La pornograf¨ªa como un mal social
El mensajes del Supremo es claro: aqu¨ª no cabe la impunidad de los que quer¨ªan proyectar su ¡°triunfo¡±
Acabamos de conocer la sentencia del Supremo que corrige una calificaci¨®n jur¨ªdica de unos hechos interpretados por los tribunales previos como abuso sexual continuado y no como lo que son, al menos diez violaciones en grupo. La resoluci¨®n salda una deuda hist¨®rica con las v¨ªctimas de los atentados sexuales por el trato que tradicionalmente se les hab¨ªa dado en estas causas y act¨²a como calmante de la ¡°ira de las mujeres¡±, una sensaci¨®n que Rebecca Traister en su libro Buenas & Enfadadas?concibe como una reacci¨®n contra el machismo y la falsa y supuesta superioridad masculina que lleva a la cosificaci¨®n de la mujer.
Un sentimiento de repulsa que nos ha movido a muchas, de modo pac¨ªfico pero contundente, a significarnos en este caso que trasciende a toda una concepci¨®n sobre la libertad sexual de la mujer en nuestro pa¨ªs. Los mensajes del Supremo son claros: aqu¨ª no cabe la impunidad de los que quer¨ªan proyectar su ¡°triunfo¡±, como dice la sentencia; avisa sobre la gravedad de las penas para los violadores, particularmente en grupo y resta?a un principio jur¨ªdico que parec¨ªa roto, el de la seguridad jur¨ªdica, deshaciendo el nudo judicial que hab¨ªa estrangulado el bien protegido que no es otro que la libertad sexual.
La sentencia explica qu¨¦ se debe entender por intimidaci¨®n en un caso en el que la mujer ¡°estaba agazapada, acorralada contra la pared por dos de los agresores y gritando¡±, volcando as¨ª las interpretaciones de las instancias. Pero tambi¨¦n menciona una cuesti¨®n de mayor calado en estos asuntos: el consentimiento expl¨ªcito. Si bien sabemos que nuestro C¨®digo Penal no lo contempla, la sentencia deja una ventana abierta a este cambio de paradigma, como un gui?o al legislador, se?alando que conforme al Convenio de Estambul ¡ªratificado por Espa?a en 2014 y de aplicaci¨®n directa¡ª ¡°el consentimiento debe prestarse voluntariamente como manifestaci¨®n del libre arbitrio de la persona considerado en el contexto de las condiciones circundantes¡±. As¨ª, la aquiescencia, ya sea expresa o t¨¢cita pero siempre expl¨ªcita, es exigible en toda relaci¨®n ¨ªntima de car¨¢cter sexual. Esto es la libertad sexual, entender otra cosa es poner cortapisas y limitar este bien intr¨ªnseco a la persona.
Lo m¨¢s preocupante es el afloramiento de las violaciones ¡°en manada¡±. Estas conductas repugnantes se han reproducido y debemos buscar las causas para lograr su erradicaci¨®n. Byung-Chul Han, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa en la Universidad de Berl¨ªn, habla de la pornograf¨ªa como un mal de la sociedad, que hace desaparecer la seducci¨®n, la comunicaci¨®n y se convierte en algo obsceno donde los cuerpos se cosifican y las mujeres aparecen vejadas, humilladas y violentadas. Que esto se normalice es alarmante. En este caso, adem¨¢s, los hechos se grabaron y difundieron construyendo un Arco del Triunfo virtual, y varios vitorearon lo que es atroz. A esta manada el Arco del Triunfo les ha salido muy caro.
Pilar Llop es jueza, diputada auton¨®mica y exdelegada del Gobierno para la Violencia de G¨¦nero.
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