Los espa?oles consumen el triple de az¨²car que la recomendada por la OMS

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Para comer az¨²car de m¨¢s no hace falta ser goloso. Este alimento es intr¨ªnseco a muchos productos, desde fruta a l¨¢cteos, puede a?adirse a cucharadas o mediante el uso de miel, pero tambi¨¦n est¨¢ oculto en muchos platos procesados (del pan a los precocinados), advierte el nutricionista Carlos R¨ªos, quien, junto a la aseguradora DKV, ha elaborado un documento sobre el riesgo de este nutriente y c¨®mo reducirlo. Algo muy recomendable en Espa?a. Seg¨²n el estudio Anibes, un trabajo de referencia sobre la dieta mediterr¨¢nea en particular y la alimentaci¨®n de los espa?oles en general, la ingesta media de az¨²car es de 71,5 gramos al d¨ªa. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud recomienda que no sean m¨¢s de 25 gramos, o el 10% de las calor¨ªas totales. Y la causa es clara: la obesidad y la diabetes est¨¢n en alza, y muy estrechamente ligadas a este alimento (aunque no es el ¨²nico, y la aseguradora ya prepara trabajos sobre grasas y sal).

En el acto de presentaci¨®n del compromiso de esta ma?ana en Madrid, R¨ªos, creador de un movimiento que ha denominado Realfooding, que podr¨ªa traducirse por comida real o aut¨¦ntica, ha dicho que, en l¨ªneas generales, la mitad de la ingesta de una persona debe ser de origen vegetal, y hasta un 90% de alimentos poco procesados, incluida la carne y el pescado. El otro 10% queda para esos caprichos como una tarta de cumplea?os, una pizza o cualquier otro alimento de los que denomina ultraprocesados. Pero no todos son malos. El nutricionista da una regla: que tengan menos de 10 gramos de az¨²car por cada 100 gramos.

Para ayudar a cumplir estos objetivos, aparte de educaci¨®n, el documento recomienda aspectos como gravar las bebidas azucaradas (tienen hasta el equivalente a 12 cucharadas de az¨²car) y retirar algunos de estos productos de las m¨¢quinas dispensadoras, sobre todo en centros escolares y sanitarios. Tambi¨¦n consideran recomendable que sea uno mismo el que prepare la comida, porque as¨ª se reduce el consumo de preparados y se valoran los nutrientes. Porque el riesgo de los ultraprocesados "no es solo lo que tienen, sino lo que no tienen", ha dicho R¨ªos, en referencia a que al comerlos no se ingieren otros productos m¨¢s sanos. Y, claramente, mejorar el etiquetado.

Pero, adem¨¢s, el documento es especialmente cr¨ªtico en dos aspectos. Por un lado, acusa a la industria azucarera de emplear "t¨¢cticas bastante similares a las ya vistas en la industria tabacalera", como desviar la atenci¨®n del az¨²car a las grasas cuando se empez¨® a hablar de epidemia de obesidad. Y, al respecto, muestra en un gr¨¢fico con datos del Centro de Control de Enfermedades de EE UU (CDC) c¨®mo el consumo de az¨²car se relaciona mucho m¨¢s con la tasa de obesidad del pa¨ªs que el de grasas.

El otro varapalo se lo lleva el reciente acuerdo entre el Ministerio de Sanidad y los fabricantes de alimentos para reducir un 10% de media de contenido de az¨²car, sal y grasas de casi 4.000 productos. Hay variaciones en funci¨®n de los alimentos. Para las galletas, por ejemplo, es un 5%. "Si se analiza su traducci¨®n a la pr¨¢ctica se observa que su impacto sobre la mejora de la salud es m¨ªnimo". Y pone como ejemplo que "si unas galletas contienen un 20% de az¨²car, y con la medida se reduce su presencia un 5%, las galletas presentar¨¢n un 19% de az¨²car [el 5% del 20% es 1%], una disminuci¨®n casi inapreciable". Por eso DKV considera que "esta medida no es una acci¨®n efectiva para combatir la obesidad, ya que se seguir¨¢n vendiendo productos no saludables, ultraprocesados y con grandes cantidades de az¨²car oculto".

R¨ªos incide en esta medida. La reformulaci¨®n ¡ªel proceso que te¨®ricamente deben emprender los fabricantes de alimentos para cumplir con esas reducciones¡ª "no es efectiva", y afirma que no se trata de comer lo mismo confiando en que hayan reducido un poco sus componentes da?inos, sino en cambiar el tipo de alimentos.