Despacito y con buena letra
Las nuevas tecnolog¨ªas han desterrado la caligraf¨ªa Ya apenas se escribe a mano un apunte, una firma bancaria Pero la escuela garantiza su supervivencia
Los alemanes dieron el grito de alarma: la caligraf¨ªa que aliment¨® la poes¨ªa de Rilke perece a mano de los ordenadores y los tel¨¦fonos inteligentes. Un estudio que citaba el diario Bild afirmaba que ¡°uno de cada tres adultos no ha escrito nada a mano en los ¨²ltimos seis meses¡±. A la pereza manual contribuye que un 79% de los hogares alemanes dispone de ordenador y que la venta de m¨®viles ya es una estad¨ªstica imparable.
Escribir a mano es bueno para el cerebro, dicen los expertos. En medio de aquella alarma alemana, un eminente psiquiatra, Manfred Pitzer, coment¨® que ¡°la escritura es fundamental para fomentar la coordinaci¨®n y las habilidades manuales¡±. Y su ejercicio peri¨®dico resulta esencial para la actividad cerebral.
Al tiempo que se produc¨ªa esa alarma en Alemania, un periodista, Luis Mart¨ªn, de EL PA?S, realizaba una curiosa encuesta entre los seleccionados espa?oles que disputaban la Eurocopa. Entre las preguntas, Mart¨ªn inquir¨ªa a cada uno de los futbolistas qu¨¦ tal andaban de caligraf¨ªa. Extra?aba la pregunta, en un universo que cada vez se aleja m¨¢s de la escritura b¨¢sica, sustituida en todo el mundo por la ama?ada perfecci¨®n de la industria. Luis incluy¨® esa pregunta en su exc¨¦ntrico cuestionario porque su abuelo, el zapatero Jos¨¦ Mart¨ªn D¨ªaz de Losada, sol¨ªa decirle: ¡°T¨² que tienes buena letra, vete a comprar el vino¡±.
Seg¨²n un estudio,
uno de cada tres
adultos no ha cogido un l¨¢piz en seis meses
Todos los seleccionados ser¨ªan capaces, a los ojos de este abuelo, de ir a comprar el vino. El periodista, que cubre el Bar?a, da fe. ¡°Iniesta tiene una letra de trazo largo, como su juego, escribe bien... Xavi tiene una letra redondita, buen¨ªsima. Pedrito es muy legible, su letra es chiquita. Y la de Piqu¨¦ es alargada, como ¨¦l¡±.
Fuera del f¨²tbol, ?hay motivo para alarmarse en Espa?a? ?Estamos aqu¨ª tan secuestrados por los ordenadores como para decir que la caligraf¨ªa se muere? Jos¨¦ Manuel P¨¦rez Carrera, catedr¨¢tico de instituto, fundador de la Asociaci¨®n de Profesores de Espa?ol, apacigua las alarmas. Los ni?os siguen practicando la escritura a mano en las escuelas y no es cierto que todo est¨¦ dominado por el lenguaje sincopado de la red digital y los m¨®viles. Los adolescentes que ya han accedido a esos instrumentos ¡°aprendieron a escribir de peque?os¡±.
Cuando los chicos empiezan a escribir en ordenadores o en m¨®viles ¡°ya tienen 12 a?os y dominan la escritura; as¨ª que cuando tienen que hacer un examen procuran una escritura legible. El que aprendi¨® bien a escribir sigue escribiendo bien¡±.
Esta pr¨¢ctica fomenta la coordinaci¨®n y las habilidades manuales
?As¨ª que no hay riesgo de que la caligraf¨ªa descarrile? ¡°El ordenador es una tentaci¨®n muy grande; te permite corregir autom¨¢ticamente y te produce la sensaci¨®n de que est¨¢ bien lo que has hecho. Pero la caligraf¨ªa es, para los adultos, un signo de distinci¨®n; es como la presentaci¨®n de tu personalidad¡±.
Pero s¨ª se pierde la escritura a mano, aunque cuando se ejerza sea legible e incluso elegante. ¡°Ahora han venido mis nietos de un campamento de ingl¨¦s¡±, dice P¨¦rez Carrera, ¡°y me han contado que en ese sitio solo se recibi¨® una carta manuscrita en 15 d¨ªas. Y fue una carta de la bisabuela de mis nietos. Cincuenta chicos, ni una carta¡±.
La escritura era el espejo del alma. Y es el reflejo de la personalidad, dice el acad¨¦mico Francisco Rico, que ha buceado en la caligraf¨ªa de Cervantes o de Petrarca. ¡°Pero no es tan significativa, no te creas. Hay grupos que escriben con la misma letra que aprendieron juntos en el colegio. Yo he podido recibir cartas que he atribuido a mi mujer pero que era de otra porque todas las que estudiaron en el Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s tienen la misma caligraf¨ªa¡±. En los tiempos de la escritura tecnol¨®gica, por otra parte, se pierde la necesidad de la mano y esta puede ser cada vez m¨¢s torpe, concede el profesor Rico. ¡°Yo empiezo a no saber escribir o escribir cada vez peor materialmente¡±.
Un amanuense de met¨¢foras
La caligraf¨ªa es la b¨²squeda de la belleza a trav¨¦s de la expresi¨®n escrita. La caligraf¨ªa se hace con lentitud, con voluntad de perfecci¨®n, con concentraci¨®n y con un af¨¢n est¨¦tico. En la escritura caligr¨¢fica uno quiere dar lo mejor de s¨ª mismo con plena conciencia. Y se hace con una especial delectaci¨®n: el cal¨ªgrafo (y todos somos cal¨ªgrafos de alguna manera en alg¨²n momento de nuestra vida) disfruta, percibe una sensaci¨®n placentera en esa relaci¨®n entre la mano, el papel, la tinta y lo que se quiere decir. El cal¨ªgrafo, por ese acto de suprema concentraci¨®n o abstracci¨®n, reflexiona, ordena el pensamiento, se ofrece al otro: a quien le vaya a leer.
Desde muy joven me he sentido seducido por la caligraf¨ªa de algunos escritores: los poemas de Neruda y sus cartas de amor a Albertina Az¨®car, la caligraf¨ªa tan particular y arborescente de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y de Cela (conservo fragmentos de La familia de Pascual Duarte), las cartas de Vicente Aleixandre a los poetas aragoneses. Y digo a los poetas aragoneses porque las vi, las le¨ª, las acarici¨¦: a Luciano Gracia, a Julio Antonio G¨®mez, a Jos¨¦ Antonio Labordeta, a Miguel Labordeta, a Guillermo G¨²del... Aleixandre expres¨® hace a?os algo que siempre hab¨ªa intuido: se hab¨ªa quedado ciego, poco despu¨¦s del Nobel, y dijo que no pod¨ªa escribir poes¨ªa porque el verso tambi¨¦n le brotaba de la relaci¨®n que se establec¨ªa en su mente y en su cuerpo entre la mano que acaricia el papel, el bol¨ªgrafo y el cuaderno, algo que ya no pod¨ªa hacer y que por eso, por esa falta de contacto f¨ªsico y de percepci¨®n de la caligraf¨ªa por la ceguera, ni pod¨ªa escribir ni pod¨ªa so?ar poemas.
Una de las cosas que hago con m¨¢s cari?o y lentitud por lo regular es la dedicatoria de los libros. Busco mi mejor caligraf¨ªa, y eso quiere decir mi m¨¢xima paciencia tambi¨¦n, pienso en el otro, pienso en c¨®mo es y pienso en qu¨¦ mensaje quiero dejarle ah¨ª para siempre. Y en ese instante, tengo la sensaci¨®n de que soy un cal¨ªgrafo que sue?a, que env¨ªa una carta especial, que fija un discurso de pensamiento y de im¨¢genes. Asocio la caligraf¨ªa a la beldad, a la claridad, al amor a las peque?as cosas, a la artesan¨ªa. El cal¨ªgrafo es un amanuense de met¨¢foras.
Ant¨®n Castro es poeta y periodista.
La caligraf¨ªa queda m¨¢s reservada a borradores, notas, apuntes, ¡°una obra literaria se pasa directamente al ordenador¡±. La caligraf¨ªa se usa, denuncia el estudioso del Quijote, ¡°para firmar cheques y tarjetas de cr¨¦dito, as¨ª que es evidente la decadencia de la caligraf¨ªa, algo que supone en cierto modo una difuminaci¨®n de la identidad¡±. Su colega, el tambi¨¦n acad¨¦mico Salvador Guti¨¦rrez, ve s¨ªntomas de descuido. ¡°Estamos sustituyendo la escritura manual por el dedo pulgar. ?Las consecuencias? No son previsibles. Lo importante es que se siga usando la mano en las primeras fases de la edad. Lo cierto es que la buena caligraf¨ªa refleja orden, y no solo en la escritura, sino orden para resolver los problemas de la vida. Una buena escritura manual augura un mejor porvenir. Y por supuesto el orden de la escritura evita el caos. La caligraf¨ªa es el orden en la p¨¢gina, la letra triunfa en la lucha entre el orden y el caos¡±.
Frente a esa decadencia surge con fuerza la tipograf¨ªa; ¡°las fuentes tipogr¨¢ficas suplen con su diversidad el uso de una determinada caligraf¨ªa¡±. Rico se distingue por el uso de la Courier, y explica con un chiste su desd¨¦n por la Tahoma: ¡°Llega la Tahoma a un bar, y le dice el camarero: ¡®Aqu¨ª no servimos a tipos como usted...¡±.
Pero la caligraf¨ªa sobrevivir¨¢, al menos como memoria, ¡°porque siempre se aprender¨¢ a leer y a escribir con lo manual¡±.
Dec¨ªan los viejos que despacio se escribe la buena letra. El refr¨¢n ya sirve para el pasado. Pero el dise?ador Manuel Estrada cree que habr¨¢ una resurrecci¨®n de la caligraf¨ªa. ¡°Ahora parece que si no abrevias no est¨¢s en la modernidad. Y volver¨¢ la escritura a mano como expresi¨®n de la personalidad. Produce placer y comunica qui¨¦n eres. Yo no dejo de escribir a mano. Todos aprendemos a dibujar, y el dibujo es escritura. Si no sabes escribir no sabes dibujar, y las conexiones neuronales reclaman el uso de la mano para dibujar, para escribir, para pensar. Que una civilizaci¨®n pierda la capacidad de escribir a mano no es un signo de modernidad sino de decadencia¡±.
La escritura es una obra de arte, dice el pintor Jos¨¦ Luis Fajardo, que usa la palabra en muchos de sus cuadros. Como Cy Twombly, como Manolo Millares... ¡°Cuando surgi¨® el invento de Gutenberg se dijo que la caligraf¨ªa iba a morir, y mira c¨®mo sigue, tan campante. No tienes sino que ver a los grafiteros...¡±.
La escritura manual distingue a la gente, como su palabra o como su ropa. Salvador Espriu, cuenta su editor, Josep Maria Castellet, ¡°era meticuloso, limpio, iba bien vestido, con las u?as arregladas, con corbata... As¨ª eran los textos que entregaba, pulcros y definitivos. Los de Castilla del Pino eran igualmente pulcros, con una letra min¨²scula que ten¨ªamos que leer con lupa... Josep Pla escrib¨ªa en sus cuadernos como si fuera ¨¢rabe, empezando desde atr¨¢s, una letra peque?a, siempre con estilogr¨¢fica. Pla era Pla tambi¨¦n en esa manera de escribir¡±.
El que aprendi¨® bien
a escribir, sigue escribiendo bien¡±
Josefina Mart¨ªnez, la viuda de Emilio Alarcos, el poeta, profesor y acad¨¦mico, present¨® recientemente en la UIMP, en Santander, una joya caligr¨¢fica de su marido. Notas in¨¦ditas al Cancionero in¨¦dito de A. S. Navarro. Eran poemas escritos por un supuesto escritor que ¨¦l mismo criticaba con humor y audacia. Fue escribiendo el cuaderno, siempre con la misma letra, min¨²scula pero muy legible, desde 1940 a 1946. Ella conoci¨® el cuaderno en 1969, cuando era su alumna. El cuadernito, pulcro e ¨ªntimo como una colecci¨®n privada, ahora es un facs¨ªmil, que la editorial Visor ha acompa?ado con la transcripci¨®n del poemario y las suculentas reflexiones de Alarcos, en una edici¨®n preparada por Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Mart¨ªn. ¡°Lo extraordinario es que ¨¦l, que muri¨® en 1998, a los 75 a?os, conserv¨® siempre esa letra, una letra muy madura de alguien que la hab¨ªa adiestrado desde p¨¢rvulo. Hermosa, clara, de una persona que no ten¨ªa dobleces. Con los m¨¢rgenes cuidados, reflejo de un orden mental perfecto y transparente¡±.
As¨ª era Jos¨¦ Saramago, el Nobel portugu¨¦s, como autor de manuscritos. ?l escribi¨® a finales de los a?os setenta un libro, Manual de pintura y caligraf¨ªa, que tiene una curiosa historia escolar. La cuenta su viuda, Pilar del R¨ªo: ¡°Tanto ¨¦l como su editorial portuguesa se sorprendieron por el volumen de libros solicitados por pa¨ªses africanos (Angola, Mozambique) de un autor entonces desconocido. ?Los libros hab¨ªan sido repartidos por escuelas como cuadernos de aprendizaje de la buena letra!¡±.
La caligraf¨ªa es espejo del alma y reflejo
de la personalidad¡±
En realidad, la historia de ese Manual es la de un pintor mediocre ¡°que descubre que necesita palabras para llegar adonde no llega con la pintura...¡±. ?l ten¨ªa muy buena letra, por cierto. ¡°Era una letra cuidada, redonda, legible, perfecta: cuidar el dise?o de las letras era tal vez el primer paso para cuidar las palabras, la expresi¨®n de las ideas¡±.
Es lo que piensa Andr¨¦s Trapiello, escritor y bibli¨®grafo, que mira entre las letras para descubrir tesoros. ¡°En escribir¡±, dice, ¡°hay algo de musical. Sobre el teclado, parecemos un p¨¢jaro carpintero, percutiendo las letras; con la pluma, el boli o el l¨¢piz, parece que el papel respirase, se le oye como un aliento¡±. Como editor que ha sido ha visto de todo. ?Cuenta tanto la escritura de un manuscrito a la hora de empezar a evaluarlo? ¡°El secreto de todo, a mi modo de ver, es no afectarse: ni presumir de desali?ado, ni de pendolista. Aunque, qu¨¦ duda cabe, nuestra letra dice mucho de cada uno de nosotros, pero a menudo enga?a. As¨ª que es mejor no sacar conclusiones, como tampoco de los zapatos que llevamos puestos. Nuestra letra es como los zapatos, lo importante es que sean c¨®modos y nos lleven lejos. Si pueden ser bonitos y estar limpios adem¨¢s, mejor; pero si no, tampoco importa. Y, por cierto, la letra, como los zapatos, acaba llen¨¢ndose de bultos, ?y por eso vamos a cambiarla, cuando m¨¢s c¨®moda nos resulta?¡±.
Trapiello cree que ¡°importa el pie, no el zapato, y el esp¨ªritu de la letra, no la letra¡±.
Nabokov ve¨ªa en las letras colores diferentes. Ahora la escritura avanza hacia la igualaci¨®n; el cerebro se queja, dicen los expertos, porque se ha adiestrado en recibir mensajes de la mano cuando esta avanza en silencio sobre el papel. Pero no hay que preocuparse, dice Rico. ¡°Siempre veremos a Cristo escribiendo con el dedo sobre la arena. Esa escritura manual es insustituible y lo ser¨¢ siempre. Y la seguir¨¢n aprendiendo los chicos en la escuela¡±. Ya no se borra.
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