La primera universidad p¨²blica que forma maestros rebeldes para romper con la escuela tradicional
La Complutense lanza el pr¨®ximo curso la Hiperaula, un espacio en el que los docentes ense?an con otros profesores en la clase y donde no hay pizarras ni estrado
La pedagog¨ªa es anacr¨®nica, siempre llega tarde, dec¨ªa Ortega y Gasset. En la Universidad Complutense lo admiten: las escuelas se han adelantado y la academia llega a marchas forzadas al cambio pedag¨®gico. Pero llega. Desde el pr¨®ximo curso, la Complutense de Madrid ser¨¢ la primera universidad p¨²blica que d¨¦ un vuelco a la forma de ense?ar a los futuros maestros con un aula que rompe con la pedagog¨ªa tradicional. Se llama Hiperaula y es un espacio en el que no hay jerarqu¨ªas; profesores y alumnos est¨¢n al mismo nivel. All¨ª no existe un estrado para el docente. Tampoco una pizarra. Y se acaba con las clases a puerta cerrada con la introducci¨®n de la codocencia: los profesores dar¨¢n clases conjuntamente.
¡°Est¨¢ demostrado que un grupo heterog¨¦neo de estudiantes mejora los resultados acad¨¦micos; los m¨¢s avanzados tiran de los otros. Pero para un solo profesor es muy dif¨ªcil trabajar con diferentes capacidades y velocidades de aprendizaje¡±, explica Gonzalo Jover, decano de la Facultad de Educaci¨®n de la Complutense. En su opini¨®n, uno de los dramas del modelo tradicional es que no consigue retener a los alumnos ¡ªla tasa de abandono escolar espa?ola es del 17,9%, por encima del 10% de media europea¡ª. Por eso, la Hiperaula busca promover la codocencia, que es la presencia de m¨¢s de un profesor en el aula.
¡°El 20% de la efectividad de un profesor depende de la que tuvieron sus compa?eros en a?os anteriores. Es lo que se llama efecto contagio entre pares, o lo que es lo mismo, todo lo que absorbe un docente al colaborar con otro¡±, explica Eva Flavia Mart¨ªnez, investigadora en la Facultad de Educaci¨®n de la Universidad de Harvard. Ese dato se desprende de un estudio realizado en m¨¢s de mil escuelas en Carolina del Norte publicado en 2016.
En Espa?a, inmersa en una par¨¢lisis del modelo educativo con reformas que no ponen el foco en la formaci¨®n docente, solo el 19% de los profesores se forma en programas de observaci¨®n entre iguales, frente al 40% de media de los pa¨ªses de la OCDE. La colaboraci¨®n entre docentes requiere estructuras planificadas, no sale de la improvisaci¨®n. ¡°Esos procesos implican un cambio cultural, hay que poner en marcha la tutorizaci¨®n entre iguales y equipos dedicados a supervisar y evaluar esa colaboraci¨®n¡±, explica la investigadora en relaci¨®n al modelo educativo de Canad¨¢, uno de los 10 pa¨ªses del mundo mejor posicionados en el informe PISA, el estudio elaborado por la OCDE que mide el rendimiento acad¨¦mico de los estudiantes en matem¨¢ticas, ciencia y comprensi¨®n lectora.
En la Complutense reconocen que se han adelantado al cambio legislativo, y que en la escuela p¨²blica es muy complejo implantar la codocencia porque necesita inversi¨®n. M¨¢s profesores por centro. De momento, es la concertada la que va por delante y en ciudades como Madrid el colegio Padre Piquer, con un perfil de alumnado con bajos ingresos, ya est¨¢ practicando esas f¨®rmulas con hasta tres docentes por clase. ¡°Viajamos por Europa para conocer la realidad de las aulas y en un colegio p¨²blico de un pueblo de Gales encontramos tres profesores para 20 ni?os. No pod¨ªamos esperar m¨¢s para traerlo a Espa?a¡±, se?ala Jover. De los 400 docentes de la Facultad de Educaci¨®n de la Complutense, ya se han formado 115 para poder hacer uso de las tecnolog¨ªas que incluye la Hiperaula.
Aulas desmontables
La idea de dar un vuelco a la forma de ense?ar a los maestros surgi¨® de la indignaci¨®n. La Facultad estaba anticuada, y las salas hablaban por s¨ª mismas. En el aula de inform¨¢tica, los ordenadores estaban encadenados a las mesas, que a su vez estaban atornilladas al suelo junto a las sillas. Ahora en ese espacio las sillas (que son ergon¨®micas) tienen ruedas, hay pantallas gigantes colgando de las paredes que los estudiantes pueden usar como ordenador, mesas desmontables y hasta medidores de ruido para impedir que los debates se suban de tono. No hay un orden establecido, cada clase tiene su propia estructura.
Ese modelo pedag¨®gico no es un invento del siglo XXI. El m¨¦todo Montessori, desarrollado a principios del siglo XX por la doctora italiana Maria Montessori basado en la idea de que los m¨¢s peque?os aprenden de forma natural si se les permite seguir sus instintos, ya contemplaba la libertad de movimiento como clave del aprendizaje. ¡°Montessori dec¨ªa que el mobiliario clavado al suelo es un tipo de servidumbre. Hay que romper con los manuales escolares del siglo XIX, que todav¨ªa hoy seguimos usando, en los que se mostraba la forma correcta de sentarse. Hay que traer a la universidad los cambios que se est¨¢n dando fuera¡±, explica Mariano Fern¨¢ndez Enguita, profesor de Educaci¨®n en la Complutense e impulsor del proyecto, que le ha costado unos 100.000 euros a la universidad.?
¡°Los profesores fuimos buenos alumnos, aceptamos un modelo de ense?anza sin cuestionarlo y luego lo reprodujimos, pero no hay ninguna investigaci¨®n que explique por qu¨¦ los estudiantes est¨¢n alineados frente al profesor ni por qu¨¦ hay que guardar silencio durante 45 minutos¡±, a?ade Fern¨¢ndez Enguita. ¡°Hay que recuperar todas las fuentes de d¨®nde se puede extraer informaci¨®n, el maestro ya no es el que alimenta de contenidos. En el pasado se desterr¨® todo lo que estaba fuera de la escuela y ahora es eso lo que hay que recuperar¡±.?
En la web de Hiperaula, por la que el pr¨®ximo curso pasar¨¢n unos 500 alumnos de Magisterio y del m¨¢ster en Formaci¨®n del Profesorado para Secundaria, se explica el motivo de la ruptura con el modelo tradicional de ense?anza. Desde la biblioteca de Alejandr¨ªa las aulas universitarias han tenido una estructura parecida: un gran auditorio en el que uno se dirige a muchos. La transformaci¨®n del aula lleva a?os siendo promovida por instituciones como la OCDE, en su informe Innovative Learning Environments (de 2015), la red europea de escuelas European Schoolnet, en su proyecto Future Classroom, o incluso por el Ministerio de Educaci¨®n en su laboratorio Aula del Futuro. Pero los cambios metodol¨®gicos y de materiales (relacionados en gran parte con el uso de tecnolog¨ªa) no han llegado todav¨ªa a las f¨¢bricas de maestros.?
El modelo innovador no se puede quedar en Infantil
¡°Hay resistencia al cambio. En Infantil el camino est¨¢ hecho, s¨ª se entienden las ventajas del modelo. Pero, ?qu¨¦ pasa con Primaria y Secundaria?¡±, lanza Mariano Fern¨¢ndez Enguita,?profesor de Educaci¨®n de la Universidad Complutense. Uno de los colegios que les ha servido de inspiraci¨®n es el concertado Padre Piquer, en la Ventilla, un barrio humilde en el norte de Madrid. All¨ª acuden alumnos a partir de 12 a?os que no tienen asignaturas ni libros de texto. Desde 2003, trabajan con materiales digitales en grupos de unos 60 alumnos y con tres o cuatro profesores en el aula. La funci¨®n del docente es guiar al estudiante para que lidere su propio proyecto de aprendizaje. Su metodolog¨ªa funciona: tienen un 85% de alumnos graduados y un absentismo del 0,7%. De sus 1.100 alumnos, el 77% perciben alguna beca, lo que quiere decir que la mayor¨ªa procede de familias con bajos ingresos y eso incrementa el riesgo de abandono escolar.
Los centros de la Fundaci¨®n Trilema, con seis colegios concertados en diferentes autonom¨ªas, son otro ejemplo de codocencia. ¡°Nuestro mayor problema han sido las familias, nos cost¨® mucho que comprendieran el modelo; ven 60 ni?os en un aula grande y no se fijan en que hay varios profesores¡±, explica Carmen Pellicer, presidenta de la fundaci¨®n. Cuenta que el primer a?o es complicado, los profesores son reacios a tener otros adultos en el aula juzgando su trabajo. Permitir que los alumnos sean aut¨®nomos es el otro gran freno. En su colegio de Soria los resultados hablan: en un solo a?o el fracaso escolar pas¨® del 60% al 10% en un centro con un 70% de alumnos inmigrantes. ¡°La mayor ventaja de la atenci¨®n personalizada es que permite aplicar diferentes metodolog¨ªas seg¨²n las necesidades del ni?o, es un gran avance¡±, dice Pellicer.
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