El telescopio: instrumento cient¨ªfico y adorno de pr¨ªncipes
Galileo public¨® hace 400 a?os el 'Mensajero sideral', en el que anunciaba c¨®mo se ve¨ªan el cielo con un nuevo instrumento
En mayo de 1610 el catedr¨¢tico de Matem¨¢ticas de la universidad de Padua, Galileo Galilei, public¨® en Venecia un librito, apenas 30 p¨¢ginas en lat¨ªn, titulado Sidereus Nuncius (Mensajero Sideral). El ¨¦xito de este tratadillo fue inmediato, los 550 ejemplares de la edici¨®n se vendieron en pocos d¨ªas, tambi¨¦n l¨®gico y natural. Daba noticia del nuevo aspecto que los cielos ofrec¨ªan cuando se observaban con un nuevo y original instrumento que aproximaba y agrandaba los objetos lejanos: la Luna no era lisa pues mostraba monta?as y valles, muchas y nuevas estrellas aparec¨ªan donde antes s¨®lo hab¨ªa oscuridad, la V¨ªa L¨¢ctea no era una mancha lechosa, sino un conjunto casi infinito de peque?os puntos luminosos, y el planeta J¨²piter ya no estaba s¨®lo, sino acompa?ado por cuatro peque?os puntos que giraban a su alrededor. Todas estas novedades las hab¨ªa podido contemplar Galileo entre el oto?o de 1609 y los dos primeros meses de 1610, gracias a un perspicilli, telescopio, construido por el propio matem¨¢tico.
La publicaci¨®n de 'Sidereus Nuncius' represent¨® uno de los momentos decisivos en la historia de la ciencia, ya que echaba por tierra convicciones seculares
La aparici¨®n del Sidereus Nuncius represent¨® uno de los momentos decisivos en la historia de la ciencia, pues las nuevas im¨¢genes celestes que presentaba echaban por tierra convicciones seculares y lanzaban a la Europa culta a un torbellino de debates. Por otro lado, un tosco tubo con dos lentes de escasa calidad se hab¨ªa convertido, en manos de un hombre de ingenio, quiz¨¢s en el m¨¢s perturbador y revolucionario instrumento cient¨ªfico de todos los tiempos.
La consecuencia casi inmediata es que numerosos astr¨®nomos europeos procuraron hacerse con ejemplares de ese nuevo instrumento ¨®ptico. Antes de concluir 1610 ya constan, por ejemplo, las observaciones realizadas empleando telescopios por jesuitas del Colegio Romano o del convento de San Ant¨®n en Lisboa.
Un m¨¦rito "merced a la gracia de Dios"
Por otro lado, pronto se suscit¨® la pol¨¦mica sobre la identidad del inventor. Aunque Galileo se atribuy¨® ese m¨¦rito, "merced a la gracia de Dios que primero me ilumin¨® el entendimiento", seg¨²n sus propias palabras, hoy se conoce con certeza que ejemplares de telescopios fueron fabricados en distintos lugares de Europa por maestros constructores de "visorios" o gafas desde los ¨²ltimos a?os del siglo XVI. Ya en 1618 un disc¨ªpulo de Galileo llamado Girolamo Sirtori y autor del primer tratado sobre telescopios, Telescopium sive Ars perficiendi novum illud Galilaei visorium instrumentum ad Sydera, comenta en esta obra la dificultad de determinar qui¨¦n hab¨ªa sido el inventor y rechaza que lo fueran ciertos holandeses, como Hans Lippershey, Jacob Metius o Zacar¨ªas Jansen, pues tiene constancia de la existencia de constructores anteriores. As¨ª, afirma que ¨¦l hab¨ªa conocido en Barcelona a Joan Roget, perteneciente a una familia de constructores de telescopios que llevaba varias d¨¦cadas en esa labor, y que el maestro catal¨¢n le hab¨ªa permitido examinar uno de los telescopios que hab¨ªa fabricado hac¨ªa ya bastantes a?os.
Es a¨²n m¨¢s sorprendente e intrigante lo que afirma Sirtori unas p¨¢ginas m¨¢s adelante: cuando en 1611 midi¨® las lentes del telescopio que pose¨ªa el archiduque de Baviera Maximiliano I y que hab¨ªa sido fabricado por Galileo comprob¨® que eran id¨¦nticas a las del telescopio construido por Roget bastantes a?os antes.
"Constructor de visorios"
Posiblemente nunca se pueda determinar qui¨¦n fue el primer "maestro constructor de visorios" que tuvo la ocurrencia de colocar una lente delante de otra y comprobar los resultados al alejarlas o aproximarlas, pero s¨ª sabemos que en la segunda d¨¦cada del siglo XVII se fabricaban telescopios de distintos tama?os en las principales ciudades europeas. Una de las referencias m¨¢s claras sobre este tema se encuentra en el Di¨¢logo IV En que se trata de los antojos visorios o ca?ones con que se alcanza a ver a distancia de muchas leguas contenido en la obra Uso de los antojos para todo g¨¦nero de vista, escrita por el licenciado cordob¨¦s Benito Daza de Vald¨¦s y publicada en Sevilla en 1623. En este texto, el segundo que se escribi¨® en Europa sobre telescopios, el autor muestra un taller sevillano en el que se fabricaban telescopios de doce tama?os diferentes, desde el peque?o de "cuatro dedos de largo" hasta el de "cuatro varas", en funci¨®n de la lejan¨ªa del objeto que se quisiera observar.
Los telescopios utilizados por los astr¨®nomos se montaban en tubos de cart¨®n o de madera, frecuentemente forrados en piel o tela. Los burgueses ricos, los nobles y los pr¨ªncipes muy pronto se hicieron con bellos y lujosos instrumentos con monturas met¨¢licas, pagando por ellos elevadas cantidades, unas veces para adornar sus gabinetes, otras para ofrecerlos como exquisitos presentes a los personajes m¨¢s poderosos, como Felipe III, Paulo V o Cosme de M¨¦dicis.
Mariano Esteban Pi?eiro es director del Grupo de Historia de la Ciencia y de la T¨¦cnica del Instituto de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid
El primer telescopio en la historia de la pintura
Si se desea contemplar un telescopio de los que pose¨ªa la nobleza en los inicios del siglo XVII basta acudir al museo del Prado y detenerse ante un lienzo terminado en 1617 por Jan Brueghel y por Rubens, El sentido de la vista. En un gabinete repleto de objetos, muchos de ellos instrumentos cient¨ªficos, aparece en primer plano, quiz¨¢s por primera vez en la historia de la pintura, la imagen de un telescopio de aspecto sorprendentemente moderno. Detr¨¢s, sobre una mesa, los peque?os retratos de sus due?os pintados por Rubens, la hija de Felipe II Isabel Clara Eugenia y su esposo y primo el archiduque Alberto. A la derecha y en el suelo, el retrato del marqu¨¦s de Sp¨ªnola, servidor de los Gobernadores de los Pa¨ªses Bajos y quien les regal¨® el telescopio.
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