Los obispos espa?oles arremeten contra ¡°la ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±
La Conferencia Episcopal afirma que la ideolog¨ªa de g¨¦nero impone una "cultura de la muerte"
Los obispos no se pronuncian, todav¨ªa, sobre la crisis social y econ¨®mica, como les reclaman muchos fieles, pero s¨ª sobre el sexo, el amor, la familia, el matrimonio, las feministas y los homosexuales. Tambi¨¦n pontifican contra ¡°la ideolog¨ªa de g¨¦nero y la cultura de la muerte¡±. El motivo lo desvel¨® ayer el jesuita Juan Antonio Mart¨ªnez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal y prelado auxiliar del cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco en Madrid. ¡°?Para qu¨¦ queremos finanzas si no tenemos familia?¡±, proclam¨® en conferencia de prensa. Su tesis es que ¡°uno de los elementos de la crisis es el mal trato a la familia, un capital social fundamental, m¨¢s importante que las finanzas¡±. Espa?a, seg¨²n el prelado, est¨¢ a la cabeza de las pol¨ªticas m¨¢s desastrosas en tales materias.
Con el entusiasmo de un enamorado a la manera de san Juan de la Cruz, el portavoz episcopal present¨® esta ma?ana, por fin, la pastoral del amor, que los prelados han tardado a?o y medio en pulir, despu¨¦s de trabajarla en tres asambleas plenarias y en incontables comisiones. Se titula ¡®La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideolog¨ªa de g¨¦nero y la legislaci¨®n familiar¡¯, y figura como ¡°la primera acci¨®n¡± del plan de los obispos para recuperar Espa?a para su Iglesia, en lo que han llamado ¡°Nueva evangelizaci¨®n¡±. La pastoral tiene 22.382 palabras.
La idea del documento y su primer borrador fue obra de la Subcomisi¨®n Episcopal de la Familia, cuyo presidente, Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcal¨¢ de Henares, ha sido marginado en los tr¨¢mites finales del proceso tras sus broncas manifestaciones hom¨®fobas en la televisada homil¨ªa del Viernes Santo pasado. Tampoco apareci¨® ayer en la conferencia de prensa, como suele ser habitual cuando una comisi¨®n presenta documentos doctrinales. Las tesis de Reig, sin embargo, persisten a lo largo de la pastoral, aunque muy peinadas para no generar m¨¢s pol¨¦mica de la habitual. ¡°No hubo dificultades especiales [en el redactado final], m¨¢s que las propias del asunto¡±, dijo Mart¨ªnez Camino.
Aplazada una y otra vez la publicaci¨®n ¡ªen las dos ¨²ltimas semanas, para no coincidir ni chocar m¨¢s de lo normal con homosexuales y lesbianas ante el D¨ªa del Orgullo Gay¡ª, la pastoral sobre el amor humano mantiene un tono duro y deja en evidencia de nuevo el desencuentro episcopal con todo lo que tiene que ver con el sexo, el placer y las relaciones humanas. Debi¨® sentir esa sensaci¨®n el propio portavoz episcopal cuando, segundos antes de terminar su comparecencia, dijo, como a modo de disculpa: ¡°Pedimos que se nos atienda porque todo ha empeorado en los ¨²ltimos a?os. No son man¨ªas del clero sobre el sexo. No es una cuesti¨®n de querer amargar la vida a la gente¡±.
Pedimos que se nos atienda porque todo ha empeorado en los ¨²ltimos a?os. No son man¨ªas del clero sobre el sexo
Juan Antonio Mart¨ªnez Camino
En seis cap¨ªtulos, el primero para proclamar la ¡°buena noticia del amor y la familia¡±; y con dos largos apartados para denunciar los estorbos que se oponen a sus ideas, y para concretar sus propuestas, los obispos dejan pronto mensaje de su pesimismo antropol¨®gico. Dicen: ¡°Las pr¨¢cticas abortivas, las rupturas matrimoniales, la anticoncepci¨®n y las esterilizaciones, las relaciones sexuales prematrimoniales, la violencia en el ¨¢mbito de la convivencia dom¨¦stica, las adicciones a la pornograf¨ªa, a las drogas, al alcohol, al juego y a internet, etc., han aumentado de tal manera que no parece exagerado afirmar que la nuestra es una sociedad enferma¡±.
Detr¨¢s de todo este negativismo, perciben una ¡°profusi¨®n¡± de mensajes ideol¨®gicos y propuestas culturales, por ejemplo, la ¡°absolutizaci¨®n subjetivista de la libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad¡±.
Como si hablasen por tel¨¦fono con Dios y tomando como punto de referencia a Cristo, que seg¨²n ellos, fund¨® la Iglesia de la que son jerarcas, los prelados pontifican que el origen del amor, su fuente escondida, se encuentra en Dios. ¡°El origen del amor no se encuentra en el hombre mismo, sino que la fuente originaria del amor es el misterio de Dios mismo, que se revela y sale al encuentro del hombre¡±. Si as¨ª ama Dios al hombre, la conclusi¨®n de los prelados es que ¡°el amor, en su dimensi¨®n apetitiva, es la vocaci¨®n fundamental e innata de todo ser humano¡±.
Pronto entrar¨¢n en materia pol¨¦mica (para ellos), bajo un apartado que titulan, G¨¦nesis en mano, ¡®Var¨®n y mujer los cre¨®¡¯. Al fondo, las uniones entre personas del mismo sexo, que en Espa?a se conoce, por ley, como matrimonio. Dicen: ¡°El cuerpo y el alma constituyen la totalidad unificada corp¨®reo-espiritual que es la persona humana. Pero esta existe necesariamente como hombre o como mujer. La persona humana no tiene otra posibilidad de existir. La dimensi¨®n sexuada, es decir, la masculinidad o feminidad, es inseparable de la persona¡±.
Por ello, las caracter¨ªsticas del amor conyugal los obispos las tienen claras ¡°y son inamovibles¡±. Para ser como un amor divino, ¡°ha de ser amor de persona a persona con el afecto de la voluntad¡±; no puede sino ser fiel y exclusivo; tiene que ser un amor fecundo y ha de ser para siempre.
El documento habla de ¡°la oscuridad del pecado¡±, de modo particular la interpretaci¨®n narcisista de la sexualidad.
En este punto, el documento habla de ¡°la oscuridad del pecado¡±, de modo particular la interpretaci¨®n narcisista de la sexualidad. En su opini¨®n, hay dos corrientes, aparentemente contrapuestas, que distorsionan la consideraci¨®n del hombre hecho ¡°a imagen de Dios¡± y, derivadamente, las im¨¢genes del matrimonio y de la familia. Se trata del espiritualismo y lo que los prelados llaman ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±. Los obispos dicen que una y otra parten de un mismo principio: una injusta valoraci¨®n de la corporalidad y que, por eso, ¡°no pueden ver el amor entre el hombre y la mujer como un modelo para todo amor¡±.
Detr¨¢s de estas corrientes, tan contrapuestas por sensibilidad y prop¨®sitos, lo prelados espa?oles ven un mismo denominador: una concepci¨®n antropol¨®gica dualista. Dicen: ¡°En el caso del espiritualismo puritano, porque la corporeidad se ve como un obst¨¢culo para el amor espiritual. En las teor¨ªas de g¨¦nero, porque el cuerpo queda reducido a materia manipulable para obtener cualquier forma de placer¡±.
El documento episcopal renuncia a enumerar o hacer an¨¢lisis de ¡°los factores que hayan podido intervenir en la deformaci¨®n de la imagen del matrimonio que existe en no pocos ¨¢mbitos de nuestra sociedad¡±. Tampoco pone de manifiesto los presupuestos metaf¨ªsicos sobre los que se basa (entre otros, la negaci¨®n de la condici¨®n creatural del ser humano). En cambio, s¨ª expresa ¡°su voluntad de denunciar que detr¨¢s de esa visi¨®n obscurecida y fragmentada ¡°parece existir el influjo de algunos mensajes ideol¨®gicos y propuestas culturales, entre cuyos objetivos est¨¢, sobre todo, proponer la absolutizaci¨®n subjetivista de una libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad¡±.
A?aden: ¡°Los obispos ya hemos hablado sobre esta progresiva disoluci¨®n de los significados b¨¢sicos de la instituci¨®n matrimonial en nuestra sociedad. Nos hemos referido a la fragmentaci¨®n con la que no pocos perciben los distintos significados de la sexualidad. Pero es en la actualidad cuando se ha llegado a plantear la m¨¢s radical de las separaciones, aquella que disocia radicalmente sexualidad y amor. Nos referimos de manera particular a la propuesta de la llamada ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±.
Los antecedentes de esta ideolog¨ªa hay que buscarlos, seg¨²n dicen los prelados, ¡°en el feminismo radical y en los primeros grupos organizados a favor de una cultura en la que prima la despersonalizaci¨®n absoluta de la sexualidad¡±. A?aden: ¡°El proceso de deconstrucci¨®n de la persona, el matrimonio y la familia, ha venido propiciado tambi¨¦n por filosof¨ªas inspiradas en el individualismo liberal, as¨ª como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas. Primero se postul¨® la pr¨¢ctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepci¨®n y el aborto. Despu¨¦s, la pr¨¢ctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado amor libre. Luego, la pr¨¢ctica de la sexualidad sin amor. M¨¢s tarde la producci¨®n de hijos sin relaci¨®n sexual: la llamada reproducci¨®n asistida (fecundaci¨®n in vitro, etc.). Por ¨²ltimo, con el anticipo que signific¨® la cultura unisex y la incorporaci¨®n del pensamiento feminista radical, se separ¨® la ¡°sexualidad¡± de la persona: ya no habr¨ªa var¨®n y mujer; el sexo ser¨ªa un dato anat¨®mico sin relevancia antropol¨®gica. El cuerpo ya no hablar¨ªa de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocaci¨®n a la donaci¨®n, de la vocaci¨®n al amor. Cada cual podr¨ªa elegir configurarse sexualmente como desee¡±.
As¨ª se ha llegado a configurar, aseguran, una ideolog¨ªa con un lenguaje propio y unos objetivos determinados, ¡°de los que no parece estar ausente la intenci¨®n de imponer a la sociedad una visi¨®n de la sexualidad que, en aras de un pretendido liberacionismo, desligue a las personas de concepciones sobre el sexo, consideradas opresivas y de otros tiempos.
En lo que llaman ¡°descripci¨®n de la ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±, los obispos re¨²nen un conjunto sistem¨¢tico de ideas, encerrado en s¨ª mismo, que se presenta como teor¨ªa cient¨ªfica respecto del sexo y de la persona. Dicen: ¡°La idea fundamental, derivada de un fuerte dualismo antropol¨®gico, es que el sexo ser¨ªa un mero dato biol¨®gico: no configurar¨ªa en modo alguno la realidad de la persona. El sexo, la ¡®diferencia sexual¡¯, carecer¨ªa de significaci¨®n en la realizaci¨®n de la vocaci¨®n de la persona al amor. Lo que existir¨ªa ¨Cm¨¢s all¨¢ del ¡°sexo¡± biol¨®gico¨C ser¨ªan ¡°g¨¦neros¡± o roles que, en relaci¨®n con su conducta sexual, depender¨ªan de la libre elecci¨®n del individuo en un contexto cultural determinado y dependiente de una determinada educaci¨®n. ¡®G¨¦nero¡¯, por tanto, es, seg¨²n esta ideolog¨ªa un t¨¦rmino cultural para indicar las diferencias socioculturales entre el var¨®n y la mujer¡±.
Sexualidad neutral
Los obispos se?alan como ¡°n¨²cleo central¡± de esta ideolog¨ªa ¡°el dogma pseudocient¨ªfico seg¨²n el cual el ser humano nace sexualmente neutro¡±. Escriben: ¡°En consecuencia, hombre y masculino podr¨ªan designar tanto un cuerpo masculino como femenino; y mujer y femenino podr¨ªan se?alar tanto un cuerpo femenino como masculino. Entre otros ¡°g¨¦neros¡± se distinguen: el masculino, el femenino, el homosexual masculino, el homosexual femenino, el bisexual, el transexual, etc. La sociedad atribuir¨ªa el rol de var¨®n o de mujer mediante el proceso de socializaci¨®n y educaci¨®n de la familia. Lo decisivo en la construcci¨®n de la personalidad ser¨ªa que cada individuo pudiese elegir sobre su orientaci¨®n sexual a partir de sus preferencias. Con esos planteamientos no puede extra?ar que se ¡°exija¡± que a cualquier ¡°g¨¦nero sexual¡± se le reconozcan los mismos derechos. De no hacerlo as¨ª, ser¨ªa discriminatorio y no respetuoso con su valor personal y social¡±.
Conocidos son, seg¨²n los obispos, los caminos que han llevado a la difusi¨®n de esta manera de pensar. Uno de las m¨¢s importantes, dicen, ha sido la manipulaci¨®n del lenguaje. En su opini¨®n, ¡°se ha propagado un modo de hablar que enmascara algunas de las verdades b¨¢sicas de las relaciones humanas. Es lo que ha ocurrido con el t¨¦rmino ¡°matrimonio¡±, cuya significaci¨®n se ha querido ampliar hasta incluir bajo esa denominaci¨®n algunas formas de uni¨®n que nada tienen que ver con la realidad matrimonial. De esos intentos de deformaci¨®n ling¨¹¨ªstica forman parte, por se?alar solo algunos, el empleo, de forma casi exclusiva, del t¨¦rmino ¡°pareja¡± cuando se habla del matrimonio; la inclusi¨®n en el concepto de ¡°familia¡± de distintos ¡°modos de convivencia¡± m¨¢s o menos estables, como si existiese una especie de ¡°familia a la carta¡±; el uso del vocablo ¡°progenitores¡± en lugar de los de ¡°padre¡± y ¡°madre¡±; la utilizaci¨®n de la expresi¨®n ¡°violencia de g¨¦nero¡± y no la de ¡°violencia dom¨¦stica¡± o ¡°violencia en el entorno familiar¡±, expresiones m¨¢s exactas¡±.
Los obispos espa?oles, que se opusieron el siglo XIX a la legalizaci¨®n del matrimonio civil ¨Chasta entonces los espa?oles s¨®lo se pod¨ªan casar por lo religioso: los prelados de entonces acogieron la reforma del C¨®digo Civil como una puerta al ¡°concubinato universal¡±-, clamaron hace siete a?os contra la legalizaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo. ¡°Lo peor que le ha ocurrido a la Iglesia en dos mil a?os¡±, dijo entonces el portavoz Mart¨ªnez Camino. Desde entonces no han parado de clamar contra esa ley, a veces con graves ofensas a quienes viven la sexualidad de ese modo. Esta vez atan con prudencia las palabras, como escarmentados por la pol¨¦mica Reig Pla.
Dicen: ¡°Detr¨¢s de la pretendida neutralidad de estas teor¨ªas se esconden dramas personales que la Iglesia conoce bien. Pero hemos de tener siempre viva la esperanza. El bien y la verdad, la belleza del amor, son capaces de superar todas las dificultades, por muchas y graves que sean. La Iglesia, continuadora de la misi¨®n de Cristo, abre siempre su coraz¨®n y ayuda de madre y maestra a todos y cada uno de los hombres. Nadie puede sentirse excluido, tampoco quienes sienten atracci¨®n sexual hacia el mismo sexo. Ciertamente el magisterio de la Iglesia cat¨®lica ense?a que es necesario distinguir entre las personas que sienten atracci¨®n sexual hacia el mismo sexo, la inclinaci¨®n homosexual propiamente dicha (?objetivamente desordenada?) y los actos homosexuales (?intr¨ªnsecamente desordenados?); adem¨¢s, en la valoraci¨®n de las conductas hay que diferenciar los niveles objetivo y subjetivo. Por eso, una vez m¨¢s no podemos dejar de anunciar que los hombres y mujeres con atracci¨®n sexual hacia el mismo sexo ?deben ser acogidos con respeto, compasi¨®n y delicadeza. Se evitar¨¢, respecto a ellos, todo signo de discriminaci¨®n injusta¡±.
Pero no resisten la tentaci¨®n de considerar al homosexual un enfermo, necesitado de ayuda, tambi¨¦n la ayuda de la Iglesia cat¨®lica. Dicen: ¡°No termina ah¨ª la expresi¨®n del respeto y estima que se debe a las personas como tales. Nadie debe quedar excluido de la comprensi¨®n y ayuda que pueda necesitar. Las personas con atracci¨®n sexual hacia el mismo sexo deben ser acogidas en la acci¨®n pastoral con comprensi¨®n y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales. Con esa intenci¨®n hacemos nuestras las palabras de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe: Los obispos deben procurar sostener con los medios a su disposici¨®n el desarrollo de formas especializadas de atenci¨®n pastoral para las personas homosexuales. Esto podr¨ªa incluir la colaboraci¨®n de las ciencias psicol¨®gicas, sociol¨®gicas y m¨¦dicas, manteni¨¦ndose siempre en plena fidelidad con la doctrina de la Iglesia¡±.
Despu¨¦s de execrar de la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, que el Gobierno del PP va a suprimir, y de achacar todos los males a la llamada Ley del Aborto, los obispos, c¨¦libes forzados por ley interna, subrayan los desastres que producen en Espa?a el descenso de la nupcialidad y el retraso cada vez mayor de la celebraci¨®n del matrimonio (la edad media del primer matrimonio es de 33,4 a?os en los varones y 31,2 a?os en las mujeres). Por eso concluyen anunciando que van a replantearse ¡°a fondo la pastoral prematrimonial¡±, como tarea de la llamada Nueva Evangelizaci¨®n de Espa?a.
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