La dictadura interior
Por un momento parec¨ªa que fuera a caer una dictadura de cuya existencia no nos hubi¨¦ramos enterado
Vaya por delante que la impunidad de los responsables es el peor episodio del esperpento que ha ofrecido durante tantos a?os Canal 9.
Y por delante de eso a¨²n, vaya el profundo lamento por los profesionales que desde hoy est¨¢n abocados al desempleo.
El espect¨¢culo que ofreci¨® este viernes el cierre de la televisi¨®n p¨²blica a?adi¨® m¨¢s tristeza a este pa¨ªs que empieza a ver c¨®mo algunos s¨ªmbolos del despilfarro tambi¨¦n corren la misma suerte ¡ªni m¨¢s ni menos¡ª que millares de empresas eficientes estranguladas por la recesi¨®n. La dolorosa rutina de nuestra econom¨ªa.
Pero la imagen que dieron los periodistas orgullosos de colar por la ventana a una portavoz de las v¨ªctimas del accidente del metro a quien no hab¨ªan abierto la puerta en siete a?os fue tambi¨¦n dolorosa, un final a la altura de las penosas circunstancias. Lo que pon¨ªa en evidencia este ¨²ltimo acto de aire tan heroico no fue lo positivo de un hecho puntual, sino lo negativo de muchos a?os de silencio y manipulaci¨®n en este ente p¨²blico cuya deuda a¨²n seguiremos pagando mucho tiempo: la rutina del mal periodismo que se ha practicado en algunas televisiones auton¨®micas.
Durante horas, las im¨¢genes, con los trabajadores atrincherados en la televisi¨®n y los periodistas emitiendo mensajes libertarios nos retrotra¨ªa a un marco de revoluci¨®n ante una dictadura que se cae. As¨ª fue en la Ruman¨ªa de Ceausescu, cuya poblaci¨®n corri¨® a asomarse al televisor cuando se tambale¨® el r¨¦gimen para contemplar el ins¨®lito desfile de intelectuales, disidentes y periodistas arrepentidos que de repente clamaban revoluci¨®n. Este viernes, la sed de contar historias que se apreciaba en los presentadores, la determinaci¨®n de desafiar la orden de desalojo como si tras esa firmeza pudiera caber la resistencia a un r¨¦gimen, como si pudiera caber su ca¨ªda, como si hubiera, en suma, un r¨¦gimen que derribar, parec¨ªa una ilusi¨®n de un universo irreal. ¡°Estamos con vosotros, valencianos, como vosotros est¨¢is con nosotros¡±, dec¨ªa una de las personas que tom¨® el micr¨®fono. ?Y d¨®nde estaban antes, pues?
Por un momento parec¨ªa que fuera a caer una dictadura de cuya existencia no nos hubi¨¦ramos enterado. Porque democracia es lo que hay en Espa?a, votos leg¨ªtimos que llevaron al Partido Popular de Camps al poder y que avalaron una gesti¨®n de alumnos en los barracones mientras cientos de millones se enterraban en proyectos megal¨®manos que no han aportado una d¨¦cima al languideciente I+D de este pa¨ªs.
Y si no hay, entonces, una dictadura que derribar, queda otra que se vislumbraba entre los profesionales que escasas veces discreparon de lo que se esperaba y demandaba de ellos: la dictadura interior. Y esa es, junto con esta desoladora crisis, el gran objetivo a derribar.
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