Prendas ajustadas o muy cortas: ?por qu¨¦ las pasarelas est¨¢n regresando a una moda poco funcional?
Tras una d¨¦cada rendida a la ropa comercial, los desfiles rescatan todas esas piezas teatrales (e inc¨®modas) de tiempos pasados. No es casual que esta vuelta atr¨¢s se solape con un receso del lujo, tampoco con un peligroso modelo de feminidad basado en la nostalgia
En las pasarelas oto?o-invierno 2024-25 aparecieron, seg¨²n el motor de b¨²squeda Tagwalk, 897 modelos con transparencias, 593 con minivestidos o minifaldas (micro, en la mayor¨ªa de los casos) y 226 encajadas en cors¨¦s. Los pantalones pitillo de cintura baj¨ªsima volvieron a hacer acto de presencia en firmas tan influyentes como Miu Miu o Balenciaga. Propuestas que contrastan con la defensa de la comodidad que se impuso con la llegada del athleisure y el street wear hace algo m¨¢s de una d¨¦cada. Mientras, en las alfombras rojas de la ¨²ltima temporada de premios las celebridades presum¨ªan de atuendos cada vez m¨¢s inc¨®modos, una trayectoria que culminaba en las escalinatas del Metropolitan de Nueva York: Elle Fanning, Cardi B o Tyla necesitaron asistentes para algo tan corriente como subir las escaleras, mientras que otras como Sarah Jessica Parker o Taylor Russell no pod¨ªan sentarse por los armazones de sus vestidos.
¡°Persuado y obligo a soportar cada d¨ªa mil fatigas y disgustos¡±, dice la moda personificada en interlocutora en El di¨¢logo entre la moda y la muerte de Giacomo Leopardi, ¡°y frecuentemente dolores y vejaciones, llegando incluso a morir por el amor que me tienen algunos. Nada voy a decir de los dolores de cabeza, de los enfriamientos, de las fluxiones, de las fiebres cotidianas, tercianas, cuartanas, que los hombres se ganan por obedecerme, consistiendo en temblar de fr¨ªo o ahogarse en calor seg¨²n yo desee¡±. El fil¨®sofo lo escrib¨ªa a principios del siglo XIX, pero su visi¨®n mordaz sobre la dictadura de las tendencias se ha mantenido presente durante casi 200 a?os. Un totalitarismo est¨¦tico que, si bien no llegaba a ser letal, s¨ª ha producido trastornos a lo largo de toda la historia. Especialmente sobre los cuerpos de las mujeres.
?C¨®mo hemos regresado hasta aqu¨ª?
Desde siempre, o al menos desde su concepci¨®n como la industria que inaugur¨® Worth, la moda ha sido una doctrina que ha limitado los movimientos de las mujeres, convertidas a partir de la Revoluci¨®n Francesa en sujetos pasivos que representaban la prosperidad de sus maridos. En su Teor¨ªa de la clase ociosa, Thorstein Veblen escrib¨ªa que existe un punto en el que el vestido femenino difiere sustancialmente del de los hombres: ¡°Es obvio que en el vestido de una mujer hay una mayor insistencia en esas caracter¨ªsticas que atestiguan que la persona que lo lleva est¨¢ exenta o es incapaz de realizar cualquier trabajo vulgarmente productivo. Esta peculiaridad del atuendo femenino es de inter¨¦s, no solo como complemento a la teor¨ªa del vestido, sino tambi¨¦n como confirmaci¨®n de lo que ya se ha dicho acerca del estatus econ¨®mico de las mujeres tanto en el pasado como en el presente¡±. A finales del XIX, cuando escrib¨ªa Veblen su tratado, las mujeres de clase alta ejemplificaban su riqueza a trav¨¦s de la inmovilidad. Pero hoy sorprende detenerse a analizar el auge de las prendas inc¨®modas o el regreso de una visi¨®n de la sensualidad femenina muy tradicional. Todo mientras el mercado del lujo muestra signos de enfriamiento tras unos a?os euf¨®ricos creciendo a doble d¨ªgito. ¡°Estamos de alg¨²n modo volviendo al viejo debate sobre la funcionalidad en la moda¡±, explica la profesora y comisaria Charo Mora, ¡°la idea de si el dise?o debe estar o no al servicio de la comodidad de quien lo lleva¡±.
Durante todo el siglo XXI, pero especialmente en la ¨²ltima d¨¦cada, las grandes marcas de lujo han ingresado cifras astron¨®micas con la venta de ropa, bolsos y zapatos. En 2023, LVMH (due?o de Dior, Louis Vuitton o Celine, entre otras) factur¨® 42.169 millones de euros solo con este segmento de negocio. Para ponerlo en perspectiva dentro del grupo (due?o entre otros de Sephora), sus ventas de cosm¨¦tica y perfumer¨ªa alcanzaron solo los 8.721 millones. Con estos datos resulta l¨®gico que los dise?os propuestos en pasarelas fueran poco a poco rindi¨¦ndose a lo comercial, es decir, al realismo, una tendencia que culmin¨® hace un par de a?os con lo que los medios y las redes bautizaron como ¡°lujo silencioso¡±: prendas b¨¢sicas con algunos detalles de dise?o y etiquetas hasta de cuatro cifras. Sin embargo, los expertos llevan meses vaticinando una recesi¨®n del sector que ya est¨¢ dando los primeros resultados: en la primera mitad del a?o, tanto LVMH como Kering han ralentizado su crecimiento, debido en parte al colapso del consumo en China y tambi¨¦n a la situaci¨®n geopol¨ªtica global. ¡°Es en ¨¦pocas de crisis cuando las modas se vuelven m¨¢s exc¨¦ntricas y los dise?os buscan ser m¨¢s dif¨ªciles de copiar¡±, opina Mora. Una excentricidad que en la mayor¨ªa de las ocasiones se ti?e, adem¨¢s, de nostalgia.
Escrib¨ªa la novelista Alison Lurie en su ensayo El lenguaje de la moda (1981) que la vuelta a los estilos femeninos de los a?os cuarenta y cincuenta que se vivi¨® durante los ochenta respond¨ªa a una vuelta infantil al pasado: ¡°En tiempo de depresi¨®n, la nostalgia por un pasado mejor reemplaza a la esperanza de un futuro mejor¡±, defend¨ªa. Entonces se recreaban los estilos imperantes en la ¨¦poca en la que aquellos dise?adores eran ni?os: nacidos en la posguerra y famosos en los ochenta, resucitaban las faldas teatrales y las cinturas min¨²sculas de mediados de siglo. Algo similar podr¨ªa inferirse de la vuelta a la est¨¦tica exuberante y muy sexualizada de los primeros 2000 que ha triunfado recientemente, sobre todo en firmas capitaneadas por j¨®venes directores creativos varones (que son la mayor¨ªa). Esa din¨¢mica tambi¨¦n es aplicable al estilo coquette, esa idea de feminidad a base de lazos y prendas rosas. O incluso a lo que TikTok llam¨® la indumentaria mob wife, inspirada en el arquetipo cinematogr¨¢fico y noventero de la mujer del mafioso y concretado en lycra, estampado animal y mucho maquillaje. ¡°Los consumidores est¨¢n rechazando la idea de que la est¨¦tica est¨¦ ligada con el dinero. Abandonando la aspiraci¨®n del lujo silencioso, la est¨¦tica mob wife busca vestirse para celebrar m¨¢s una actitud que una cuenta corriente¡±, afirman en la plataforma de datos de compra Edited. Y a?aden: ¡°Este estilo ha disparado el inter¨¦s por piezas de archivo de Dior y Dolce & Gabbana de los noventa o primeros 2000¡å, es decir, por prendas repletas de transparencias, estampados animales y de patrones poco o nada funcionales. Prendas que en su d¨ªa (sobre todo en lo que se refiere al Dior dise?ado por John Galliano) funcionaban m¨¢s como llamada de atenci¨®n sobre la marca o como reclamos en alfombras rojas que como dise?os comerciales. La moda en sentido estricto entonces no se compraba (tanto); serv¨ªa como motor aspiracional para facturar accesorios, cosm¨¦ticos o segundas l¨ªneas comerciales; en definitiva, su funci¨®n era muy distinta a la de esta ¨²ltima d¨¦cada, donde las arcas se han llenado vendiendo prendas.
La moda como puro entretenimiento
En enero, durante la semana de la alta costura de Par¨ªs, cr¨ªtica y seguidores se rindieron al desfile de John Galliano para Maison Margiela en el que el creador gibraltare?o recuperaba su idea de moda grandilocuente, que tan lucrativa result¨® cuando capitaneaba Dior. ¡°La presentaci¨®n fue un ¨¦xito¡±, se?ala Federico Antelo, director de la escuela de moda del IED Madrid y dise?ador textil, ¡°y hablo de presentaci¨®n, no solo de colecci¨®n, justamente porque lo que ha impactado masivamente a nivel cultural ha sido el conjunto de la propia colecci¨®n m¨¢s el maquillaje y el montaje general, incluyendo la atm¨®sfera¡±. Al hito le sigui¨® el estreno de un documental redentor, Auge y ca¨ªda de John Galliano (Kevin Macdonald), y meses de rumorolog¨ªas (a¨²n sin resolver al cierre de este n¨²mero) que le colocan de vuelta frente a una marca de gran presupuesto. Este hipot¨¦tico regreso quiz¨¢ solo sea la punta de un movimiento m¨¢s profundo. Su visi¨®n de la moda como espect¨¢culo, en el que las mujeres son meros maniqu¨ªes sobre los que construir fantas¨ªas, heredaba la idea del propio Christian Dior, c¨¦lebre por recuperar las faldas de vuelo infinito y las cinturas de avispa tras la Segunda Guerra Mundial. ¡°Dior no viste a mujeres, las tapiza¡±, dec¨ªa de ¨¦l Coco Chanel. La moda del couturier visti¨® a las perfectas amas de casa de los cincuenta, mujeres impolutas y dedicadas a sus maridos que hoy sirven de faro a seguir para las tradwives o esposas tradicionales en redes.
¡°La vuelta de Galliano es una prueba de que las pasarelas necesitan otra vez la teatralidad¡±, explica Olya Kuryshchuk, fundadora de 1 Granary, la revista dedicada a los estudiantes de moda, ¡°aunque pone el list¨®n muy alto a los j¨®venes, que en las escuelas aspiran a dise?ar un tipo de moda poco realista¡±, a?ade. En la colecci¨®n destacaba el uso del cors¨¦, en hombres y mujeres, ¡°pero no se trataba de la b¨²squeda de un cuerpo hegem¨®nico, sino de un cuerpo propio¡±, apunta Antelo. En cualquier caso, el cors¨¦ se ha convertido en una de las prendas estrellas de la temporada, y no todos los dise?adores la usan con estos fines dram¨¢ticos y performativos. Su auge est¨¢ relacionado con el del mercado de la ropa moldeadora: seg¨²n apuntaba recientemente Vogue Business, esta industria alcanzar¨¢ los 3.800 millones de d¨®lares en 2031, creciendo a un ritmo del 5,5% a?o a a?o. Skims, la marca de Kim Kardashian, se plantea salir a bolsa este oto?o. Es ella la que ha hecho ya no solo del cors¨¦, sino del cuerpo moldeado a medida, una aspiraci¨®n para millones de j¨®venes. ¡°Hay algo de espect¨¢culo en todo esto, pero me sorprende porque yo veo que las mujeres estamos cada vez menos dispuestas a meternos en un patr¨®n imposible¡±, dice la dise?adora Teresa Helbig, ¡°el dise?o deber¨ªa trasladarse pensando en una diversidad de cuerpos. Aunque supongo que el show debe continuar¡±.
Precisamente este contexto en el ¨²ltimo a?o ha convertido a ciertas estrellas en una especie maniqu¨ª viviente sobre los que algunos estilistas juegan a sorprender para ganar me gustas y espacio en medios digitales. Era cuesti¨®n de tiempo que este extra?o mecanismo para ganar influencia se trasladara a las pasarelas: ¡°Los desfiles y las nuevas colecciones llevan a?os retransmiti¨¦ndose por redes, pero ahora se hacen de alg¨²n modo para las redes¡±, opina Charo Mora. ¡°Es una din¨¢mica parecida a la idea de simulacro de Baudrillard en los sesenta; esos signos-im¨¢genes sin una referencia real que proliferaron con el nacimiento de la televisi¨®n, que estilizaba la realidad para que fuera deseable¡±. El fen¨®meno de todas las wives se condensa en arquetipos precisamente de una feminidad, y quiz¨¢ de toda una sociedad en la que las mujeres ocupar¨ªan el mismo lugar casi inm¨®vil que ten¨ªan cuando escrib¨ªa Veblen. Y Zendaya con una armadura de Mugler, Anya Taylor-Joy con vestido de pinchos de Rabanne o las celebridades que no pudieron subir las escaleras del Met son im¨¢genes consumibles y muy viralizables. Recesi¨®n, nostalgia y redes sociales, una mezcla explosiva cuyo resultado caduco se ve en las nuevas tendencias.
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