Los obispos vuelven a la 'guerra de los crucifijos'
La Conferencia Episcopal publica una "declaraci¨®n" advirtiendo contra la prohibici¨®n de los s¨ªmbolos religiosos.- "Ser¨ªa suicida para la cultura", dice su portavoz
"Suicidio cultural", "persecuci¨®n religiosa", "desertizaci¨®n de la vida p¨²blica". El Gobierno ya sabe c¨®mo se van a tomar los obispos la anunciada reforma de la Ley Org¨¢nica de Libertad Religiosa de 1980 para regular, entre otras cosas, la presencia de s¨ªmbolos religiosos de todo tipo en los espacios p¨²blicos, entre otros el crucifijo cristiano. La guerra ser¨¢ total, como en el pasado. Este mediod¨ªa lo ha insinuado sin tapujos el portavoz de la Conferencia Episcopal y obispo auxiliar de Madrid, el jesuita Juan Antonio Mart¨ªnez Camino. Adem¨¢s de sostener que Europa pudo "abrirse" al principio de la libertad religiosa "gracias precisamente al cristianismo", el portavoz de los prelados ha sentenciado que el crucifijo es m¨¢s que un s¨ªmbolo religioso. Prohibirlo en la esfera p¨²blica "es ir en contra del crucifijo", ha a?adido. Pese a todo, ha dicho desconocer las intenciones del Ejecutivo socialista sobre el tema. Seg¨²n sus noticias, "ni siquiera hay un borrador de ley que el Gobierno haya hecho suyo, mucho menos un anteproyecto o un proyecto". "Cuando existan, los valoraremos", ha agregado.
El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, viaj¨® el pasado d¨ªa 10 a Roma para entrevistarse con el Papa Benedicto XVI y analizar con los principales responsables del Gobierno vaticano una pr¨®xima reforma de la Ley Org¨¢nica de Libertad Religiosa. Anunciada varias veces por el Ejecutivo, dicha reforma se ha pospuesto a?o tras a?o. Los obispos est¨¢n convencidos de que, si se produce, conocer¨¢n ese proyecto antes de hacerse p¨²blico oficialmente, incluso en sus primeros borradores. Ese ser¨ªa el compromiso asumido desde el Ejecutivo.
Mientras se concreta ese texto legislativo, los obispos adelantan o reiteran criterios, condenas y advertencias. La llamada guerra del crucifijo es controversia que viene y va, con los mismos argumentos, como si no pasaran los a?os. Esta vez, sin embargo, la disculpa para resucitarla tiene alcance internacional. Se trata de que el pr¨®ximo d¨ªa 30 se inicia el debate en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos del llamado caso Lautsi contra el Estado italiano.
La Corte europea sentenci¨® el 3 de noviembre de 2009 en favor de Soile Lautsi, natural de Abano Terme (Padua) y madre de dos hijos, en una demanda contra la Rep¨²blica de Italia por "injerencia estatal incompatible con la libertad de convicci¨®n y de religi¨®n, as¨ª como con el derecho a una educaci¨®n y ense?anza conforme a sus convicciones religiosas y filos¨®ficas, que supon¨ªa la exposici¨®n de la cruz en las aulas del instituto p¨²blico al que asist¨ªan sus hijos". El Estado italiano recurri¨® el fallo, apoyado ahora por 22 conferencias episcopales nacionales, entre otras la espa?ola. Toca ahora una resoluci¨®n definitiva del famoso caso.
Lo que ha hecho esta ma?ana la Comisi¨®n Permanente del episcopado espa?ol, presidida por el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco, es unirse al clamor conjunto de la inmensa mayor¨ªa de las conferencias episcopales europeas y de "otras instancias tanto estatales como sociales de todo el Continente", con una declaraci¨®n oficial que parece querer preparar a la opini¨®n p¨²blica ante una probable ratificaci¨®n de la sentencia.
Los prelados titulan su proclama como Declaraci¨®n sobre la exposici¨®n de s¨ªmbolos religiosos cristianos en Europa. "Reunida cuando se espera una pr¨®xima resoluci¨®n de la Corte europea sobre la exposici¨®n de s¨ªmbolos religiosos en las escuelas estatales, [la Conferencia Episcopal Espa?ola] desea subrayar la importancia de la cuesti¨®n para las convicciones religiosas de los pueblos y para las tradiciones culturales de Europa", dicen los obispos en el primer p¨¢rrafo. A?aden: "Gracias precisamente al cristianismo, Europa ha sabido afirmar la autonom¨ªa de los campos espiritual y temporal y abrirse al principio de la libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes. En la cultura y en la tradici¨®n religiosa cristianas, la cruz representa la salvaci¨®n y la libertad de la humanidad. De la cruz surgen el altruismo y la generosidad m¨¢s acendrados, as¨ª como una sincera solidaridad ofrecida a todos, sin imponer nada a nadie".
M¨¢s tarde, en la rueda de preguntas, el portavoz de los obispos ha tenido que puntualizar la afirmaci¨®n de que el cristianismo ha abierto el camino en Europa "al principio de la libertad religiosa". Se le ha preguntado que eso no ocurri¨® hasta que el Concilio Vaticano II proclam¨® en 1965 que la libertad religiosa y de conciencia era uno m¨¢s de los derechos humanos. La respuesta del prelado auxiliar del cardenal Rouco ha llegado titubeante, como si le hubiera sorprendido ser interpelado sobre pasadas persecuciones y guerras de religi¨®n para frenar todo tipo de libertades sociales e individuales.
La cruz y la libertad en Espa?a
Se ha dicho que los espa?oles han ido siempre, en el pasado, detr¨¢s de los curas, unas veces con el incensario y otras con el palo. Es tambi¨¦n la historia de Europa. Voltaire calcul¨® que la religi¨®n hab¨ªa causado ya en su tiempo doce millones de muertes. Era la consecuencia de una trayectoria terrible, que los cristianos, primero perseguidos, despu¨¦s perseguidores, tambi¨¦n han pagado con decenas de miles de m¨¢rtires. Por lo que se refiere a Espa?a, no se sostiene la afirmaci¨®n del portavoz de los obispos de que el cristianismo y el crucifijo abrieron el camino hacia la libertad religiosa y de conciencia, y hacia la democracia. No hay historiador de buena fe que sostenga esa afirmaci¨®n. M¨¢s bien, al contrario. Casi todas las libertades p¨²blicas y privadas se han logrado aqu¨ª con la oposici¨®n, a veces agresiva, de la jerarqu¨ªa del catolicismo.
El monopolio cat¨®lico fue un lugar com¨²n en Espa?a hasta 1966, cuando la dictadura franquista y los obispos asumieron de mala gana el mandato del Concilio Vaticano II de separaci¨®n Estado-Iglesia y sobre la libertad de conciencia como un derecho humano fundamental. Hasta entonces, estuvieron proscritas y perseguidas con sa?a, por la Inquisici¨®n y el Estado, las dem¨¢s confesiones. La Conferencia de Metropolitanos, que es como se llamaba entonces la Conferencia Episcopal, hab¨ªa emitido poco antes una pastoral de protesta por la "relajaci¨®n" de la dictadura nacionalcat¨®lica ante el "proselitismo protestante". Error de la libertad de cultos, se titulaba. Los prelados le recordaban al caudillo Francisco Franco que era su principal deber "el vigilar por la pureza de la fe" y que "la tolerancia de cultos no es una cuesti¨®n meramente pol¨ªtica, sino dogm¨¢tica y de derecho p¨²blico". Este sorprendente documento figura todav¨ªa en la colecci¨®n de Documentos Oficiales de la Conferencia Episcopal Espa?ola.
Todav¨ªa ejercen algunos pastores protestantes que sufrieron c¨¢rcel en esos a?os. Lo peor era el ambiente hostil que percib¨ªa la sociedad hacia otras religiones, como consecuencia de las ense?anzas del clero cat¨®lico en las escuelas. En sus memorias, el cineasta Luis Bu?uel lo cuenta as¨ª: "Durante los 13 o 14 primeros a?os de mi vida, nuestro odio corporativo se centraba en los protestantes, por instigaci¨®n maligna de los jesuitas. En una ocasi¨®n, durante las fiestas del Pilar, llegamos a apedrear a un infeliz que vend¨ªa Biblias por pocos c¨¦ntimos".
La primera guerra del crucifijo se desat¨® en Espa?a en 1977, cuando a¨²n persist¨ªa en Espa?a la intransigente coalici¨®n de la sala de guardia y la sacrist¨ªa. Franco, caudillo y cruzado nacionalcat¨®lico, hab¨ªa muerto dos a?os antes y el presidente de las nuevas Cortes, Antonio Hern¨¢ndez Gil, retir¨® el crucifijo de su despacho oficial. A¨²n resuenan las execraciones contra el honorable jurista y confeso cat¨®lico.
El portavoz de los obispos ha parecido volver al pasado cuando este mediod¨ªa se le ha pedido que comentase el p¨¢rrafo de la declaraci¨®n oficial sobre las consecuencias de una hipot¨¦tica prohibici¨®n de los s¨ªmbolos religiosos en las escuelas p¨²blicas y otros espacios oficiales, como cuarteles, hospitales, o cuando los ministros juren su cargo ante el Jefe del Estado en presencia de un crucifijo aunque el alto cargo sea ateo o de otra religi¨®n. "Ese vac¨ªo ser¨¢ llenado por otros s¨ªmbolos", ha dicho.
En su opini¨®n, un pueblo "no puede vivir sin s¨ªmbolos", y algunos de esos s¨ªmbolos, si desaparecen los cristianos, no ser¨¢n "ben¨¦ficos". Este es el pol¨¦mico texto de la declaraci¨®n episcopal sobre el asunto: "Ponerse en contra de los s¨ªmbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de un pueblo es dejarle indefenso ante otras ofertas culturales, no siempre ben¨¦ficas, y cegar las fuentes b¨¢sicas de la ¨¦tica y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoci¨®n y la tutela de la dignidad de la persona".
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