan escurridizo como el deseo.
Hoy mi¨¦rcoles, la revista Proceedings of the Royal Society B publica un trabajo en el que se pone a prueba la creencia de que la testosterona regula las fluctuaciones en el deseo masculino. Para analizar esa relaci¨®n, los autores midieron la testosterona en la saliva de 41 hombres durante un mes y les pidieron que registrasen sus niveles de deseo sexual diariamente. Durante ese tiempo, no encontraron una relaci¨®n positiva entre los niveles de testosterona y deseo, algo que interpretan como la confirmaci¨®n, que ya se ha recogido en otros estudios, de que esta hormona no est¨¢ relacionada con cambios en el deseo de hombres que la tienen en una cantidad normal.
Algo que s¨ª se ha visto, sin embargo, es que la testosterona puede devolver el deseo a hombres con niveles de testosterona por debajo de lo considerado saludable o que las mujeres, que de forma natural producen muy poca, sienten un incremento en su deseo cuando la reciben como suplemento. Sin embargo, cuando se superan los umbrales m¨ªnimos, los picos de testosterona no ceban el deseo.
El estudio recoge otro resultado que puede parecer contradictorio. Aunque no hab¨ªa relaci¨®n entre las fluctuaciones de testosterona y el deseo, s¨ª que se observ¨® que cuando los niveles de la hormona se elevaban, los voluntarios dedicaban mayores esfuerzos al cortejo, sobre todo cuando estaban solteros y se relacionaban con personas que les resultaban atractivas.
James Roney, autor principal del estudio e investigador del Departamento de Ciencias Psicol¨®gicas de la Universidad de California en Santa B¨¢rbara (EE UU), explica un posible motivo de esta diferencia en los efectos de la testosterona: ¡°En algunas especies no humanas, el comportamiento sexual masculino requiere solo cantidades m¨ªnimas de testosterona, pero la producci¨®n de testosterona es m¨¢s alta cuando los machos est¨¢n compitiendo activamente con otros machos por acceso a hembras o por recursos como territorios que ayudan a atraer a las hembras. Nuestros resultados sugieren que algo an¨¢logo podr¨ªa ocurrir en los hombres: el deseo sexual requiere solo cantidades m¨ªnimas de testosterona, pero el cortejo y otros esfuerzos de competencia por parejas podr¨ªan responder a los cambios en la testosterona de una manera m¨¢s continua¡±.
Una de las implicaciones pr¨¢cticas de resultados como el que publica el equipo de Roney es que los suplementos de testosterona tienen pocas probabilidades de resolver un problema de falta de deseo sexual en un hombre con concentraciones normales de la hormona. ¡°Esto lo inferimos de que el deseo de los hombres no era superior, de media, en los d¨ªas de testosterona alta y en los de testosterona baja¡±, dice el investigador.
Estudios como este muestran, una vez m¨¢s, que, aunque nuestro comportamiento se puede explicar, en parte, a trav¨¦s de factores biol¨®gicos, como los niveles hormonales, estos se combinan con multitud de factores externos, incluidos nuestros prejuicios o nuestras circunstancias, y se ven modificados por ellos. La obesidad reduce los niveles de testosterona y perder un 10% de la grasa corporal puede incrementarlos significativamente. Los niveles de testosterona suelen ser m¨¢s altos en los hombres solteros que en los que tienen una relaci¨®n estable y duradera, y estos a¨²n los tienen por encima de los que tienen hijos y cuidan de ellos. La atenci¨®n a los ni?os durante varias horas produce un desplome en los niveles de la hormona.
Aunque un mayor nivel de testosterona no incremente el deseo de sexo, s¨ª que empuja a buscar pareja. Muchos estudios han detectado un incremento de la concentraci¨®n de testosterona en la saliva en hombres entre 15 y 45 minutos despu¨¦s de tener una breve interacci¨®n con una posible pareja y ese aumento se ha relacionado con efectos positivos en el cortejo. Cuando ya se ha conseguido la pareja, el descenso de la hormona facilita mantenerla y, a largo plazo, que el padre dedique su energ¨ªa a cuidar de su hijo y no a buscar nuevas compa?eras o, al menos, no tanta.
La experta en biolog¨ªa evolutiva, Carole Hooven, que no ha participado en el estudio, considera que los resultados que se acaban de presentar solo confirman unos efectos de la testosterona vistos en estudios anteriores, que no cambiaban significativamente la cantidad de actividad o deseo sexual con ninguna dosis. ¡°Lo que s¨ª importa es la diferencia en niveles de testosterona por sexos¡±, comenta. ¡°Sabemos que la gente que transiciona a los niveles de testosterona del sexo opuesto desarrolla las pautas de deseo sexual [de ese sexo], increment¨¢ndose en gran medida cuando se aumenta la testosterona a niveles masculinos y reduci¨¦ndose cuando se bloquea o se reduce hasta los niveles femeninos¡±, concluye.
Hooven se?ala el peque?o tama?o del estudio y otras limitaciones que hacen que, como reconocen los autores, sea necesario continuar investigando para sacar conclusiones, pero cree que es interesante como gu¨ªa para investigaciones futuras. Si los resultados se replican en otros estudios, ¡°esto ser¨ªa consistente con c¨®mo la testosterona parece contribuir al esfuerzo de apareamiento¡±, dice. ¡°No todo tiene que ver con el sexo. El sexo es un motivador, y obviamente es necesario para la reproducci¨®n, pero para conseguirlo, los hombres en particular suelen tener que poner m¨¢s energ¨ªa en competir por estatus social y colocarse en una posici¨®n que atraiga a posibles parejas¡±, explica Hooven.
La testosterona tiene un papel importante en la reproducci¨®n y el impulso sexual es un factor importante en ese objetivo, pero no el ¨²nico y, a veces, ni siquiera el m¨¢s importante. ¡°No ser¨ªa sorprendente si descubri¨¦semos que las fluctuaciones de testosterona no producen fluctuaciones en el impulso sexual, sino que predicen el esfuerzo dedicado a atraer parejas con el objetivo, no siempre consciente, de incrementar las probabilidades de tener sexo en el futuro¡±, a?ade. La testosterona impulsar¨ªa as¨ª la b¨²squeda de estatus que hace m¨¢s f¨¢cil satisfacer el deseo sexual.
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