El boicoteo a las tabacaleras afecta al debate sobre el cigarrillo electr¨®nico
La OMS estipul¨® en 2003 que no se trate con los fabricantes de pitillos sobre salud p¨²blica
El exdecano de la Universidad de La Laguna (Tenerife) Antonio Sierra sufri¨® a finales del a?o pasado el efecto de la pol¨ªtica de boicoteo a las actividades patrocinadas por las tabacaleras que promueve la OMS. "Hab¨ªa convocado con varias organizaciones acad¨¦micas un debate sobre el uso del cigarrillo electr¨®nico para reducir el da?o del tabaco. La ¨ªbamos a celebrar en el aula magna de la Facultad de Medicina que yo mismo inaugur¨¦, pero por presiones del Ministerio de Sanidad me negaron el permiso, hubo un proceso descalificador importante y tuvimos que buscar otro sitio".
Han pasado tres meses de aquello, y Sierra sigue indignado. "La Universidad es conocimiento y libertad, y la postura de la OMS no es coherente". "Claro que yo tengo un conflicto de intereses con las tabacaleras como fabricantes de cigarrillos de combusti¨®n, pero se est¨¢ privando de una alternativa de ¨¦xito demostrado para aquellas personas que no quieren o no pueden dejar de fumar", se?ala. Porque Sierra considera que la ventaja de estos dispositivos frente a los pitillos est¨¢ demostrada. "El mes pasado, la revista de medicina m¨¢s prestigiosa del mundo, la NEJM de Harvard, public¨® un trabajo muy bien fundado sobre esto, y adem¨¢s est¨¢n las gu¨ªas de las autoridades inglesas", afirma.
Adem¨¢s, Sierra cree que la regla de la OMS est¨¢ "elaborada para los cigarrillos de combusti¨®n. El acuerdo de control del tabaco entr¨® en vigor en 2005, cuando no ten¨ªamos estas alternativas. El cigarrillo electr¨®nico se populariz¨® a partir de 2004, y los dispositivos de calentamiento de tabaco son de 2014. Hay una ignorancia tremenda", dice. "Y si las tabacaleras se van reconduciendo a productos que hacen menos da?o, mejor". "Fuentes de la Administraci¨®n me han dicho que si los cigarrillos electr¨®nicos los fabricara un laboratorio no habr¨ªa problemas".
La decisi¨®n de ni siquiera sentarse a hablar con las tabacaleras es de 2003, cuando se firm¨® el Convenio Marco para el Control del Tabaco. Despu¨¦s de a?os de lucha contra el grupo de presi¨®n de las tabacaleras, que presiona cada vez que un pa¨ªs intenta una ley que limite el consumo de tabaco, la organizaci¨®n consigui¨® que ese texto figuren las condiciones para (no) cooperar con las tabacaleras. El acuerdo ya lo han firmado 181 pa¨ªses, entre ellos la UE, aunque siguen fuera Estados Unidos, Argentina, Suiza, Marruecos e Indonesia, por citar solo a los mayores de los que faltan.
Los ¨²ltimos episodios de este enfrentamiento son recientes. A finales de enero, la OMS recibi¨® una carta de la Fundaci¨®n para un Mundo Libre de Humo (FSFW seg¨²n sus siglas inglesas) en la que se ofrec¨ªa a unirse a su comit¨¦ ejecutivo. La respuesta fue tajante, y el propio director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, hizo p¨²blico su rechazo. El Comit¨¦ Nacional de Prevenci¨®n del Tabaquismo y organizaciones como Nofumadores y la Sociedad Espa?ola de Especialistas en Tabaquismo a trav¨¦s de su iniciativa XQNS (Porque nosotros s¨ª) han emitido un comunicado tras las declaraciones de Ghebreyesus en el que "piden al Gobierno y a los centros de investigaci¨®n que rechacen los fondos de entidades financiadas por la industria tabaquera como FSFW". "Si Phillp Morris realmente quisiera acabar con el humo, lo que tendr¨ªa que hacer es dejar de vender todos sus productos".
En concreto, el texto de la OMS contiene varios puntos dedicados espec¨ªficamente a la industria del tabaco. El aislamiento figura ya desde el pre¨¢mbulo del texto, que destaca "la contribuci¨®n especial que las organizaciones no gubernamentales y otros miembros de la sociedad civil no afiliados a la industria del tabaco [...] han aportado a las actividades de control del tabaco a nivel nacional e internacional". Para, a continuaci¨®n, indicar "la necesidad de mantener la vigilancia ante cualquier intento de la industria del tabaco de socavar o desvirtuar las actividades de control del tabaco, y la necesidad de estar informados de las actuaciones de la industria del tabaco que afecten negativamente a las actividades de control del tabaco".
Ya en el articulado, en el 5.3, se insiste en esa idea de evitar las presiones del sector. "A la hora de establecer y aplicar sus pol¨ªticas de salud p¨²blica relativas al control del tabaco, las partes [los firmantes] actuar¨¢n de una manera que proteja dichas pol¨ªticas contra los intereses comerciales y otros intereses creados de la industria tabacalera". Adem¨¢s de establecer que se va a controlar los gastos de promoci¨®n y se divulgar¨¢ toda informaci¨®n al respecto.
En 2012, la PAHO (la rama americana de la OMS), advert¨ªa a sus miembros de que "proponer legislaci¨®n m¨¢s d¨¦bil, bloquear la aprobaci¨®n de normas, crear controversia en los medios de comunicaci¨®n, usar grupos como los cultivadores de tabaco son algunos ejemplos de estrategias que se suelen aplicar antes de que se aprueben leyes de control de tabaco. Una vez aprobada estas leyes, las estrategias de la industria pasan por iniciar litigios ante tribunales nacionales, por buscar enmiendas que debiliten la norma, por socavar su implementaci¨®n o por bloquear su regulaci¨®n, entre otras".
La idea ha sido reforzada por la OMS en 2016, cuando estableci¨® que ¡°no se compromet¨ªa a nada con las industria del tabaco". Y en 2017, ante la creaci¨®n de la fundaci¨®n de Phillip Morris, estableci¨® que las directrices para el desarrollo del art¨ªculo 5.3 de la convenci¨®n "establecen claramente que los Gobiernos deben limitar las interacciones con la industria tabacalera y rechazar las alianzas con ellas. Adem¨¢s, explicitan que los Gobiernos no deben aceptar contribuciones financieras o de otra ¨ªndole de la industria tabacalera o de entidades y personas que trabajen para promover sus intereses".
La consecuencia de esta prohibici¨®n es que ni las Administraciones ni las sociedades cient¨ªficas de pa¨ªses como Espa?a participan en ning¨²n acto, trabajo, rueda de prensa o debate en el que participen las tabacaleras.
Fuentes de la industria defienden que sus nuevos productos buscan reducir da?os a los adictos a la nicotina, que son legales y comparan esta controversia a la que hubo hace 30 a?os con las pol¨ªticas de reducci¨®n de da?o de otras adicciones, como la hero¨ªna con la metadona y las salas para inyectarse de manera segura.
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