?Golpear¨¢ un asteroide la Tierra?
Hay m¨¢s de 170 cr¨¢teres en la superficie terrestre ocasionados por los impactos de este material rocoso
El universo no se diferencia mucho de otras realidades cotidianas. El precio de vivir c¨®modamente en un planeta soleado y con buenas vistas se traduce en un contrato inmobiliario donde los efectos secundarios vienen en letra peque?a. Y es que a nuestro jard¨ªn le ha salido un obst¨¢culo en forma de pedrusco: los asteroides. Su particular existencia deriva de los fragmentos de material rocoso que nunca llegaron a convertirse en planetas hace 4.500 millones de a?os, la ¨¦poca en la que empez¨® a constituirse todo el Sistema Solar. Desde entonces, esta regi¨®n es un gran campo de tiro en el que ning¨²n planeta, incluida la Tierra, est¨¢ a salvo.
La mayor parte de los asteroides se encuentran confinados en un anillo alrededor del Sol, entre las ¨®rbitas de Marte y J¨²piter, el llamado cintur¨®n de asteroides. Sin embargo, algunos consiguen fugarse tras chocar entre s¨ª y se colocan en ¨®rbitas inestables que, por el efecto gravitatorio de los planetas, llegan a cruzarse con la Tierra. Los fragmentos de asteroides que sobreviven a la abrasadora ca¨ªda a trav¨¦s de la atm¨®sfera terrestre son los meteoritos. Su an¨¢lisis permite elaborar un retrato robot del origen del Sistema Solar y reconstruir los diferentes escenarios de la evoluci¨®n de nuestro planeta y de nuestra especie.
La mayor amenaza conocida hasta ahora tiene el nombre de 1950 DA y un tama?o de m¨¢s de un kil¨®metro de di¨¢metro
Tan importante es el objeto del delito como las huellas que deja. Un rasgo distintivo de los meteoritos son los cr¨¢teres que forman tras el impacto. Aunque hace apenas 25 a?os se pensaba que su origen era volc¨¢nico, hoy se han identificado m¨¢s de 170 cr¨¢teres en la superficie terrestre, la mayor¨ªa de ellos con menos de 200 millones de a?os de edad. La actividad volc¨¢nica, los movimientos tect¨®nicos, la erosi¨®n producida por agentes atmosf¨¦ricos y las transformaciones causadas por los seres vivos han borrado de la superficie muchos de los cr¨¢teres m¨¢s antiguos, mientras que otros permanecen escondidos en el fondo de los oc¨¦anos.
La Luna: registro de formaci¨®n de cr¨¢teres
Por suerte, tenemos a un confidente: la Luna. Nuestro sat¨¦lite natural es el mejor registro de formaci¨®n de cr¨¢teres gracias a su superficie exenta de erosi¨®n. Basta estudiar la distribuci¨®n de cr¨¢teres en la Luna y la cantidad de residuos que vagan por el Sistema Solar para calcular la frecuencia media de impactos en la Tierra. Gracias a este banco de datos, sabemos que durante los ¨²ltimos 1.000 millones de a?os, asteroides y cometas han chocado en multitud de ocasiones contra nuestro planeta. Y aunque sospechamos que han jugado un papel determinante en la aparici¨®n de la vida, como portadores de agua y de material org¨¢nico, tambi¨¦n creemos que tienen un amplio historial delictivo.
El impacto de un asteroide hace 65 millones de a?os se ha relacionado con la muerte de m¨¢s del 70% de las especies de la Tierra, entre ellas, los dinosaurios. Una posible prueba del suceso es el cr¨¢ter semisumergido de Chicxulub, en la pen¨ªnsula del Yucat¨¢n, en M¨¦xico. Con 200 kil¨®metros de di¨¢metro, el objeto que lo origin¨® pudo tener unos 10 kil¨®metros de di¨¢metro. Los f¨®siles demuestran que la extinci¨®n fue brusca, devastadora, en un intervalo de tiempo de no m¨¢s de 1.000 a?os. Tambi¨¦n se han descubierto por todo el planeta estratos rocosos de esa fecha con un contenido an¨®malo de iridio, elemento muy escaso en la corteza terrestre.
No obstante, en la loter¨ªa c¨®smica se admite un bajo riesgo estad¨ªstico de colisi¨®n. De hecho, cuanto mayor es un meteorito, menos probable es que caiga. Una roca de dos kil¨®metros, capaz de provocar la devastaci¨®n de todo el mundo, s¨®lo se precipita sobre la Tierra una vez cada 500.000 a?os de media. En cambio, todos los d¨ªas caen m¨¢s de 100 millones de residuos interplanetarios de peque?o formato y poca densidad que son volatilizados por la atm¨®sfera sin causar ning¨²n da?o, algunos convertidos en estrellas fugaces.
El riesgo de Apophis
Hoy se conocen cerca de 145 asteroides con suficiente capacidad de destrucci¨®n que mantienen riesgo de colisi¨®n con la Tierra. Entre ellos, el conocido Apophis, con un tama?o de dos campos y medio de f¨²tbol. Desde que fuera descubierto en 2004, los expertos estimaron que exist¨ªa una probabilidad entre 45.000 de colisi¨®n con nuestro planeta en 2036. Sin embargo, c¨¢lculos recientes sugieren que el riesgo es mucho menor, 1 entre 250.000. El principal problema es que en el universo todo lo que gira, vuelve. Apophis podr¨¢ tener una segunda oportunidad en 2068, aunque su pr¨®ximo acercamiento en 2013 permitir¨¢ predecir con m¨¢s exactitud su ¨®rbita.
No es el ¨²nico ejemplo de asteroide peligroso. La mayor amenaza conocida hasta ahora tiene el nombre de 1950 DA y un tama?o de m¨¢s de un kil¨®metro de di¨¢metro. Su m¨¢xima aproximaci¨®n a la Tierra ser¨¢ en 2880 y, aunque se barajan varias trayectorias, se ha calculado un riesgo de impacto de 1 entre 300. Si consideramos que la probabilidad de que nos toque la loter¨ªa de Navidad es de 1 entre 15 millones, podemos hacernos una idea del peligro real que estos asteroides suponen para la especie humana.
Jam¨¢s nos quitaremos el miedo de encima. Quiz¨¢ podamos desarrollar estrategias para desviar asteroides con suficiente antelaci¨®n. O bien nos de tiempo cambiar de residencia planetaria. Pero, como en cualquier excursi¨®n, la humanidad siempre llevar¨¢ una piedra incrustada en la suela de la bota.
Es la consecuencia de vivir en un universo formado por retazos de cat¨¢strofes. Estudiarlo y comprenderlo tal vez nos alivie de la angustia de tener que preocuparnos por lo irremediable.
Iv¨¢n Jim¨¦nez es periodista cientifico
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