Las jueces del Supremo de EE UU unen sus voces contra la ¨²ltima sentencia
Ginsburg, Kagan y Sotomayor han formado una s¨®lida coalici¨®n en los casos m¨¢s relevantes
Tiene voz m¨¢s d¨¦bil de los nueve jueces del Tribunal Supremo, apenas un susurro inaudible desde las galer¨ªas de la sala de audiencias. Pero en el momento de escribir sentencias -y opiniones contrarias- la juez Ruth Bader Ginsburg, a sus 80 a?os, es capaz de silenciar a la mayor¨ªa conservadora. ¡°Lamento que acaben de empujar a esta Corte hacia un campo de minas¡±, escribi¨® el pasado lunes tras la sentencia del caso Hobby Lobby, que otorgaba a algunas empresas privadas el derecho a negar seguros que cubran anticonceptivos a sus empleadas, si alegan que esto les obliga a actuar en contra de sus valores religiosos.
¡°Ginsburg ten¨ªa raz¨®n y acabamos de recibir prueba de ello¡±, public¨® la revista The Nation apenas cuatro d¨ªas despu¨¦s. El Supremo acababa de dar permiso a una universidad privada y cat¨®lica para a oponerse tambi¨¦n a ese mandato de la ley de salud del presidente Barack Obama. La sentencia emitida el lunes, y aprobada por una mayor¨ªa de cinco votos a cuatro, era, seg¨²n Ginsburg, ¡°de una envergadura desconocida¡± por sus consecuencias, por las dudas que plantea de cara al futuro y, para muchos, por constituir un paso atr¨¢s en los derechos de las mujeres.
Tambi¨¦n ha puesto de relieve el peso de las tres jueces del Supremo en este tipo de sentencias y la clara divisi¨®n de la Corte en casos relacionados con los derechos civiles y las minor¨ªas. Dos jueces nombradas por Obama, Sonia Sotomayor, que en 2009 se convirti¨® en la primera hispana en formar parte del Tribunal- y Elena Kagan, que se unir¨ªa apenas un a?o despu¨¦s, han formado una coalici¨®n estable con Ginsburg en los casos m¨¢s importantes de los ¨²ltimos a?os.
Pocos de esos casos, y la posibilidad de que los juzgaran tres mujeres, habr¨ªan llegado hasta el Supremo sin el camino abierto por Ginsburg
Durante las audiencias de la reforma sanitaria de Obama, la ley de inmigraci¨®n de Arizona, el caso relacionado con la discriminaci¨®n positiva en las universidades, el matrimonio homosexual, la renovaci¨®n de la cl¨¢usula m¨¢s importante de la Ley de Derecho a Voto de 1965 o, este mismo curso, la demanda relacionada con el acceso a los anticonceptivos, las tres jueces han aprovechado cada una de las audiencias para formular preguntas que no esconden que son tres mujeres acostumbradas a romper moldes.
Sotomayor suele ser la primera en atacar, interrumpiendo a los abogados apenas un minuto despu¨¦s de que comiencen a defender su caso. En sus sentencias mantiene el tono: "La Constituci¨®n no protege a las minor¨ªas raciales de las derrotas pol¨ªticas, pero tampoco entrega a la mayor¨ªa el derecho a erigir barreras selectivas en contra de las minor¨ªas", escribi¨® en su opini¨®n contraria a la sentencia que acab¨® con la discriminaci¨®n positiva en las universidades.
Kagan, sentada el otro extremo del podio que separa a los jueces de los abogados que presentan los argumentos -el puesto central lo ocupa el presidente del Tribunal, John Roberts- golpea con la misma dureza. En el caso que examin¨® la igualdad de derechos de los homosexuales, calific¨® la Ley Defensa del Matrimonio (DOMA), declarada inconstitucional en 2013, como ¡°infectada de prejuicios, miedo, rencor y odio¡±.
Ginsburg gan¨® cinco de los seis casos que defendi¨® ante el Tribunal Supremo. En su mayor¨ªa beneficiaban a los hombres, pero acabaron con muchas m¨¢s leyes que perjudicaban a las mujeres¡±
Pocos de esos casos, y la posibilidad de que los juzgaran tres mujeres, habr¨ªan llegado hasta el Supremo sin el camino abierto por Ginsburg. Esta semana habl¨® del ¡°campo de minas¡± provocado por la sentencia de caso Hobby Lobby. En 2013 aclar¨® que cualquier uni¨®n legal entre dos personas del mismo sexo que no fuera igual que el matrimonio heterosexual dar¨ªa paso a uno ¡°descafeinado¡±. Ginsburg acerc¨® as¨ª a la calle el lenguaje de la Corte. En la sala de audiencias hab¨ªa advertido con fuerza que la ley DOMA creaba una categor¨ªa de ciudadanos de segunda clase. Meses despu¨¦s, en su opini¨®n contraria a la sentencia que acab¨® con las restricciones a los estados segregacionistas, recrimin¨® a la mayor¨ªa de la Corte que ¡°ignorase que el pasado es un pr¨®logo y aquellos que no pueden recordar el pasado est¨¢n condenados a repetirlo¡±. Anular la provisi¨®n que proteg¨ªa el derecho a voto de las minor¨ªas fue equiparada por la veterana, que la sigue considerando imprescindible, como ¡°tirar un paraguas en medio de una tormenta simplemente porque hayas dejado de mojarte¡±.
En The Nine, la exquisita mirada al mundo interior del Supremo por el periodista Jeffrey Toobin, Ginsburg es descrita como una abogada que se hizo famosa por su extra?a estrategia ante los tribunales, aunque ¡°dif¨ªcilmente calificable como radical¡±. Desde sus comienzos, ¡°su objetivo era, por supuesto, acabar con la discriminaci¨®n, que entonces era en su mayor¨ªa en contra de las mujeres, pero necesitaba encontrar una manera de dramatizar este problema ante jueces masculinos¡±. ?Qu¨¦ hizo Ginsburg? Plantear demandas por discriminaci¨®n contra los hombres. ¡°Gan¨® cinco de los seis casos que defendi¨® ante el Tribunal Supremo. En su mayor¨ªa beneficiaban a los hombres, pero acabaron con muchas m¨¢s leyes que perjudicaban a las mujeres¡±, escribe Toobin.
Nombrada por el expresidente Bill Clinton en 1993, Ginsburg defend¨ªa ya entonces el derecho al aborto. Su postura, explica Toobin, no est¨¢ vinculada a la hist¨®rica sentencia de Roe vs. Wade, que establece ese derecho amparado dentro del que protege la privacidad, sino a la discriminaci¨®n por sexo. ¡°Para Ginsburg, las leyes que proh¨ªben el aborto violan el derecho a la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos que protege la Constituci¨®n¡±, asegura el experto.
La juez ha defendido en m¨¢s de una ocasi¨®n que la sentencia que legaliz¨® el aborto en EE UU, en 1973, lleg¨® quiz¨¢s demasiado pronto y adelant¨® un trabajo que deber¨ªa haber hecho el poder legislativo del pa¨ªs. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, las dudas sobre leyes vinculadas con el acceso al aborto o los anticonceptivos siguen llegando a la Corte, protagonizando campa?as electorales y centrando el trabajo de presidentes que mandato tras mandato, deben lidiar con alguna vuelta de tuerca a un debate que la m¨¢xima instancia judicial no logr¨® zanjar.
"Aquellos a los que afectan nuestras decisiones suelen creer que pueden tomarnos por nuestras palabras¡±, escribi¨® Sotomayor este jueves tras la ¨²ltima decisi¨®n del Supremo. ¡°Hoy ya no tanto¡±. En su opini¨®n, suscrita tambi¨¦n por Kagan y Ginsburg, la ¨²ltima decisi¨®n de la Corte ¡°rebaja la confianza en esta instituci¨®n¡±. Las tres jueces, a pesar de que as¨ª desenmascaran la divisi¨®n del Tribunal, parecen dispuestas a recuperarla.
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