Por qu¨¦ la ultraderecha se peina raro: cuando un corte de pelo se convierte en manifiesto pol¨ªtico
Trump, Milei, Geert Wilders y Boris Johnson tienen en com¨²n sus tendencias ultraconservadoras y sus peinados estrafalarios. ?Es casualidad?
Cuenta Luigi Amara en su espl¨¦ndida Historia descabellada de la peluca que Andy Warhol hizo girar toda su marca personal en torno a un corte de pelo que en realidad era un postizo. Aquel ¡°haz de pelos platinados al estilo escobeta¡± se vendi¨® por 10.800 d¨®lares en una subasta de la casa Christie¡¯s en 2006, convertido ya en art¨ªculo de consumo. No es balad¨ª que el hombre que consagr¨® su carrera art¨ªstica a reflexionar sobre la fama pop tuviese tan claro que necesitaba convertir su pelo en un icono para serlo ¨¦l mismo: es algo que parecen tener clar¨ªsimo los l¨ªderes extremistas del siglo XXI, el de las redes sociales, la fama atomizada y los liderazgos imprevisibles. El viernes, tras la victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales de Argentina y el ascenso al poder de Geert Wilders en Pa¨ªses Bajos, circulaban memes por internet se?alando lo que empieza a ser una constante: el v¨ªnculo entre ultraderecha y peinados extra?os. ?Existe el v¨ªnculo? Y si existe, ?cu¨¢l es su raz¨®n de ser?
Si vienen los extraterrestres, van a pensar que "populismo de ultraderecha" es algo relacionado con el peinado... pic.twitter.com/gdnX8NbU4U
— Jos¨¦ Irimia Barroso (@irimiabarroso) November 23, 2023
Hubo un tiempo en el que el hecho de que un hombre prominente, con poder o abolengo llevase el pelo largo, lleno de rizos artificiales, coletas con lazos o mechones alborotados de forma estrafalaria era lo normal. Ya lo cont¨® el psic¨®logo John Carl Flugel en uno de los primeros tratados sobre semi¨®tica de la moda que se publicaron en el siglo XX: antes de la Revoluci¨®n Francesa, cuando se produjo entre los hombres lo que ¨¦l denomin¨® ¡°la gran renuncia¡±, la que convirti¨® la austeridad en signo de respetabilidad y hombr¨ªa, los tejidos m¨¢s suntuosos, los colores m¨¢s prestigiosos y las pelucas m¨¢s exageradas hab¨ªan sido una cuesti¨®n tambi¨¦n masculina. De hecho, estas ¨²ltimas, fueron un infalible s¨ªmbolo de estatus. Comenz¨® la moda del peluc¨®n, curiosamente, en el siglo XVI con la irrupci¨®n de la s¨ªfilis en las cortes europeas, que dejaba calvos a los hombres. El rey Luis XIII, que hab¨ªa tenido un frondoso y largo pelo natural, empez¨® a pon¨¦rselo para disimular su alopecia, pues se qued¨® sin cabellera propia a los 23 a?os, aunque fue Luis XIV, el famoso Rey Sol, quien los convirti¨® en una fiebre entre sus s¨²bditos y en un s¨ªmbolo de ostentaci¨®n y desigualdad tan potente que, en 1792, la Convenci¨®n aboli¨® la peluca, y los m¨¢s de 20.000 peluqueros que hab¨ªa en Francia se vieron obligados a reconvertirse en barberos. El material sobre el que ten¨ªan que trabajar ahora eran verdaderos cabellos pegados a sus respectivas cabezas.
La moda cambi¨® y afect¨® a todos. ¡°Con el arranque del siglo XIX el corte de pelo corto se convirti¨® en el est¨¢ndar de pulcritud en toda Europa: cort¨¢rselo era una forma de decir adi¨®s al Antiguo R¨¦gimen¡±, explica Ana Velasco Molpeceres, autora del libro Historia de la moda en Espa?a: de la mantilla al bikini y profesora de comunicaci¨®n en la Universidad Complutense de Madrid.
Las revoluciones liberales y los valores de la Ilustraci¨®n ten¨ªan cierta proyecci¨®n simb¨®lica en aquellos nuevos pelos cortos para caballeros que tambi¨¦n empezaron a verse en Inglaterra, donde el motivo para la desaparici¨®n de las pelucas fue diferente: el Estado (encarnado en el primer ministro, William Pitt), ante la escasez de talco, imprescindible para la conservaci¨®n del pelo artificial, invent¨® un impuesto que las convirti¨® en un problema econ¨®mico entre la alta burgues¨ªa. Las mismas ideas rom¨¢nticas que iban alimentando los nacionalismos sobre los que se construir¨ªa la nueva Europa, y cuya inspiraci¨®n est¨¦tica proven¨ªa de las Grecia y Roma cl¨¢sicas, impuso en las cabezas de los hombres cortes de pelo similares a los emperadores y sabios de las viejas civilizaciones. El m¨¢s popular de todo, favorito del dandi Beau Brummel, fue el Brutus.
Si quieren saber c¨®mo era dicho corte de pelo, pueden hacer dos cosas: buscar a los personajes de las novelas de Jane Austen o mirar la cabeza de Milei. ¡°Cada vez que lo veo me recuerda a uno de esos personajes que pintaba Jacques-Louis David. Si te das cuenta, es curioso que aquellos rebeldes revolucionarios, que construyeron los Estados liberales, son los precursores de las ideas de Milei, que es otro rebelde en un cambio de ¨¦poca y tambi¨¦n liberal, aunque en su expresi¨®n m¨¢s extrema¡±, explica Velasco Molpeceres, para quien la estrategia capilar de este l¨ªder, aunque acepte referencias hist¨®ricas remotas, tiene en realidad m¨¢s que ver con la idea de no ajustarse a los c¨¢nones de su tiempo, precisamente para transmitir diferencia. Lo mismo se aplica al holand¨¦s Geert Wilders. ¡°Yo creo que han elegido esos peinados porque son desconcertantes y por tanto, muy medi¨¢ticos. La est¨¦tica estrafalaria y rupturista que siempre hab¨ªa encajado en la izquierda ahora encarna a la derecha neoliberal individualista: es una oposici¨®n frontal a lo burgu¨¦s y, al mismo tiempo, una reafirmaci¨®n vanidosa¡±, contin¨²a Velasco Molpeceres.
Est¨¢ de acuerdo Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, director de la consultora de comunicaci¨®n p¨²blica e institucional Ideograma y asesor en la campa?a de Sergio Massa, que perdi¨® frente a Milei: ¡°En este tipo de nuevos liderazgos, como el de Trump por ejemplo, la aparici¨®n de peinados llamativos tiene mucho que ver con el auge de la cultura digital y la posibilidad de convertir las cabezas en iconos gr¨¢ficos. El pelo act¨²a como un gadget digital, que a su vez transmite la idea de un liderazgo contundente e inclasificable. Para ellos, la idea de lo inclasificable contiene la semilla de la verdadera libertad¡±. En el caso de Milei, el pelo ha servido para vertebrar toda una campa?a en torno a la figura del le¨®n.
Hay m¨¢s ingredientes.
En opini¨®n del soci¨®logo y polit¨®logo Luis Arroyo, director de la consultora Asesores de Comunicaci¨®n P¨²blica, el pelo masculino siempre ha sido se?al de fortaleza y sabidur¨ªa, mientras que la ausencia de cabello se ha descodificado como todo lo contrario, cosa que podr¨ªa explicar el esfuerzo de Donald Trump por ocultar su calvicie a toda costa, mediante su estrafalario tup¨¦. Pero adem¨¢s est¨¢ la b¨²squeda consciente de la diferencia. ¡°En la bibliograf¨ªa m¨¢s reciente en torno al fen¨®meno de los nuevos hiperliderazgos, como Spin Dictators, de Daniel Treisman, o Facha, de Jason Stanley, se hace un an¨¢lisis casi freudiano de estos perfiles y se habla de personalidades neur¨®ticas. Ellos se creen seres especiales y encuentran en el desorden de sus cabellos una forma de desafiar el establishment¡±. Se encuentra en esta categor¨ªa, por ejemplo, Boris Johnson, quien a pesar de haberse educado en los mejores colegios privados de su pa¨ªs, siempre ha hecho del gamberrismo y el desaf¨ªo a los buenos modales su se?a de identidad y de su cabello un signo de distinci¨®n. El pelo, pues, puede transmitir riqueza y privilegio, explica Arroyo, quien alude a la cuenta de Instagram Pel de Ric. Dicha cuenta, que recopila cabelleras de hombres de clase alta, naci¨® como un pasatiempo de cuatro amigos que, cada ma?ana, a la misma hora, observaban a los hombres que iban a desayunar a una cafeter¨ªa de la calle de Jorge Juan, en el aristocr¨¢tico y madrile?o barrio de Salamanca. ¡°Se notaba que llevaban una vida absolutamente ociosa. No s¨¦ si porque estaban jubilados o porque nunca hab¨ªan trabajado¡±, explica Javier L¨®pez de Hierro, uno de sus creadores. Pel de Ric es a d¨ªa de hoy ya una marca ¡°para aficionados a la buena vida¡± en la que no es raro ver cabelleras muy parecidas a las de Geert Wilders.
Si los revolucionarios y dandis fueron los promotores del pelo corto pero alborotado, los primeros galanes de cine mudo fueron los que dieron buena prensa a los cortes de pelo pulcros, ordenados, con raya a un lado y gomina que los manten¨ªa siempre inc¨®lumes. ¡°A la altura de 1900, el ideal de caballero ya est¨¢ configurado. Despu¨¦s Hollywood se encargar¨¢ de convertirlo en un est¨¢ndar mundial que llega casi hasta nuestros d¨ªas¡±, dice Velasco Molpeceres. El pelo engominado, que a Hitler le sirvi¨® para transmitir una idea de orden e inflexibilidad, sin embargo, es desde mediados del siglo XX algo que se asocia con posturas conservadoras.
En cualquier caso, los peinados tienen significados y atribuciones profundamente culturales que var¨ªan en funci¨®n del pa¨ªs: Argentina ya vio ascender a un l¨ªder inclasificable como Carlos M¨¦nem, cuyas inolvidables patillas tampoco se ajustaban a los c¨¢nones dominantes del momento. El boliviano Evo Morales hizo de su negro penacho el s¨ªmbolo de un determinado tipo de orgullo. Tambi¨¦n el g¨¦nero influye a la hora descodificar cabelleras. Guti¨¦rrez-Rub¨ª argumenta la diferencia esencial: ¡°A las mujeres les importa mucho m¨¢s que el pelo est¨¦ limpio y sano¡±. V¨¢zquez Molpeceres trae a colaci¨®n la espectacular y folcl¨®rica trenza con la que Yulia Timoshenko protagoniz¨® la Revoluci¨®n Naranja en Ucrania: ¡°Si hubiese vivido su auge en la era de Instagram, su trenza ser¨ªa un icono. Aquel pelo con el que homenajeaba a las campesinas de su pa¨ªs era un manifiesto¡±.
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