La lucha contra el VIH busca las poblaciones en mayor riesgo
Trabajadoras del sexo y hombres que tienen sexo con hombres est¨¢n en el punto de mira del Gobierno ghan¨¦s.- Su tasa de infectados por el VIH multiplica por 10 la general
"Son ilegales, pero no podemos ponernos una venda. Las trabajadoras del sexo y los hombres que tienen sexo con hombres son las poblaciones de mayor riesgo frente al VIH". La directora general de la Comisi¨®n para el Sida de Ghana, Angela El-Adas, no est¨¢ c¨®moda ante la pregunta de qu¨¦ hacer con los gais, pero no la reh¨²ye. En el marasmo de prejuicios, tradiciones, tab¨²es e incluso impedimentos legales (tanto la prostituci¨®n como el sexo consentido entre hombres son inconstitucionales en Ghana y otros pa¨ªses del ?frica angl¨®fona que heredaron una legislaci¨®n brit¨¢nica muy restrictiva), quienes de verdad trabajan por frenar el VIH sobre el terreno y no desde los despachos no pueden ignorara que esos dos grupos de ciudadanos viven en unas condiciones que les hace m¨¢s vulnerables ante el virus.
Las cifras lo demuestran. Frente a una tasa de infectados del 2% de los adultos, esta poblaci¨®n llega al 25%, dice El-Adas. El caso de las trabajadoras sexuales no es una sorpresa, ya que las relaciones heterosexuales desprotegidas (y, en su caso, muchas veces obligadas por la fuerza f¨ªsica o del poder econ¨®mico) son una caracter¨ªstica de la pandemia desde que esta empezara a manifestarse en ?frica a finales de los ochenta del siglo pasado. Por eso sorprende m¨¢s que el Gobierno de Ghana haya incluso hecho estudios sobre hombres que tienen sexo con hombres (en esta cultura, no se les puede llamar gais ya que la mayor¨ªa no se identificar¨ªan con uno), y llegado a ese dato de incidencia. Por ejemplo, en Espa?a, pa¨ªs te¨®ricamente m¨¢s abierto, tampoco hay estudios exhaustivos y los datos que da el plan Nacional del Sida son que la poblaci¨®n gay est¨¢ infectada por el VIH en un 10%.
Para ver la diferencia entre gay y el concepto m¨¢s amplio de hombre que tiene sexo con hombres (MSM por sus siglas en ingl¨¦s, en una pandemia abonada desde su propio nombre a los acr¨®nimos), El-Adas indica que seg¨²n su estudio, un 62% de los MSM est¨¢ casado y la mayor¨ªa tiene hijos. Quiz¨¢ eso explica parte de su razonamiento cuando indica que hay que dedicarles esfuerzos. "Un solo programa de prevenci¨®n no sirve para toda la poblaci¨®n, y cerrarnos ante esta realidad significa poner en riesgo al conjunto de la poblaci¨®n, y que veamos un efecto bumer¨¢n en la lucha contra el VIH", explica. En cualquier caso, es un avance frente a pol¨ªticos que niegan que en su pa¨ªs exista este tipo de relaciones -como Ir¨¢n o China durante mucho tiempo- o quienes creen que la soluci¨®n es prohibir sus actividades y encarcelarlos (la ley de Ghana, pero tambi¨¦n Nigeria, Camer¨²n o parlamentarios de Uganda, por citar solo pa¨ªses de la zona).
Adem¨¢s, hay otros grupos con programas espec¨ªficos. El primero, las madres infectadas, porque la eliminaci¨®n de la transmisi¨®n a sus hijos parece el objetivo m¨¢s f¨¢cilmente alcanzable (todav¨ªa en el pa¨ªs se producen m¨¢s de 3.000 casos al a?o; en Espa?a, por seguir con la comparaci¨®n, son pr¨¢cticamente nulos). Tambi¨¦n la juventud -con el problema de que no se les permite dar condones a los menores de edad- y la poblaci¨®n reclusa.
Pero quiz¨¢ quien m¨¢s de cerca de estos programas para los proscritos -literalmente-, personas dedicadas a la prostituci¨®n y hombres con pr¨¢cticas homosexuales, sea Comfort Asamoah-Adu, directora del Programa de ?frica occidental para combatir el Sida y las Enfermedades de Transmisi¨®n Sexual (WAPCAS en sus siglas inglesas).
Al margen de una ley que deber¨ªa obligarles a denunciar a quienes quieren dar atenci¨®n (los MAP o Poblaci¨®n de M¨¢s Riesgo, trabajadoras del sexo y MSM), su trabajo de prevenci¨®n se basa en la formaci¨®n de pares, personas de esos colectivos que, por tanto, tienen un acceso m¨¢s f¨¢cil a quienes, en buena l¨®gica, reh¨²yen de todo lo que suene a oficial.
"Para que no tengan miedo, lo que hacemos es organizar fiestas a las que les invitamos", afirma. Tambi¨¦n hay una red de enfermeras entrenadas para localizar por sus historias cl¨ªnicas o lo que cuentan a quienes pertenecen a estos grupos, y as¨ª abordarles. La activista elude la pregunta de si no se corre el riesgo de centrarse solo en los muy afeminados o en los poqu¨ªsimos que no ocultan sus inclinaciones (en un pa¨ªs donde, por cierto, es relativamente frecuente ver a j¨®venes y no tan j¨®venes de la mano por la calle). Estas profesionales -y aqu¨ª est¨¢ de nuevo la contradicci¨®n- trabajan en centros p¨²blicos.
Otra de sus herramientas son las cl¨ªnicas especializadas en enfermedades de transmisi¨®n sexual, indica Asamoah-Adu. En dos a?os se han duplicado, y ya las hay en pr¨¢cticamente los 18 distritos del pa¨ªs. Esta ampliaci¨®n se ha logrado gracias al dinero que aporta el Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que es quien ha organizado este viaje restringido para periodistas y facilitado las entrevistas.
El programa tiene unos datos esperanzadores: ya han contactado a 25.000 trabajadoras del sexo y a 4.000 MSM. Se han repartido cuatro millones de preservativos. "Si viniera conmigo a ver a una de estas chicas, ver¨ªa c¨®mo ninguna se ir¨ªa con usted si no fuera a usar cond¨®n", dice segura Asamoah-Adu.
Como es una constante en estos tiempos de recorte, ambas mujeres temen lo que pueda pasar si el fondo mundial recorta sus ayudas. "Damos tratamiento con antivirales a 47.000 personas, y nuestro objetivo es llegar a 60.000 a final de a?o", dice El-Adas. "El fondo nos garantiza el mantenimiento de los programas que ya est¨¢n en marcha, pero para los 20.000 tratamientos extra tendremos que buscar f¨®rmulas innovadoras, que probablemente pasen por la colaboraci¨®n privada", dice.
Asamoah-Adu es m¨¢s radical. "Si no llega m¨¢s dinero, tendremos que cerrar servicios", afirma. "Quedarnos a mitad de camino ser¨ªa tirar por la borda todo lo realizado. Este trabajo lleva tiempo, hay que ganarse la confianza de los usuarios, y eso no se puede hacer de un d¨ªa para otro. Los cambios de conducta no son algo inmediato, hay que afianzarlos poco a poco, y todo puede perderse", afirma.
La ¨²nica soluci¨®n que se le ocurre es que "el Gobierno ponga m¨¢s dinero". "Sabemos que hay crisis", dice, "pero, ?qu¨¦ quieren? ?Qu¨¦ dejemos que se infecten?".
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