Un a?o despu¨¦s, nada cambia en el golfo de M¨¦xico
No hay reforma del sector ni planes para evitar accidentes como el del vertido de BP.- La limpieza costar¨¢ unos 9.000 millones de euros
Un a?o despu¨¦s de uno de los mayores vertidos de crudo de la historia norteamericana, pocas cosas han cambiado en el golfo de M¨¦xico. Este mi¨¦rcoles har¨¢ exactamente un a?o, una burbuja de gas metano provoc¨® un incendio y una explosi¨®n en la tuber¨ªa de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, que perforaba el yacimiento de Macondo, a unos 64 kil¨®metros de la costa de Luisiana y frente al ecosistema del delta del Misisipi. Fallecieron 11 trabajadores. Las v¨¢lvulas de emergencia que deber¨ªan haberse activado entonces para sellar el pozo no funcionaron. Durante 86 d¨ªas, por una fisura se vertieron 757 millones de litros de crudo al mar.
Hubo quien augur¨® que el vertido de BP ser¨ªa para Barack Obama lo que el hurac¨¢n Katrina fue para George W. Bush: un accidente agravado por la lentitud y la torpeza en la reacci¨®n del Gobierno. Hubo tambi¨¦n quien dijo que aquel desastre acabar¨ªa con los negocios en el Golfo y posiblemente en Estados Unidos de la petrolera BP, una de las mayores comerciantes de crudo del mundo. Otros, finalmente, vaticinaron un cambio trascendental en las fuentes de energ¨ªa norteamericanas, un viraje hacia las renovables y un renacimiento de las centrales nucleares.
Esas predicciones no se han cumplido. Con el reciente accidente de la central de Fukushima en Jap¨®n muy presente y una batalla presupuestaria que casi obliga al cierre temporal del Gobierno federal y que ha debilitado las posibilidades de implantar m¨¢s energ¨ªas renovables, poco se habla en estos d¨ªas en Washington de la reforma del sector petrol¨ªfero. Tras el accidente, Obama fulmin¨® la Agencia de Gesti¨®n Minera, que conced¨ªa los permisos de explotaci¨®n y hab¨ªa sufrido numerosos casos de corrupci¨®n durante los a?os de Bush, y reparti¨® sus competencias en el Departamento del Interior. El presidente orden¨® inmediatamente una moratoria sobre nuevas exploraciones, que dur¨® s¨®lo hasta octubre.
En el Golfo, en un Estado republicano como es Luisiana, cunde la impresi¨®n de que el mayor da?o lo caus¨® no el vertido en s¨ª mismo, sino la moratoria de Obama. "D¨ªas despu¨¦s del desastre, cuando todav¨ªa emanaba crudo al Golfo, Barack Obama y sus amigos extremistas siguieron haciendo uso de aquella tragedia para hacer avanzar su ideario contrario a las perforaciones", dijo el lunes en una rueda de prensa el senador conservador por Luisiana David Vitter. "Un a?o despu¨¦s del vertido no hemos avanzado nada a la hora de estimar el verdadero da?o a nuestra pesca, a la fauna, a la costa y a otros recursos naturales".
Seg¨²n un reciente estudio de la universidad estatal de Luisiana, a causa de la congelaci¨®n temporal de nuevos permisos se destruyeron unos 8.000 puestos de trabajo del sector petrol¨ªfero en aquel Estado y otros 4.000 a nivel nacional. En el golfo de M¨¦xico hay 3.500 plataformas, seg¨²n la Administraci¨®n Oceanogr¨¢fica federal. De ellas depende la estabilidad econ¨®mica de la zona. En la Deepwater Horizon trabajaban 146 personas.
A la petrolera BP el incidente le oblig¨® a sustituir a su ex director ejecutivo, Tony Hawyard, que dej¨® el cargo en manos de un nativo del Golfo, Robert Dudley, nacido en Misisip¨ª. Las labores de limpieza, en las que llegaron a trabajar 48.000 personas simult¨¢neamente, le costar¨¢n en total unos 13.000 millones de d¨®lares. Hasta la fecha, BP ha depositado otros 20.000 millones en un fondo de compensaci¨®n administrado por el Gobierno norteamericano del que s¨®lo se han usado 3.800 para pagar a 176.000 afectados. Estima la Casa Blanca que de esos millones s¨®lo se utilizar¨¢ la mitad. La subcontrata Transocean, que era propietaria de la plataforma Deepwater Horizon, lleg¨® a un acuerdo econ¨®mico con las familias de cinco de los 11 trabajadores fallecidos. No ha hecho p¨²blicas las condiciones de esos acuerdos, que se cree que son millonarios.
La lucha de los pescadores
Recientemente ha comenzado la temporada de la gamba para los pescadores del Golfo, quienes en los d¨ªas inmediatamente posteriores al accidente se vieron m¨¢s afectados por el cierre de las aguas que faenan tradicionalmente. Ellos se sienten todav¨ªa dejados de lado. "La lucha no ha acabado", asegura Billy Nungesser, presidente de la comunidad de pescadores de Plaquemines Parish, una de las m¨¢s afectadas. "Debemos hacer que BP cumpla. Un a?o despu¨¦s, aun no sabemos qui¨¦n est¨¢ al mando: si BP, si la Guarda Costera, si el Gobierno federal... Necesitamos que BP acabe de limpiar la costa, que cumpla con las promesas de dejar aqu¨ª un buen equipamiento en caso de que el crudo salga a la superficie, que haga un esfuerzo para estabilizar los bancos y la l¨ªnea de costa que tanto se han deteriorado, necesitamos que ayude a restablecerse a los afectados por el vertido".
En este momento siguen cerradas s¨®lo seis ¨¢reas a ambos m¨¢rgenes de la desembocadura del Misisipi. La pesca sigue sin recuperarse completamente y un reciente estudio de la Casa Blanca asegura que no lo lograr¨¢ hasta, por lo menos, 2012. Normalmente, un 20% de las ostras que consume EE UU vienen del Golfo. El a?o pasado, la producci¨®n cay¨® a la mitad. Los faeneros locales se quejan de que el crudo hundido mat¨® muchos de los bancos de ostras y que los verdaderos efectos sobre la pesca se dejar¨¢n sentir cuando comience la temporada de ese molusco, en oto?o.
La mayor parte de la mancha, que un estudio de la Instituci¨®n Oceanogr¨¢fica Woods Hole de Massachusetts lleg¨® a estimar del tama?o de la isla de Manhattan, ha desaparecido. Ya en agosto dijo la Casa Blanca que se hab¨ªa esfumado un 75% de aquel petr¨®leo, aunque posteriormente, diversos investigadores independientes redujeron la cifra a 50%. Hay cient¨ªficos que aseguran que una buena parte de ese crudo se evapor¨® al aire. Otros dicen que se hundi¨® al lecho marino. Y aun otros mantienen que las bacterias del Golfo procesaron una buena parte, como hacen a diario con miles de fugas naturales en un ecosistema que se asienta sobre uno de los mayores yacimientos de crudo del planeta.
BP, que extra¨ªa el crudo a trav¨¦s de la subcontrata Transocean, utiliz¨® 6,8 millones de litros del disolvente qu¨ªmico Corexit para contenerla. Los cient¨ªficos a¨²n tratan de dirimir si el qu¨ªmico ser¨¢ peor para la pesca que el propio crudo. En un punto, adem¨¢s, se lleg¨® a quemar crudo en superficie, para evitar que barriera los humedales del Misisipi.
En febrero del a?o que viene comenzar¨¢ el juicio por una demanda colectiva, que a¨²na 300 denuncias contra BP, en un juzgado federal de Nueva Orleans. En enero, el estudio de la comisi¨®n de investigaci¨®n a la que Obama le encarg¨® analizar las causas del vertido concluy¨® que "sin una considerable reforma en las pr¨¢cticas empresariales y las pol¨ªticas gubernamentales, [vertidos como el de BP] podr¨ªan volver a ocurrir. El accidente provino de errores sistem¨¢ticos de los directivos de esa industria y de fallos del Gobierno a la hora de garantizar que se cumplan las normas sobre perforaciones petrol¨ªferas en alta mar".
Un a?o despu¨¦s, no ha habido ley u orden ejecutiva que haya cambiado ese panorama. No s¨®lo no se han reducido o congelado las plataformas: han crecido. A Obama, los republicanos le presionan para que avance hacia la independencia energ¨¦tica, dado que el pa¨ªs depende de importaciones de crudo que enriquecen a los Gobiernos de Venezuela, Arabia Saudita y Nigeria, entre otros. Despu¨¦s de lo ocurrido en Jap¨®n tras el terremoto, el presidente tiene pocos prospectos de cumplir sus planes de ampliar las centrales nucleares en EE UU. El camino hacia esa autonom¨ªa sigue pasando por perforar el lecho del oc¨¦ano, independientemente de cualquier desastre ecol¨®gico.
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