Las mil caras de Torres Baena
El principal acusado del mayor caso de pederastia juzgado en Espa?a es un hombre convincente hasta el extremo
Un peque?o pasillo con puertas a ambos lados se abre ante s¨ª; avanza de forma decidida, antes de empezar a entrenar, y abre una de las puertas ubicada a su izquierda. Se queda helada ante lo que ve. La imagen es la siguiente: Fernando Torres Baena, el director de la escuela de k¨¢rate a la que acude, est¨¢ sentado con las piernas cruzadas y en una de ellas se apoya una ni?a, de muy corta edad. Tiene nueve a?os. ?l, mientras mira hacia la puerta que se abre, tiene una de las manos en el interior del karategui de la peque?a. La escena ocurre en el centro de un tatami rodeado de espejos. La imagen recorre la habitaci¨®n. Son varios espejos en los que una de los testigos del caso K¨¢rate ve a la misma persona. Un juego de im¨¢genes que quiz¨¢s sirva para explicar las mil caras de este hombre que, seg¨²n decenas de testigos y presuntas v¨ªctimas, teji¨® una red casi perfecta de pederastia y abusos sexuales a menores.
Al recordar esta imagen en la sede judicial, la presunta v¨ªctima que aporta esta historia desliza unas l¨¢grimas. Tiene a Torres Baena a unos metros, que mira de forma fija al biombo que les separa, como atraves¨¢ndolo, y no hace ning¨²n gesto. Impert¨¦rrito. Nada parece intimidarlo. Al fin y al cabo, seg¨²n los testigos de la acusaci¨®n, ¡°est¨¢n relatando su obra¡±.
El mayor juicio por pederastia celebrado en Espa?a comenz¨® el pasado 3 de mayo y como adelant¨® en su inicio el presidente de la sala, Emilio Moya, se extendi¨® hasta diciembre. La mayor¨ªa de los 188 testigos han declarado tras un biombo para poder preservar su intimidad y no revelarla en una vida que, en la mayor¨ªa de los casos, no tiene nada que ver con su adolescencia. Entre todos los acusados se enfrentaban a m¨¢s de 600 a?os de prisi¨®n. Y parece que todos recurrieron a una ¨²nica estrategia: el silencio.
Fue relevante, porque el ¨²nico de los cuatro acusados que habl¨® cuando se inici¨® el juicio fue el propio Fernando Torres Baena. El resto guard¨® silencio. Al menos uno de los tres abogados de los imputados restantes ha pedido a su cliente que se desmarque de Torres Baena y rompa el silencio. Los ruegos han ca¨ªdo en balde. Al l¨ªder no se le traiciona. Al fin y al cabo, ¡°era el jefe supremo¡±, como recordaba una testigo, y lo sigue siendo.
Un fot¨®grafo canario recuerda c¨®mo hace unos a?os, antes de una exhibici¨®n de k¨¢rate de la escuela de Torres Baena, en un entrenamiento acudi¨® al Centro Insular de Deportes para tomar una fotograf¨ªa de los participantes, la mayor¨ªa ni?os y j¨®venes. Despu¨¦s de mucho intentarlo, no consigui¨® calmar a la jaur¨ªa para retratarlos, hasta que Torres Baena inquiri¨® quietud. El silencio dentro del pabell¨®n fue atronador. Las caras de los m¨¢s peque?os, un poema.
Las declaraciones durante el juicio, tanto las que han sido a puerta abierta como las que se han celebrado a puerta cerrada, han dibujado al principal acusado como un hombre convincente hasta el extremo. Hubo amenazas, pero tambi¨¦n persuasi¨®n por parte de la organizaci¨®n de la red pederasta. En alguna ocasi¨®n, tanto Baena como otra de las imputadas mantuvieron conversaciones con padres a los que sus hijos hab¨ªan informado de pr¨¢cticas extravagantes e hirientes en el gimnasio. Sin embargo, confiaron m¨¢s ¡°en el profesor¡±. En ¡°el mentor¡±. En ¡°el campe¨®n¡±. En el hombre que ¡°fabricaba campeones¡±.
La casa de Vargas, en Ag¨¹imes (Gran Canaria), a la que llevaba a los alumnos que consideraba la ¨¦lite se convirti¨® en un lugar de pavor para muchos de ellos. Dentro de esa ¨¦lite hab¨ªa dos grupos y, por tanto, en Vargas hab¨ªa dos viviendas, porque el aislamiento era otro de los factores clave para que el plan no se desmoronase. En una de ellas ocurr¨ªan, seg¨²n los testigos, todo tipo de abusos sexuales. En la otra, un chamizo a medio construir, seg¨²n se puede comprobar en las im¨¢genes que tom¨® la Polic¨ªa Nacional durante el registro, se observaba ¡°la normalidad¡± de la que hablaban los vecinos cuando fueron preguntados. Una casa en construcci¨®n ¡°en la que los j¨®venes trabajaban y entrenaban¡±.
¡°A cuatro patas ten¨ªa que correr como un perro y aceptar todo¡±, para deleite de sus profesores, recordaba otra presunta v¨ªctima. Hab¨ªa que demostrar lealtad y sumisi¨®n ante el superior, mientras la ¡°normalidad¡± reinaba a vista de los dem¨¢s. Adem¨¢s, seg¨²n recuerdan las personas que han pasado por sede judicial, cuando se aproximaba el momento de abandonar o decir que aquello no estaba bien, hab¨ªa una r¨¦plica en cascada informando de lo absurdo de esta conducta y que, de cualquier forma, en caso de denuncia, ¡°podr¨ªa huir a Cuba¡±, seg¨²n coincidieron varios testigos.
Los psic¨®logos y forenses que le han entrevistado no quieren dejar ni un resquicio de duda en sus informes: ¡°Descartamos que nos encontremos ante un enfermo mental¡±. Recogen que Torres Baena, durante las entrevistas, present¨® ¡°un narcisismo patol¨®gico, con una autoestima desorbitada que le hace sentirse ¨²nico y especial¡±, a?adiendo que reclama ¡°admiraci¨®n excesiva de las personas que le rodean¡±. Sin capacidad de empat¨ªa, seg¨²n los documentos, ¡°solo la muestra en la medida en que pueda obtener un beneficio secundario y satisfacer sus necesidades de ser admirado¡±.
El principal imputado tiene muchas caras, pero es exigente en todas. Consigui¨® convencer a los representantes p¨²blicos del Cabildo de Gran Canaria para obtener numerosas subvenciones hasta poco antes de que fuese detenido. Lo recuerdan como un hombre disciplinado con el deporte y convincente a la hora de trabajar. Amable y cercano. Aqu¨ª se recuerda aquello de ¡°solo muestra empat¨ªa cuando puede obtener un beneficio secundario¡±, que era el dinero. Necesitaba dinero y aseguraba que ¡°una escuela de k¨¢rate no es rentable¡±. Entre otras cosas, no lo era porque, seg¨²n ha relatado EL PA?S un joven de Las Palmas de Gran Canaria que fue alumno suyo, a veces no cobraba a algunos alumnos. A ¨¦l, de hecho, nunca le cobr¨®. Le invitaba a ir al gimnasio y tomar clases de forma gratuita. Se cans¨® y lo dej¨® sin ver nada raro. Cuidadoso hasta la extenuaci¨®n, Torres Baena no invitaba a Vargas o se exced¨ªa con aquellos a los que no ten¨ªa ¡°dominados¡±, han recordado distintos alumnos suyos antes los jueces.
En prisi¨®n est¨¢ mostrando otra cara, pero quiz¨¢ sea la misma. Seg¨²n funcionarios y compa?eros del recinto penitenciario, durante un tiempo ha organizado el gimnasio y puesto los horarios. Quiso incluir en el nuevo orden derecho de admisi¨®n, una cuesti¨®n de razas, pero fue imposible. Pasea silencioso, pero ha ido formando una leal corte a su alrededor.
En el juego de espejos de Torres Baena, las mil caras del principal acusado del caso K¨¢rate, est¨¢ siendo destapado por las presuntas v¨ªctimas. El vanidoso, el exigente, el disciplinado, el violento, el sectario, el ilustrado, el amo, el d¨¦bil, el dominante y el dominado, el convincente, el inteligente, el frustrado, el aburrido y, sobre todo, el incapaz de conseguir sus deseos por s¨ª mismo, dado que la mayor¨ªa de los testigos cuentan que eran sus c¨®mplices los que se dirig¨ªan a ellos para hablarle bien de Torres Baena. Para ¡°captarlos¡±. ?l no ten¨ªa la capacidad para hacerlo.
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