Escuela de eutanasia
M¨¦dicos, enfermeros y psic¨®logos acuden a clases en B¨¦lgica para aprender a ayudar a morir al paciente sin errores
![?lvaro S¨¢nchez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F3e13935f-d96d-41d1-befc-a46f78c1f4b3.png?auth=cf2212c352e7f5f560416c14e82c36b64c91f161f3b46000b0eba8d21d65426d&width=100&height=100&smart=true)
![Una de las sesiones del curso, en Lieja, el 1 de diciembre.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CUZH7TYL2RQ4JMUZXXBE3LECRM.jpg?auth=7b1302b4f4a8c32dc29a66fe6bd27eb45ebb518457730793c0541e8a37faf795&width=414)
El profesor explica c¨®mo quitar la vida correctamente. Los alumnos toman notas en silencio y alzan la mano para ahondar en los detalles del procedimiento. No quieren acabar declarando ante un juez. La sala, a la entrada del hospital de Lieja, est¨¢ casi llena. Unos 60 j¨®venes y mayores. Tres cuartas partes son m¨¦dicos, el resto enfermeros y psic¨®logos. Han pagado 25 euros por asistir a una de las seis sesiones formativas que cada a?o organiza en B¨¦lgica la Asociaci¨®n por el Derecho a Morir Dignamente. Dicho m¨¢s brevemente: est¨¢n aprendiendo a practicar eutanasias.
El primero en tomar la palabra es el anestesista belga Fran?ois Damas. Recientemente jubilado, ha realizado m¨¢s de 150 eutanasias durante su carrera, y pese a haber terminado su etapa laboral, sigue ayudando a morir legalmente a los que cumplen los requisitos. Micr¨®fono en mano, insiste en la importancia del acompa?amiento al paciente en todo momento, desde la solicitud hasta el d¨ªa final. Se sabe bien el discurso. Lleva a?os repiti¨¦ndolo en Francia, donde es invitado con frecuencia a hablar en medio de un intermitente debate sobre su legalizaci¨®n. Para Damas, la lucidez del enfermo al pedir la eutanasia es la gran diferencia frente a otras f¨®rmulas para aplacar el dolor como la sedaci¨®n terminal, practicada en Espa?a o Francia.
Sentada en las primeras filas le escucha Dominique Pitz, de 67 a?os. Estudiante de espa?ol en sus ratos libres, esta m¨¦dico generalista ha dejado las clases de idiomas porque no se concentra. En septiembre, un antiguo director de colegio de 75 a?os enfermo de p¨¢rkinson le pidi¨® la eutanasia. Desde entonces, su cabeza bulle ante la idea de hacerse cargo por primera vez de esa responsabilidad. En su memoria est¨¢ lo sucedido hace 14 a?os con una paciente, cuando tras el largo proceso hasta obtener el consentimiento y varias noches sin dormir por los nervios del estreno, la naturaleza se le adelant¨®. "Durante el fin de semana la hab¨ªa visto ya muy somnolienta, y cuando llegu¨¦ el lunes por la ma?ana con todos los productos para practicar la eutanasia acababa de morir".
Sobre el papel, cualquier m¨¦dico est¨¢ capacitado para practicar una eutanasia, pero los m¨¢s experimentados insisten en que la teor¨ªa de las aulas universitarias es insuficiente.?"Voy a parecer un poco severa, pero cuando hablamos de poner fin a la vida, no nos podemos permitir ning¨²n error. Ni en la t¨¦cnica m¨¦dica, ni en la atenci¨®n psicol¨®gica", advierte Jacqueline Herremans, de la asociaci¨®n por una muerte digna.
Precisamente para eso, para no cometer fallos, se ha inscrito Pitz. El curso ayuda a conocer la ley aprobada por el Gobierno belga en 2002 y evitar as¨ª sobresaltos. En noviembre, tres m¨¦dicos se convirtieron en los primeros en ser llamados ante un tribunal belga acusados de envenenamiento. La familia de una mujer denuncia que le realizaron una eutanasia pese a no padecer una enfermedad incurable, una de las estrictas condiciones para recibir la inyecci¨®n.
Junto a los conocimientos t¨¦cnicos que aporta, la clase es una reivindicaci¨®n de la eutanasia frente al empe?o de algunos m¨¦dicos por mantener al paciente con vida a toda costa, un prop¨®sito que califican de ensa?amiento terap¨¦utico. "La eutanasia es reapropiarnos de nuestra muerte. O¨ªmos que en Francia no lo aceptan. En B¨¦lgica hemos superado esa etapa, podemos estar orgullosos", saca pecho uno de los conferenciantes. En la pantalla, una vi?eta avala la tesis de la eutanasia como acto de compasi¨®n. Un hombre crucificado se queja: "Me duele". Otro responde indiferente: "Ya pasar¨¢".?
Pitz, con la fecha de su primera eutanasia aproxim¨¢ndose, reconoce que vive con cierto conflicto interno. "No estoy programada para eso, estoy programada para salvar vidas", admite. Los expertos dicen en un momento de la charla que aliviar el dolor es una obligaci¨®n deontol¨®gica del m¨¦dico, y la clase se adentra en senderos existenciales. "El m¨¦dico debe llegar con el paciente a la convicci¨®n de que no hay otra soluci¨®n", dice a los presentes la fil¨®sofa Marie Lucie Delfosse.?
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