No todas las ni?as tienen una madre como Aminata
Decenas de menores espa?olas sufren mutilaci¨®n genital cada a?o. Las familias las trasladan a sus pa¨ªses de origen y regresan a?os despu¨¦s mutiladas y casadas. Cada vez m¨¢s madres luchan por evitarlo
La primera vez que a Aminata Soucko le vino la regla se pas¨® 20 d¨ªas tumbada en la cama. ¡°Llorando¡±, a?ade. ¡°El dolor era espantoso¡±. A Aminata le hab¨ªan seccionado, muchos a?os antes, el cl¨ªtoris y los labios vaginales. Tambi¨¦n fue cosida. Sufri¨®, siendo ni?a, una mutilaci¨®n genital de tipo III, la m¨¢s agresiva. ¡°En Mal¨ª, como en otros pa¨ªses de ?frica, si no te duele la regla, est¨¢ mal visto. Debes tener dolores o acabar¨¢s se?alada¡±, dice Aminata.
Por eso, la mayor¨ªa de ni?as que nacen y crecen en los pa¨ªses donde se practica la ablaci¨®n, quieren ser mutiladas. ¡°Si no lo est¨¢s, puedes tener problemas sociales muy graves¡±, explica Aminata. Y cuenta el d¨ªa que su sobrina, a quien ella y su madre hab¨ªan decidido salvar de la mutilaci¨®n, se escap¨® de casa con unos billetes arrugados en la mano y se present¨® en el pueblo donde se llevaba a cabo la pr¨¢ctica pidiendo ser cortada. ¡°La salvamos en el ¨²ltimo momento. Pero es que no soportaba las burlas y el desprecio de las otras ni?as¡±.
Mal¨ª est¨¢ a 3.000 kil¨®metros de Espa?a. No hace falta irse tan lejos: miles de ni?as espa?olas corren el riesgo, a d¨ªa de hoy, de ser mutiladas. Decenas de ellas, cada a?o, acaban si¨¦ndolo.
Ana es el nombre ficticio que ha elegido una joven de 19 a?os de un pueblo del interior de la provincia de Girona. Es catalana, hija de gambianos que llegaron hace dos d¨¦cadas a Espa?a. Cuando era peque?a fue enviada a su pa¨ªs ¡°a casarse y aprender las costumbres¡±, explica. ¡°Mi familia es mandinga y son un grupo que hace la mutilaci¨®n. As¨ª que, si te env¨ªan a casarte, ya sabes lo que eso incluye¡±. Ana fue mutilada en el pa¨ªs de sus padres cuando ten¨ªa 16 a?os, ya que su etnia practica la ablaci¨®n en la adolescencia. Despu¨¦s fue obligada a casarse con su t¨ªo. Se queda callada durante un rato antes de explicar lo que se siente. Finalmente susurra: ¡°No te imaginas cu¨¢nto duele¡±.
¡°?T¨² ves ni?as subsaharianas por la calle? No est¨¢n. Ni?os s¨ª, pero faltan las ni?as. Se las siguen llevando. Y no regresan hasta que est¨¢n casadas"
Seg¨²n datos de la Fundaci¨®n Wassu de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, 65 ni?as espa?olas menores de 14 a?os fueron trasladadas el pasado a?o a los pa¨ªses de origen de sus padres y no regresaron. Aina Mangas, investigadora de la fundaci¨®n y especializada en mutilaci¨®n genital femenina (MGF), explica que ¡°no se puede hacer con rotundidad una relaci¨®n causa efecto, pero la probabilidad y nuestra experiencia se?alan que la mayor¨ªa, por no decir todas esas ni?as, fueron llevadas a sus pa¨ªses de origen para ser mutiladas¡±.
Si ampliamos el margen, y seg¨²n datos de la misma fundaci¨®n, entre los a?os 2012 y 2016 se llevaron de Espa?a a 404 ni?as que, con probabilidad, han sido mutiladas. Solo en la provincia de Girona (la m¨¢s expuesta al riesgo), y seg¨²n datos de la Generalitat, 16 ni?as no regresaron tras salir a sus pa¨ªses de origen el a?o pasado.
¡°Si se han llevado a las ni?as y no han regresado es que est¨¢n mutiladas. Seguro, cien por cien¡±. Lo dice Dialla Diarra, nacida en Mal¨ª y vecina de Banyoles (Girona) desde los 15 a?os, donde actualmente ejerce de mediadora en la Asociaci¨®n de Mujeres Subsaharianas Legki Yakaru, una organizaci¨®n pionera en la lucha contra esta pr¨¢ctica y que cuenta con el apoyo de Oxfam Interm¨®n. ¡°Claro que est¨¢n mutilando a ni?as espa?olas. Ocurre cada a?o¡±, dice con rotundidad sentada en el sof¨¢ de su sal¨®n. ¡°?T¨² ves ni?as subsaharianas por la calle? No est¨¢n. Ni?os s¨ª, pero faltan las ni?as. Se las siguen llevando. Y no regresan hasta que est¨¢n casadas, a?os despu¨¦s. Las casan con chicos subsaharianos nacidos tambi¨¦n en Espa?a. De esta forma, la reagrupaci¨®n familiar es con el marido y no con los padres, a quienes las autoridades no pueden acusar¡±, explica.
¡°La realidad actual es que la mutilaci¨®n genital femenina sigue vigente, no ha sido erradicada en ni?as ya nacidas en Espa?a¡±. Lo explica Rosa Negre, subinspectora de Mossos d¡¯Esquadra y responsable de la Unidad de Proximidad y Atenci¨®n al Ciudadano de Girona. Lo hace desde un despacho en la comisar¨ªa de Vistalegre mientras la lluvia empapa las ventanas. ¡°Hace unas semanas nos aparecieron aqu¨ª en comisar¨ªa dos ni?as peque?as. Se estaban escapando porque hab¨ªan escuchado en casa que las quer¨ªan enviar a su pa¨ªs de origen de vacaciones¡±.
Lo que est¨¢ cada vez m¨¢s controlado es que la mutilaci¨®n tenga lugar en suelo espa?ol. Los ¨²ltimos casos conocidos tuvieron lugar hace 5 a?os. En 2012 un matrimonio gambiano fue condenado a 8 a?os de c¨¢rcel en Teruel por extirpar el cl¨ªtoris a su hija de 8 meses. Un a?o despu¨¦s el Tribunal Supremo impuso una pena de 12 a?os a otra pareja, tambi¨¦n de Gambia, por mutilar a sus hijas de 6 y 11 a?os en Vilanova i la Geltr¨² (Barcelona).
Hayat Traspas dirige, junto a su madre Asha, la ONG Save a Girl, Save a Generation, que lucha, entre otras cosas, contra la tradici¨®n de la ablaci¨®n. Hayat vive en Madrid a donde lleg¨® desde Somalia cuando era poco m¨¢s que un beb¨¦. Su madre Asha logr¨® evitar que la mutilaran y ahora Hayat intenta concienciar a las madres subsaharianas para evitar nuevos casos. ¡°Creemos que en Espa?a ya no ocurre lo que es el acto en s¨ª, aunque estamos seguras de que, despu¨¦s de las ¨²ltimas sentencias, s¨ª han tenido lugar m¨¢s mutilaciones que no han salido a la luz¡±, dice mientras toma un caf¨¦ cerca del local que la ONG tiene en el centro de la ciudad. ¡°Nos contaron el otro d¨ªa que en Fuenlabrada y en Parla (Madrid) se hab¨ªan dado unos casos relacionados con nigerianas, pero no nos consta. De todas formas, hay que estar alerta¡±.
Dialla recuerda que, hasta no hace tanto, exist¨ªan mujeres encargadas de llevar a cabo las ablaciones viviendo en Espa?a: ¡°Aqu¨ª en Banyoles hab¨ªa una mujer de Gambia que era la mutiladora en Catalu?a. En los a?os noventa mutil¨® a much¨ªsimas ni?as, era la encargada. Lo hac¨ªa en su casa y le llevaban ni?as de toda Catalu?a. Todas las chicas que hay mutiladas aqu¨ª, pasaron por sus manos. Huy¨® a su pa¨ªs hace tiempo¡±.
Hoy la preocupaci¨®n se centra en la prevenci¨®n, en los motivos: ¡°Todav¨ªa hay muchas madres que consideran que deben hacerlo, que es bueno para sus hijas. Por eso se las llevan¡±, dice Hayat. Yala a?ade: ¡°Dir¨ªa que a¨²n son mayor¨ªa las familias que quieren que sus hijas sean mutiladas. Y aquellas que no quieren, reciben much¨ªsima presi¨®n del entorno o de su familia en el pa¨ªs de origen¡±.
Fue el caso de Aminata Soucko, la mujer que abre este relato. Con 17 a?os se estaba preparando para ir a clase en Mal¨ª cuando su t¨ªa se asom¨® a la cocina y solt¨® una frase que sigue incrustada en la memoria de Aminata. ¡°Hoy te vas a casar. A las 3. No vayas a clase¡±. El llanto de la joven fue in¨²til. ¡°Yo ni siquiera sab¨ªa qui¨¦n era el hombre¡±. Aminata fue casada y su marido se fue a Valencia. Meses despu¨¦s, emigr¨® ella. ¡°Me qued¨¦ embarazada al poco de llegar y empec¨¦ a ir a clases a escondidas, porque quer¨ªa el graduado escolar¡±.
El parto tuvo lugar un mes de enero, por ces¨¢rea y con la alerta instalada en el equipo m¨¦dico cuando descubrieron Aminata estaba cosida. ¡°Sufr¨ª mucho, pero no pod¨ªa dejar de ir a clase. As¨ª que fui con el beb¨¦ cuando ten¨ªa dos d¨ªas. Las profesoras me dijeron que me fuera a casa y que estudiara all¨ª. Mi marido me lo prohib¨ªa, as¨ª que escond¨ªa los libros en la fruter¨ªa de mi calle y bajaba a estudiar ah¨ª, mientras el frutero vigilaba que no apareciese mi marido¡±, recuerda Aminata.
¡°Desde que me mutilaron, nunca he vuelto a poder controlar mi orina¡±, cuenta Ana, la chica llevada a Gambia. ¡°Yo tengo 19 a?os y me hago pis encima¡±.
Hoy ha conseguido el divorcio y la custodia de su hija, que tiene 8 a?os. ¡°Ten¨ªa claro desde el principio que no quer¨ªa que a ella la mutilasen¡±. No fue f¨¢cil. Cuando Aminata llam¨® a su madre para dec¨ªrselo tuvo que escuchar los gritos ¡°Estaba escandalizada. Me dec¨ªa que hab¨ªa traicionado a toda la familia. Con los d¨ªas se fue calmando, pero tuve que decirle que, si no me promet¨ªa que iba a respetar mi decisi¨®n, jam¨¢s ir¨ªa a verla a Mal¨ª. As¨ª que acept¨®¡±.
Aminata regres¨® de visita a su pa¨ªs cuando su peque?a ten¨ªa 6 a?os. ¡°Las mujeres del pueblo empezaron a hablar y a presionar. A decir que hab¨ªa que hacer algo con la ni?a. Yo decid¨ª pasar al ataque. Las reun¨ª y les expliqu¨¦ por qu¨¦ no quer¨ªa hacerlo. Les habl¨¦ de las consecuencias y los riesgos. Me miraban como a una loca. Pero accedieron. Me presionaron mucho aquellos d¨ªas, pero yo les presion¨¦ a ellas el doble. Y regres¨¦ con mi hija intacta. Tuve suerte. Conozco casos de madres que fueron encerradas y atadas por su propia familia hasta que accedieron a que mutilasen a su hija¡±.
En total, en Espa?a, hay 18.396 ni?as en riesgo de padecer ablaci¨®n. ¡°Para estas ni?as, adem¨¢s, el trauma es m¨¢s probable porque se van a encontrar otra realidad a su regreso a Espa?a, otros valores y otras amigas. Y van a sufrir mucho psicol¨®gicamente¡±, completa Aminata.
"Los gritos no se escuchan, la sangre no se ve"
La ablaci¨®n es una pr¨¢ctica presente en 29 pa¨ªses del mundo, la mayor¨ªa de ellos en el ?frica subsahariana. Somalia, Yibuti, Guinea, Sierra Leona, Egipto y Mal¨ª son los que m¨¢s casos registran, casi todos con la pasividad de sus gobiernos como herramienta c¨®mplice.
¡°El primer efecto es felicidad, porque ese d¨ªa no te toca hacer nada en la casa. Es una fiesta, vienen familiares y amigos¡±, explica Hayat. ¡°Estar mutilada significa ser mujer, estar preparada para casarse¡±. Dialla a?ade: ¡°Una mujer que no est¨¢ mutilada es, a ojos de la sociedad, una mujer sucia, masculinizada, que huele mal, que no debe tocar la comida. Los hombres la rechazan y los maridos no quieren sexo con ella. Est¨¢ estigmatizada. De ah¨ª que sean las propias ni?as las que lo pidan¡±.
¡°La realidad la descubren despu¨¦s¡±, dice Hayat. ¡°La gente va a la fiesta y come y bebe, pero el momento del corte no lo ven. Se llevan a las ni?as a un sitio aislado. Los gritos no se escuchan y la sangre no se ve¡±
Los d¨ªas siguientes transcurren con las ni?as inm¨®viles y con las piernas atadas para evitar que se salten los puntos. ¡°Muchas veces se producen infecciones, anemia, hepatitis, contagios por usar la misma cuchilla¡ Los problemas reaparecen con la regla, el parto¡¡±, explica Hayat. ¡°Hay mujeres a las que les duele toda la vida¡±
¡°Desde que me mutilaron, nunca he vuelto a poder controlar mi orina¡±, cuenta Ana, la chica llevada a Gambia. ¡°Yo tengo 19 a?os y me hago pis encima¡±.
El porqu¨¦ de est¨¢ tradici¨®n tiene que ver con la anulaci¨®n del apetito sexual de la mujer para reducirla a un medio de reproducci¨®n. Una mujer que disfruta del sexo est¨¢ mal vista en estos entornos.
Existen tres tipos de mutilaci¨®n. El tipo I elimina parcialmente el cl¨ªtoris; el tipo II corta el cl¨ªtoris y los labios menores. Y el tipo III consiste en la ablaci¨®n del cl¨ªtoris, los labios menores y mayores y la sutura parcial de la vulva.
¡°Cuando fui descubriendo todo esto -cuenta Hayat- comprend¨ª por qu¨¦ mi madre se puso a llorar cuando yo nac¨ª¡±.
"Si la mutil¨¢is, yo me voy a la c¨¢rcel"
Cada Comunidad Aut¨®noma con potencial riesgo tiene su protocolo para prevenir y evitar ablaciones. La hoja de ruta parece clara en todas ellas, pero la implementaci¨®n y los medios para llevarla a cabo est¨¢n a¨²n en v¨ªas de desarrollo, de ah¨ª que se sigan llevando a cientos de ni?as a mutilar.
¡°Aqu¨ª en Madrid falta mucha coordinaci¨®n¡±, explica Hayat. ¡°No hay una comunicaci¨®n fluida entre atenci¨®n primaria y autoridades. Se est¨¢n descubriendo las mutilaciones cuando las mujeres llegan a dar a luz. Urge invertir y trabajar en prevenci¨®n¡±.
"Much¨ªsimas familias no saben absolutamente nada sobre las consecuencias de la ablaci¨®n. Hay pueblos en Espa?a donde no ha llegado el protocolo"
El primer protocolo naci¨® en Catalu?a (donde viven el 35% de las ni?as en riesgo) en 2002 y fue actualizado en 2009. En ¨¦l se establecen pautas para informar y concienciar a las familias subsaharianas a trav¨¦s de mediadoras de sus comunidades, que coordinan mesas de trabajo. Los servicios m¨¦dicos tambi¨¦n deben ser informados y alertar a los Mossos si encuentran ni?as en riesgo. Es la polic¨ªa quien informa al juez si una de esas ni?as en riesgo va a ser sacada de Espa?a y se decide si se autoriza o no el viaje. En caso de que finalmente se les permita, los padres deben llevar un documento consigo en el que se explica que, si la ni?a es mutilada, la familia ir¨¢ a la c¨¢rcel a su regreso a Espa?a. Un documento que se aplica en todas las Comunidades Aut¨®nomas y que sirve para que las familias puedan sortear la presi¨®n brutal en sus pa¨ªses de origen.
¡°El protocolo es bueno, pero no se est¨¢ llevando a cabo. Hay un enorme desinter¨¦s pol¨ªtico¡±. Lo explica Sira Kande, mediadora en la comarca del Giron¨¦s. Desde los propios Mossos d¡¯Esquadra admiten que ¡°queda mucho por mejorar y muchos sitios a los que llegar¡±.
Dialla, la mediadora de Banyoles, afirma que todav¨ªa existen en Espa?a ¡°much¨ªsimas familias que no saben absolutamente nada sobre las consecuencias de la ablaci¨®n. Que nunca han recibido una charla. Dir¨ªa que son la mayor¨ªa. Hay pueblos donde no ha llegado el protocolo: Salt, Figures, Olot¡ Son sitios donde, si pudieran, las familias mutilar¨ªan a sus hijas hoy mismo¡±.
Aina Mangas, de la Fundaci¨®n Wassu, insiste: ¡°Se necesita poner mucha m¨¢s energ¨ªa en la prevenci¨®n. Que las familias no dejen de mutilar solo por temor a la ley, sino porque comprendan que es perjudicial. El protocolo est¨¢ incluido en la Ley contra la Violencia Machista, cuando deber¨ªa ser parte de la Ley de Infancia¡±.
No todo son malas noticias. Hace solo 15 a?os este tema era un absoluto tab¨². ¡°Ahora se habla y poco a poco vamos llegando a m¨¢s mujeres¡±, explica Dialla. ¡°Les estamos explicando que no hay nada de malo en disfrutar del sexo. Si la mujer africana comprende que la ablaci¨®n es mala, eso es m¨¢s poderoso que la ley, porque no va a permitir que le hagan nada malo a su hija¡±.
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