50.000 personas no saben que tienen el VIH en Espa?a
Los afectados que ignoran su estado son responsables del 70% de las transmisiones
Alrededor de 50.000 personas en Espa?a no saben que est¨¢n infectadas por el VIH. Esta cifra representa aproximadamente un tercio de los entre 130.000 y 150.000 afectados que se calcula que viven con el virus. Ellos son el objetivo de la campa?a que, con motivo del d¨ªa mundial de la lucha contra el sida que se conmemora ma?ana, ha presentado hoy el Ministerio de Sanidad.
El prop¨®sito es que quienes hayan tenido una relaci¨®n de riesgo (la transmisi¨®n sexual supone un 80% de los nuevos diagn¨®sticos de VIH, seg¨²n los ¨²ltimos datos del registro estatal que engloba a 15 comunidades) se hagan la prueba. Para ello, Sanidad cuenta este a?o con convencer a los sanitarios para que detecten a quienes hayan podido estar en esta situaci¨®n, y les indica que sugieran que se hagan la prueba todas las embarazadas; quienes hayan padecido una enfermedad de transmisi¨®n sexual, tuberculosis o hepatitis viral; los que con una pareja estable quieran dejar de usar el preservativo; los que hayan tenido una relaci¨®n desprotegida con alguien de quien no sepan si tiene el VIH o, con m¨¢s raz¨®n a¨²n, si sab¨ªan que estaba infectado, entre otras.
La idea no es solo estad¨ªstica. Como ha quedado de manifiesto hoy en un acto organizado por la ONG Apoyo Positivo, saber el seroestatus (si se est¨¢ infectado o no) es un beneficio para la propia persona, para sus parejas y tambi¨¦n para los sistemas sanitarios. Para el afectado, porque desde el primer momento de la infecci¨®n el virus influye en su salud, produce inflamaciones y da?o neurol¨®gico. Adem¨¢s, se est¨¢ privando de la posibilidad de acceder a los tratamientos, que en Espa?a son gratuitos y de f¨¢cil administraci¨®n (lo normal es que sean tres pastillas en una toma al d¨ªa). Estos f¨¢rmacos han evolucionado tanto que ya hay estudios y centros privados que recomiendan suministrarlos desde el primer momento, porque se ha visto que el posible riesgo de efectos secundarios y de aparici¨®n de resistencias es inferior al beneficio de evitar que la infecci¨®n prospere.
Esto, sin embargo, no es lo que se hace en los sistemas sanitarios p¨²blicos (s¨ª en algunos privados) porque en el balance no entran solo los efectos sanitarios, sino que tambi¨¦n hay que tener en cuenta el econ¨®mico. Un tratamiento est¨¢ndar para un paciente primerizo cuesta de 6.000 a 8.000 euros al a?o, y una vez que se empieza no se puede abandonar. Por eso -y m¨¢s en este tiempo de crisis- las recomendaciones son esperar a que el sistema inmunitario empiece a debilitarse, pero no tanto como para que aparezcan infecciones oportunistas (las que no surgir¨ªan si la persona no tuviera el VIH, como algunos hongos o neumon¨ªas), y ese l¨ªmite est¨¢ actualmente en los 450 linfocitos CD4 por mililitro de sangre (lo normal en una persona sana es que este recuento est¨¦ entre 800 y 1.200).
En este aspecto de beneficio propio entra otro factor: aparte de los que no saben que tienen el VIH, est¨¢ quienes se enteran tarde, cuando su sistema inmune ya est¨¢ muy deteriorado. Para ellos el peligro est¨¢ en que sufran infecciones oportunistas, que los antivirales funcionen peor o que puedan incluso fallar. Se calcula que de los 2.264 nuevos diagn¨®sticos notificados en los seis primeros meses de 2009 en las 15 comunidades con un registro, en el 50% de los casos se trataba de personas que ya empezaban a sentir efectos adversos y visibles de la infecci¨®n.
Otra ventaja importante de saber si se est¨¢ infectado o no es se contribuye a proteger a las parejas. De hecho, se calcula que ese 30% de personas que no saben que tienen el VIH son la fuente del 70% de las transmisiones del virus, seg¨²n una estimaci¨®n del Grupo de Estudio del Sida (Gesida) de la Sociedad Espa?ola de Enfermedades Infecciosas y Microbiolog¨ªa Cl¨ªnica (SEIMC). Por ¨²ltimo, los sistemas sanitarios tambi¨¦n se benefician si todos los afectados saben que lo est¨¢n, porque permite actuar antes, de manera preventiva, y se evitan hospitalizaciones y medicaciones a¨²n m¨¢s caras. Incluso una de las herramientas emergentes, las pruebas r¨¢pidas, aunque son m¨¢s caras, podr¨ªan ayudar al respecto. Ya hay varias ONG que las hacen, y en algunas comunidades como el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a las ofrecen las farmacias. En Madrid los centros de salud del centro (donde est¨¢ la zona de Chueca, considerado el barrio gai, y otras zonas con muchos inmigrantes) tambi¨¦n tienen un programa para hacerlas. Tienen la ventaja para el usuario de que en 20 minutos sabe el resultado.
La preocupaci¨®n no es solo espa?ola. En Europa, el Centro de Control de Enfermedades (ECDC) calcula que hay 850.000 personas que viven con VIH, de las que 255.000 no lo saben, con las mismas consecuencias que en Espa?a. Y algo parecido podr¨ªa decirse de los dem¨¢s pa¨ªses desarrollados y de muchos emergentes. De hecho, pa¨ªses como Francia y Estados Unidos se plantean que la prueba de detecci¨®n del VIH (lo que se conoce coloquialmente como prueba del sida) se ofrezca a toda la poblaci¨®n, y que solo quede exento quien se libre de ella. A falta de una vacuna o una cura, y ante la dificultad de universalizar el uso del preservativo, algunos estudios internacionales de EE UU y organismos de la ONU apuntan a que, si se hiciera la prueba a toda la poblaci¨®n y se tratara desde el principio a quienes dieran positivo, en 50 a?os se habr¨ªa acabado con la pandemia. Esta soluci¨®n tiene dos problemas claros: uno, su coste; y dos, que puede haber personas que por miedo a un futuro incierto y tambi¨¦n a la discriminaci¨®n que sufren las personas con VIH (las empresas tienden a no contratarlas, los bancos no les dan cr¨¦ditos, pueden perder su trabajo) se nieguen al an¨¢lisis, lo que crear¨ªa bolsas desde las que el virus podr¨ªa comenzar a expandirse.
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