El hogar de los exploradores
Desde que 33 cient¨ªficos se reunieron en el Cosmos Club de Washington DC para fundar National Geographic hasta hoy han pasado 125 a?os. Visitamos el coraz¨®n de una sociedad que apoya y gestiona 300 expediciones y proyectos de conservaci¨®n anuales.
La joven abri¨® los cierres de la caja y ah¨ª, envuelto en un molde de porexpan, estaba el tesoro. Casi caigo de rodillas. La bota amarilla de Barry Bishop destellaba bajo la luz con todo el fulgor de la aventura. Antes de que pudieran imped¨ªrmelo ¨Cestas reliquias se tienen que manipular con guantes de goma¨C, la tom¨¦ en mis manos temblorosas de emoci¨®n. Esa bota fue de las primeras en hollar la cumbre del Everest. Bishop hizo cima el 22 de mayo de 1963 junto a Lute Jerstad ¨Cel noveno y el d¨¦cimo en llegar all¨¢ arriba¨C, en el marco de la American Everest Expedition, consagrada a lograr el primer ascenso estadounidense de la monta?a. Bishop y su compa?ero segu¨ªan los pasos de su compatriota Jim Whittaker ¨Cy el sherpa Gombu¨C, que puso la bandera de las barras y estrellas en el techo del mundo el d¨ªa 1, y preced¨ªan en unas horas a otros dos miembros del equipo, Hornbein y ?Unsoeld, que subieron por la cresta oeste. Lo que sosten¨ªa en mis profanadoras manos era historia viva de la exploraci¨®n. Volte¨¦ la larga bota disimuladamente para ver si ca¨ªa algo de dentro: es sabido que Bishop se dej¨® en la empresa todos los dedos de los pies, congelados en la escalada.
La apoteosis de la bota ¨Cy luego del piolet, la cuerda y la mochila de Bishop, ?tambi¨¦n amarilla!, que la siguieron en procesi¨®n¨C fue uno de los momentos culminantes de mi visita al cuartel general de National Geographic (NG) en Washington con motivo del 125? aniversario de la sociedad, que se cumple el 13 de enero y que va a servir para que la venerable instituci¨®n reflexione en profundidad sobre su papel y su futuro. Una palabra clave, subrayan todos en la sociedad, es adaptaci¨®n. Adaptaci¨®n a un mundo cambiante que exige una redefinici¨®n de lo que es explorar y de lo que es un explorador.
El equilibrio de temas en cada n¨²mero es muy importante: ciencia, arqueolog¨ªa, naturaleza¡"
Visitar esa casa madre de la exploraci¨®n resulta en s¨ª toda una aventura, en el curso de la cual puedes encontrarte, como me sucedi¨® a m¨ª, con gente que sobrevuela el desierto en ultraligero, bucea en los cenotes mayas, investiga islas remotas, se zambulle en el oc¨¦ano para colocar c¨¢maras a los peces espada o regresa de buscar la legendaria tumba perdida de Gengis Kan. Tener una cita con la bota de Bishop, en cambio, no es corriente. Esa y otras piezas hist¨®ricas de la memoria de la sociedad ¨CNG patrocin¨® la expedici¨®n al Everest, y Bishop trabajaba para ella y ocup¨® puestos importantes en su staff¨C se guardan en un almac¨¦n en las afueras de la capital al que es tan dif¨ªcil acceder que empiezo a sospechar que guardan all¨ª el Arca perdida o el ovni de Roswell¡ En fin, ya a la entrada de los headquarters me top¨¦ en el vest¨ªbulo con una sensacional exposici¨®n llena de chillidos y plumas sobre las aves del para¨ªso, resultado de un estudio de NG que ha durado ocho a?os y en el curso del cual los exploradores Tim Laman y Edwin Scholes tomaron 40.000 fotos, grabaron 2.256 v¨ªdeos y audios, y¡ subieron a 146 ¨¢rboles.
En 18 expediciones a lugares tan remotos que te mareas, armados de c¨¢maras y de flechas de atontar (se exponen algunas), los investigadores documentaron todas las especies existentes ( 39) de esas extraordinarias criaturas cuya belleza (y el hecho de que a las primeras que llegaron a Europa las hab¨ªan disecado sin patas) las hizo acreedoras de la fama de no ser de este mundo. El trabajo con las aves del para¨ªso, que ha dado pie a un reportaje en la revista (con versi¨®n ampliada para iPad), un ?documental de National Geographic Channel (NGC), un DVD, un libro y la exposici¨®n (entre cuyos grandes atractivos est¨¢ que puedes practicar el baile de cortejo de una iridiscente astrapia como si fueras un p¨¢jaro en celo), es un ejemplo de c¨®mo se hacen las cosas en la casa. Y de c¨®mo han cambiado desde aquel ya lejano d¨ªa (bueno, en realidad fue de noche) en que 33 tipos muy serios y cient¨ªficos se reunieron en el Cosmos Club de Washington DC para fundar una sociedad destinada a incrementar y difundir el conocimiento de la geograf¨ªa.
La revista lleg¨® m¨¢s tarde ¨Cel primer n¨²mero se public¨® en octubre de aquel a?o¨C y con un formato y un contenido que hoy echa para atr¨¢s: art¨ªculos sesudos y a palo seco, y estrictamente de geograf¨ªa. La primera foto no apareci¨® en la revista hasta julio de 1890 ¨Cese a?o tambi¨¦n fue el de la primera expedici¨®n patrocinada por la sociedad, a Alaska y Canad¨¢¨C, y la primera en color se public¨® en julio de 1914 (la revista no fue mensual hasta 1896).
Cuando tomo los ascensores para acudir a la larga serie de visitas y entrevistas que me han planificado en NG con una mentalidad m¨¢s propia de Wall Street que de Hatari, no puedo dejar de recordar con un escalofr¨ªo de placer que, pese a todos los cambios y modernidades, esta es la casa que cobij¨® en sus exploraciones y aventuras a Robert Peary, al almirante Byrd, a Bingham y un mont¨®n de gente que cabe calificar de heroica.?Pensando en ello, todos estos j¨®venes atareados que van de aqu¨ª para all¨¢ y que pululan por el enorme edificio como un nervioso enjambre con sus tazas de caf¨¦ en la mano ¨Cme pregunto cu¨¢ntos saben que Rudolf Hess, Walt Disney y Al Capone fueron suscriptores de la revista- se revisten en mi imaginaci¨®n de pieles, calzan raquetas de nieve, lucen salacots y antiparras y se juegan el tipo
Conozco personalmente a un buen pu?ado de los actuales s¨¦niors de NG, la cr¨¨me de la sociedad, los llamados ¡°exploradores en residencia¡±, pero, pese a su denominaci¨®n, es dif¨ªcil encontr¨¢rtelos aqu¨ª; se hallan en sitios lejanos y generalmente peligrosos: el matrimonio Joubert en ?frica con sus grandes gatos, Robert Ballard en alg¨²n submarino, Silvia Earle enamorando pulpos, Johan Reinhard rescatando momias andinas, Paul Sereno persiguiendo dinosaurios, Jane Goodall arropando chimpanc¨¦s, Zahi Hawass¡ Anoche, sin embargo, tuve el privilegio de conocer a otro explorer in residence que pas¨® fugazmente por la sede para presentar su investigaci¨®n al p¨²blico en el marco de unas simp¨¢ticas veladas que organiza NG. Llegu¨¦ tarde a la sesi¨®n porque me entretuve en el Smithsonian (National Air and Space Museum) admirando artefactos de gente tan relacionada con NG como la aviadora Amelia Earthart, el astronauta John Glenn ¨Cque llev¨® una banderita de la sociedad en su vuelo orbital, al igual que luego lo har¨ªa Armstrong en la Luna¨C o el aeronauta ?Bertrand Piccard.
En el auditorio de NG estaba hablando un individuo delgado con coleta de su estudio de las remotas islas Pitcairn, el ¨²ltimo puerto de la Bounty y sus amotinados. Como muchas de las exploraciones modernas de la sociedad, esta hunde sus ra¨ªces en otras anteriores de la misma. Efectivamente, en 1957, uno de los hist¨®ricos de NG, Luis Marden¨Cpuro esp¨ªritu de la casa y jefe de la revista¨C, encontr¨® los restos del legendario y revoltoso barco. ¡°Sabemos poco de las Pitcairn, est¨¢n lejos y es casi imposible llegar¡±, dec¨ªa el simp¨¢tico investigador de la coleta mostrando fotos, ¡°as¨ª que fuimos all¨ª corriendo¡±.
El pasado de national geographic es excitante, el futuro va a ser igual¡±, se?ala Barbara Moffet
En la que da nombre al arrecife viven 58 personas, todas menos seis descendientes de los amotinados. Explic¨® que nadie ha estudiado el mar profundo alrededor de las islas, que permanece completamente inexplorado, uno de los ¨²ltimos h¨¢bitats v¨ªrgenes del oc¨¦ano, con numerosas especies desconocidas. En el atol¨®n Ducie, se encuentra el agua m¨¢s clara del planeta, hasta 65 metros de visibilidad. Describi¨® el explorador un mundo de corales extraordinario, un jard¨ªn de rosas azules que cubre el lecho marino en un 100 % (en el Caribe solo un 5%) hasta el infinito. Ese Ed¨¦n tiene sus pegas: sin que nadie sepa porqu¨¦ el 65 % de los peces son ?tiburones! ¡°Nunca hab¨ªan visto un ser humano y se mostraban naturalmente curiosos¡±. No eran demasiado agresivos,¡± a diferencia de los pargos rojos, que trataban de arrancarme la coleta¡±.
El explorador explic¨® que trabajan por la creaci¨®n de la reserva marina m¨¢s grande del planeta. Al acabar, fui a hablar con ¨¦l. Le sorprendi¨® mi heterodoxo ingl¨¦s y me contest¨® directamente en castellano. Result¨® ser Enric Sala, de Girona, ec¨®logo marino del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) adem¨¢s de explorador residente de NG y una de las estrellas en alza de la sociedad. ¡°Trabajaba en Blanes, pero NG me hizo una oferta de las que no se pueden rechazar y ahora, desde 2008, vivo aqu¨ª en Washington DC y trabajo en este proyecto de Mares Pr¨ªstinos para proteger los espacios v¨ªrgenes del oc¨¦ano. Las oportunidades y recursos que te proporciona NG son incre¨ªbles¡±.
A la ma?ana siguiente me encuentro con el arque¨®logo Fredrik Hiebert, fellow de NG, que ha investigado durante 20 a?os el comercio terrestre y mar¨ªtimo de la antig¨¹edad, ha realizado excavaciones a todo lo largo de la Ruta de la Seda y descubri¨® en 2001 una ciudad de 4.000 a?os en Turkmenist¨¢n. Intimamos. ¡°La arqueolog¨ªa ha adquirido un gran peso en NG, en todos los soportes, tenemos tres arque¨®logos en el staff cient¨ªfico¡±, explica. Apunta que entre los proyectos arqueol¨®gicos m¨¢s interesantes en la actualidad en NG est¨¢n los de William Saturno (¡°un hombre con dedos de oro para los descubrimientos¡±) en el ¨¢rea maya y la b¨²squeda de la tumba de Gengis Kan que lleva a cabo Albert Yu-Min Lin?y que sirve de punta de lanza (y valga la expresi¨®n hablando del kan) para un ambicioso plan de colaboraci¨®n cultural de National Geographic con Mongolia. Le pregunto, un poco por provocar, acerca de Hiram Bingham, figura legendaria de NG cuya fama est¨¢ tan a la baja y al que se ha calificado de mentiroso y ladr¨®n (adem¨¢s de ¡°explorador Martini¡±, por tratar de vivir confortablemente en sus misiones) en relaci¨®n con su hallazgo de Machu Picchu en 1911 (v¨¦ase el divertid¨ªsimo Turn right at Machu Picchu, de Mark Adams, Plume, 2012). ¡°Bueno, es cierto que hay controversia sobre su figura, y que en realidad no era arque¨®logo, pero la propia NG ha ayudado a devolver a Per¨² cosas que se trajo Hiram a Yale. Sea como sea, sus ¨¢lbumes fotogr¨¢ficos, que tenemos nosotros, son un documento extraordinario¡±.
Aqu¨ª hay mucha exigencia, te dan lo que pides, la mejor tecnolog¨ªa, pero el resultado tiene que ser perfecto¡±
En una reuni¨®n con Hiebert y varios otros responsables de proyectos para el aniversario, me explican que va a ser un a?o muy movido. ¡°El pasado de NG es excitante, el futuro va a ser igual¡±, se?ala Barbara Moffet, directora de planes y programas de la oficina de comunicaci¨®n de NG; ¡°aunque la exploraci¨®n no es necesariamente la misma de antes en nuestra sociedad: han crecido la ciencia y la tecnolog¨ªa, y cada vez es m¨¢s importante el concepto de conservaci¨®n¡±. Uno de los retos es redefinir en el siglo XXI el concepto de exploraci¨®n. Habr¨¢ conferencias, un tour mundial de luminarias de NG y una gran exposici¨®n (v¨¦ase www.nationalgeographic.com/125). La revista publica este mes de enero un n¨²mero especial consagrado a la ¡°Nueva edad de la exploraci¨®n¡±. El n¨²mero de octubre, cuando se cumple el aniversario de la revista, estar¨¢ especialmente dedicado a la fotograf¨ªa. NGC, el canal televisivo de NG, emitir¨¢ una programaci¨®n especial bajo el lema ¡°125 a?os de exploraci¨®n¡± todos los s¨¢bados, a las 21.30, desde el 12 de enero. Entre las publicaciones, un pedazo de libro que recoge en formato espectacular lo mejor de estos 125 a?os.
Es en el contexto del aniversario en el que aparecer¨¢, de momento exclusivamente en Espa?a, Historia, una serie de 30 vol¨²menes monogr¨¢ficos que cubren 5.000 a?os de historia, desde los primeros faraones hasta las guerras mundiales, con especial ¨¦nfasis en la antig¨¹edad y con todos los recursos habituales de NG: fotograf¨ªas de gran calidad, extraordinarios mapas e infograf¨ªas, y unos textos de grandes especialistas bajo la coordinaci¨®n de un consejo de editores entre los que se cuentan Peter Burke, sir John Elliott, Robin Lane Fox, Felipe Fern¨¢ndez-Armesto y el propio Fredrik T. Hiebert. La enciclopedia la edita RBA y se podr¨¢ adquirir semanalmente los domingos con EL PA?S a partir del 13 de enero. Pregunto ¨Ccon la esperanza de que me inviten¨C si se prepara una fiesta de 125? aniversario tan sonada como la del centenario, a la que acudieron Jacques Cousteau y Edmund Hillary (ya no podr¨¢n venir: se han marchado a la exploraci¨®n definitiva) y cuyo brindis pronunci¨® el presidente Bush. ¡°Esperamos que s¨ª; la gala ser¨¢ el 13 de junio, y en ella se otorgar¨¢n a los exploradores las medallas y honores de la sociedad¡±.
Sin apenas tiempo a anotar todo esto, me embarcan en un tour maratoniano por la sede de la sociedad. En el octavo piso me encuentro (?esto es National Geographic!) con una mujer neandertal desnuda. Como lo oyen. Es una estupenda reproducci¨®n a tama?o natural muy pormenorizada ¨Cincluye el curioso detalle ¨ªntimo del pelo p¨²bico pelirrojo¨C que ilustr¨® la portada de la revista de octubre de 2008. Tiene unos ojos azules preciosos, aunque la mutaci¨®n que dio lugar a ese color es, por lo visto, 18.000 a?os posterior a los neandertales. ¡°Fue un fallo, publicamos una fe de errores y lo corregimos¡±, comenta Betty Clayman, jefa de dise?o de NG. ¡°Es lo bueno de NG: nos apasionamos y cuestionamos continuamente¡±. Hago notar que alguien le ha quitado la lanza de la mano a la neandertal, que por cierto se llama Wilma (!). ¡°Est¨¢ guardada, es muy peligrosa¡±. Vaya, no s¨¦ qu¨¦ dir¨¢ la Asociaci¨®n Nacional del Rifle¡
En un despacho se pueden ver desplegadas las p¨¢ginas del n¨²mero sobre las fronteras del imperio romano y los layout de otros reportajes. ¡°El equilibrio en cada n¨²mero es muy importante, deben combinarse adecuadamente los temas de ciencia, arqueolog¨ªa, naturaleza, exploraci¨®n, aventura¡¡±, apunta Clayman. ¡°Algunas historias se desarrollan durante tres a?os, aunque lo normal son ocho semanas sobre el terreno. Las de animales suelen costar m¨¢s tiempo, unos seis meses, porque es imposible controlar su comportamiento. Hay una relaci¨®n muy profunda y continuada entre los investigadores y los fot¨®grafos, y luego con los editores de las fotos. No es inusual que un reportaje produzca 5.000 fotos¡±.
El despacho de Fernando Baptista, editor gr¨¢fico autor de algunos de los m¨¢s sensacionales dibujos de la revista, es una cueva de Al¨ª Bab¨¢: figuras de moais, leones, faraones. Me ense?a la maqueta a escala que realiz¨® para luego dibujar una tumba tibetana con todo su contenido, incluidos los m¨¢s peque?os objetos. ¡°Hago el modelo, coloco una c¨¢mara y busco el punto de vista m¨¢s atractivo para dibujar; adem¨¢s, el trabajo en 3D es ahora muy ¨²til para ofrecer contenidos videogr¨¢ficos a la web¡±. Baptista, que es de Bilbao y lleva cinco a?os en NG, explica que para cada proyecto le asignan a un investigador y que cada dise?o requiere unas cien horas y muchas reuniones. Para el del templo de Jerusal¨¦n, viaj¨® a la ciudad a fin de obtener informaci¨®n de primera mano. ¡°El ambiente aqu¨ª es de much¨ªsima exigencia, est¨¢s en el top de la profesi¨®n, te dan lo que pides, la mejor tecnolog¨ªa, pero el resultado tiene que ser perfecto. Ahora la situaci¨®n se ha complicado porque no solo tienes que pensar en el papel, sino en la tableta¡±.
La visita contin¨²a con la directora de archivos y colecciones especiales Renee Braden en el anexo edificio antiguo de NG, de 1903, donde se despliegan fotograf¨ªas y bustos de los personajes relevantes de la historia de la sociedad, fundadores, exploradores, presidentes. Aqu¨ª, lejos del tr¨¢fago de la modernidad, se venera el disco duro de la instituci¨®n. Una imagen muestra la c¨¦lebre reuni¨®n de Peary y Amundsen(en enero de 1913, precisamente). Otras, a Byrd en traje de vuelo, Chapman en el Gobi, Beebe en su batiscafo, Diane Fossey, Earhart. En la impresionante sala de reuniones vac¨ªa (Hubbard Hall Board Room) uno puede tomar asiento e imaginar las cosas de que se habr¨¢ hablado aqu¨ª. Le pregunto a Braden si el coronel Fawcett trabaj¨® para ellos. ¡°No, nunca¡±, responde flem¨¢tica. ¡°No se habr¨ªa perdido¡±.
El 90% de lo que vemos es interesante para la ciencia, pero no mucho para los mortales¡±
En una vitrina puede verse la primera bandera de NG: marr¨®n, verde y azul (por la tierra, el mar y el cielo). ¡°Ha acompa?ado a nuestras expediciones, ha estado en el Everest y en la fosa de las Marianas¡±.
Durante la comida, en la cafeter¨ªa de NG, me sientan entre un buceador cubano, que me susurra rumores acerca de un posible barco anterior a Col¨®n que habr¨ªa sido descubierto en Cuba (?), y una tibetana que lucha por salvar las comunidades de su pa¨ªs y su cultura. Sin tiempo a tomar postre ni caf¨¦, tratando de no exteriorizar mi rencor, entrevisto a George Steinmetz, autor de sensacionales fotograf¨ªas a¨¦reas de los desiertos del mundo tomadas desde un ingenio de su invenci¨®n que tambi¨¦n se expone en la sede de NG junto con el trabajo del fot¨®grafo y que me parece de una fragilidad espeluznante. ¡°?Mi lugar favorito? El desierto de Sonora, por su diversidad biol¨®gica¡±. Steinmetz a?ade con una curiosa nostalgia: ¡°Desde el aire ve¨ªa a los escorpiones correr por la arena¡±. El fot¨®grafo reflexiona de su aventurera t¨¦cnica: ¡°No es la manera m¨¢s f¨¢cil, pero es la mejor. Con una c¨¢mara en el cuello y una h¨¦lice detr¨¢s puedes hacer cosas incre¨ªbles¡±. El conde Alm¨¢sy tambi¨¦n volaba precariamente sobre el desierto l¨ªbico, le comento. Una sonrisa se abre en el rostro del fot¨®grafo explorador al mencionar al personaje real que inspir¨® El paciente ingl¨¦s. Veo con alegr¨ªa que la admiraci¨®n por el personaje nos une. La sorpresa de Steinmetz es may¨²scula cuando menciona a Bagnold, el creador de las patrullas del desierto brit¨¢nicas del Long Range Desert Group y gran especialista en la f¨ªsica de las dunas, y le digo que he le¨ªdo sus libros. Como se ha creado un ins¨®lito v¨ªnculo entre nosotros pese a nuestra distinta naturaleza (el audaz fot¨®grafo piloto y el pusil¨¢nime visitante), le pregunto en confianza por el miedo, un cl¨¢sico. ¡°Miedo no, pero respeto siempre, hay que ir con mucho cuidado; aun as¨ª, me he estrellado muchas veces¡±. Steinmetz ha sobrevolado parajes de Egipto, Ir¨¢n, Yemen, Libia, M¨¦xico, T¨ªbet. ¡°Soy un fot¨®grafo que vuela¡±, asevera, y la frase queda ah¨ª suspendida en el aire en toda su julesverniana gloria.
De nuevo en la venerable sala de reuniones, la productora ejecutiva de NGC, Pam Caragol Wells, esposa del c¨¦lebre genetista de NG Spencer Wells, me pasa un aperitivo del programa de televisi¨®n del 125? aniversario. Es impresionante. Retengo im¨¢genes de cirug¨ªa bi¨®nica, de un cazador de tormentas y de un guepardo que se filma a s¨ª mismo. En un momento, el programa menciona los valores eternos de la sociedad, y yo le digo a la productora que conf¨ªo en que algunos hayan cambiado, como lo de marginar a los negros o hacer comer a los hombres y mujeres por separado. Me responde con una sonrisa y a?ade deportivamente que algunos exploradores trabajaron notoriamente para la CIA.
En la exploraci¨®n han crecido la ciencia y la tecnolog¨ªa. Hoy es m¨¢s importante la conservaci¨®n¡±
Terry Adamson es el vicepresidente ejecutivo de NG. Me recibe en su despacho, en el que destacan pertinentemente varios globos terr¨¢queos y recuerdosde una vida dedicada a la exploraci¨®n y a la pol¨ªtica. ¡°El aniversario es una ocasi¨®n vital para ver d¨®nde estamos y asegurarnos un futuro de por lo menos otros 125 a?os. Hemos de reflexionar sobre los cambios de la sociedad y dar respuesta a las nuevas necesidades. La manera en que la gente recibe y procesa hoy la informaci¨®n, por ejemplo, es muy distinta y debemos ser capaces de adaptarnos a ello. Lo estamos haciendo, con la televisi¨®n, la edici¨®n digital, la versi¨®n para tabletas y para m¨®viles¡ En su d¨ªa fuimos pioneros en el uso de la fotograf¨ªa, no sin controversia, y hoy debemos serlo en los nuevos soportes¡±. La revista amarilla no se libra de la ca¨ªda general de las ventas de publicaciones y ha habido una erosi¨®n de la circulaci¨®n en ingl¨¦s ¨Cla principal edici¨®n¨C, que ha pasado de los 12 millones de ejemplares en su mejor momento a la mitad ahora. ¡°Pero tenemos otras nuevas ediciones que equilibran el panorama, 37 ediciones en 35 idiomas que no son el ingl¨¦s ¨Cincluidos el farsi, el ¨¢rabe, el hebreo y el mandar¨ªn¨C, con una circulaci¨®n combinada de 2.600.000 ejemplares¡±. Seg¨²n la sociedad, cerca de 60 millones de personas leen la revista cada mes en el mundo. Adamson no cree que la versi¨®n en papel desaparezca nunca, aunque la circu?laci¨®n bajar¨¢. ¡°Hay cambios y tenemos que cambiar, manteniendo la inspiraci¨®n y la calidad¡±.
El mundo nuevo de NG puede apreciarse en la reuni¨®n a la que asisto, en la que un jovenc¨ªsimo investigador, Sam Friederichs, presenta a evaluaci¨®n su proyecto de monitorizar con c¨¢maras ?Crittercam acopladas al animal la vida de los grandes peces espada. Friederichs, que es todo un chavalote?de Minnesota, muestra im¨¢genes de su trabajo, que incluye luchar a lo Heming?way con esas poderosas criaturas para instalar la minic¨¢mara y luego zambullirse para recogerla. Andrew Howley, responsable de la web de NG, me explica que el proyecto est¨¢ en su primera etapa y que puede tardar en aparecer en la revista o en la televisi¨®n un a?o o a?o y medio. Mientras, ya hay tuiters, entradas de blog y en la web. Es el proceso usual, con diferentes ritmos de suministro de informaci¨®n, aunque algunos temas, como los descubrimientos arqueol¨®gicos, pueden tener embargo.
M¨¢s tarde entrevisto al famoso creador de las Crittercam, el legendario Greg ?Marshall, en el laboratorio de ingenier¨ªa de NG, en los s¨®tanos. ¡°La primera generaci¨®n de c¨¢maras las creamos en 1986 y han cambiado mucho desde entonces, sobre todo al reducirlas de tama?o y peso¡±, dice ?Marshall. ¡°Al principio solo pod¨ªas colocarlas en animales grandes y lentos¡±. ?Dinosaurios? Marshall r¨ªe. ¡°No, las grandes tortugas marinas¡±. ?Cu¨¢l es el animal m¨¢s dif¨ªcil para ponerle una c¨¢mara? ?Los leones? ¡°No, los grandes felinos no son dif¨ªciles, bueno, no del todo. La foca leopardo quiz¨¢ sea la m¨¢s complicada. El ser m¨¢s extra?o al que le hemos colocado una es el calamar Humboldt. El reto es siempre conseguir buenas tomas, aunque lo importante, lo prioritario, es la ciencia. No esperamos de los animales que sean buenos cineastas. El 90% de lo que vemos es interesante para la ciencia, pero no mucho para los mortales comunes¡±. Le pregunto a qu¨¦ animal le gustar¨ªa colocarle una c¨¢mara. ¡°Nunca se la hemos puesto a un delf¨ªn, tenemos el proyecto de instal¨¢rsela a un c¨®ndor¡ hay tanto por hacer¡±. ?Se lo imagina en insectos? ¡°?Todo est¨¢ llegando!¡±.
El archivo gr¨¢fico de NG contiene ?nueve millones de fotos!, adem¨¢s de dibujos e ilustraciones originales. Se guardan en enormes estanter¨ªas m¨®viles de casi cinco metros de altura. Esto est¨¢ lleno de tesoros escondidos, incluidas medio mill¨®n de fotos en blanco y negro jam¨¢s publicadas y 15.000 placas de cristal. En atenci¨®n a la visita, han preparado un conjunto de fotos in¨¦ditas de Alfonso XIII en 1929 ?durante una cacer¨ªa! Otro detalle de NG ser¨¢ proyectarme un extravagante viejo filme in¨¦dito de Luis Marden sobre la Espa?a de posguerra, para hablar de la preservaci¨®n de pel¨ªculas. Baste con decir que la gente de Extremadura le parecen al locutor muy felices y la Guardia Mora le recuerda a los cowboys.
Durante la cena (esto no para nunca), me siento con Saturno, el arque¨®logo y mayista de la Universidad de Boston que encontr¨® en San Bartolo, en el Pet¨¦n de Guatemala, una ciudad y los murales mayas m¨¢s antiguos ¨C¡°una belleza¡±¨C del siglo I antes de Cristo. El trabajo de Saturno ha merecido tres grandes reportajes en la revista NG. ¡°Nuestra visi¨®n de los mayas ha cambiado mucho, todo en ellos es mucho m¨¢s temprano de lo que imagin¨¢bamos, la escritura, el arte, las ciudades¡±, dice el estudioso neoyorquino. Saturno ha pasado unos d¨ªas muy intensos con todo lo de la profec¨ªa del fin del mundo. ¡°?Era una bobada! En el calendario maya no hay nada de eso, los finales eran importantes solo porque se abr¨ªan a un nuevo inicio, como los nuestros. Este era un fin de ciclo muy grande, de seis mil a?os, algo importante como nuestro cambio de milenio, pero para nada algo apocal¨ªptico. Ahora se dir¨¢: ¡®calculamos mal¡¯ y dar¨¢n otra fecha. Es como la maldici¨®n de Tutankam¨®n.Ciertamente, todos los implicados en el descubrimiento de la tumba acabaron muriendo y alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n acabar¨¢ el mundo¡±. Me confiesa que el trabajo en la selva es complicado, ¡°pero no puedo negar que es rom¨¢ntico: ciudades perdidas, tumbas sin explorar¡±. ?Serpientes? ¡°Cada a?o¡±, suspira, ¡°la m¨¢s peligrosa es la que llaman barba amarilla, la ?Bothrops atrox, una v¨ªbora muy agresiva¡±. Otro comensal es el fot¨®grafo Kenneth Garret, historia viva de la sociedad. ¡°Lo importante en foto de arqueolog¨ªa es escoger bien el objeto, que hable por s¨ª mismo¡±. Se suma Fabio Amador, que habla de sus exploraciones submarinas, en el curso de las cuales se sumerge en las cuevas y cenotes del Yucat¨¢n, con traves¨ªas de hasta ocho horas. ¡°El riesgo siempre est¨¢ ah¨ª¡±. Una velada?a recordar y eso que luego no hubo baile.
En el departamento de mapas me espera una isla perdida. Efectivamente, Charles D. Regan y Juan Jos¨¦ Vald¨¦s colocan sobre una mesa un mapa de 1921 en el que con una lupa puedo contemplar ?Sandy!, la isla del Pac¨ªfico que ahora resulta que no existe. Es como ver un fantasma. ¡°Es una advertencia de que hay que usar muchas fuentes de informaci¨®n cartogr¨¢fica o se puede deslizar f¨¢cilmente un error¡±, dice Regan. ?l y Vald¨¦s ¨Cque ha pasado nueve meses enfrascado en la confecci¨®n de un mapa de su Cuba natal, de la que sali¨® en 1961¨C destacan la tradici¨®n de excelentes mapas de NG, que empez¨® a incluirlos en 1889, aunque el primero en separata no lleg¨® hasta 1917.?¡°En la II Guerra Mundial, se le llevaban mapas corriendo de aqu¨ª al presidente Roosevelt en la Casa Blanca, a cuatro manzanas¡±. Hacen muchos mapas digitales ahora, pero creen que los de papel ¨Calabado sea Billy Bones¨C nunca desaparecer¨¢n. Hablan de lo conflictivo que puede ser realizar la carta de pa¨ªses con litigios y destacan: ¡°Somos la ¨²nica editorial global independiente, la Suiza de los mapas¡±. Preparan un nuevo mapa de Espa?a, ¡°por si acaso¡±.
Terry Garc¨ªa es responsable de una de las ¨¢reas nucleares de NG, los programas de las misiones. En su despacho, adornado con muy buen gusto con m¨¢scaras pap¨²es -"mi mujer no me deja ponerlas en casa"-, explica que en un a?o t¨ªpico la sociedad apoya y gestiona 300 expediciones y proyectos de conservaci¨®n. Destaca entre lo m¨¢s interesante en la actualidad el proyecto genogr¨¢fico de Spencer Wells y ¨C¨¦l mismo est¨¢ muy interesado en los temas ambientales¨C el de los mares pr¨ªstinos de Sala. ?Habr¨¢ alg¨²n gran hallazgo para el aniversario? , inquiero. ¡°No buscamos hacerlo, pero si aparece, fant¨¢stico¡±. Garc¨ªa, descendiente de canarios y un hombre atractivo que combina una larga experiencia de abogado y haber sido miembro de la?administraci¨®n Clinton para temas ambientales con el anhelo de ser explorador polar,?recalca que hay mucho por descubrir. ¡°Sobre todo en el oc¨¦ano, en lo m¨¢s profundo solo hemos estado dos veces, merece m¨¢s exploraci¨®n¡±. Para ¨¦l la inestabilidad pol¨ªtica en el mundo ¡°es un reto, pero tambi¨¦n una oportunidad¡±. ?Acabar¨¢ alguna vez la exploraci¨®n del planeta? ¡°Posiblemente no, cuando respondes a una pregunta aparece otra, las respuestas generan nuevas preguntas, e, insisto, los oc¨¦anos solo est¨¢n explorados en un 5%¡±. Y los otros planetas, a?ado. Terry Garc¨ªa esboza una sonrisa. ¡°S¨ª, de momento no vamos a quedarnos sin trabajo¡±.
En el despacho de Renee Braden, la fot¨®grafa est¨¢ retratando para este reportaje la bota de Bishop que han conseguido quitarme de las manos. Mientras, Braden, que es fan de Keith Richards, me explica que vio al escalador y fot¨®grafo muchas veces en NG. ¡°Sol¨ªa fumar en el patio, no sab¨ªamos que era ¨¦l¡±. Me asomo corriendo a la ventana para ver si el fantasma del viejo explorador sigue ah¨ª. No est¨¢, pero el mundo all¨¢ fuera nunca ha parecido tan grande y tan hermoso, tan, s¨ª, explorable. Me giro y regreso al reino amarillo de National Geographic dispuesto a seguir disfrutando de la visita y pregunt¨¢ndome si me ense?ar¨¢n de una maldita vez las viejas cajas de galletas del capit¨¢n Scott.
¡®Los primeros faraones¡¯, volumen monogr¨¢fico que inicia la serie ¡®Historia National Geographic¡¯, se podr¨¢ adquirir el 13 de enero con EL PA?S por 1,95 euros.
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