Esos huevos Benedict deforestan Brasil
Greenpeace exige a las grandes empresas alimentarias que cumplan su compromiso de no destruir bosques para producir
En este valle del interior de Brasil desconocen que la leche de soja y los huevos Benedict est¨¢n de moda a miles de kil¨®metros. Lo que el agricultor Jossone Lopes Leite, de 38 a?os, y su familia s¨ª saben es que los pastos para su ganado se van encogiendo, que llueve menos, que tampoco ven ya algunos animales antes comunes en estas tierras que habitan hace generaciones como una especie de avestruz llamada ?and¨² o el oso hormiguero tamand¨²a... Todo empez¨® a cambiar con los nuevos vecinos que llegaron para cultivar a escala descomunal a partir de los noventa. Y eso implic¨® deforestar. La industria agr¨ªcola y la naturaleza libran un pulso feroz en este rinc¨®n del Cerrado, una regi¨®n medioambientalmente muy rica que queda a 1.000 kil¨®metros de la Amazonia. Es la ¨²ltima frontera de expansi¨®n de la industria de la soja brasile?a, que se exporta a China y a Europa para acabar convertida en pienso para gallinas y ganado. De ah¨ª, a los brunch.
Buena parte de las mayores empresas alimentarias del mundo (Unilever, Nestl¨¦, Danone, Kellogg's, Wal Mart... ) agrupadas en el Consumer Goods Forum (CGF) acordaron en 2010 que para 2020 sus cadenas de producci¨®n estar¨ªan exentas de ingredientes fruto de la deforestaci¨®n. La producci¨®n de materias primas habr¨¢ destruido en esos diez a?os bosques del tama?o de Espa?a, calcula la ONG. A seis meses de que se cumpla el plazo, Greenpeace exige que cumplan su compromiso y considera El Cerrado un ejemplo claro de lo que la inacci¨®n conlleva, seg¨²n el informe Cuenta atr¨¢s a la extinci¨®n, difundido este martes. Pero se muestra pesimista: ¡°Hemos contactado a m¨¢s de 60 marcas que firmaron o son l¨ªderes del mercado, pero la mayor¨ªa no respondi¨® y las que lo hicieron no pueden garantizar que no utilizan en sus cadenas de producci¨®n pienso basado en soja que viene de zonas deforestadas¡±, explica Romulo Batista, investigador de Greenpeace, en un viaje a esta zona organizado por la ONG. Y eso que, como recalca, la tecnolog¨ªa permite que las cadenas de producci¨®n sean m¨¢s transparentes.
Batista sostiene que la moratoria de la soja de la Amazonia es un buen modelo. Aquel pacto, suscrito por grandes empresas con el Gobierno de Brasil y la sociedad civil, implica que desde hace una d¨¦cada la industria no utiliza soja de zonas deforestadas en el mayor bosque tropical del mundo. Greenpeace recalca que el acuerdo ha permitido un gran aumento del cultivo de soja en esa regi¨®n sin deforestar nuevas zonas.
El compromiso del Consumer Goods Forum para 2020 es incluso m¨¢s ambicioso porque abarca el planeta y contempla no deforestar en la producci¨®n de varios productos, incluidos la soja, el ganado, el cacao, los l¨¢cteos, el aceite de palma y el papel. Sus miembros aseguran en una nota difundida este martes que "han avanzado sustancialmente hacia el objetivo de suministrarse de fuentes 100% sostenibles", pero a?aden que "han aprendido que las fuerzas que impulsan la deforestaci¨®n son m¨¢s complejas" de lo que pensaron en 2010 y se han convencido de que "el suministro de materias primas de fuentes certificadas no basta en s¨ª mismo para eliminar la deforestacion".?
Riqueza desprotegida
Pero El Cerrado no es la Amazonia. Es menos exuberante, menos famoso y goza de una protecci¨®n legal muy inferior al que es considerado como el mayor pulm¨®n del planeta. El Cerrado es la sabana m¨¢s biodiversa del mundo, acoge el 5% de las plantas y animales incluidas 4.800 especies end¨¦micas. Una riqueza a la que tradicionalmente se ha prestado poca atenci¨®n en Brasil mientras la industria agroalimentaria crec¨ªa a ritmo vertiginoso impulsada por el boom de las materias primas y el veloz crecimiento econ¨®mico de China.
Estas son tierras f¨¦rtiles gracias a que Brasil envi¨®, a partir de los setenta, ingenieros agr¨®nomos por el mundo que con lo aprendido y sus propias investigaciones dieron con la f¨®rmula para reducir la acidez de la tierra y que la soja germinara. Brasil es hoy el mayor exportador del mundo: en 2017 vendi¨® al exterior 25.000 millones de d¨®lares en soja (el 90% a China, el 9% a Europa). Supone el 12% de sus exportaciones. Pero este grano es, con el ganado, uno de los grandes impulsores de la deforestaci¨®n.
¡°Cuando llegaron jam¨¢s imaginamos que nos causar¨ªan tanto perjuicio¡±, explicaba una tarde reciente Lopes Leite en el porche de su casa, en una peque?a comunidad a seis horas de coche de Barreiras (en el interior del estado de Bah¨ªa, donde confluye con Maranh?o, Tocantis y Piau¨ª), rodeada por miles de kil¨®metros cuadrados de cultivos. Estos poblados han prosperado (tienen luz, tractor, escuelas, nevera¡) y algunos vecinos son precarios jornaleros en los latifundios, pero, seg¨²n Greenpeace, las mejoras econ¨®micas de las que alardea el sector agropecuario no les han llegado.
Desde el aire, la sucesi¨®n de cuadrados de distintos tama?os y tonos de verde parece un puzle que se extiende hasta donde alcanza la vista. Solo una avioneta amarilla de fumigaci¨®n, que desde el aire parece un mosquito, da idea de la magnitud. Aqu¨ª y all¨¢ se alzan peque?as parcelas con vegetaci¨®n verde oscuro. Son reservas ambientales. Un 20% del terreno de esta zona es intocable por ley, en la Amazonia es el 80%. La deforestaci¨®n aqu¨ª es mayor y m¨¢s acelerada que all¨ª: 8.972 kil¨®metros cuadrados en los ¨²ltimos 12 meses, seg¨²n Greenpeace. Casi el tama?o de Chipre, seg¨²n las mediciones que hacen por sat¨¦lite.
Explotaci¨®n desmedida
Para esta ONG, el latifundio Estrondo, que con 305.000 hect¨¢reas es m¨¢s extenso que Luxemburgo, encarna lo peor de la industria de la soja. Sospecha que se apropi¨® ilegalmente de tierras, algunos de sus permisos para deforestar legalmente est¨¢n siendo investigados y est¨¢ acusada de usar mano de obra forzada. Greenpeace asegura que el pasado abril les pill¨® cultivando 69 hect¨¢reas embargadas por el Instituto Brasile?o de Medio Ambiente (Ibama). Todos los intentos de recabar la versi¨®n de Estrondo han resultado infructuosos.
Estos latifundios son tan extensos que algunas de las grandes comercializadoras del sector, como Cargill o Bunge, tienen en ellos silos propios. Desde una avioneta, sus nombres se distinguen en descomunales almacenes de grano en Estrondo. Batista, de Greenpeace, recalca que el actual sistema de producci¨®n impide distinguir la soja leg¨ªtima de la ilegal porque todo se mezcla en los silos. Lo que s¨ª se sabe es que de los 45 millones de toneladas de soja de El Cerrado exportadas en 2017, casi 900.000 fueron a Espa?a, seg¨²n el proyecto Trase, que rastrea el recorrido.
Laura Kehoe, investigadora de conservaci¨®n de la naturaleza en la Universidad de Oxford y la promotora del manifiesto de 600 cient¨ªficos y 300 grupos ind¨ªgenas para exigir a la Uni¨®n Europea que la sostenibilidad sea un pilar en sus negociaciones comerciales con Brasil, insiste en que los europeos desconocen qu¨¦ incluye lo que consumen: ¡°El pienso de soja que Europa importa desde El Cerrado se utiliza en todo el sector ganadero de la UE, y la cadena de suministro no se rastrea adecuadamente. As¨ª que incluso si un europeo quiere evitar estos impactos (la deforestaci¨®n), no tienen forma de saber qu¨¦ hay realmente en su comida. Si los europeos comen cualquier tipo de producto animal, desde filetes hasta tortillas y batidos, no tienen forma de saber si su comida est¨¢ alimentando la destrucci¨®n de El Cerrado¡±, explica por correo electr¨®nico.
Para el investigador de Greenpeace, una de las maneras m¨¢s eficaces de combatir la deforestaci¨®n implica ¡°disminuir la ingesta de prote¨ªna animal, que las empresas cumplan sus compromisos y la ley, adem¨¢s de acabar con la sensaci¨®n de impunidad porque en Brasil solo se pagan el 5% de las multas medioambientales y nadie va a la c¨¢rcel por deforestar¡±.
Las luchas internas
Bajo los paisajes infinitos y las cifras de mareo se libran batallas herc¨²leas por cada metro cuadrado de estos preciados suelos. Una de ellas enfrenta a la comunidad de los Lopes Leite con la hacienda Estrondo. Las poblaciones tradicionales son importantes porque, como explica el ecologista Batista, ¡°su manera de usar el territorio ya lo protege. Por ejemplo, tienen el ganado suelto, una vaca por cada diez hect¨¢reas, cuando en los pastos suele ser una por hect¨¢rea¡±. Estas familias litigan hace a?os con el latifundio para que se reconozca su posesi¨®n de 43.000 hect¨¢reas que la empresa querr¨ªa convertir en su reserva para cultivar.
En febrero pasado, un tribunal de Salvador de Bah¨ªa dio cautelarmente la raz¨®n a la comunidad de Lopes Leite, explica en un caf¨¦ de Barreiras su letrado, Mauricio Correia, de la Asociaci¨®n de Abogados de Trabajadores Rurales. ¡°Pero cuando conseguimos una victoria judicial abren una zanja¡±, dice sobre el hostigamiento a su clientela. Las tierras donde viven han encogido porque, detallan, Estrondo levant¨® garitas que les cortan el paso, coloc¨® guardas armados, cav¨® una profunda zanja que impide cruzar incluso al ganado, destruy¨® la torre que durante unos d¨ªas les dio Internet y una v¨ªa para denunciar sin demora¡
Los roces son frecuentes y cada vez m¨¢s violentos. En enero, un guarda le peg¨® un tiro en un pie a Lopes Leite. Horas despu¨¦s de la visita de esta corresponsal a la comunidad, Lopes Leite fue detenido y acusado tambi¨¦n de llevar un arma. ¡°Impresiona c¨®mo desde?an el fallo judicial, es como si fueran un pa¨ªs con sus propias leyes¡±, dice el abogado Correia. Los Lopes Leite y sus vecinos proclaman su intenci¨®n de resistir. A diferencia de ellos, que a duras penas aprendieron a leer, escribir y las cuentas b¨¢sicas, sus hijos han estudiado. Uno de ellos cuenta con orgullo que su hija est¨¢ en la Universidad. Estudia Derecho.
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