Trump consuma su dr¨¢stico giro respecto a la pol¨ªtica ambiental de Obama
La nueva normativa que reemplaza a la del expresidente dem¨®crata, actualmente en suspenso, niega la autoridad al Gobierno para imponer l¨ªmites nacionales de emisiones
La Administraci¨®n de Donald Trump ha completado este mi¨¦rcoles uno de sus m¨¢s significativos retrocesos en materia de regulaci¨®n medioambiental de Estados Unidos, con una nueva normativa que vendr¨ªa a reemplazar la aprobada por la Administraci¨®n de Barack Obama, que no lleg¨® nunca a entrar en vigor y estaba destinada a romper la dependencia del pa¨ªs de la energ¨ªa generada por las contaminantes plantas de carb¨®n. El administrador de la Agencia de Protecci¨®n del Medio Ambiente (EPA), el exlobista de la industria del carb¨®n Andrew Wheeler, ha firmado una norma que b¨¢sicamente niega la autoridad del Gobierno federal para imponer l¨ªmites nacionales a las emisiones contaminantes y otorga a los Estados la competencia de determinar si las plantas existentes requieren mejoras de eficiencia.
La nueva norma desencadenar¨¢, con toda probabilidad, un nuevo desaf¨ªo judicial, esta vez por parte de los colectivos de defensa del medio ambiente. Y obligar¨ªa en ¨²ltima instancia al Tribunal Supremo a pronunciarse sobre los m¨¢rgenes de maniobra de los futuros presidentes en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, en una decisi¨®n con importantes implicaciones para el calentamiento global.
La diferencia principal entre la llamada directiva de Energ¨ªa Limpia Asequible de Trump y el proyecto de Obama radica en que el segundo consider¨® que la EPA, un organismo federal, tiene autoridad para establecer restricciones en las emisiones de di¨®xido de carbono a escala nacional, mientras que la primera interpreta que la competencia de la Agencia se limita a las infracciones medioambientales de plantas espec¨ªficas. La norma Obama, al establecer l¨ªmites de obligado cumplimiento, obligar¨ªa a la reestructuraci¨®n del sector y al progresivo abandono del carb¨®n; la nueva, ha dicho Wheeler ante un entregado p¨²blico de mineros de Pensilvania y Virginia Occidental, ¡°da a los Estados la certidumbre regulatoria que necesitan para continuar reduciendo las emisiones y proporcionar energ¨ªa asequible a todos los estadounidenses¡±.
El texto de la nueva norma, que entrar¨ªa en vigor en un plazo de 30 d¨ªas, a¨²n no se ha hecho p¨²blico en su integridad. Pero seg¨²n The Wall Street Journal, que ha tenido acceso al mismo, es muy similar al borrador presentado por la EPA en agosto del a?o pasado.
Los l¨ªderes de la industria del carb¨®n defienden que el plan de Trump permite a los Estados, y no a los bur¨®cratas de Washington, actuar de la manera m¨¢s acorde a sus circunstancias particulares; ayuda a las plantas a modernizarse y ser m¨¢s eficientes y, as¨ª, protege los empleos en el sector. Consideran que la propuesta de Obama, en cambio, aboca al cierre de f¨¢bricas. Pero las organizaciones cient¨ªficas consideran que el nuevo plan, aunque s¨ª consiga una reducci¨®n de emisiones a corto plazo, fracasa en la perspectiva a largo plazo: al ayudar a las plantas de carb¨®n a modernizarse, prolonga su vida ¨²til en lugar de fomentar la progresiva sustituci¨®n de energ¨ªas contaminantes por otras m¨¢s limpias.
La nueva norma asume que ser¨¢n las fuerzas del mercado las que conducir¨¢n al pa¨ªs en la transici¨®n hacia energ¨ªas m¨¢s limpias. Para la Administraci¨®n Trump, el anterior presidente dem¨®crata se extralimit¨® con su llamado Plan de Energ¨ªa Limpia, que el Supremo dej¨® en suspenso despu¨¦s de que fuera impugnado por 28 Estados y numerosas compa?¨ªas.
Defiende Wheeler que su plan reducir¨¢ las emisiones en un 34% con respecto a los niveles de 2005, un objetivo similar al establecido en el Plan de Energ¨ªa Limpia de Obama. Se trata de una reducci¨®n significativamente menor de la que EE UU requerir¨ªa (74% para 2030, seg¨²n la Agencia Internacional de la Energ¨ªa) para alcanzar el objetivo de evitar que las temperaturas suban por encima de dos grados m¨¢s que los niveles preindustriales, compromiso que EE UU y la mayor¨ªa de pa¨ªses asumieron en 1992 y renuevan cada a?o.
La meta va tambi¨¦n por detr¨¢s de lo que la industria va camino de alcanzar por su cuenta: en 2018, el sector energ¨¦tico en EE UU hab¨ªa reducido sus emisiones en un 27% respecto a 2005. Eso a pesar de que el presidente ha calificado el calentamiento global de ¡°farsa¡± y rechaza la evidencia cient¨ªfica de que los combustibles f¨®siles est¨¢n ya provocando un importante impacto en el clima.
Wheeler ha defendido que con esta normativa se pone fin a la "guerra al carb¨®n" lanzada por Obama. El presidente Trump prometi¨® en campa?a fortalecer la industria del carb¨®n, golpeada por la competencia del gas natural y de las energ¨ªas renovables. Desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2017, ha criticado la excesiva carga de regulaci¨®n por parte de su predecesor. En junio del mismo a?o, Trump anunci¨® la salida de EE UU del Acuerdo de Par¨ªs, que ser¨¢ efectiva el a?o que viene y supone el cese de todos sus compromisos clim¨¢ticos.
Los dem¨®cratas, igual que las organizaciones medioambientales, han rechazado con rotundidad la nueva ley. ¡°El indignante Timo de la Energ¨ªa Sucia de la Administraci¨®n de Trump es un impresionante regalo a los grandes contaminadores, y da luz verde a los intereses especiales sucios para asfixiar nuestros cielos, envenenar nuestras aguas y empeorar la crisis clim¨¢tica¡±, ha dicho la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi.
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