¡°Que dejen de cazar a los ni?os y a las ni?as en Colombia¡±
Oxfam y un grupo de organizaciones sociales denuncian que diariamente cerca de 27 ni?os, ni?as y adolescentes, son agredidos sexualmente en el marco del conflicto armado
?Qu¨¦ te gustar¨ªa que cambiara?: ?Que dejen de cazar a las ni?as!, dijo un ni?o que vive en Sucre, un departamento al norte de Colombia que ha sufrido por d¨¦cadas los embates de la guerra, durante una entrevista con una organizaci¨®n de la iglesia. Su respuesta resume el cr¨ªtico panorama al que se enfrentan los ni?os v¨ªctimas de agresiones sexuales cometidas por los actores armados legales e ilegales.
Hasta hoy, en Colombia no hay una cifra oficial o por lo menos aproximada, del n¨²mero de ni?os, ni?as y adolescentes v¨ªctimas de este flagelo y aunque diversas instituciones del Estado llevan sus registros, las diferencias entre unos y otros hacen muy dif¨ªcil consolidar esa informaci¨®n. Aun as¨ª, seg¨²n un informe de la ONG brit¨¢nica Oxfam, lanzado recientemente en Bogot¨¢, entre 2008 y 2012 se registraron 48.915 v¨ªctimas de violencia sexual menores de 18 a?os, de las cuales un poco m¨¢s de 41.000 son ni?as y casi 8.000, ni?os. Esto significa que a diario 27 menores son agredidos sexualmente en el conflicto armado.
Este es el primer intento que se hace en Colombia, desde la sociedad civil, por establecer un n¨²mero que le ponga cara a este crimen. ¡°Y aunque si bien estas cifras no est¨¢n escritas en piedra porque tienen subregistro, s¨ª abren la discusi¨®n¡±, dijo a este diario Diana Arango, coordinadora de la campa?a Saquen mi cuerpo de la guerra, una iniciativa que arranc¨® en el 2009 cuando diez organizaciones de derechos humanos y de mujeres se unieron para denunciar que la violencia sexual en el pa¨ªs es utilizada como un arma de guerra contra las mujeres, tanto por la guerrilla y los grupos paramilitares y sus herederos, como por la fuerza p¨²blica.
Esta campa?a, impulsada por Oxfam, denunci¨® en 2010 que m¨¢s de 480.000 mujeres fueron v¨ªctimas de violencia sexual desde el 2001 en el conflicto armado. Pero esa cifra no incluy¨® a las ni?as. Por eso, decidieron aproximarse a un n¨²mero que tambi¨¦n tiene su porcentaje alarmante de ni?os v¨ªctimas. ¡°Si bien la violencia sexual en el pa¨ªs ha sido un crimen bastante invisible, se ha hablado m¨¢s de las ni?as y adolescentes v¨ªctimas que de los ni?os que tambi¨¦n lo han sufrido, a lo que se suma un estigma social mucho mayor ya que en muchos casos los tachan de ser homosexuales¡±, a?ade Arango. Esta invisibilidad se refleja en los registros y por tanto, en el dise?o de pol¨ªticas p¨²blicas y rutas de atenci¨®n, dice el informe que lleva como t¨ªtulo la frase del ni?o entrevistado en Sucre.
Para las organizaciones que participaron en la investigaci¨®n, no fue posible saber qui¨¦nes son los mayores perpetradores de violencia sexual contra los ni?os y las ni?as. ¡°Informaci¨®n s¨ª hay, pero est¨¢ dispersa, no es comparable y est¨¢ incompleta¡±, dice Arango. Por eso, no se sabe exactamente cu¨¢ntos a?os tienen las v¨ªctimas, si son ind¨ªgenas o afrocolombianos y son pocos los registros que determinan si el perpetrador fue un guerrillero, un paramilitar o un soldado.
Esta investigaci¨®n tambi¨¦n encontr¨® que para las instituciones colombianas la violencia sexual se ha limitado casi que a la violaci¨®n, desconociendo que no existe una ¨²nica forma de violencia sexual. ¡°Se han normalizado muchas pr¨¢cticas que no se consideran violencia sexual, aun cuando en t¨¦rminos jur¨ªdicos y conceptuales lo sean¡±, dice el informe, que denuncia, por ejemplo, lo que se conoce como ¡°enamoramiento¡±. ¡°En la mayor¨ªa de zonas donde hay presencia activa de hombres armados, estos usan la seducci¨®n para vincular a las ni?as al grupo armado ya sea como correos humanos, para sacarles informaci¨®n o como carnada para reclutar a otros ni?os¡±, explica la investigadora de Oxfam y agrega que cuando algunos padres se animan a denunciar esta situaci¨®n, los ignoran, lo que en ¨²ltimas provoca que esta forma de violencia sea vista como algo normal.
En ciudades grandes como Medell¨ªn, Bogot¨¢ y C¨²cuta (esta ¨²ltima en la frontera con Venezuela) donde las bandas criminales hacen presencia en barrios de la periferia, los investigadores encontraron que son habituales las relaciones aparentemente ¡°voluntarias¡± de ni?as desde los 12 a?os con hombres armados. ¡°Son los armados quienes deciden si las ni?as van o no a las ¡°farras¡± (fiestas). Cuando se transgrede esa ¡°autoridad¡± armada, generalmente, resulta en homicidio o desplazamiento¡±, dice el informe. Tambi¨¦n venden su virginidad, algo que est¨¢ ligado al consumo de drogas.
Otra forma de violencia es la esclavitud sexual. Seg¨²n el informe, en las zonas rurales los grupos armados se llevan a las ni?as para ser ¡°compa?eras¡± (esclavas) sexuales temporales de los comandantes. Y cuando no se las llevan, entran a sus casas, se alojan con o sin el consentimiento de las familias, y es all¨ª cuando pueden abusar sexualmente de ellas. Se suma la existencia de redes de trata de ni?as y ni?os con fines de explotaci¨®n sexual administradas por los actores armados.
En el pac¨ªfico colombiano, por ejemplo, donde actualmente hay intensos enfrentamientos entre bandas criminales, las ni?as son agredidas sexualmente por venganzas entre grupos armados que se disputan el dominio de los barrios. Adem¨¢s, la prostituci¨®n forzada es alarmante. En Tumaco, una poblaci¨®n lim¨ªtrofe con Ecuador, existe una modalidad de explotaci¨®n que llaman ¡°chongos m¨®viles¡± y consiste en que llevan a las ni?as de vereda en vereda explot¨¢ndolas sexualmente con los actores armados del lugar.
Aunque este estudio no pudo calcular el n¨²mero de ni?as y ni?os que a pesar de haber sufrido la violencia sexual en la guerra no recibieron atenci¨®n m¨¦dica o legal, s¨ª encontr¨® que entre las razones para no denunciar se encuentran que los armados hacen presencia en los territorios, que hay una suerte de deshumanizaci¨®n en la atenci¨®n a las v¨ªctimas, que la presencia institucional es poca o no existe y que hay una sensaci¨®n generalizada de que reina la impunidad.
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